miércoles, 30 de diciembre de 2009

Más cashmere y menos lentejuelas

Todos los años, por estas fechas, los escaparates de las tiendas se llenan de vestidos de fiesta, ale brillos y lentejuelas a tutiplén. Yo no sé de dónde viene la manía de vestirnos de lentejuelas para las fiestas navideñas. ¿Acaso los hombres se ponen chaquetas brillantes, bufandas de plumas de marabú y zapatos dorados? Entonces, ¿por qué tenemos que disfrazarnos de cabareteras? ¿Quién dijo que un vestido de tirantes era lo ideal para la noche más fría del año?
Hija, pues mira no, yo por ahí no paso, he decidido que nunca más. Por mí, los vestidos de fiesta y lentejuelas han sido desterrados para siempre del armario, junto con los abrigos de piel, las medias de encaje y los tacones imposibles. A Dios pongo por testigo que nunca más volveré a enfundarme un traje con paillettes, ni aunque me inviten a una de esas fiestas glamourosas y megalujosas de fin de año.
Yo creo que todo es culpa de José Luís Moreno y su programa Noche de Fiesta, que me hizo odiar los vestidos de gala. Como consecuencia de ese trauma, ahora cada vez que me hablan de fiestas, pienso en esos peinados imposibles y esos vestidos horteras que lucían Norma Duval y Juncal Ribero y me entran ganas de largarme a una casita de campo con vaqueros y Barbour.
Y sin embargo, las fiestas de gala siguen teniendo sus adeptos, ahí están las que organizan los hoteles de cinco estrellas, como Palau de la Mar -240 euros con noche de hotel por persona- o el Hotel Westin -225 eurines sin noche de hotel-, ambas con el requisito de traje de gala. O el fiestón que han organizado los pijitos de Moddos -100 eurines el cubierto-, cuyo único requisito es vestir de etiqueta. Se celebrará en el restaurante Mar de Bamboo, en el Edificio Veles e Vents, y tendrá hasta photocall, ¡mira eso es una buena idea, así por lo menos inmortalizas el modelito!
Menos mal que además de las fiestas tradicionales, con esmoquin y traje largo, existen planes para los que prefieren los vaqueros al esmoquin. Ahí están las casas rurales, las escapaditas de fin de semana sin salir de España y hasta la cena en casa de un amigo, que además te sale baratita, baratita, aunque el anfitrión prometa no volver a prestar su casa nunca más.
Sin embargo, que no te vistas de fiesta no quiere decir que no vayas elegante a la par que sencilla. Se puede ir estilosa sin necesidad de sufrir los tacones ni pendientes de media tonelada de peso. Para eso están los suéters de cashmere, los vaqueros usados, los leggins de lana, los plumas estilo Moncler, los chaquetones de piel vuelta, tan abrigados, las botas de montar y las pashminas, que siempre dan un toque elegante a un look deportivo. Si a esto le añades un buen bolso shopping o unos guantes de piel, ¿quién quiere disfrazarse para ir a una fiesta?
Afortunadamente, todavía quedan tiendas para las que odiamos vestir de fiesta. TCN es una de ellas. En el escaparate, ni una sola lentejuela, sólo ropa cómoda y abrigada para pasar un día de vacaciones con poco maquillaje y mucho estilo.
Si ves una foto de Totón Comella, la diseñadora de TCN, entiendes perfectamente el planteamiento de esta firma. Totón siempre lleva camisas de algodón blancas y chaquetas de lana amplias, ropa cómoda para la vida que llevamos las mujeres hoy en día, pero a la vez femenina y siempre de calidad.
El escaparate de TCN no es el único que escapa a las lentejuelas, pero este año me he acordado porque ha tenido una idea genial: ha dibujado planos de las principales ciudades españolas con los sitios preferidos de la diseñadora e ideas para hacer planes durante estas fiestas: dónde tomar un buen brunch, disfrutar de un aperitivo, relajarnos con un spa o incluso un mercado donde comprar el mejor pescado y marisco. El plano-plan de Valencia –se puede pedir en la tienda- recomienda los Restaurantes Zacarías, Enópata, L’Ou, las tapas de Casa Montañana, el bar la Pilarica, la decoración del Mercader de Indias… Un paseo por el Mercado Central y pasar una noche en el Palau de Mar.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Marichalar, entre lo sublime y la bobería

