jueves, 23 de septiembre de 2010

Para ver a los buenos hay que ir a Madrid

Dolores Cortés, Elisa Palomino, Francis Montesinos, Hannibal Laguna, Antonio Alvarado...todos en la Pasrarela Cibeles. Ninguno de ellos desfila en la Pasarela de Valencia… ¡qué cosas!

Pero en fin, corramos un tupido velo que en la Pasarela de Valencia hay mucha política y eso cosa muy seria, tan seria que hasta Belén Esteban parece dispuesta a presentarse a las elecciones.

El caso es que con la moda pasa un poco como con los toros: un torero no es figura hasta que no triunfa en las Ventas y un diseñador no es uno de los grandes hasta que no desfila en Cibeles.

Pues bien, este año la representación valenciana en Madrid ha sido de lo más nutrida: Dolores Cortés, que ya es veterana en estas lides, llegó después de desfilar en Miami con una colección de baño alegre, enérgica y sexy para el verano que viene. Color y estampados a tutiplén, como Francis Montesinos, que este año ha dedicado su colección a Ibiza, a la Ibiza más hippy con sus vestidos blancos y tejidos ligeros y estampados. El de Hannibal Laguna fue en su línea de siempre, con unos vestidos de fiesta que lucirán en la alfombra roja actrices como Paz Vega.

Quien no faltó al desfile de Dolores Cortés fue la modelo valenciana Mayte de la Iglesia, que acaba de sacar una mini colección de ropa con Women’secret. La firma seleccionó a cuatro blogueras españolas (¡¡¡dos son valencianas!!!) y les ofreció diseñar un look de lencería y corsetería, cuyas ventas se destinarían a la ONG que cada una escogiera. La minicolección de Mayte de la Iglesia es romántica y coquetona, como ella, y la recaudación irá para una ONG India. La otra valenciana, Carla Fuentes, una jovencísima ilustradora, ha diseñado unas camisetas ideales y la recaudación irá a la Casa de la Caridad de Valencia.

Bueno, y la sorpresa de este año en Cibeles ha sido el desfile de Elisa Palomino, otra valenciana que ha trabajado para Moschino, Dior, Cavalli… es vicepresidenta de Diane Von Fustemberg y acaba de desfilar en Nueva York con una colección años veinte que quita el hipo.

Total, que con tanta figura valenciana en las grandes pasarelas, puede que cualquiera de nosotras se vea un día con una invitación para ir a un desfile serio. Y entonces llega la sempiterna pregunta, ¿hija, qué me pongo? Porque claro, una no está preparada para algo así, allí codeándose con tanta fashion people, modelos altísimas y monísimas; peluqueros, maquilladores, estilistas y demás hombres con look y poses exageradamente afeminadas que parecen examinar hasta el tono del color de tus mechas.

Pues lo suyo es echar una ojeada al blog de Anna dello Russo, la editora de moda del Vogue japonés y dueña de un fondo de armario que ocupa un apartamento entero. Anna da los siguientes consejos: no mezclar distintos tonos de negro en zapatos, ropa o complementos, ya que cada material refleja el color de diferente forma; no llevar tejidos baratos o zapatos sucios porque los desfiles suelen ser por la mañana y la luz del sol deja a la vista todos los defectos de la ropa; usar poco maquillaje; jamás de los jamases llevar paraguas aunque llueva; vestir ropa de noche durante el día, no llevar bolsos grandes y si hay que elegir entre un buen zapato o un buen bolso, siempre un buen zapato con una pedicura perfecta; poco maquillaje si el desfile es matinal.

Doña Leti, que se acercó el viernes a la pasarela, siguió los consejos a pies juntillas: pantalón blanco, blusa rosa, poco maquillaje y taconazos. Ella, como es princesa y tiene chófer y guardaespaldas, puede dejarse el paraguas en casa, pero para el resto, vestir para un desfile en un día de tormenta es más complicado que ver mona a Belén Esteban, por no hablar del gasto inútil en peluquería.

Por cierto, para leer la edición nipona de Vogue no hace falta ir a Tokio. Tono Sanmartín siempre tiene el último ejemplar en su peluquería, y no es porque tenga clientas japonesas, no, es que para los amantes de la moda, el Vogue Nipón es una de las mejores ediciones de Vogue, incluso mejor que la italiana o la parisina. Que no se entienda el texto, es lo de menos, lo importante son las fotos, como en Hola.

jueves, 16 de septiembre de 2010

¡Queremos una noche loca de shopping!

