miércoles, 26 de enero de 2011

Jolines, ¡qué ilusión! La Lomana fallera mayor

Juro por mis leotardos de Miu-miu que este año no me voy a perder la Ofrenda. Prometo sentarme delante del televisor, sintonizar la Dos de Canal 9 –por primera y quizás última vez en mi vida- y pasarme la tarde pendiente del momento en que el mantenedor anuncie por megafonía la entrada en la Plaza de la Virgen de la Falla Alameda-Avenida de Francia y de su flamante fallera mayor Carmen Lomana.
Me lo estoy imaginando, es más si el tiempo acompaña, estoy dispuesta a ir en persona a la plaza y aguantar estoicamente la llegada de la Lomana, todo por ver a la reina del glamour –la Presley ya no es lo que era- desfilando vestida de fallera, mientras la anuncian por megafonía “"Ja arriba als peus de la Mare de Deu la comissió de l'Alameda-Avenida de França, ja arriba eixa preciosa dona, Carmen Lomana, orgullosa de vindre als peus de la mare de tots els valencians a rendir-li homenatge, entregant-li les seues flors”… uff, uff, no me lo pierdo. Y la Lomana entrando entre flashes, aplausos y gritos de “bonica, reina, prenda…”.
Habrá que ver el modelo que elige, que ya se sabe que el traje de fallera, y sobre todo el peinado, no siempre embellece a las mujeres mayores de ocho años. Y la Lomana es muchas cosas, pero cara de mujer valenciana no tiene, para qué nos vamos a engañar. Con todo y con ello, me apuesto mi diadema de Miu-miu, a juego con los leotardos, a que va guapa como un sol y hasta puede que se emocione, porque las que hemos pasado por allí sabemos que es un momento comparable a pocos en la vida: el día de tu boda, el nacimiento de tu hijo, tu primer bolso de Prada y poco más.
La presentación de Carmen será a mediados de febrero y el mantenedor será Boris Izaguirre; uff, a ver si tengo suerte y alguien me invita para que luego os lo cuente, porque lo de Boris loando a la Lomana promete. Además, me pirro por ver el traje de fallera que lleve ese día.
Una de las cosas buenas que tiene Valencia es que en el soso invierno, aquí entramos en plena campaña de presentaciones falleras y eso da un poco de glamour a los días grises y fríos. Ayer fue la presentación de la Falla Exposición en el Alameda Palace; Patricia Gómez es la fallera mayor infantil y Amparo Sanchís la mayor: un par de monadas. El día antes, en el mismo sitio, fue la de Juana Roig, tocaya de su padre, como fallera mayor de Convento Jerusalén. Llevaba un vestido impresionante que le diseño Marta de Diego, y la verdad es que la niña estaba mona a rabiar. Marta confiesa que lo ha hecho todo a mano: “El traje de valenciana es muy barroco y te permite recrearte, pero hay que tener en cuenta que no siempre cuanto más recargado, más bonito. El de Juana no ha sido un traje improvisado, ha sido muy pensado y estudiado. Tardé más de dos meses hasta que dí con lo que quería.”
Marta ha hecho el traje de Juana Roig a mano, como en el mismísimo S. XVIII, y es que aunque a veces cueste creerlo, todavía queda gente capaz de trabajar sin prisas y sin buscar la rentabilidad de cada minuto. De eso saben mucho los sastres y modistas valencianos que ayer celebraron su patrón, San Vicente Mártir, y lo hicieron entregando unas medallas a su nueva Junta Honorífica: José Vicente Morata y Pilar Pons, Clavarios; Agustín Morera, Mayoral; Antonio Puebla, Cavaller de la Senyera; y Mª Teresa Monsonís, Dama D’Art (con un traje impecable que diseñó el gran modisto Juan Izquierdo para su madre). Las medallas las impuso Valentín Herraiz, Maestro Mayor del Gremio. Valentín está empeñado en recuperar la importancia que tuvo el Gremio en siglos pasados y a este paso lo conseguirá, porque tenaz es un rato…

La fiesta terminó con una comida en el Astoria. Allí estuvieron los sastres Vicente Moret y Antonio Puebla; los diseñadores Juan Andrés Mompó y Presen Rodríguez; Mayrén Beneyto, Carmen Topete, Isabel Alfaro, Marisa Martínez y Vicente Genovés. También la valenciana Elisa Palomino, que ha estado trabajando con Dior, Moschino y Lacroix y desfilará en febrero en Cibeles.

