domingo, 20 de julio de 2008

...Y el pijoterío volvió al Puerto

Le había prometido mil veces a Snoopy no volver a pasear por el puerto, con la pena que me da ver todo el recinto de la Copa America desmantelado, los edificios vacíos y las tiendas cerradas a cal y canto. La última vez que me acerqué, fue a la terraza del Docks. Hace un año, estaba decorada con coquetos sillones de piel blanca y regada con Moët a tutiplén; ahora es una discoteca de ligoteo fácil y cero glamour. Ni rastro de los sillones blancos de diseño. Ni un solo modelito de Prada o Gucci para cotillear. Hasta el edificio Veles e Vents, hace un año epicentro de todo el pijerío mundial, está habitado ahora por un solo guardia de seguridad y con los ascensores inutilizados por desuso. ¡Qué desolación!

Pues eso, que cuando ya tenía pensado no volver más por allí, va y me invitan a dos fiestas que parecen revivir las famosas noches de la Copa America: al aire libre, junto al mar y con mucho champagne francés. La primera fue de la revista Hello Valencia, que tuvo la idea de organizar la presentación de la nueva revista Urba Circuit en la terraza de la planta baja del Veles e Vents. Después de dos días de lluvia, el jueves salio el sol y la gente acudió en tropel a la fiesta. Y eso que se pusieron duros con la entrada y sólo te dejaban pasar si habías confirmado antes. Pues nada, la gente llamó y confirmó, tantos que hasta tuvieron que poner a dos azafatas que iban tachando nombres a medida que entraban. Menos mal que el catering, que venía directamente del restaurante Mar de Bambú, situado justo al lado, se adaptó a la demanda y las bandejas salían a un ritmo aceptable con jamoncito, foie, brocheta de tomate y queso, croquetas….No cenamos, pero al menos el picoteo sirvió para que el champagne no se subiera a la cabeza. De los invitados, había tanta gente en la terraza, que apenas se podía cotillear. Entre los conocidos: el presentador de Canal 9, Eduard Forés; el diseñador Alejandro Sáez de la Torre; Ulises Menezo, del restaurante Tastem, con un atuendo muy personal; el fotógrafo José Luís Abad, un par de modelos valencianas, además del equipo de la revista al completo, encabezado por su directora María G. Chulia. Mucha gente, la verdad. Acertar con el número de invitados siempre es lo más difícil: o te pasas o te quedas corto.

La segunda fiesta fue el viernes. Justo frente al Veles e Vents, en el Damm Lounge, un local de copas no tan glamuroso, pero con estilo, y además, al ladito del mar, que eso si es un lujo que hemos desaprovechado hasta que llegó la Copa America. Esta vez, la fiesta estaba organizada por la revista Homme para presentar un perfume de Guerlain, o más bien una versión del perfume Angel o Demonio en formato agua de colonia, más suave para el verano. Allí estaba Jorge Mestre, el director de la revista de moda que empezó siendo para hombre y ahora también tiene editoriales de moda de mujer. Muy bien cuidada, la verdad. Lo que no me explico es cómo sobrevive tanta revista gratuita, con mucho diseño y una calidad que no desmerece en nada a las de pago, en una ciudad como Valencia, que es verdad que está de moda, pero vamos, que no sé yo si da para tanto. En cualquier caso, bienvenidas sean sus fiestas en el Puerto, aunque sólo sea para recordar viejos tiempos y para saludar a amigos que siempre resulta agradable encontrarte, como Maria Angeles Miguel, la directora de la tienda Hermès de Valencia; o las diseñadoras Noelia Navarro –de la firma Nona- o Tonuca, con su melenita teñida de un azul inconfundible, las dos muy atareadas preparando las colecciones que presentarán en la Semana de la Moda de Valencia. Será la primera semana de septiembre. Algo es algo.