A partir de cierta edad, la noche deja de ser lo que fue; salir de copas da más pereza que ver las fotos de la boda de una amiga; los bares y discotecas dejan de ser lugares interesantes donde encontrar sentido a tu vida, para convertirse en antros ensordecedores donde tu vestido hiper-mono se carga de malos olores. Así es que poco a poco, sin darte cuenta, te recluyes en casa y rezas lo que sepas para que a nadie se le ocurra proponerte un plan nocturno del que no tengas excusa para escapar.

Las chicas de Vogue, que a la hora de hacer caja son más listas que el mismísimo Dinio, se han inventado la Fashion Night Out, una noche para salir de compras que se celebra en las ciudades más fashion del mundo mundial: Londres, París, Nueva York, Milán, Madrid… El plan sólo es comparable con el de aquellas noches en las que sabías que te ibas a encontrar con tu último fichaje del que ya te habían dicho que estaba por la labor de hacerte caso: empezabas a ponerte mona a las siete de la tarde, te tomabas dos copas para desinhibirte un poco, y allá que te ibas más contenta que la dependienta de Hermés cuando ve entrar por la puerta a un millonetis con una chica veinte años más joven que él. Ahora, como no hay fichaje que valga porque tu marido está más fichado que una estrella del fútbol a los treinta y cinco años, pues el superplan de la noche es cargar de euros la tarjeta de crédito y salir de compras.

Por desgracia, Vogue no celebra la Fashion Night Out en Valencia. Con lo divertido que sería quedar con tus amigas para ir de tiendas a las 10 de la noche, mientras tu marido se queda en casa con los niños; y tú, ale, a cotillear las colecciones nuevas sin prisas, probarte ropa mientras tomas una copa de champagne y hasta comprar con descuentos en plena temporada… ¡voy a montar una plataforma en defensa de la Fashion Night Out Valenciana!

Claro que no necesitamos a Vogue para nada. ¡¡¡Vamos Rita, tú puedes!!! Si te lo propones, puedes montar un sarao parecido y con mucho más glamour que el de Madrid. La zona Gold (en Madrid Ortega y Gasset) sería la Plaza del Patriarca y Poeta Querol; la chic, Jorge Juan, Cirilo Amorós y Mercado de Colón, y la Boho, es decir, la bohemia, el Barrio del Carmen. Rita, vamos, danos una noche loca de shopping, pero si te decides, que no sea el mes de septiembre; mejor octubre o noviembre, que ya habremos ahorrado un poco y como aquí los inviernos son suaves, el frío no sería un obstáculo para salir a la calle.

Mientras tanto, seguiremos dejando pasar las noches y los años, sabiendo que muy de vez cuando, nos propondrán un plan nocturno que valga la pena. Por ejemplo una buena fiesta de cumpleaños, en una casa con jardín, sin música estridente; sin veinteañeras ni veinteañeros hipermonos que sólo nos sirven para recordar que hubo tiempo pasado en el que las noches eran otra cosa.

Uno de esas ocasiones fue anteanoche, en la fiesta de cumpleaños de Cuchita Lluch, una sociality valenciana imprescindible en cualquier fiesta, que tan pronto está en la Academia de Gastronomía, como de jurado de la Fallera Mayor. La fiesta fue en la casa familiar en Náquera, con un catering ideal, barbacoa, música (pinchó Manolo Mínguez), invitados, jardín, todo ideal de la muerte. Sólo ver la invitación, ya sabías que la fiesta prometía: una tarjeta con 45 flores de colores que decía “mis primeras 45 primaveras que quiero celebrar contigo…”

Uff, para fiestas la que está preparando el Club Moddos por su primer aniversario. Será el 1 de octubre y el dresscode es… ¡tachán, tachán! ¡¡¡¡¡James Bond!!!!! Me encanta, es una forma de pedirte que vistas con elegancia, ellos con traje y ellas de noche, pero sin caer en la coentor de las fiestas marbellís. La invitación de moddos también es una monada: una escena de la peli con el irresistible Sean Connery tomando un vodka con martini y debajo la frase: “No pienses, deja sólo que ocurra”.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El letargo de los ricos

Perdido entre La Font de la Figuera y Ontinyent, discurre el valle dels Alforins; uno de esos valles bucólicos, cubierto por girasoles y viñedos en el que hasta las moscas parecen animalitos encantadores que juguetean entre mis pies atraídas por el dulce olor del esmalte de mis uñas: ¡que ideales estos animalitos, otrora moscas pegajosas, pero aquí alegres pajarillos!
Aquí estoy yo, en el Valle dels Alforins, siguiendo mi periplo veraniego en busca de los rincones de nuestra geografía en los que descansan las más conspicuas familias valencianas. Mientras desayuno en el Mas de Monserrat tostadas de pan horneado por el propio mesonero, diviso en lontananza más de una casona en la que probablemente anda desperezándose alguna niña bien envuelta en sábanas de hilo y camisones de algodón, mientras la nurse se pelea con los niños para que tomen el desayuno.