El límite entre los sobresaliente y la necedad es a veces tan fino que se sobrepasa sin percatarse de ello. Es lo que, según dicen algunos analistas políticos, le ha pasado esta semana a Zapatero con eso de que “la tierra pertenece al viento”. Hija, a mí la frase me parece monísima, y me hubiese encantado que algún novio me la dijese a los dieciséis añitos mientras hacíamos tonterías en la playa, claro que dicho donde lo dijo el Presi, no sé..., pero quedó un poco tal.
Y hablando de cruzar esa fina línea entre lo sublime y la bobería, el que la cruzó de un salto esta semana fue el bueno de Marichalar. Pues se nos presenta el chico en la fiesta de Loewe y se niega hacerse una foto con mi amiga y conmigo argumentando que si lo hacía, se pasaría la tarde haciéndose fotos con todo el mundo. Me quedé con la misma cara que se te pone cuando sacas de la lavadora tu último suéter de Loro Piana y descubres que ha encogido siete tallas. Pero bueno, pensé, ¿creerá este chico, que está aquí por lo que aportan sus conocimientos financieros o de marketing a una firma como Loewe? En fin, que él se lo perdió, le dejamos hablando con la única que le hacia caso en toda la fiesta, Marisa Yoldi, más conocida como Marisa de Borbón.
El que me pareció ideal de la muerte fue Peter Marino, el famoso arquitecto que ha reformado Loewe, que estuvo hablando y posando con unos y con otros. Un colega auténtico que se viste de cuero y gorra de policía como aquel cantante de los Village People. Desde ahora me declaro fan suya.
La fiesta de inauguración, organizada por Rocío Bacharach, fue un lujazo. A los invitados se les recibía primero en la tienda con champagne francés y luego pasaban al Palacio del Marqués de Dos Aguas para el cóctel. Total, total.
Lástima que Loewe no pudiera utilizar todo el Palacio y tuviera que recurrir a la plazoleta de Poeta Querol, cubierta y cerrada con una carpa negra. Eso sí, lo poquito del Palacio estaba decorado hasta el detalle y animado por una banda de jazz. Una vez en la carpa, y a pesar del frío y la lluvia –había que ver a un grupo de señoras mayores arrimadas a la estufa- se veía la fuente exterior iluminada y decorada con macetones de naranjos.
El catering, de Seina Cocotte, fue tan sofisticado como un bolso de Loewe: turrón de sésamo, cremoso de atún al aceite de oliva, boletus laqueados a la soja, foié, espuma de patata trufada, sándwiches de lacón cocido…
Entre los invitados, mucho apellido ilustre: Carlos Pascual, los Agramunt, los Pechuán, los Barrera, los Martinez Colomer, las hermanas Fitera, Mayren Beneyto y hasta Rita Barberá, que llegó a acompañada de la periodista Isabel San Sebastián (que cuentan que tiene un novio valenciano de toda la vida).
Y hablando de exquisiteces. El martes, vino a Valencia el pastelero de Hermès. Como suena. Los franceses, tan golosos ellos, montaron un puesto de chuches en la Plaza del Patriarca, mientras unos actores disfrazados de duendes, con alas color naranja, indicaban el camino hasta Hermès. Hija, ideal de la muerte.
Esa misma tarde, Presen Rodríguez presentaba un nuevo servicio para novias, y de camino a su tienda, más de una probó las palomitas de Hermès. Lo de Presen Rodríguez merece un artículo aparte, porque soluciona en un plis plas todos los problemas de una novia: flores, maquillaje, invitaciones, protocolo, peinado, catering…
Hasta allí se acercaron Valentín Herráiz –¡qué pasada el vestido de novia que diseñó para Marta Vilar!-, Cuchita Lluch, las hermanas Fitera, el doctor Murgui, Carmen Durán… muchos se fueron directamente al cóctel que ofrecía el joyero Antonio Romero, mientras que otras volvían a Loewe para el desfile de la colección de verano. ¡Menuda semanita! Fíjate que una amiga, después de cruzar Poeta Querol varias veces, de cóctel en cóctel, y tras varias copas de champagne, sentenció: “Me siento como Carrie y sus amigas en una tarde en Nueva York”. Totalmente.
El catering de Antonio Romero fue otro lujazo. El chef Quique Barella, de El Alto de Colón, interpretó la colección del joyero con un menú en el que cada plato adopta la forma, concepto y sabor de las piezas de joyería. Sublime, pero sin llegar a la bobería.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

¡Por fin una semana loca!