jueves, 20 de enero de 2011

Cenas solidarias

Las cenas benéficas son un clásico de cualquier sociedad avanzada con gente más o menos sobrada de pasta. A los progres más progres se les pone el pelo como escarpias cuando oyen hablar de ellas porque lo asocian a la derechona casposa con mujeres enjoyadas y hombres encorbatados. Ellos entienden que la solidaridad es patrimonio de la izquierda política, que es la única que se preocupa de verdad por los pobres, mientras que los ricos de derechas sólo se preocupan por aumentar sus fortunas, sus joyeros y sus fondos de armario. Y lo que ya les saca de sus casillas es que alguna de esas cenas se vinculen de alguna manera a un movimiento católico: entonces es cuando dicen que son cenas en las que los ricos se reúnen a comer caviar para dar de comer sopas de ajo a los pobres.

Ellos entienden que la solidaridad, que afectos prácticos no es otra cosa que la vieja caridad cristiana, sólo puede vivirse enfundados en pañuelos palestinos y exigiendo a los gobiernos que dediquen parte de sus ingresos a las ONGs. Pero lo cierto es que este mundo de Dios anda trufado de curas y monjas perdidos por el mundo que reciben como agua bendita cada céntimo que llega del primer mundo para apoyar su causa.

Y que a esa gente, y a los necesitados a los que ayudan, les importa un rábano que los euros se hayan recaudado en una cena o en el impuesto de la renta. Y puesto a ser solidarios, qué demonios, el solidario de verdad es el que da algo porque le da la gana y no porque le obliguen a entregarlo vía impuestos. La señora que deja tres euros en el cepillo de la iglesia no tiene por qué ser menos solidaria que el progre güays que asiste a un concierto benéfico de rock.
Y ya puestos a elegir, a ciertas edades agradeces más que la excusa para dar algo a los demás sea una cena en el Alameda Palace de Barrachina que una obra de teatro en algún tugurio del Carmen.

Este era el apasionante tema de conversación en una de las mesas de la cena benéfica que Amsudan organizó el viernes en Valencia. El objetivo era recaudar fondos para levantar una escuela para 800 niños en Billín, una población al Sur de Sudán.

La cena fue un exitazo. Menchu Trenor, Ana Gómez, Silvia Iglesias, María González, Juan Urbaneja, Elena Gómez Jordana, Emma Cuñat, Shophie Von Schönburg-Gluchau y Regina García las organizadoras, consiguieron llenar el salón con más de 300 personas, entre ellas Anna Gamazo, la mujer de Juan Abelló, Mayrén Beneyto, José Mª Selva y Elvira Catalá, Carlos Pascual, Rafael Gómez Ferrer, Antonio Soria, Cristina Blanch … Vamos, todo Valencia.

Lo mejor de la noche fueron las 28 mesas decoradas con temática africana por diseñadores (Juan Andrés Mompó, Francis Montesinos, Presen Rodriguez, Marta de Diego, Valentín Herráiz, Amparo Chordá…), interioristas (Verónica Montijano, El Mercader de Indias, Studio Montañana, Cul de Sac…), anticuarios (Gerardo Almenar) floristerías (Conchita Cañamás, Baladre, Flores Feliu, Carolina Cots…) y joyeros valencianos (Antonio Romero, Vicente Gracia, Yanes..).

La mesa del Mercader de Indias fue de las más aplaudidas. Sobre un mantel con tela de motivos africanos de Pierre Frey y una piel de vaca negra, un gran centro de mesa recreaba las vallas de los poblados de la sabana: una base negra con palos de madera con plumas negras y con dos lanzas a cada lado. Hasta las sillas estaban decoradas con unos pequeños almohadones que recordaban las mochilas de tela que llevan las mujeres africanas.

La mesa de Presen Rodríguez también evocaba el color, la luz, la naturaleza y la cultura africana. Y desde luego la que causó impacto fue la de Marta de Diego, una mesa que parecía salida de “Memorias de Africa”, un picnic en medio de la sabana africana con el lujo de los viajeros de principios del siglo XX: teteras de plata, huevos de avestruz con soportes de plata, candelabros de plata, bajo platos de plumas de avestruz, mantel de cuero blanco con incrustaciones de Chantilly sobre una tela de arpillera y un tul de seda cubriendo la mesa a modo de mosquitera sobre las palmeras. Por cierto, que Marta de Diego ha confeccionado el traje de fallera que lucirá Juana Roig la hija pequeña de Juan Roig, el próximo viernes en su presentación como fallera mayor de Convento Jerusalen.

