domingo, 28 de septiembre de 2008

Solbes, ¡arregla esto por favor!

Ay, pero qué harta estoy de oír a los políticos hablar de la crisis, qué aburrido es todo esto del dinero; yo lo único que sé es que nunca hay suficiente y encima Solbes, con esa cara que tiene de tendero antipático, no hace más que decirnos que ya no podremos gastar como antes, que por culpa de los bonos basura o de la falta de liquidez crediticia, se acabó el comprar en Prada.

Vamos, que no sólo ya no puedes comprar en Prada y Hermès, sino que hasta Zara va camino de convertirse en un lujo y que al paso que vamos, pagar 60 euros por un vestido será un despilfarro al alcance de pocos bolsillos. ¿Y si Zara es caro, dónde renovaremos el fondo armario? Ay, me temo que habrá que olvidarse por un tiempo de la Plaza del Patriarca y coger el coche rumbo a Alfafar: allí está Carrefour, Kiabi, y Oportunidades de El Corte Inglés… Y cerquita está el centro comercial MN4 con la salvación llegada directamente desde Suecia H&M. Comprar en estos sitios sólo tiene un inconveniente: tienes que acostumbrarse a los probadores pequeños, a las colas kilométricas para pagar -¡uff, qué horror!-, a tener que buscarte tú misma la talla del pantalón porque las dependientas parece que se esconden detrás de los percheros y a que nadie te haga la pelota diciéndote lo bien que te queda el vestido, ¡ay, qué triste es esto de la crisis!

Esta semana me he recorrido este nuevo circuito de shopping y he encontrado algunas cosas interesantes. Por ejemplo, en Kiabi tienes vestiditos de flores rollo hippie por 24 eurines, si lo combinas con tu rebeca de lana de cachemir que conservas de los tiempos en los que ibas a tiendas caras, igual da el pego. Pero, ¿por qué siguen utilizando el viejo truco de marcar precios con 99 céntimos? Está claro que 19.99 son 20, ¿no? Además, el céntimo que te devuelven no sirve ni para comprar un chicle. Hablar de dinero es vulgar, pero hablar de céntimos, es muy grave…. En mi primera aproximación a Kiabi vi vestiditos monos: uno estampado a cuadros que podría pasar por uno de esos franceses tan chic que tienen en las tiendas del centro de Valencia, ¡echándole un poco de imaginación!.

Segunda parada en mi nueva ruta de compras: la sección de moda de Carrefour. ¡Oh sorpresa! Si hasta tienen una colección de ropa diseñada por el francés afincado en NY Max Azria. No está nada mal. Hay un traje de satén con pantalón pitillo y chaqueta entallada que tiene pinta de sentar fenomenal y unos vaqueros stretch por 19,99 ¡otra vez!; incluso las camisetas de punto son monas. El catálogo de ropa de Carrefour no es el de Hermès, pero bueno, tampoco esta mal. Y de Carrefour a H&M. Uff, ¡esto es otra cosa!, aquí el catálogo de invierno tiene tan buena pinta, que hasta parece que es ropa de marca. Bueno, bueno, ¡si hasta tienen una falda de cuero marrón abotonada de la cintura hasta el bajo de lo más estilosa! El catálogo parece Vogue, te dan ganas de quedarte con todo H&M: los pantalones de pernera ancha, un abriguito corte años 60, una maxi rebeca de punto grueso de lo más estilosa. Sí, sí, en el catálogo se ve ideal, pero luego tienes que localizar el modelito entre toneladas de ropa, encontrar tu talla y aguantar colas en probadores y cajas. Acabas a codazo limpio, eso sí.