En Fontanrs dels Alforins, como en Jávea, los veraneantes valencianos y alicantinos presumen de ser de aquí de toda la vida, y hay quien llega a datar sus ancestros del valle en la mismísima revolución francesa: ¡Toma ya!, eso es abolengo y lo demás tonterías.

En cualquier caso, lo cierto es que familias como los Puigmoltó, Dupy de Lôme, Garrigues, Trenor, Prats, Serratosa y demás tienen casas centenarias en este valle. Dicen por aquí que el inicio del esplendor del valle data de cuando el Conde de Torrefiel, un Puigmoltó, alegró más de una noche a la mismísima Isabel II y, claro quieras que no, eso da caché, que no es cualquier cosa codearse con quien protagonizó semejante azaña, porque la vieja Isabel sería muy reina, pero las virtudes por debajo de su corona eran pocas tirando a ninguna. La Reina agradeció los servicios prestados al Conde ampliando su finca. Y hoy, la vieja casona se ha reconvertido en una sala para bodas, banquetes y comuniones.

Pero no es esa la única finca solariega. En una de las dos carreteras que une Fontanars con Ontinyent, yerguen hermosas y poderosas decenas de casas solariegas rodeadas de viñedos y girasoles. Más de una pertenece a la familia de los Serratosa: Pepe Serratosa, el viejo patriarca, se enamoró de esas tierras y compró una finca a cada uno de sus muchos vástagos.

Pero ojo, chicas, no vengáis aquí buscando una alternativa a la vida social javeanense porque aquí cada uno se lo monta en su casa, con sus amigos, que dicho sea de paso, suelen ser primos y hermanos porque están todos emparentados: los Puigmoltó con los Dupuy, que a su vez emparentaron con los Caturla, que a su vez, emparentaron con los Serratosa. Vamos que todo pitiminí tiene un pariente pitiminá.

Así es que, descartada la posibilidad de integrarte en la vida social dels Alforins, que sólo conseguirías camelándote al hijo de uno de los condes, marqueses o vizcondes, no te queda otra que conformarte con dormir en el Mas de Monserrat y cenar en Casa Julio –una estrella Michelín- con la gente del pueblo.

Eso y la visita a una bodega es lo más cerca que los mundanos de a pie podemos estar de la vida social dels Alforins. Lo de las bodegas tiene su aquel. Aquí, como en otras zonas de Valencia, las uvas se vendían a la cooperativa y de allí se llevaban a Dios sabe qué bodega. Pero eso dejó de ser rentable y quedaron dos opciones: arrancar viñedo y plantar girasoles o montarse una bodega y hacer vinos de cierta calidad, de esos que llaman de autor y te cuesta encontrar en las cartas de los restaurantes más allá de Contreras.

Jesús Terrés, que de esto sabe más que la Pantoja de coplas, me dice que hay un grupo de bodegueros encabezados por Daniel Belda, Pablo Calatayud y Rafa Cambra, que están recuperando la tradición de producir vino, pero esta vez de calidad. Ahí están los vinazos de Les Alcusses, Torrevellisca, Celler del Roure…

En definitiva, que Fontanars tiene mucho más abolengo que Jávea pero es mucho más aburrido. Aquí no hay forma de codearse con la gente bien; ni cenas, ni copas, ni baños ni na de na. Ante la frustración sólo queda el sempiterno bálsamo de las compras, que forzosamente ha de ser de vinos y demás exquisiteces. Daniel Belda tiene una de las mejores vinotecas de la zona. Allí puedes encontrar no sólo vino, sino también aceite de autor y el tomate frito estilo Kiki, que es lo más sabroso que madres han parido en el mundo del tomate frito.

