lunes, 28 de mayo de 2007

¡Otra Copa América, por favor!

Una vez eliminado el Desafío Español (¡qué bien lo han hecho!), ya se puede decir en voz alta: ¡por favor, por favor, que gane el Alinghi y que la Copa America repita en Valencia! ¿A qué santa –las mujeres tienen más influencia- hay que poner velitas? Conste que me daría pena por los de Prada, sobre todo por Miuccia, pero hay que encomendarse a quien sea antes que permitir que los del Luna Rossa se lleven la fiesta a Italia o los del Team New Zealand al otro lado del charco. ¡Jamás de los jamases! No quiero ni pensar cómo quedaría la ciudad sin la Copa América. Sin fiestas, sin restaurantes de diseño, sin presentaciones glamurosas, sin conciertos de lujo, sin ocasiones para lucir modelito. ¿Qué sería de nosotras? ¡Depresión total!

Lo que no se puede hacer es dar el caramelito y luego quitarlo. Porque en esto de la Copa América pasa como con la ropa, que una vez que has vestido de firmas caras, entras en Zara y nada te sienta bien. Como los aviones, que viajas una vez en primera y ya no aguantas los chárter. Es dramático, pero es así. Y con la Copa América, para qué hablar. Empiezas por acostumbrarte a las fiestas con Moët y a que las revistas de moda (Elle, Yo Dona…) -que jamás salen de Madrid- celebren sus aniversarios en la ciudad y terminas exigiendo una fiesta por semana pero con famosos de verdad o en su defecto alguien de la casa real, que siempre da mucho caché.

Y es que desde que tenemos la Copa America en Valencia no pasa semana sin evento glamuroso o fashion. Esta última, sin ir más lejos, hemos tenido dos inauguraciones y las dos de lo más chic. Primera: la nueva terraza lounge de Moët Chandon (un lounge es como el bar de copas de toda la vida pero con barniz chill-out, rollo cómodo, suave, minimalista, elegante y con mucho blanco y wenge). Vamos, perfecto para treintañeros (o cuarentones) que ya no aguantan las aglomeraciones y la música estresante. La terraza Faboulous Yachting Lounge está en el edificio Docks del muelle de Levante, ese de ladrillo cara vista del que no se pudo prescindir por estar protegido. En la planta baja está el local de Las Animás, das la vuelta al edificio, subes por unas escaleras y llegas a la nueva terraza, bajo la luna de Valencia y frente al puerto. El fabulous yachting lounge –un poco largo el nombre, ¿no?- es agradable, amplio, con luces suaves y sofás cómodos. ¿Qué más se puede pedir?

Resumen de la fiesta de inauguración del jueves: litros de Moët a demanda (los cien primeros invitados, en copa; a partir del ciento uno, en otros vasos menos apropiados), mucha gente de la sociedad valenciana de toda la vida, algún que otro político y pocos modelitos en los que fijarse. El catering, de Seina, más frío que caliente, pero apetecible. Por cierto, en la planta baja del Docks, Moët ha montado una exposición con fotografías sobre su vinculación a la Copa América, aunque me temo que pocos invitados se percataron.

Segunda inauguración de la semana. Misma zona y nueva terraza: brunch al aire libre en la terraza 8 Floor del hotel Room Mate Marina en las Atarazanas. Por partes. El hotel es uno más de la cadena de Quique Sarasola, todos ellos modernos, minimalistas, con mucho diseño y aire cosmopolita. El brunch, como saben todos los fans de Sexo en NY, es una combinación de breakfast y lunch que se toma a última hora de la mañana, ideal para esos domingos en los que la hora del desayuno se aproxima peligrosamente al de la comida. En el brunch puedes tomar arroces, brochetas de pescado y carne, ensaladas frescas y un montón de zumos naturales. Y luego para rematar, un mojito con mucho hielo y tarta fresquita. ¡Para no salir de la ciudad!

martes, 22 de mayo de 2007

Hera contra Afrodita

Toda mujer lleva dentro a dos mujeres: a Hera, la madre protectora, y a Afrodita, la amante seductora. Dos diosas que a veces se enfrentan en ese sufrido campo de batalla que desde el principio de los tiempos es el corazón femenino. La mayoría de las mujeres vamos capeando el temporal de la discordia como buenamente podemos a lo largo de toda nuestra vida. Las dos diosas habitan en nosotros con sus fuerzas igualadas y ora gana una ora se impone la otra. Pero en algunas mujeres una de las diosas parece haber aniquilado a la otra, es el caso de las aspirantes a sentarse en el trono del Cap y Casal (la alcaldía de Valencia).

