lunes, 31 de diciembre de 2007

Los Reyes también van de rebajas


Como las rebajas sigan adelantándose más, no se qué van a hacer las tiendas. En Valencia, oficialmente empezaban después de Reyes, pero vamos, muchas ya llevan semanas con descuentos para clientes, entre otras cosas porque las ventas no han sido para echar cohetes. El otro día escuché a una dependienta comentar que nunca, en años, había visto la tienda tan vacía por estas fechas. Total, que sea por la razón que sea, más de una tienda ha empezado muy pronto con los descuentos.

¿Y cómo se enteran las clientas de la feliz noticia? Antes te llamaban por teléfono, pero ahora, con esto de las nuevas tecnologías, se está poniendo de moda enviar un SMS: “Marni le comunica que el 2 de enero darán comienzo los descuentos. Un saludo”. Otra modalidad es aprovechar la felicitación de Navidad para avisarte, como Bonpoint o Linda Vuela a Río. De un pájaro, dos tiros. En otros casos, tienes que presentar la propia felicitación como tarjeta de descuento: así lo han hecho en Oh Lulú! y en Hannover, que como detalle navideño te regalaba un descuento del diez por ciento.

No todas las firmas entran en esto de las rebajas. Las de lujo, lujo, como Vuitton y Hermés (y Búlgari y MontBlanc), rara vez ponen el cartel de descuentos. Tienen sus razones: en primer lugar, mantener el prestigio de la marca, no les conviene que el comprador asocie la bajada de precio con una bajada de la calidad; y sobre todo porque un bolso monogran de Vuitton o un Kelly Hermès no suelen pasar de moda, no son un producto de temporada. Eso sí sería una faena gorda, comprarte un Kelly por 6.000 eurines y verlo luego por 3.000, ¡como si rebajasen un coche a la mitad antes de sacar un modelo nuevo!

Tampoco es lo mismo la rebaja en una tienda de un solo diseñador o una sola marca, como Emporio Armani, que en otras multimarca, como Siete Mares o Chapeau. En las tiendas de una sola marca, las rebajas empiezan a lo bruto, con un cuarenta por ciento como tiene Armani ahora mismo. Es lógico, porque en este caso el dueño de la tienda y de la firma es el mismo, el señor Giorgio Armani. En una tienda multimarca, el margen tiene que dar para el dueño de la firma y para el dueño de la tienda, por eso no pueden ofrecer descuentos tan altos desde el primer momento. Además, el stock de ropa que tienen que quitarse de encima es mucho menor.

Sea veinte o cuarenta el porcentaje, a mí me encantan las rebajas. Hasta te vuelves un poco loquita comprándote ese vestido super glamouroso que no sabes cuando te pondrás, pero ¡que porras! al cincuenta por ciento, te dejas la sensatez en casa. Y al pagar la mitad, parece que tienes menos cargo de conciencia y todo. Y si encima encuentras esa rebeca que tenías fichada desde principio de temporada, entonces ya es el no va más. Claro que al revés también es una faena: ver esa falda que a ti te costo una locura justo a la mitad de precio, ¡uff, eso es tremendo! Pero vamos, lo normal es que en las tiendas quede o bien lo que no le gusta a nadie o lo más caro.

Lo peor de las rebajas es cuando coincide la ropa de invierno con los primeros modelitos de verano. Eso sí es un horror. Estás viendo un abrigo negro de lana en un perchero y en el otro un vestido sin mangas con estampado primaveral, lleno de colores; aquí un suéter de lana y allá unas bermuditas con camiseta de tirantes. ¡Desastre total! Menos mal que ahora las rebajas también acaban antes, y dentro de nada, podré ver las colecciones de verano, que estoy que me muero por probarme los vestidos vaporosos de Chloé y de Prada y los brocados de Balenciaga y la nueva colección de Dolcce Gabbana, ideal esta temporada.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Paranoia navideña


Desde que tengo uso de razón vivo una paranoia con la Navidad: a una parte de mí le espeluznan esos Papá Noeles colgando de los balcones y esos vestidos de fiesta que decoran los escaparates enseñando escote cuando más frío hace. Luego está lo del turrón dejando sus chorreosos restos en los platos de la cena y la caterva de dulces navideños que acaban en la basura. O las colas interminables del stand de Tous, cualquiera diría que lo regalan; o esos Reyes Magos que parecen vestidos de una tienda de todo a cien. Por no hablar de las reuniones familiares interminables, de las comidas de empresa en las que todos nos queremos mucho. Y esos segundos platos, que cuando llegan ya no puedes más y encima tienes que poner buena para que nadie se moleste ¡Uff, sólo de pensarlo, qué agobio!