martes, 15 de julio de 2008

Consumir, consumir y consumir

Ay mísera de mí, ay infelice… dicen que van a poner un avión directo a Nueva York ...
Justamente ahora que a mediados de mes las dependientas ya te dicen eso de “no me pasa la tarjeta”, va y anuncian que van a abrir un vuelo directo de Manises a Nueva York. Es decir, la Quinta Avenida, los almacenes Saks, Barneys, Bergdorf Goodman ¡uff!, y los brunch en una terraza de Central Park a un tiro de piedra, a siete horas de casa. Dinero, hace falta dinero, maldita sea, si yo lo que quiero es hacer lo que dijo Zapatero: consumir, consumir y consumir. En fin, más de una chincharemos y rabiaremos viendo como despegan los aviones rumbo al Dorado del shopping. O igual pasa al revés, y son las neoyorquinas pijas las que cogen el primer vuelo a Valencia en busca de manteletas de fallera. Desde que una tela Rafael Catalá sale en la película Sexo en NY, puede pasar cualquier cosa, hasta ver a Sarah Jessica Parker, Paris Hilton o Sofía Coppola paseando por la calle Colón.

Lo de la tela de Catalá es toda una historia. Resulta que un diseñador norteamericano, -que he tenido que buscar en google, lo reconozco-, llamado Gilles Montezin, diseñó una colección con sedas de Catalá, y una de esas prendas fue seleccionada por la mismísima Patricia Field, la famosa y algo excéntrica directora de vestuario de Sexo en NY y de la película. Se trata de un abrigo de raso de seda verde, con un dibujo de aves en Jacquard, que Saks Fifth Avenue ¡nada menos! exhibió en sus escaparates y vendió por 8.000 euros. Según Rodolfo Low, responsable de moda de Rafael Catalá, cuando la tela fue presentada a Gilles Montezin "no sabíamos hasta dónde iba a llegar. La sedería valenciana sirve de manera habitual sus tejidos a grandes diseñadores de la moda norteamericana, pero cuando vendes las telas no te planteas qué recorrido van a tener. Nos llena de satisfacción estar presentes en una de las películas más esperadas del año.” No me extraña que estén contentos, no es para menos…

Pero vamos, que yo estoy segura que si las ricachonas norteamericanas conocieran no sólo las telas, sino algunas de los vestidos que se hacen aquí en Valencia, cogerían el primer avión con destino Manises. Sin más excusa que, por ejemplo, ver la nueva colección de Javier y Javier, diseñada por Javier Villajos, que acaba de inaugurar su nueva tienda en la calle Redención 1 (detrás de la Plaza del Patriarca). Lo que hace Javier volvería locas a las neoyorquinas porque son colecciones de corte clásico, pero con un punto siempre sorprendente; lujosas, pero muy alegres, ¡ya está bien de que nos vistan como muermos aburridos! La invitación que envío a sus amigas y clientas no puede ser más de su estilo: un dibujo en el que aparecen muchas cabecitas de mujeres, como figurines de moda, que miran inquietas y pizpiretas. Lo mejor es que no hay ni una sola cara repetida, y eso son casi cien. “O las acabo de pintar a todas o acaban conmigo”, me contó. La fiesta de inauguración duró muro. Como que en lugar de citar a la gente a una hora, prefirió estar de fiesta todo el día e ir recibiendo a sus invitados con cava y trufas, de diez de la mañana a diez de la noche. “Así podía atender bien a mis amigos y enseñarles la tienda y la colección sin prisas ni aglomeraciones”.Pues nada chicas, hay que estar atentas porque este mundo cambia que no veas y los tour de shopping son cada vez más amplios. Ahora que algunas empezábamos a movernos por Madrid con familiaridad, va y nos lo amplían a Nueva York. Pero hete aquí que cuanto más lejos alcanza la vista, más se valora lo que se tiene en casa; uff, no sé un lío, y yo haciendo números para pagar la hipoteca. Maldita crisis, que pase ya que yo lo único que quiero es consumir, consumir y consumir.

lunes, 7 de julio de 2008

¡Con flores y a lo loco!