Rita Barberá es la madre de todos los valencianos sin serlo de ninguno; reparte besos y carantoñas por doquier y de vez en cuando aparece con aire autoritario de la madre que recrimina a su hijo por no recoger los juguetes. Carmen Alborch es lo contrario, ella fue la que el primer día que entró en el Congreso levantó a sus señorías de sus escaños y recordó a los españoles que el poder de un escote y unas buenas piernas tienen poco o nada que envidiar al de un tricornio y unas pistolas.

Ahora están ahí, enfrentadas como en el viejo Olimpo, una frente a la otra. Rita viaja en los autobuses de la ciudad rodeada de niños y ancianos que parecen relajados bajo su protección. Carmen mantiene el atractivo que todas quisiéramos tener a los sesenta años, es la esposa que todo sexagenario quisiera pasear por la playa de Xabia.
Hasta en la ropa se palpa el eterno enfrentamiento. A Rita la viste el diseñador Alex Vidal. A Carmen, Francis Montesinos. Rita no suele llamar la atención por sus estilismos; Carmen se atreve con todo; Rita es la discreción que transmite un sastre clásico en rojo o azul marino; Carmen parece sacada de la Ibiza más hippie, con sus mezclas imposibles, un poco como la hierbas de Aquí no hay quien viva.

Si en algo coinciden las dos candidatas es en su carácter abierto y mediterráneo y en saber muy bien lo que quieren transmitir con su ropa. Cuenta Alex Vidal que Rita tiene muy presente su cargo de Alcaldesa y sabe acertar en cada ocasión: “Ella participa mucho en el diseño de cada vestido; es del tipo de persona que te dirige, con toda la sonrisa y la gracia, pero te va marcando las pautas”. Su fondo de armario está lleno de trajes chaqueta que va combinando con distintos cuerpos. Estampados, pocos; y complementos, menos: un par de bolsos de Hermès y algún pañuelo de seda. Tampoco en las joyas es excesiva: su collar de perlas clásicas es casi una seña de identidad. Con todo ello, Rita transmite una imagen familiar, sin sorpresas, sin llamar la atención por como viste.

Nada que ver con el descaro de la Alborch. A Carmen le chifla destacar por sus estilismos, su ropa transmite la imagen de un espíritu libre y atrevido, joven y sin prejuicios. Carmen es todo menos discreta en su forma de vestir. Para ella, la ropa es un modo de expresar su personalidad, independiente, alegre y extrovertida. Aunque no es fiel a un solo diseñador, viste mucho de Montesinos, de quien además es amiga. De Francis elige los chales multicolor, la reinterpretación de la artesanía valenciana. Le gustan también las líneas amplias de los diseñadores japoneses, como Yamamoto. Carmen es libre hasta en la interpretación de los colores: mezcla naranjas con morados, azules con fucsias y estampado con estampado. Lleva la ropa con un cierto dramatismo y además no se corta con los complementos, casi siempre con un aire étnico y hippie.

domingo, 13 de mayo de 2007

Del abrigo a las bermudas

No hay armario que resista pasar de 7 grados a 40 en apenas una semana

El cambio de temporada siempre es traumático: lleva la ropa a la tintorería, selecciona la que guardas y la que regalas, desempolva la del año pasado… Lo normal es que el cambio lo hagas poco a poco, primero retiras el abrigo, luego el suéter de lana y casi sin darte cuenta has sustituido invierno por verano; pero si el cambio es a lo bruto, como esta semana en Valencia, entonces tienes un problema serio con tu ropa. Vamos, que no hay fondo de armario que resista llevar hoy abrigo y mañana vestido de tirantes. ¿Cómo vas a mantener el glamour con esa locura de tiempo? Y encima tienes que sufrir las rozaduras de los zapatos sin medias, por no hablar del blanco mantequilla de las piernas o el rojo guiri de los primeros días de playa. Uff, no sigo que me deprimo…

Además, suele pasar que cuando ya tenías todos los conjuntitos de invierno listos y perfectos para cada ocasión, cada vestido con su zapato y cada pantalón con su suéter, y tú siempre hecha un pincel, entonces llega el calor en plan traidor y tienes que guardarlo todo y sacar esa falda del verano pasado que te parecía ideal de la muerte pero que un año después ha quedado convertida en un pingajo arrugado con cero glamour listo para Caritas. Resumiendo, que lo que prometía ser un básico para toda la vida, se ha quedado más antiguo que el vestuario de la Pantoja. Ingenuamente piensas que lo solucionarás con un arreglito: ahora acorto esta falda, ahora le pongo un top nuevo… ¡esfuerzo inútil! Lo normal es que esos apaños no te saquen del atolladero: no tienes nada decente que ponerte. Y encima con tanto evento de Vuitton y Prada, la mitad de tus inversiones se han ido a modelitos de fiesta, que no te solucionan el día a día ¡desastre total!