Pero hay otra yo que se alegra de cualquier acontecimiento que cambie la monotonía, que ponga un toque distinto a la vida gris de la cotidianeidad. Esa otra yo que se encandila viendo a los niños algo más ilusionados que de costumbre y que agradece las sonrisas con las que me felicita más de uno que el resto del año no soporto, pero que estos días parece un poco más majo. Valencia está preciosa y rebosa actividad allá donde vas. Estos días he estado en Bruselas y Valencia no tiene nada que envidiarle. Las calles llenas de gente, los comercios con sus escaparates relucientes (¡me encanta el escaparate kitsch de Chapeau!); los edificios públicos iluminados; el Mercado de Colón, con los villancicos y exposiciones que ha organizado Mayrén Beneyto, tan bonito que no saldrías de allí. Y la plaza del Patriarca y Poeta Querol, con todas sus firmas de lujo, Bulgari recién estrenada, y todo tan chulo que disfrutas lo mismo, compres o no. Este año, encima, la Asociación Dos Aguas, que preside Maribel Cosme, y que agrupa a todos los comercios de la zona, ha preparado una decoración navideña especial, con velones y moqueta azul oscura. Les ha quedado ideal. Además, este viernes invitaron a sus clientes a un ballet clásico en el Teatro Principal. ¡Eso sí es un detalle!

Total, que estas fiestas las puedes vivir quejándote de la cantidad de cosas horteras que la rodean, o tratando de que sean de lo más entrañables: decorando la casa con todo el cariño, que no significa gastarte mucho dinero, sino dedicarle tiempo y ganas; preparando una buena cena que no deje a tus invitados al borde de la indigestión; recorriéndote las tiendas de delicatessen buscando un jamoncito bueno, bueno; y un vino mejor y preparando un asado rico rico, como dice Arguiñano, y encendiendo velitas perfumadas y, en fin, cuidando todos esos detalles que hacen que la vida te resulte más agradable a ti y a los que te rodean. Enrique Lodares me contó una vez que muchas de sus clientas se encargan un vestido especial para Nochebuena, para esa cena donde iban a recibir a toda su familia y querían que todo saliera perfecto, porque estar todos juntos cada vez es más difícil, con la vida que llevamos.

Como mi psiquiatra –que bien queda decir que tienes un psiquiatra como las chicas de Sexo en Nueva York - me ha dicho que lo mejor para ser feliz es afrontar la vida con optimismo, he decidido que este año le van a ir dando a los aguafiestas, porque yo estoy dispuesta a sonreír hasta cuando me enfrente a los postres caseros que prepara mi cuñadita cada año. Voy a disfrutar de las navidades, me pondré mi mejor vestido para la cena de Nochebuena, a mis niños bien guapos y, sobre todo, estaré muy alegre, también cuando llegue el segundo plato y el champagne y el comentario desafortunado de alguien de la familia. ¡Qué se note que estamos en Navidad!

domingo, 23 de diciembre de 2007

Viajecito a Bélgica


Aprovechando una escapada a Bruselas, la semana pasada visité Amberes, preciosa estos días de Navidad, a pesar del frío (-7). Lo mejor, sentir que estás en la ciudad de "los seis de Amberes": Ann Demeulemeester, Dries Van Noten, Dirk Bikkembergs y compañía; visitar la exposición de Bernhard Willhelm (se graduó en la Academia de Amberes) en el Mode Museum, el pedazo de tienda de Yamamoto justo al lado, tiendas de diseñadores belgas y un par de firmas para fichar: Bellrose (venden online en http://www.mybellerose.com/), essentiel y Filippa K. (ésta sueca). Me encanta Amberes porque es de esas ciudades que te recorres a pie, con mucha calle peatonal y pocos edificios altos. Aunque las rebajas no empezaban hasta el 2 de enero (¡qué pena!) pequé en más de una tienda, sobre todo en a.p.c, francesa, ¡qué tienda tan ideal! Total, que con tanto ir de shopping me perdí la exposición de Rubens en Bruselas. ¡habrá que volver! (pero en primavera mejor)

lunes, 17 de diciembre de 2007

Javieryjavier


Chicas, quedaros con este nombre: “Javier y Javier”. Detrás de esa firma está Javier Villajos, un diseñador valenciano que en los ochenta fue socio de una firma que llegó a codearse con los más grandes. Pero la vida da cornadas y a veces hay que volver a empezar de cero cuando ya has llegado a la cima; y volver a andar el camino cuesta arriba. ¡Olé! por quien lo hace y no se acurruca mal diciendo su suerte . Es el caso de este valenciano, que acaba de abrir tienda en la calle Embajador Vich.