Cambio chaquetón por tratado aristotélico

Andaba una servidora buscando algún chollo en las rebajas para darle una alegría a las piezas de mi fondo de armario - las pobres hace años que no conocen a nadie nuevo- cuando paré a tomar un café. Fue entonces cuando le eché una ojeada a la entrevista que Yo Dona publicó ayer de Marian Salzman, quizás la más prestigiosa cazadora de tendencias del mundo; dice esta señora que a los ricos más pastosos y a la gente bien más fisna del mundo les ha dado ahora por acumular experiencias y no por seguir guardando objetos en sus casas o en sus garajes. Dice que muchos de ellos se están dedicando a ir a la Universidad con cincuenta años porque ya están hasta el pirri de comprar coches, casas y ropa.

¡Toma castaña!, ¿y qué hacía entonces toda esa gente ayer en Valencia desbordando las tiendas en busca de algún chollo. Si es que no se enteran, y yo la primera, lo que hay que hacer es destinar el dinero de las rebajas a comprar un libro de Kant y asistir a una conferencia sobre la trascendencia del individuo en la sociedades consumistas de la post modernidad.

Si coleccionar experiencias en lugar de objetos es tendencia, servidora y una centenar de miles de valencianas más estamos más pasadas de moda que los vestidos de Isabel II. No hay más que darse una vuelta hoy por las tiendas del centro para ver la locura consumista que nos ha dado a todos. El viernes, primer día de rebajas, muchas tiendas parecían haber sufrido los devastadores efectos de un tornado. Una de las tiendas de Massimo Dutti mostraba un espectáculo desolador a las 12 del mediodía: estanterías completamente vacías, papeles por el suelo, una pila de suéteres amontonados, faldas tiradas por el suelo y una cola de por lo menos cuatro metros de gente esperando para pagar como si hubieran puesto a la venta bolsos de Prada a un euro. Desde luego, este año Amancio Ortega puede estar contento, porque el primer día de rebajas debe haber hecho una caja similar a la deuda que ha generado Zapatero en el último año.

Las dependientas alucinaban, “hacía tiempo que no veía gente esperando a que abriésemos un primer día de rebajas”, decían en Benetton, y eso que los descuentos de la firma italiana no eran para lanzarse en plancha a la tienda. Ejemplo: un bolsito que costaba 39, se vendía por 32. Vamos, como para esperarse a rebajas, hacer cola y quedarte con lo que no ha querido nadie por siete eurines de diferencia…

Lo de las rebajas este año ha sido de locura. Textual. Y no sólo en el imperio Inditex –Zara, Berska, Oysho, Pull and Bear…-, la histeria ha llegado también a las tiendas megapijas, como Chapeau, donde las pobres dependientas no podían ni atender el teléfono. Chapeau llevaba semanas con descuentos del 30% para clientes, y el viernes empezó con un 50%. ¡Sálvese quién pueda! A las cinco de la tarde ya no quedaban ni las cajas de las botas.

Empezar un 7 de enero con descuentos del 50% no es lo normal, pero ya se sabe que estas son las rebajas de los chollos porque con la crisis no se ha vendido ni un calcetín. Total, que ahora mismo puedes encontrar ropa a la mitad de precio en tiendas tan coquetonas como TCN –ideales las rebecas de punto y los vestiditos bohemios- o en Gran Vía 20, que tiene firmas tan chic como Paul and Joe, Stella Forest, Twenty 8 Twelve, la firma de la hermanísima de Sienna Miller, las botas Hunter o los complementos de See by Chloe. Las francesas Sandro y Maje ya llevan días con el 50% en un montón de ropa, incluidos los chaquetones de piel que antes no rebajaban ni hartos de vino.