En el fondo, lo que sucede es que el famoso fondo de armario es un mito. Vamos, mentira cochina. Fondo de armario no son ni los vaqueros, porque si los de hace dos años eran de cintura baja y pernera ancha y los del año pasado, pitillo como los de Kate Moss, este año ¡que cosas! se empiezan a ver de cintura alta y redondeando la cadera, como los de Marilyn Monroe, que por cierto, sientan de pena penita pena. Y si eso pasa con los vaqueros, ¿qué no pasará con los zapatos o con el corte de las chaquetas? Pues eso, que puestos a recuperar prendas básicas de otros años, al final sólo te sirve el camisón y las chancletas, que esas no pasan de moda, aunque todo llegará.

Si hay una verdad sobre el fondo de armario es que nunca tiene fondo. O lo que es lo mismo, que por mucha ropa que te compres, siempre te falta algo. Algo imprescindible, además. Y cuando ya lo tengas todo arreglado, cada oveja con su pareja, entonces llegará el frío para fastidiarte el invento. Y vuelta a empezar, como en las tragedias griegas. Con los bolsos pasa lo mismo. Cuando ya habías convencido a tu marido de que necesitas un bolso para verano y otro para invierno, descubres con horror que el bolso “it” del verano pasado, ese que pensaste que duraría años, no hay quien lo combine con los vestiditos de este verano. Y eso que tú le explicaste (¡!) que el coste del bolso no eran los 800 euros de la etiqueta, sino su precio dividido por las veces que te lo pones: 800 veces puesto, 1 euro cada vez. Ahora, donde dije digo, digo Diego y a demostrarle lo contrario: el del año pasado es historia y ahora necesitas desesperadamente el nuevo de Miu-Miu (de Miuccia Prada). Por cierto, hablando de Miuccia, con el fondo de armario que debe tener, va y repite modelito en la fiesta homenaje a Paul Poiret (¡menuda fiesta!): la misma falda que llevó en Valencia, pero en color naranja fluor. Desde luego, la vida es una completa paradoja…

domingo, 6 de mayo de 2007

Tacones o chancletas

Lo de mantener la intriga sobre el lugar de la fiesta será muy glamuroso, pero es una faena para las invitadas
Esto de la Copa América está sirviendo, como mínimo, para ponerse al día en inglés, en protocolo y hasta en buenas maneras. Con tanta vida social y tanta invitación a cócteles y fiestas, casi que te sientes como una más de de la high society internacional. Si la fiesta de Prada era lo nunca visto en años, la que está preparando Vuitton para el día 9 debe ser lo nunca visto en siglos aquí en Valencia. Desde luego, lo llevan con tanto secreto que ya están provocando más expectación que una final de la Champions. Malo eso de generar mucha expectación, porque cuanto más se eleven las expectativas, más difícil será satisfacerlas, o al menos eso dicen los lumbreras del marketing… que listos ellos, siempre presentando lo obvio como el producto de sesudos análisis.

La fiesta de Vuitton venía envuelta por el más absoluto de los secretos, pero como suele pasar en estas cosas siempre hay uno que larga más de la cuenta. En las invitaciones no indica dónde se celebrará el sarao, aunque parece más que confirmado que el lugar elegido será la Cartuja del Puig (foto). Incluso hay quien se atreve a aventurar que trasladarán a los invitados en un barco de lujo desde el muelle de la Copa América hasta el Puig. ¡Esto sí es glamour! Pero claro, todo esto son suposiciones, porque también podría ocurrir que la organización metiese a los invitados en un portaviones –como hizo en 2000, cuando la Copa América se celebró en San Diego- y los trasladaran a un lugar recóndito en mitad del océano. ¡Guau!