¡¡¡Oseea, oseea!!!!, me parece fatal lo de esta ciudad; llevamos un año cero total de fiestas y ahora, de repente, en una semana nos ponen siete; eso no hay fondo de armario que lo resista. Mañana inauguración de la tienda de Loewe, pasado cóctel de Antonio Romero, comida en Alto de Colón, cóctel de Presen Rodríguez. El miércoles desfile de Montesinos y exposición de Jayme Hayón, el jueves fiesta de EL MUNDO…., pero ¿de qué van?, a ver quién es la guapa que con los tiempos que corren tiene tanta ropa.
Menos mal que el bueno de Miguel Boronat ha abierto un outlet de ropa italiana. Hija, es una tienda total total, se llama Venerdi y está enfrente de los antiguos juzgados, con ropa de Prada, Etro, Armani, Brooksfield, D&G, Loro Piana, Moncler, Etro, Fay y también de la americana Ralph Lauren. A mi los outlets me ponen un poco…., bueno eso; que me emociona encontrar un chollo, y luego otro y otro. Al final te vas a casa habiéndote gastado una fortuna pero con la conciencia tranquila.
Bueno, vamos a lo que vamos, que la semana va a dar para mucho. El lunes, la primera cita, hija pobre de la que no haya recibido la invitación de Loewe, ¡a ver cómo se lo explica a sus amigas!, lo de presentarse allí y decir que la has perdido no va colar, porque es una invitación preciosa, de las que guardas para copiarla cuando quieras hacer tú otra: un tarjetón grueso, negro y dorado, y tu nombre con escritura caligráfica a pluma, ¡qué ideal!
La flamante tienda de Loewe está diseñada por el arquitecto Peter Marino, super conocido en el mundo del lujo por haber diseñado las boutiques Chanel de Tokio, Osaka, Hong Kong, París –en la Rue Cambon- y Nueva York; las de Fendi en Roma y Nueva York; y las de Vuitton de París o Hong Kong. Vamos, que el hombre se mueve entre bolsos de lujo como una quinceañera en Bershka.
La reforma de Loewe tendría que haber terminado hace justo un año, pero Marino se lo toma con mucha calma, y además se lo consienten todo (cuentan que ha cobrado unos 700.000 euros por la reforma).
La invitación de Loewe, negra y dorada, da bastantes pistas sobre la decoración de la tienda. En su día, Marino ya comentó que iba a revestir las paredes con sedas muy ricas y exclusivas, y cubriría el parqué con alfombras de tres centímetros de grosor y oro oxidado. Vamos, que la tienda ha quedado de lo más refinada y elegante.
El cóctel no se celebró en la tienda, sino justo enfrente, en una carpa montada junto al Palacio del Marqués de Dos Aguas. Tiene su lógica. Sería una pena que una alfombra exclusiva se manchase de vino o un canapé fuese a caer inoportunamente sobre una de las prendas de piel de la temporada, ¡uff, qué desastre!
La agenda de la semana no termina con Loewe. El martes, el joyero Antonio Romero invitó a un cóctel en su joyería de Poeta Querol con la colaboración del restaurante el Alto de Colón; el joyero ha creado una colección de joyas junto a sugerencias gastronómicas; vamos, como un maridaje de vinos y comida, pero con joyas. El mismo día, Presen Rodríguez presentó su colección de novia, ideal de la muerte.
Y el miércoles, otro cóctel, esta vez con motivo de la exposición de piezas de Jayme Hayón diseñadas para Baccarat en el Espacio Guixeres. Y otro desfile. Esta vez, Francis Montesinos desfilará en el Hotel las Arenas en una nueva edición de la feria del lujo.
Ah, y luego el jueves para acabar esta semana loca, la fiesta de EL MUNDO en Feria Valencia con motivo de los Premios Innovadores. Una cita seria a la que vendrá la ministra más chic del Gobierno, Cristina Garmendia: ¡¡¡Que mona va siempre esta chica!!! tan alta, tan estilosa, tan discreta. Habrá que reservar el mejor modelito para codearse con lo más glamouroso del Gobierno de Zapatero.