El Centro de Oportunidades de El Corte Inglés es mi última parada. Es un lugar extraño, medio mercadillo, medio rastrillo, pero si buscas bien, puedes encontrar restos de Burberry, Tommy Hilfiger, y hasta Ralph Lauren, ¡por fin algo familiar! Como experiencia, no está mal, pero Solbes, por favor, arregla esto del dinero porque la colección de Prada del verano que viene es to die for, que dicen las inglesas…

lunes, 22 de septiembre de 2008

Ostras y champagne en el Hotel de la Playa

En la fiesta de la revista Vanity Fair, le preguntaron a Alaska si le parecía bien que en plena crisis se presentase una revista de lujo y glamour. Y Alaska, mira que es única esta mujer, le respondió que claro que sí, que ahora más que nunca todos necesitamos algo de lujo en nuestras vidas. Vamos, que cuando llevas semanas oyendo hablar de crisis financiera, concurso de acreedores y quiebras millonarias, lo mejor que puedes hacer es tomarte una buena copa de champagne francés y olvidarte de la dichosa crisis, aunque solo sea por unas horas.

Pues eso precisamente es lo que hizo ayer mismo Voravins, una distribuidora de vinos valenciana. Escogió un lugar ideal a más no poder, el hotel de la Playa, un hotel boutique inaugurado hace un par de meses en Puebla de Farnals, y allí celebró la cata de su nuevo Champagne Pol Roger “blanc de Blancs” Chardonay con un desayuno con ostras, almejas e infusión de frutas. Uff, a mí esto de los desayunos con champagne y ostras me gusta cada día más. Y si el desayuno es en una terraza frente al mar, con la luz fresca de las diez de la mañana, música de Henry Manzini y en unos sillones blancos ideales, ya no se puede pedir más. Me río de los sitios glamurosos de Saint Tropez o Porto Cervo. El hotel de la Playa era lo que le faltaba a la Pobla para tener glamour. Abrió precisamente el fin de semana de la Fórmula 1 y tiene sólo 12 habitaciones, decoradas en blanco y con suelos de madera, y un restaurante con cocina de mercado. El interior es minimalista pero acogedor. Aún así, lo mejor son las vistas a la playa. Te podrías pasar horas mirando al mar en sus terrazas. Ha quedado tan coqueto, que Voravins decidió celebrar allí su cata de champagne.

Yo de vinos no entiendo, pero me aseguran que el Pol Roger está entre los diez mejores champagne. Al gerente de la empresa, le gusta tanto el cine que el desayuno de ayer estaba dedicado a la película desayuno con diamantes. De ahí la música de Manzini. Salvo los diamantes, estaban todos los ingredientes, hasta una cita de la película Breakfast Tiffany’s, cuando Audrey Hepburn le dice a George Peppard: “Se puede tener un día negro porque una engorda o ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe porqué. En esos momentos lo único que me viene bien es ir a Tiffany’s, porque nada malo me puede ocurrir allí”.

Entre los invitados, propietarios de restaurantes valencianos a los que la empresa distribuye vinos, estaba la modelo Sara de Antonio, recién llegada de la Pasarela Cibeles, donde ha desfilado sólo para Francis Montesinos. Le pregunto porqué no ha desfilado para otros diseñadores y me cuenta que este año lo han puesto muy difícil, que la mayoría de modelos son rusas o de países del este, todas con melena rubia, jonvencísimas, blaquísimas y de ojos claros. Muy monas, pero todas igualitas. De hecho, Sara me contaba que el casting de modelos no fue el más adecuado para Montesinos porque no le daban vida a la ropa, eran muy sosas desfilando y las colecciones de Francis son raciales, necesitan a una mujer latina, fuerte y con carácter, no una niña recién salida del colegio. Pero la moda es la moda y las modelos también van por tendencias. Por cierto, la colección de Montesinos para el verano que viene es ideal, muy lady y femenina y de líneas suaves hasta en los estampados. No lo digo yo sola. En las votaciones de la revista Yo Dona al mejor desfile del día, Montesinos quedó el primero del lunes, por encima de Elio Berhanyer, Miguel Palacio o Juanjo Oliva. Y eso que la colección de Juanjo Oliva se llevó el premio L’Oreal al mejor diseñador.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Cambio una de 40 por dos de 20