Bueno, chicas, os dejo, que el final del verano llegó y los ricos y yo nos volvemos a casa.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Ni chicha ni llimoná

Septiembre es un mes fatal. Ahí está, el muy canalla, sin nada bueno que ofrecer: ni frio ni calor. El verano que se acaba, la rutina que vuelve, los madrugones, los niños que ya no hay quien les aguante en casa, no hay rebajas, la ropa de verano te aburre y la de invierno todavía no se puede poner. En fin, un mes que ni chicha ni llimoná.

Menos mal que este año nos esperaba, nada más llegar, un par de eventos que suavizaron la entrada en la cotidianeidad: la exposición de los premios de Moda de Telva y nuestra cita bianual con la Semana de la Moda de Valencia, perdón la Valencia Fashion Week –ta tocat o ta fet aire-.

Lo del ponerle en nombre en inglés ha debido de ser para darle un aire más internacional, claro que del extranjero no ha venido ningún diseñador, a no ser que consideremos extranjeros a un gallego, José Castro, un catalán Joaquím Verdú, y una cordobesa, Juana Martín. Entre los valencianos, como siempre, el más promocionado el hijo del director del evento: Alex Vidal Junior que está presente en las oraciones de más de un diseñador valenciano, a ver si con la ayuda de los dioses este chico consigue despuntar y hacerse un hueco en la moda internacional. Si eso ocurriese, todos darían por bien invertido tanto esfuerzo y dinero. Por lo pronto los dioses han hecho oídos sordos porque su colección ha sido como el mes de septiembre: ni chicha ni llimoná, y los flases se han fijado mucho más en José Castro –un gallego que ha trabajado con Alexander Mcqueen para Givenchy y en la firma Desigual- y Juan Vidal, ese sí un joven de Alcoy con un futuro brillante.

Para evento internacional, el de Telva con sus Premios T, que han recibido diseñadores como Giorgio Armani, Stefano Pilati, Diane Von Furstenberg, Jean Paul Gaultier y que este año han ido para Hannibal Laguna y Albert Elbaz (Lanvin). Precisamente esta semana se inauguró en el IVAM una exposición con la historia de los Premios, con un cóctel ideal de la muerte. Allí estaban las hermanas Fitera, hiper mega glamurosas con las elegantes Mayrén Beneyto y Carmen Topete –qué catering tan exquisito preparó-, Carmen Alborch, delgadísima y minifaldera; la Consellera de Cultura Trini Miró; Virginia Vivó, de Mon Comunicación, Josevi Plaza, de Contexto, Angela Valero de Palma, Rocío Bacharach, Esther Barrera, la hermana estilosa del torero; José Luís Avilés, de Bulgari, que se casó este sábado con su novia Reme; los diseñadores Miquel Suay y Ramón Gurillo. El director de marketing de El Mundo, Marcos de la Fuente -¡qué guapo y estiloso es este hombre- y todo el equipo de la revista Telva. Faltó Mª Angeles Miguel, super atareada con su nueva responsabilidad al frente de Salvatore Ferragamo, que abrió el día 1 en Poeta Querol, ¡ay, qué ganas tengo de ver la tienda!

La vuelta a Valencia está llena de sorpresas de shooping: Maje se ha trasladado de la calle Universidad al Mercado de Colón, ocupando el local de Imaginarium; Nanos ha reformado la tienda ¡ha quedado monísima! Además, en Sorní ha abierto Claude Pierlot, firma del mismo grupo que Comptoir des Cotonniers y Sandro. ¡Qué estilosa es la ropa francesa! Bueno, bueno, y más noticias, en noviembre abrirá COS, la línea pija de H&M, equivalente al Uterqüe de Zara, en el local de Jorge Juan que ocupaba Bañón.
Además, han llegado ya todas las colecciones de invierno que son de morirse: las de las inglesas Stella MacCartney y Phoebe Philo, para Celine, por no hablar de la de Prada, con sus rebecas enormes de ochos o la trenca azul marino de Lanvin… uff, qué ropa tan chula y qué fácil de llevar: vestidos de punto, parkas de estilo militar, suéters para combinar con todo, abriguitos de corte recto y vestidos sesenteros. Dice Pilar Puchades de Chapeau, que las colecciones este año son muy ponibles porque con la crisis, los diseñadores van a lo seguro, es decir, a lo que se vende; y se venden los básicos que duran varias temporadas. Vamos, la excusa perfecta para recuperar viejos trapos del armario y ponértelos, así como quien no, con aire de que vas a la última… Alguna ventaja tenía que tener este mes y esta puñetera crisis.

viernes, 3 de septiembre de 2010

¡Los milagros existen!