Y la pregunta del millón es: ¿las rebajas son más agresivas que otros años porque hasta ahora no se ha vendido nada, o por qué las grandes firmas de moda están haciendo caja para montar universidades y centros de estudios entomológicos? No sé, pero servidora por lo pronto se va a buscar un chaquetón, si el año que viene me tengo que ir a la Sorbona, por lo menos iré mona.

miércoles, 12 de enero de 2011

De la concupiscencia a la lechuga

La vida está llena de injusticias y una de las más crueles es qu el peso se pierde gramo a gramo y se gana kilo a kilo. Llevas cuatro meses cenando lechuga con pechuga, comiendo barritas de cereales y desayunando yogures desnatados para perder tres o cuatro kilos, y ahora llega la Navidad y con dos cenas y cuatro turrones, te metes esos cuatro y otro de regalo. Y lo peor es este maldito complejo de culpa que ya vienes arrastrando cinco días: que así nunca estarás como quieres, que si no tienes fuerza de voluntad, que si mira fulanita como se conserva, que si vaya bajón te va a dar cuando de rebajas y te pruebes una talla más… En fin, chicas que la vida es más injusta que dejarte el bolso de Prada en la silla de la cafetería y no recuperarlo jamás.

La verdad es que todo este rollo de la dieta y de mantener la talla recuerda un poco a aquellos años de nuestra adolescencia, cuando te escondías con tu primer novio y siempre había algo por lo que sentirte culpable al volver a casa: bien por exceso, bien por defecto, el caso es que nunca te ibas contenta, y unos días te dormías pensando que aquel fulano pensaba que eras una puritana mojigata, y al día siguiente lo contrario.

Pues con esto de la dieta es un poco lo mismo; si no comes turrón, te vas a la cama pensando que estás obsesionada y que eres una aguafiestas incapaz de encontrar el punto justo de las cosas; si te comes más de un trozo, ya te vas a la cama pensando que eres una gorda insaciable.

Total, que después de darle vueltas, decides que quizás lo suyo sea entregarse a la concupiscencia cuando toca y luego flagelarte con las lechugas y los sobrecitos hiperproteicos para redimir el pecado.

Las dietas hiperproteicas están causando furor, y lo que te rondaré morena. Los hay que requieren control médico, como la famosa Pronokal, y otras que se venden en farmacias y puedes tomar siguiendo unas pautas sencillas, como Optifast, Kot, Silken o Biomanan. Casi todas funcionan con el mismo principio. Los sobres o barritas contienen proteinas de alto valor nutricional, que te dejan tan saciada como si te hubieras tomado dos platos de paella. Además, como consumes proteínas, no pierdes masa muscular, y puedes elegir entre un montón de sabores: chocolate, postres de yogur, tortitas, sopas… La dieta de Pronokal necesita de control médico porque, a diferencia de las otras, sólo está compuesta por proteinas y provoca cetosis, una situación metabólica del organismo originada por un déficit en el aporte de carbohidratos.

Según la farmaceutica y nutricionista Elisa Escorihuela, de Nutt Valencia, una escuela de hábitos alimentarios, no es necesario seguir un régimen tan estricto para perder peso.
La dieta hiperproteica no es saludable, a la larga el riñón puede sufrir y siempre se debe hacer bajo control médico. En Nutt entendemos que con una dieta equilibrada que incluya todos los alimentos se puede estar sano y adelgazar. No podemos tratar a los hidratos de carbono como el más terrible de los venenos. Lo mejor es comer absolutamente de todo pero con orden, respetando los horarios, acostumbrando al cuerpo con unas pocas pautas nutricionales: quitar la grasa, no comer precocinados, utilizar aceite de oliva en lugar de mantequilla o margarina (ya que estas ultimas además contienen colesterol); preparar verduras al vapor o en papillote, tienen un sabor espectacular y son de fácil preparación; preparar postres en los que se incluya la fruta, sustituir el azúcar por edulcorantes artificiales y moderar el consumo de alcohol y esos kilos se pierden en dos semanas”.

Hablando de tratamientos, se acaba de inaugurar en Valencia, Sinthesis Salud, un proyecto de Sabina Calatayud, una farmacéutica valenciana que, después de viajar por medio mundo ha creado una línea de cosmética y nutrición que promete potenciar la vitalidad y energía, además del bienestar físico y emocional. La tienda está en Pizarro 8 y allí puedes encontrar todas las cremitas elaboradas con componentes naturales: agua termal, sales del Himalaya (con 86 oligoelementos), aloe vera, manteka de Karite y aceites esenciales, además de complementos dietéticos. Además, Sabina organiza talleres para que los niños se alimenten adecuadamente y explicarles los peligros de la comida basura.