Ay, menos mal que alguien pone un poco de sensatez en los dresscode. A ver si cunde el ejemplo de la revista Tendencias, que pidió que fuéramos vestidas a su fiesta con algo tan sencillo como de flores. Ni glamorous ni relaxed, ni barbarismos del tipo glamorous-relaxed-chic-glam. Con lo fácil que es decir flores, rayas, lunares o amebas. O de pirata, ¡qué sé yo! El caso es tener una excusa para salir de la rutina y divertirte, no sólo en la fiesta, sino con los preparativos. Además, es que las flores dan mucho juego en verano, mira que hay estampados, grandes, pequeños, abstractos, naif, sicodélicos, impresionistas… ¡Vivan las flores! Encima, te permiten un mogollón de estilos distintos: puedes ir de hippie, sofisticada con volúmenes Balenciaga, lencera con vestidito ligero o marcando talle con líneas más Dior, madre mía, hay tantas posibilidades como mujeres. Y así se vio en la fiesta, una totum revolutum de colores, estampados, vestidos sin mangas, faldas largas, cortas … La terraza de L’Umbracle era toda ella un jardín, de tan alegres y divertidas que íbamos todas. Bueno, salvo excepciones, que alguna no se enteró de lo de las flores y apareció de negro o de triste gris… Fueron las menos, la verdad.

Yo no sé si el habito hace o no al monje, lo que sé es que sin duda influye en su predisposición al recogimiento y a la oración; de la misma forma, si te vistes de flores, tiendes a desmelenarte y a echar por la borda la poca o mucha mojigatería que te queda cuando has pasado los cuarenta. Vamos, que te vistes de flores y te dan ganas de salir cantando por el prado “Gracias a la vida”, como Joan Baez con su guitarra. Desde luego, el look que triunfó en la fiesta del jueves fue el vestido hippie. Algunas hasta llevaban el típico bolsito ibicenco de los setenta, ese de bandolera de color piel natural con remaches o flecos. La melena suelta, y en los pies, unas sandalias bien destapadas y cómodas. Así iban casi todas las redactoras de la revista, como Lucía Benavente y muchas de las invitadas, como Cristina, de la boutique de niños del mismo nombre. Marta Vilar también llevaba flores, pero bordadas en blanco y con maxicinturón, como Angela Pla. Había nivel, eso es verdad. ¡Esta ciudad está de un moderno y cosmopolita!

Frente al look hippie chic, que triunfó entre las más jovencitas, también se vio otro estilo muy distinto y casi opuesto: el de los vestidos años cincuenta marcando talle con falda amplia a la rodilla. Vamos, el vestido cóctel que tan bien lleva Carry Bradshow la de sexo en NY, ¡todavía no he visto la película, que fuerte! Con un vestido así, no puedes llevar sandalias planas ¡uff, eso jamás! Lo que pide es un buen zapato de salón y cartera de mano. Elegante al máximo. Así iba Blanca Fitera, con un vestido de los años cincuenta de su madre. Su hermana Laura también vestía de su madre, pero con líneas años 20 y unos bordados de seda de impresión. La diseñadora Marta de Diego optó por un estilo más sofisticado, con un vestido lencero con encaje. Hubo también repeticiones, como un minivestido de Cacharel que llevaban idéntico dos chicas, pero eran tan distintas que apenas se notó. Por cierto, qué mona la modelo Mayte de la Iglesia con su nueva melenita con flequillo y su estampado de flores rosa pálido.

El caso es que la gente tenía ganas de fiesta y se vistió para la ocasión. La terraza de L’Umbracle también estaba preciosa, decorada por la floristería de Conchita Cañamás y Carolina Cot. Siento no poder hablar de los chicos, pero ninguno cumplió con el dress code. Es verdad que no lo tenían fácil, pero le podrían haber echado más imaginación, vaya.