Nada chicas, está visto que más allá de Denia y Javea apenas hay vida social veraniega entre la gente chic de Valencia. Tras una semana Benidorm, me perdí unos días por Altea, pero na de na: mucho extranjero, mucha mansión, mucho hiper-mega-yate en Campomanes, pero pocas caras conocidas.

Altea tiene, eso sí, algunos de los hoteles más fisnos en los que reponer las ojeras de tanta fiesta javeanense. Allí está el Villa Gadea, el Altea Hills –en la misma urbanización donde veranea Bertín Osborne- y, lo más de lo más, el Sha Wellness Clinic, que es como Lourdes, pero en versión luxury. Te quitan años, arrugas, estrés, quilos, el tabaco, la celulitis… ¡vamos, un milagro! No me extraña que Naomi Campbell, Kylie Minogue, Alejandro Sanz, Elsa Pataky y hasta la Reina de Qatar con todo su séquito se hayan dejado caer por allí.

El Sha Wellness Clinic está escondido en una urbanización perdida de El Albir, muy cerca de Benidorm, pero alejada del mundanal ruido. En Sha ni se fuma, ni se bebe, ni se come carne, ni picantes, ni alimentos poco saludables. Uff, chicas, menos mal que hay un placer que no está prohibido…

El hotel sigue los principios de la dieta macrobiótica, la misma que profesan Madonna Gwyneth Paltrow, Julia Roberts. Afortunadamente, en el restaurante apenas te das cuenta de que estás comiendo algas, porque de eso se encarga el chef Pablo Montoro, llegado directamente de El Bulli. ¡El mejor coulant de chocolate que he probado en mi vida, y eso que está elaborado sin azúcar, el alimento más pecaminoso para la dieta zen!

El Sha Wellness es un proyecto personal de Alejandro Bataller Parietti, un conocido promotor de Altea, que había sufrido durante años problemas de salud. Después de visitar a numerosos especialistas, un amigo le recomendó un médico macrobiótico, quien le recetó un tratamiento basado únicamente en la dieta. Antes de cumplir un mes con la nueva alimentación, habían desaparecido todos los síntomas que le acompañaron durante 30 años. Así nació la idea de crear una clínica en Valencia, donde no sólo se aplican estas terapias, sino que ofrecen análisis genéticos, medicina antiedad y tratamientos de estética y programas de adelgazamiento y antiestrés.

Alejandro Bataller Pineda, hijo del fundador del hotel y responsable de marketing –además de guapísimo, estiloso y encantador-, sigue la dieta macrobiótica a rajatabla. El día que lo conocí, tomaba un zumo de remolacha, nabo, apio y no sé cuántos vegetales más, gracias al cual han desaparecido sus migrañas. Uff, no sé si será por la dieta macrobiótica, pero la tranquilidad zen que desprende este chico ya la quisieran los contertulios de Sálvame de Luxe, ¡menudo patio de marujas alteradas!

El Sha también tiene un toque de glamour. Sonadas son sus fiestas de inauguración del verano y la noche humanitaria contra el cáncer, donde actuó Manu Tenorio y asistió como madrina Agatha Ruíz de la Prada, además de Beatriz d’Orléans y un montón de invitados de lo más granado de la sociedad. La última fiesta del verano será el 28 de agosto, con desfile de moda y joyería, cena-cóctel y la actuación en directo de la cantante neoyorquina Michelle McCain.

Lástima que ese día coincida con las fiestas de Fontanars dels Alforins; ¿qué es eso?, un pueblo, perdido en las montañas alicantinas, donde se esconden en verano más de una familia bien de toda la vida. Y es la última oportunidad que tengo de encontrar a los más influyentes valencianos, ¡así es que tengo que ir!

Los de Fontanars y los de Javea son como Jesulín y Belén Esteban: uno discreto y siempre escondido, la otra provocativa y necesitada de protagonismo. Si quienes vienen a Javea lo anuncian a bombo y platillo para que toda Valencia sepa que ellos son los elegidos, quienes van a Fontanars se ocultan como la Pantoja cuando va a la playa, porque no quieren que nadie conozca su paraíso.

Aunque la verdad es que cuesta lo suyo abandonar la costa alicantina para perderte entre rocas y algarrobos; el cambio es algo así como salir de Malibú para perderte en La Pedrera de la Alquería Blanca… Ya os contaré.