Lo peor de cumplir cuarenta no es que el presupuesto para cremas se duplique, que los hombres te dejen de mirar, o que necesites ir a pilates 5 veces por semana en lugar de dos; lo peor es que te ignoren todos: te ignoran los jovencitos, los mayores, que prefieren a dos de veinte que a una de cuarenta... pero lo que es más grave es que te ignoren hasta las tiendas y los restaurantes. Y pasa, vaya si pasa. Sin ir más lejos, el hotel Westin celebra esta semana su segundo aniversario. ¿Saben cómo lo van a celebrar? Pues han preparado un menú de 30 euros sólo para menores de 30 años. Cito textual, “los menores de 30 pueden celebrar un cumpleaños, una maravillosa velada romántica o una reunión con antiguos compañeros”. ¿Y los treintañeros y cuarentones? Ni nombrarlos.

Segundo ejemplo. Esta misma semana, la tienda que tiene Quiksilver en la calle la Paz ha presentado su nueva línea de ropa para mujer. Monísimo todo: cuadros escoceses, vestidos baby doll, pantalones pata de elefante, camisetas con mensaje y ese tipo de prendas pensadas para superponer unas encima de otras, ideales y estilosas. Según el comunicado de prensa, “Quiksilver Woman se dirige a una mujer de entre 20 y 30 años, independiente, moderna, aficionada a viajar y muy interesada en las tendencias pero sin perder su personalidad”. No lo dice, pero queda bastante claro que las de cuarenta ya no entran en el target. Como que la imagen de la firma es la cantante Charlotte O’Connor, monísima y jovencísima, de esas que visten pitillo, camiseta , chaleco hippy y melena con flequillo. Veinteañera, vamos.

Me temo que al mercado ya no le interesan las de cuarenta. Tienen niños y se dejan el sueldo entero en colegios, supermercados y uniformes escolares. Las de veinte, aunque sean mileuristas, se lo pueden gastar todo en caprichos, en coches, viajes y en ropa. Me lo explicó una vez Guillermo Miralles, que tiene una tienda de ropa de hombre de lo más pija. Me contó que los hombres invierten en ropa cuando son jóvenes y solteros; luego se casan y con la hipoteca y los niños, ya no les queda para ropa de marca. Por último, cuando se separan, quieren rejuvenecer y vuelven interesarse por la ropa y las tendencias, se vuelven más coquetos.

Total, que a las de cuarenta sólo nos queda esperar a esa edad de oro, -no la de la separación, espero-, en la que se supone que los niños se independizan y puedes dedicarte a viajar, comer en restaurantes caros y salir de compras. Para ese tipo de mujer iba dirigida la segunda convocatoria de esta semana; el Corte Inglés de la Avenida de Francia invitó a un grupo de clientas a la presentación de una línea de joyería de las de mucho poderío. El propietario de Navas Joyeros, Raul Martín, que oficiaba de presentador, lo primero que dijo es que las jóvenes tenían que animarse a llevar joyas. No, si yo me animo ya mismo, pero no sé cuándo reuniré los 16.000 euros de la pulserita riviere de brillantes, que debe quedar ideal de la muerte con cualquier cosa ¡ay, qué bonita!.

Para el desfile de joyas, el Corte Inglés se trajo a Paloma Lago como madrina, pero lo mejor fueron las explicaciones de Raul Martín, que nos dió un curso intensivo sobre gemas y brillantes y dijo verdades como ésta: “Los hombres creen que comprar una joya es sencillo y cuando acompañan a su mujer y les explicamos los tipos de gemas, las diferencias de color y pureza de los diamantes, el engaste, las combinaciones de pavé, de color y la cantidad de estilos en joyería, desde clásica a moderna, se dan cuenta de comprar joyas es complicado y que la gente que lo hace ama la joyería”. Bueno, eso y que tengan marido rico o más de cincuenta.