Cualquiera que esté medianamente introducido en el mundo de la moda ya habrá oído hablar de él. Bueno, perdón, cualquiera menos los organizadores de la Pasarela del Carmen (o Semana de la Moda), que le han dejado fuera. A él, como a mí, no le quieren. Lo mío tiene pase, pero lo de él no se entiende: es como si alguien organizase una fiesta de pilotos de Fórmula Uno en Gijón y no invitasen a Fernando Alonso; sólo la sospecha de intereses espurios pueden explicarlo.

Pero bueno, a lo que iba: JavieryJavier, como los de la Pasarela han decidido que él no es quien para desfilar con ellos (no se lo han dicho así de claro, pero le dieron largas hasta que se acabó el plazo…), se lo ha montado por su cuenta. Y esta semana ha presentado su colección en el ático del Hotel Astoria. Invitados, sólo clientas de toda la vida, de esas tan fieles que le han seguido durante estos años en su atelier de la Calle Alta. El desfile fue de lo más cuidado: un cuarteto de mujeres violinistas, con vestidos vaporosos como de una pintura de Botticelli; una bailarina exótica abriendo desfile y luego una colección de ochenta o noventa vestidos, conjuntos, sastres, abrigos, fiesta, cóctel, más fiesta… uff, una locura, una sorpresa permanente, con mil referencias y un hilo conductor mínimo.

El estilo de Javier Villajos es inclasificable. Después del desfile, me acerqué a ver los vestidos y de cerca son una pasada: telas de Elie Saab, sedas pintadas a mano, forros que no tienen nada de forros, porque también son sedas; abrigos reversibles, cinturones que se pueden llevar como fulares, estampados y bordados con motivos sacados de la botánica de Cavanilles, flores kurdas… una locura, de verdad.

Javier me va enseñando los vestidos uno por uno y en cuanto me descuido me ha colocado una chaqueta de fiesta sobre el suéter de lana ¡y encima queda bien! Me saca otro que parece de la película “El guateque”, con un colorido pop super fuerte. Cuando ya concluyes que hay mucho de los sesenta y de la estética hippie, va y te enseña otro vestido de tafeta de seda natural con una falda de metros y metros de tela. Javier estruja la seda por un lado para demostrarte que hasta la arruga tiene arte cuando la falda tiene el vuelo justo. Y luego te enseña otro que parece de Courrèges, que debe pesar un par de kilos de la cantidad de piezas que lleva, y luego una malla medieval super ajustada, y después un vestido de lino con bordadito delicado y un pequeño recogido bajo la falda y luego un blusón ideal para un verano en Saint Tropez, de seda ligera. Y cuando ya piensas que lo tienes medio situado con el adjetivo multiétnico, va y te sale con un vestido de vinilo de un color uva oscuro, convertido en un vestido de cóctel años cincuenta, con lo cual acabas ya más descolocada que yo que sé. Y encima, hasta mezcla las prendas más dispares ¡y funciona!

Total, que si algo me queda claro es que este diseñador, que se siente como si acabara de empezar, tiene tanto talento que no sabe ni dónde meterlo y además dice que todas las mujeres tenemos atractivo, excepto las maleducadas, que para él acaban siendo feas, feas. ¡Me encanta este hombre!

viernes, 14 de diciembre de 2007

Material girl


Talla 38 (¡gracias!) me nomina para un memé, ya sabéis, el cuestionario "me gusta, no me gusta", pero navideño.