Una pasarela, dos pasarelas, tres pasarelas…

En una mesa redonda se preguntaba hace poco si había vida después de la pasarela. La respuesta, al menos en Valencia, es que no sólo hay vida, sino muchas más pasarelas además de la pasarela oficial. Esta semana, sin ir más lejos, se han celebrado dos desfiles. El primero, de la firma Javier y Javier, en el Palau de la Música, y el segundo, del gremio de sastres y modistas, en Feria Valencia. Y los dos llenos hasta arriba.
El desfile de Javier y Javier se celebró en el Palau de la Música. Mayrén Beneyto cedió la Sala Rodrigo para una buena causa: la recaudación de las entradas se destinó a la Fundación Pequeño Deseo, que se dedica a hacer realidad los deseos de niños con enfermedades crónicas. De hecho, una niña jovencita hizo realidad su sueño y salió a la pasarela con ropa de Javier y Javier y peinado de Lola Garrido, como el resto de las modelos de Carmen Durán.
Como la sala del Palau no es la más idónea para un desfile, Javier Villajos se las ingenió para montar tres pasarelas sobre el escenario. Las modelos salían de tres en tres y Javier aprovechó el juego de pasarelas para añadir sorpresa al desfile; a veces las tres modelos llevaban ropa coordinada y otras no tenían nada que ver la una con la otra.
Villajos sacó más de 70 diseños a la pasarela: vestidos de cóctel y fiesta, combinaciones imposibles y divertidas y unas camisetas de algodón que causaron sensación, están bordadas con pedrería y flores de cristal con imágenes que representan a iconos: Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, Marilyn Monroe, Einstein. Muy pop art. Las camisetas están cosidas a mano y no hay dos iguales
La modelo Paula Docet, que acababa de llegar de París, hizo de presentadora. Llevaba un vestido de seda natural con un bordado siglo XVIII francés en perlas y cristal. Paula es una de mis modelos preferidas. A pesar de no ser la más alta, ni la más delgada, tiene mucha personalidad y unos rasgos perfectos. Y la ropa le sienta fenomenal. Javier opina que en parte es por la edad, porque las modelos están mucho mejor cuando ya han cumplido 24 o 25 años. Lo mismo le pasa a la valenciana Mayte de la Iglesia, que mejora con la edad y además tiene la cabeza super bien amueblada.
Mayte desfiló esta semana para otro valenciano, pero a miles de kilómetros de aquí, nada menos que en la India. El diseñador Ramón Gurillo participó en Semana Internacional de Moda de Nueva Delhi (India) representando a España con su colección Natural Identity. La especialidad de Gurillo es el punto, un punto artesanal pero con un resultado muy moderno y distinto a todo lo demás.
Uff, pero esta semana todavía se han celebrado más desfiles. El viernes, el Gremio de Sastres y Modistas de Valencia, organizó otro desfile en Feria Valencia, con motivo de la 2ª Semana de la Artesanía de la Comunitat Valenciana. Desde que lo preside Valentín Herráiz, el Gremio está que no para de hacer cosas.
Los medios con los que cuenta no se pueden comparar a los que tiene la organización de la Semana de la Moda de Valencia y, claro, los resultados tampoco son comparables. Para empezar, el desfile fue colectivo; en poco más de una hora desfilaron 21 diseñadores, cuatro modelos por diseñador. Como es lógico, el resultado fue bastante desigual. Juan Andrés Mompó, Valentín Herráiz, Javier y Javier, La Bohème e Higinio Mateu, por ejemplo, sacaron unos vestidos de morirse, cada uno con su estilo. Pero otros –mejor no digo nombres- vistieron a las modelos como árboles de Navidad, ¡uff, uff, uff!
Hay que decir que las colecciones de niños -Kianty y Rubio Kids- y las de hombre, con José Zambrano (¡qué mona la falda de tablas para hombre!) y Miquel Suay- estuvieron muy acertadas. Pero ver ropa de cóctel, hombre, niño, fiesta, boda y comunión, en apenas una hora, cuesta bastante de digerir…
Por cierto, todavía hay más pasarelas. El 16 y 17 de diciembre, en el Hotel Las Arenas, vuelve la feria del lujo con pasarela de alta costura incluída. Como en el “showroom” de verano, esta pasarela está organizada conjuntamente con el Gremio Artesano de Sastres y Modistas de Valencia, presidido por el incansable Valentín Herráiz.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Benditos sean los potingues