Esto de mantener la intriga sobre la fiesta será muy glamuroso pero es una faena para las invitadas, porque a ver qué te pones si no sabes si la fiesta va a ser al aire libre, en barco o en un portaaviones en medio del océano. Ellos lo tiene más fácil, porque el dress code de la invitación indica que hay que vestir “black tie” (pajarita negra), que como todo el mundo sabe es el esmoquin. El equivalente femenino es el vestido de gala o de fiesta, vamos, de tiros largos. ¿Y si eres bajita y el largo te queda como el traje de fallera a Madonna? Siempre podrías llevar un vestido corto tipo joya, pero tendría que ser muy de fiesta y de lujo. ¿Y si todas van de largo y tu de corto?… ¡uff, tierra trágame! Y luego están los zapatos, a ver qué zapatos te pones sin saber si vas a andar sobre las dunas de El Saler o sobre los mármoles de un Palacio…

Ellos lo tienen muchísimo más fácil. Si tienen esmoquin, estupendo. Si no, siempre se puede alquilar (si es que todavía quedan), aunque el problema de los de alquiler es que a veces se distinguen a medio kilómetro, todos tan igualitos. Según el sastre Vicente Moret, muchos valencianos tienen en su fondo de armario un esmoquin. Cuando lo encargas a medida, no recurres al negro, a no ser que seas muy mayor. Los caballeros suelen escoger un azul noche de alpaca o seda natural. En esto de la etiqueta pasa como en todo: si conoces la norma, te la puedes saltar, vistiendo por ejemplo un Spencer, un esmoquin corto ideal para una fiesta en crucero. También dice Moret que en el esmoquin puedes elegir entre la faja de seda natural con lorcitas o el chaleco. Eso sí, la camisa con cuello de pajarita y pechera de piqué o de lorzas y pajarita negra. El zapato, a elegir entre el escarpín negro de charol con lazo o el de cordones clásico; el calcetín, de seda natural, y el pañuelo, siempre de lino blanco. Un detalle coquetón. Con el esmoquin (nunca con el chaqué) se pueden llevar condecoraciones o medallas que lleven impreso título o reconocimiento. Moret da otra opción: los uniformes civiles de carrera también pueden sustituir a la prenda de gala. ¡Que suerte tienen los hombres de tenerlo todo tan claro!

viernes, 4 de mayo de 2007

Aniversario de Yo Dona en Valencia

«Femenina, actual y con glamour, pero no vacía de contenido; para una mujer que no es fashion-victim pero que quiere estar guapa y sentirse bien, gustarse a sí misma y a las demás». Así define Charo Izquierdo la revista Yo Dona, publicación ligada indisolublemente a EL MUNDO, que dirige desde su fundación y que eligió ayer Valencia para celebrar su segundo aniversario. Lo hizo en un cóctel en un lugar privilegiado: el lounge que tiene Louis Vuitton en el edificio Veles e Vents del muelle de la Copa América. La fiesta fue a imagen y semejanza de la revista: elegante, refinada, sobria, luminosa y con mucha gente de moda y a la moda.


Yo Dona no sólo eligió la ciudad para celebrar su segundo cumpleaños, sino que ha dedicado su próximo número, el que saldrá mañana sábado junto con el periódico EL MUNDO, a la competición de la Copa América, con editoriales de moda náutica, entrevistas a regatistas de élite y a David Chipperfield, el arquitecto autor del pabellón de invitados. Precisamente en la segunda planta de este edificio, justo sobre la tienda de Louis Vuitton, la firma francesa puso a disposición de YoDona su lounge, una zona reservada para invitados y que nunca hasta ahora se había utilizado para un acto público. Se trata de un espacio minimalista, tipo loft, con una barra para bebidas, enormes ventanales y sofás amplios y cómodos, donde los invitados a las regatas pueden ver la competición en tiempo real en unas pantallas enormes.

Allí, el equipo de la revista —la directora Charo Izquierdo, la subdirectora Pepa Bueno y la directora de Moda Natalia Bengoechea—, junto a Paolo Carrer, vicepresidente de Unedisa y Alejandro deVicente, director General de Unedisa y Novomedia compartieron MöetChandon, un catering delicioso y conversación con un grupo de invitados representantes de la sociedad y la política valenciana: la Consellera de Asuntos Sociales, Alicia de Miguel; la directora del IVAM, Consuelo Císcar; la secretaria autonómica de comunicación, Paula Sánchez de León y las concejalas de Cultura, María José Alcón, y de Asuntos Sociales, Marta Torrado.


De la familia de Copa América, asistieron Lara Ciribí de Mascalzone Latino; Christian Thieme del Desafío Español; Anthony y Diana Romano de Luna Rossa, Dina Devotti del sindicato italiano +39 y Christine Belanger (en la foto junto a Charo Izquierdo), Directora de la Copa Louis Vuitton y una de las mujeres que mejor conoce la competición.