"Como ya empieza a ser hora de hacer planes navideños, pensar en los regalitos que le harán ilusión a cada uno, decidir lo que te hace ilusión a tí…, vamos a ponérselo fácil a Papá Noel, los Reyes Magos, Olentzero, niño Jesús, amigo invisible o quien quiera que se pase por tu casa.Este meme habla de cosas materiales… Por tanto la paz mundial, reparación de la capa de ozono, etc…, no valen como respuestas."
Ahí van mis respuestas (recordad que tienen que ser cosas materiales, nada de buenos propósitos)
¿Cuál es el regalo que más ilusión te haría estas navidades?
Un viaje a NY, habitación en cualquiera de los hoteles que propone showroom y una tarjeta de crédito sin límite para comprar como una loca. Así de material sería mi regalo.
¿Y el que menos ilusión?
Depende de quién me lo regale.
¿Qué vestido llevarías a una fiesta esta nochevieja si tuvieras a todos los diseñadores locos por dejarte uno?
Me gusta ver vestidos de fiesta, pero no llevarlos, por eso elegiría uno de Miuccia Prada del verano de 2004, sofisticado pero cómodo, con el mismo estilismo: pelo limpito y medio recogido, como de andar por casa, collar trapero para quitarle importancia al vestido y maquillaje mínimo. Agua de colonia, nada de perfume.
Y ahora mis nominadas: Uma (lo siento Uma, te tengo fichada), Coolhunter (antes Loca por las compras) y......... Nothing to wear
Besos y Feliz Navidad!
Begoña

domingo, 9 de diciembre de 2007

Londres ya no es lo que era


Hay que ver cómo son los amigos. Te quedas un puente sin salir de casa, y ya te están llamando desde Londres o Madrid para ponerte los dientes largos. Y encima te envían mensajitos en plan “Hey, que me acabo de comprar unos zapatos Church’s chulísimos en New Bond Street”. Claro que tú siempre podrías haber contestado que los Church’s también los venden en Valencia, en TorresGastón para ser exactos, y desde hace muchos años, pero te callas para no quitarle la ilusión, pobre. Tampoco le cuentas que ni tan siquiera Church’s es genuinamente inglés, que hace tiempo que lo compró Miuccia Prada y de inglés sólo le queda el nombre. Como Hackett, que por muy british que suene es más español que un vestido de flamenca (lo compró Abelló). En fin, que la globalización tiene esas cosas: antes te venías de Londres tan contenta con tu Barbour y ahora los tienes hasta en la tienda de la esquina. Vamos, que lo difícil es ir de viaje y traerte algo que no vendan en tu ciudad.

Algo parecido le ha pasado a otra amiga que se ha ido este finde a Madrid. Buscaba vestiditos de Maje y cuando ha llegado a la tienda donde los venden y se ha elegido un par y estaba a punto de pagar, va y le dice el dueño que en Valencia hay varias tiendas que tienen ropa de esta firma francesa. Una se llama Oh là-là! y está en Pintor Benedito; la otra Oh Lulú (en serio) en la calle Universidad; otra en la Galería Jorge Juan, El Mundo al revés, y aún hay una cuarta en la calle Comedias, Abito ¡y también está Melic, en Grabador Esteve. La pobre se quedó tan descolocada, que todavía está pensando que responder. Y lo mismo le pasó con la ropa de Manoush, que antes compraba en una tienda de Madrid, cuando aquí la tienen en Pin Up (Bolsería) o en Harry me quiere, en Isabel la Católica. ¡Eso te pasa por irte de puente! -me faltó decirle.

Primera conclusión: a veces somos tan esnobs que buscamos fuera lo que tenemos en casa. Segunda: en Valencia siempre te queda algo por descubrir. Y no lo digo como consuelo por no haber salido este puente. No hace ni una semana, estaba de cháchara con Isabel Cosme, la hija de Presen Rodríguez, cuando me descubrió el trabajo de una diseñadora de la que nunca había oído hablar (y eso que presumo de conocerlo todo, la próxima calladita estoy más mona). Se llama Teresa Helbig y tiene unos vestidos de fiesta ideales de la muerte, una mezcla entre los volúmenes de Ghesquière para Balenciaga y la delicadeza de Nina Ricci. Tengo ir a Presen Rodríguez a probármelos ya. Aunque, aviso, son un poco caros.

Y lo mismo con los jeans. Yo que iba de listilla y pensaba que controlaba todas las firmas del mundo mundial, me acerco un día a Chapeau y me sacan unos de J.Brand que te los pones y parece que hayas adelgazado un par de kilos. Vamos, que en esto de la ropa, para estar al día tienes que dedicarle muchas, muchas horas, porque si no, siempre hay alguna novedad que se te escapa. Y luego te vienes de Londres o de París con tu compra “tota paga” y resulta que lo venden en la tienda que está junto a tu peluquería, más barato, y encima te arreglan el largo del pantalón gratis.