lunes, 8 de septiembre de 2008

La segunda de dos

Patidifusa me dejó uno de los cotilleos que me contaron en la Semana de Moda de Valencia. Yo sabía que las chicas utilizaban pechugas de quita y pon para tener unos pechos más firmes y bonitos, pero no tenía ni idea de que los chicos se pusieran un calcetín para parecer mejor dotados; Se ve que lo hacen todos, hasta el famoso Jon Kortajarena, que dicen que además de ser guapo es un encanto. Y los que no usan calcetín, recurren a otras técnicas artesanales y primitivas para salir a la pasarela. ¡Ay, qué decepciones se lleva una!

La Semana de la Moda de Valencia es un poco como el “aparato” de los modelos: a juzgar por las apariencias, nuestra moda está tan bien dotada y firme como una roca. Pero si levantas un poco el bañador –en fin, en sentido figurado, vaya- ves que la realidad es más floja, que salvo excepciones, las firmas son endebles, que no hay empresa detrás, que todo es imagen, calcetín, vamos. De nada sirve una pasarela con ínfulas de grandeza, si luego las firmas valencianas que desfilan son pequeños talleres artesanales que se las ven y se las desean para salir delante de una temporada a otra. O eso, o no viven del diseño propio, sino de marcas ajenas. Y si encima no están todos los diseñadores valencianos que deberían estar, entonces más de uno se pregunta si la pasarela es lo mejor para la moda valenciana, o si sería mejor apoyar la creación de empresas de moda fuertes, buscar inversores, o qué sé yo. ¡Que todo fuera cerrar un telediario!

Por lo demás, ojalá dure cien años, que daño no le hace a nadie y más de uno se ha arreglado la vida con ella. Dicen que es la segunda de España, claro que sólo hay dos, y cierra los telediarios nacionales vendiendo Valencia a troche y moche. Además, qué demonios, a nuestros políticos les ha empezado a gustar, no sé si la ropa o las modelos, y se dejan ver por allí; alguien les ha debido decir que esa en una buena foto y este año se ha dejando ver hasta el mismísimo Paco Camps. Y mientras los que disfrutamos con la moda, pues ¡ale! a cotillear de estos de aquellos, porque encerrados en un pabellón de la Feria, de 11 de la mañana a 11 de la noche, con hora y media de descanso entre desfile y desfile, acabas poniendo de vuelta y media al primero que te cruzas. Que si a Clara Courel, la de la revista Elle, se la ve desmejorada; que si te has fijado en Ricardo Costa en el desfile de Miquel Suay, con lo pijo que es Costa… ¡me parto imaginándolo vestido con pantalón pitillo y chaqueta brillantosa de Suay!

Hombre, puestos a pedir, sería mejor que los desfiles se celebraran en la plaza del Patriarca en lugar de la Feria, así entre desfile y desfile se podría merendar o ir de shopping pijo. La Feria es bastante deprimente. Sólo tienes la sala de prensa como refugio, cuatro paneles con ordenadores, no vayan a pensar. Menos mal que hay un patrocinador de bebidas que regala latas de té frío, a elegir sabor manzana o pera. Al tercer té, ya estás de la pera y de la manzana hasta las narices.

Y hablando del periodistas, ¿alguien me puede explicar porqué es tan floja la retransmisión de los desfiles en Punt 2? Valga de ejemplo el desfile de Alex Vidal, con García Calvo como comentarista estrella en el plató. Salen las modelos y la presentadora dice: “Carlos, estamos viendo una mezcla entre tradición e innovación, ¿verdad?; Respuesta de Carlos: “En moda está todo inventado, apenas hay innovación”. P: “Carlos, Alex ciñe mucho la cintura de las modelos…” R: yo diría que más bien lo contrario, la desestructura, no hay más que ver el cardigan vuelto del revés”… No sigo, pero si yo soy ella, acaba el programa y presento mi dimisión.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Mucho que comentar