Hasta hace poco, yo pensaba ingenuamente que para tener buen aspecto bastaba con beber dos litros de agua al día y tomar infusiones de hierbas, como hace Isabel Preysler. Pero el día en que Rocio Bacharach me invitó a un curso de maquillaje de Bobbi Brown me di cuenta del error… Entonces descubrí que cuando ya has cumplido cuarenta, el aspecto sanote y natural no se consigue con la cara lavada, sino con un buen maquillaje y provista de unas buenas herramientas de trabajo: brochas, pinceles, cepillos de pestañas y borlas.
Los listos de Bobbi Brown se han dado cuenta de que la mejor forma de vender maquillaje es enseñando a maquillar y allá donde venden sus coloretes, organizan cursos de maquillaje. En Valencia, le encargaron a Rocio que organizase los cursos y ella decidió celebrarlos en el estudio de decoración de Verónica Montijano, un piso junto al mercado de Colón que tan pronto sirve para vender Manolos como para exponer diseño español.
El estudio de Verónica es como un cuarto de juguetes para mujeres: ropa, maquillaje, zapatos, espejos… y en donde los hombres cada vez tienen menos cabida. Ni están ni se les espera.
Rocio, como buena relaciones públicas, distribuyó a las invitadas a la escuela de maquillaje en seis o siete grupos, algunos más eclécticos que otros. Mi grupo era de mujeres trabajadoras, por eso elegimos el horario de 2 a 4 de la tarde, para luego volver a la carga, aunque el Albariño que sacó Verónica para acompañar a los taquitos de queso no lo puso nada fácil. Allí estaba Mª Angeles Miguel, de Hermès; Begoña Buqué con su hermana; la directora de Montblanc en Valencia Encarna Roig; la directora de marketing de Bobbi Brown Lorena Fernández y dos maquilladoras de la firma monísimas y super estilosas que hubieran estado igual de monas con la cara lavada.
Sobre una mesa de trabajo, se desplegaban todas las herramientas de trabajo: brochas, espejo, bastoncitos de algodón, barras de labios, tónico y tropecientos estuches con colorete y maquillajes. ¡Ni Arguiñano tiene tantos utensilios en su cocina! Las brochas son una pasada, hasta el maquillaje se aplica con pincel, lo que pasa es que si compras todos los pinceles que te recomiendan, la broma te sale por 180 euros.
Un buen maquillaje es cuestión de pasos. Lo primero es exfoliar, limpiar e hidratar la piel. Luego, aplicar contorno de ojos y encima un corrector para disimular las ojeras, siempre con pincel. Según la profesora, el corrector es uno de los secretos de belleza básicos. Si no tienes tiempo de maquillarte, basta con que apliques corrector, un poco de colorete y un brillo de labios.
Dos horas después y tras sucesivas capas de maquillaje, polvos sueltos, polvos de sol, colorete, perfilador de labios, barra de labios, brocha de cejas, sombra de ojos, máscara de pestañas… ¡uff, uff, uff! el resultado era indiscutible. Por unanimidad, decidimos que todas estábamos más guapas tras la sesión de maquillaje. ¡Lástima que después hubiera que volver al trabajo y no a una cita romántica!
Los secretos de maquillaje vienen bien para las cenas navideñas y también para los saraos de las próximas semanas. El martes se inaugura el club “La casa blanca”, un lugar donde tomar el aperitivo, relajarte después del trabajo o tomarte un gin tonic después de cenar. Está en el paseo de Ruzafa 10 y tiene hasta terraza, que como siga este tiempo primaveral será cuestión de aprovechar.
Al día siguiente, el miércoles, el diseñador Javier y Javier desfilará en el Palau de la Música a beneficio de la Fundación Pequeño Deseo. La entrada sólo cuesta 10 euros y entre los asistentes se sortearán 8 trajes donados por el diseñador, ¡ay, yo quiero uno!
El miércoles también se inaugura la peluquería Heisei en la calle Pintor Benedito. Lo mejor es que Heisei trabaja en exclusiva con los productos de la firma Aveda, que antes no se podían comprar en Valencia. Se de más de una que se ha quedado sin excusa para pasar el finde en Madrid, ¡habrá que buscarse otra!
Ah, y el jueves, los chicos del Club Moddos tienen una cita en Bulgari para terminar sus compras navideñas con descuentos de hasta el 40 por ciento en joyería y 60 por ciento en complementos. Los hay con suerte…

SOLIDARIDAD PRE-NAVIDEÑA

Las pijas compran bolsos de Gucci a beneficio de UNICEF; los progres, café y chocolate en Intermon y las señoras bien organizan rastrillos benéficos.