Y es que aquí, en cuanto te descuidas, te han abierto una tienda nueva. El jueves que viene, sin ir más lejos, abre TCN en Cirilo Amorós. TCN es la firma de Totón Comella, una diseñadora catalana que empezó con baño y ahora hace de todo, hasta complementos. En su biografía dice que pasaba los veranos en Saint Tropez en la tienda de un familiar, y no se si será por esa infancia chic o porqué, pero todo lo que hace es ideal. ¡Y no hay que coger un avión!

sábado, 8 de diciembre de 2007

Más subastas


Otro descubrimiento: la subasta de kerrytaylorauctions (ni idea de quién es, pero está asociada con Sotheby's, que esa sí me suena). Balenciagas, Courrèges, Valentinos, Chaneles, Jacques Fath, bolsos Hermès de coco viejos viejos... uff, una locura.
He fichado una cartera de coco azul profundo, umm, la quiero ya

martes, 4 de diciembre de 2007

Diez años son nada


El jueves lo pasé mal todo el día porque me veía incapaz de decidir qué ponerme para la fiesta del X aniversario de El Mundo, con el agravante de que al ser una efeméride mi cabeza se recreó en la fugacidad de la vida, en cómo pasan los años, y en cómo he dejado de ser una pipiola para convertirme, ¡uff que horror!, en una mujer adulta. A partir de ahí me aboqué a la nostalgia – siempre la he odiado por inútil- y me recreé pensando cómo me habría vestido para una fiesta hace diez años. Y claro, se me ocurría de todo: desde el traje chaqueta Armani con mucha hombrera, hasta el twin-set de niña buena con falda de tablas, más soso que ni sé...

Las horas iban pasando, ya las cuatro de la tarde y yo sin saber que ponerme. La cama llena de vestidos, faldas y blusas arrugadas y desechadas; menos mal que al menos los pantalones habían quedado descartados desde primera hora; y mi colección de zapatos mirándome fijamente y diciendo: “Venga guapa decídete, parece mentira que a estas alturas no sepas que lo primero que se elige son los zapatos” No les hice caso, me tumbé en la cama y me recreé en mi desgracia… ¿qué será de mi dentro de otros diez años?, ¿Habrá ropa de mi talla en mis tiendas favoritas?, ¿Podré seguir llevando vaqueros pitillo?, ¿Y el pelo tan largo?, ¿Y minifaldas y vestiditos baydoll? ¡Uff, no quiero ni pensarlo!

Bueno, lo que pasó mejor no lo cuento… Crisis total con lágrimas incluidas; menos mal que a Pepa Pino no se le ocurrió llamarme para pedirme consejo sobre qué ponerse, no sé si me hubiese echado a llorar o le hubiese soltado un improperio. El caso es que me planté en el Palau de la Música mona, sin más, con la típica faldita negra, una blusa blanca de toda la vida, un abriguito de corte años sesenta y un bolso de mi adorada Miuccia Prada. Vamos, más o menos igual que hubiese ido diez años antes. ¿Y para eso tanto darle vueltas al armario entero? Siempre me pasa lo mismo...

Nada más entrar ví a Pedro J. en el escenario y me pareció tan interesante como siempre y pensé que su atuendo era más o menos el mismo que el que hubiese llevado una década atrás. Y lo mismo pensé de buena parte de mis mitos de la elegancia y el buen gusto valenciano. Allí estaban, monísimas de la muerte, como siempre, Mayren Beneyto, con un sastre estilo esmoquin; Rita Barberá, con traje chaqueta negro y perlas; Carmen Alborch, con esa melena leona que te mueres de envidia; las hermanas Laura y Marta Torrado; Mayte Sebastiá, la periodista de moda más estilosa de Valencia o Consuelo Císcar, personal a más no poder. Por supuesto que entre los hombres también los había muy elegantes, aunque siempre me fijo más en los modelitos de las mujeres.

Total, que al final, después de darle vueltas y más vueltas, he llegado a la conclusión de que la gente que me gusta es la que sigue fiel a su estilo, por encima de modas pasajeras. Lo que me gustaba hace diez años, me sigue gustando ahora: la ropa de Miuccia Prada, una sencilla falda negra de lana virgen, la camisa blanca de popelín, el abriguito a la rodilla, los zapatos de salón clásicos con la punta redondita, los tirantes de Pedro J. y sus camisas de cuello inglés. A veces te dejas enredar por otras novedades, pero cuando quieres ir a lo seguro y no equivocarte, ahí están tus básicos de ahora y de siempre.

Espero que dentro de otros diez años, pueda ir a la fiesta del XX aniversario de El Mundo Valencia y me pase otras cuatro horas dándole vueltas al modelito. Seguro que al final me pongo una falda con blusita. ¡Vamos, para no fallar!