A mí lo que más me gusta de las fiestas es el cotilleo de después, me decía una amiga. Pues claro, ¿qué íbamos a hacer sin comentar el vestido de fulanita y el peinado de menganita? Sin ir más lejos, una semana después de la fiesta de la F1 en Viveros, todavía sigue el cotilleo: que si Rita Barberá cenó con paraguas, que si Nieves Alvarez está pasadísima, que cómo baila el hijo de Rosa Conde, que si Marta Sánchez lloraba desesperada -¡como la canción!- la tarde del sábado porque le habían perdido las maletas en el avión y no tenía ni braguitas que ponerse. Dicen que su marido intentaba consolarla, pero ni aún así. Yo la entiendo, porque a mí me pierden una maleta con el vestido de Prada de tanto sudor y lágrimas me ha costado y… ¡uff!, no quiero ni pensarlo. Por no hablar de la bolsa de cosméticos milagrosa, donde tienes ese rojo de labios que ya no se vende o el fondo de maquillaje que compraste en NY; ¿Cómo vas a reponer todo ese tesoro en unas horas? Imposible, es misión imposible.

Pobre Marta Sánchez, pues claro que tenía motivos para echarse a llorar. A pocas horas de una fiesta y sin nada que ponerse, como si fuera tan fácil encontrar modelito. Y menos mal que en Valencia tenemos de todo: la cantante se fue de shopping, entró en Alex Vidal, no vio nada, luego cruzó a Chapeau y ¡oh, salvación!, se probó un vestido de la belga Ann Demeulemeester que le sentaba de miedo. Un minivestido negro con un toque algo gótico, como todo lo de esta diseñadora. Claro que depende de cómo lo lleves, puede quedar siniestro o chic. Ella lo combinó con unas sandalias de serpiente dorada de Roberto Cavalli, que compró después en la tienda de Alex Vidal. Vamos, que al verla por la noche nadie diría que horas antes estaba sumida en la más profunda desesperación.

Bueno, bueno, y no sólo se habla de la cena de Viveros. A falta de unos días para que empiece la Semana de la Moda de Valencia, me llama otra amiga cotilla para preguntarme si he leído lo que ha escrito Carlos García Calvo sobre la pasarela valenciana, copio y pego: “es triste pensar que Valencia, que siempre ha estado en la vanguardia del arte o la artesanía, vaya rezagada en moda. Su pasarela siempre ha sido excesivamente local y sus ecos de prensa no suelen llegar más allá de Utiel o Requena”.

Le contesto a mi amiga que si llego a escribir yo algo parecido me acusan de querer acabar con la moda valenciana, me prohíben la entrada en Feria Valencia y me dejan sin acreditación para ver los desfiles. Castigada, por mala. Pero seguro que a García Calvo se lo perdonan. Más les vale, porque si a pocos periodistas que vienen de Madrid los dejan afuera, apaga y vámonos. Uff, y mi amiga, que es una pesada, insiste: es que dice que nuestra semana de la moda debería estar a la altura internacional de la Copa América o la Fórmula 1 y que deberían desfilar grandes ausentes, como el genial Juan Andrés Mompó. Por una vez y sin que sirva de precedente, le digo a mi amiga que estoy totalmente de acuerdo con García Calvo. Vamos, que no sólo debería desfilar Mompó, sino también Presen Rodríguez, Javier y Javier, Marta de Diego, Francis Montesinos y Enrique Lodares y alguno más que se me olvida. Yo no sé que pasa en Valencia -le digo- para que los pocos valencianos buenos se queden fuera de la pasarela valenciana. Es de juzgado de guardia.

Total, que ya llevamos una semanita comentando lo mejor y lo peor de las fiestas de la Fórmula 1, y lo que te rondaré morena, porque como la Semana de la Moda de Valencia siga tan aburrida y tan pueblerina como dice García Calvo, habrá que seguir estirando el cotilleo de la Formula 1 un par de semanas más.