Cuando era una jovencita adolescente, las monjitas del colegio me llevaron a un hospital a pasar parte de mis vacaciones cuidando señores enfermos. Yo volví del viaje con la conciencia de haber sido muy solidaria. Ahora que soy mayorcita se me presentan otras formas menos sacrificadas de ser solidaria. Por ejemplo, gastarme seiscientos euros en un bolso de Gucci sabiendo que el 25% se lo darán a los niños de UNICEF.
No sé si es lo mismo, pero a todo le llaman solidaridad.
El Gucci solidario es mono a matar, tanto que a nadie le supondrá un sacrificio hacerse con uno de ellos. Es un bolso de mano con asa corta, el modelo “medium Boston Bag”, pero la gracia es que está personalizado con dibujos del ilustrador Michael Roberts, un autor de cuentos que tuvo mogollón de éxito con el libro Snowman in Paradise. Además del bolso, hay un llavero y un monedero en edición limitada y con dibujitos ideales de Roberts.
Otra iniciativa solidaria, un tanto peculiar, es la de Lauren Bush, la sobrínisima de George, que es modelo y que se ha liado con el hijo de Ralph Lauren. El caso es que Laurita va por la vida con un apellido odiado por medio mundo y se le ha ocurrido una idea super-mega-genial para no provocarle urticaria a nadie cada vez que dice su apellido. Así es que la chica ha diseñado un bolso que comercializad una ONG.
Los bolsos, que se están vendiendo en el Corte Inglés de Pintor Sorolla, son monos, con un toque hippie. Se llaman feed bag porque están inspirados en los sacos que se utilizan para repartir comida en los países más desfavorecidos. Toda la recaudación de la venta del bolso -45 euros- se destina a fines benéficos, de modo que –según Lauren- cada bolso servirá para alimentar a un niño durante un año escolar. El Feed Bag pretende crear conciencia sobre el hambre infantil y conseguir fondos que se destinarán en su totalidad al Programa Escolar de Alimentación Mundial de Naciones Unidas.
Cerca de El Corte Inglés, en Marqués de Dos Aguas, está Intermon, la tienda de comercio justo donde puedes comprar cestas de Navidad, regalos solidarios ideales de la muerte y hasta regalos de empresa. Lo de Intermon suena más serio que lo de Gucci, por lo menos no son una empresa de lujo que hace marketing solidario, sino una ONG bastante respetable. Por cierto, que la tienda de Intermon se acaba de reformar y ha quedado monísima, a la altura del resto de comercios pijos de la zona.
Una señal inequívoca de que se acercan las Navidades son los rastrillos benéficos y las ventas solidarias. Los rastrillos son los actos benéficos con más tradición y abolengo. En Valencia, Amparo Correll, Baronesa de Alacuás, organiza desde hace más de 20 años el rastrillo de Nuevo Futuro, a imagen y semejanza del rastrillo madrileño, que tiene como madrina a la Infanta Pilar de Borbón. Nuevo Futuro es una ONG que ayuda a niños privados de ambiente familiar, mujeres maltratadas con hijos menores a su cargo e internas con niños pequeños.
Cada año, Amparo Corell moviliza a más de un centenar de señoras bien de toda la vida, que se ponen a trabajar, con más voluntad que medios, en sus puestos de venta de objetos de arte, juguetes, prendas, libros, complementos: Aida Álvarez y Fina Izquierdo, en su espacio cultural; “el rincón del arte” con María Jesús Trénor, Nuria y Flor Villarraja, Elena García y Ester Simó; el espacio de la Orden de Malta, con Cristina Aguirre, Macarena Alegre y Bibi Izquierdo.
El rastrillo es como un zoco moderno. Allí puedes encontrar desde puestos de almonedas hasta una tómbola. Además, colaboran los caterings de Barrachina Graelles, El Alto, Huerto de Santa María, Meliá Valencia Palace y Sala Rex de Alzira, con menús a precios ajustados (y solidarios). El Rastrillo de Nuevo Futuro abre hasta hoy domingo en Isabel la Católica, 12, en el antiguo Edificio Iberdrola, de 11 de la mañana a 9 de la noche.
El rastrillo sí es algo entrañable y tiene un toque bastante más solidario. Buena parte de las cosas que se compran no son por el capricho de tenerlas, sino por el acto de ayudar. Eso me recuerda más a lo de las monjitas que lo del bolso de Gucci.