jueves, 24 de marzo de 2011

Se busca asesor de imagen para Rajoy y Camps

El presidente Camps tiene un ejército de asesores que trabajan para lavar su imagen. Son más de cien, pero falta uno: el asesor de estilismo. Alguien que le diga: “Mira president, por muchos trajes que hayas comprado en los últimos cinco años, ten en cuenta que a la mascletá no se va con traje de chaquetea y corbata. Nadie, excepto tú, Rajoy y el sequito de meritorios que os acompaña, se pone un traje de chaqueta para ir a la mascletá bajo un sol primaveral”.

Aznar se inventó aquello de la cazadora con elásticos a la cintura para ir elegante pero informal. Antes que él, los socialistas arrasaron con las existencias nacionales de chaquetas de pana. Esteban González Pons lo intenta con sus camisas blancas sin corbata y con sus pulseritas en la muñeca. Pero el bueno de Esteban no ha conseguido crear escuela y la verdad es que al tandem Rajoy-Camps les falta un asesor que les de un uniforme para situaciones desenfadadas.

Porque no puede uno ir a ver falla de Convento en la que te hacen una sátira, aunque a última hora le quiten el chiste y con él la gracia a la escena, con una camisa azul de cuellos rígidos y traje chaqueta, como quien va a la sesión de control al Gobierno. No sé, es como si la Lomana se presentase en la mascletá vestida con un traje largo de noche, la gente pensaría que le han echado un mal de ojo y ha perdido el juicio.

Al PP le hace falta desencorsetarse un poco, un toque de frescura que le aleje de la imagen de muermo que da frente a los divertidos socialistas que cuentan chistes, ponen música rock en sus mítines, se rodean de los artistas de la ceja y sacan a sus chicas en la portada de Vogue.

Pero en fin, también hay que entender que bastantes problemas tienen estos chicos como para andar preocupándose de cosas tan mundanas y frívolas.

Como siempre, las mujeres en eso somos más imaginativas y tenemos bastantes más recursos que ellos; a los chicos les preocupan otras cosas y quizá por eso se les perdona los errores de estilo más que a nosotras. Vamos, que la sociedad es mucho más exigente con la imagen de las mujeres que con la de los hombres.

Las mujeres no sólo tenemos que estar siempre monas y perfectas, sino que además tenemos que lidiar con un fondo de armario que entra en crisis cada cambio de estación. Las camisas que compramos en septiembre aburren más que la última exclusiva de Rosario Mohedano; las botas de invierno que juraste no quitarte jamás, están más vistas que Jorge Javier Vázquez y hasta el bolso de tu querida Miuccia Prada, parece resistir mal el paso del tiempo…

Menos mal que el cambio de temporada también te ofrece una nueva oportunidad de renovarte, de rejuvenecerte como el PP, de encontrar por fin tu estilo, ¡esta vez lo conseguiré! -te dices a ti misma, acertaré con cada una de mis compras, ¡a Dios pongo por testigo que no volveré a equivocarme con la talla del vaquero!

Afortunadamente, la ropa de primavera ha llegado a las tiendas y hay mucho, mucho donde elegir. TCN, una de las más tempraneras, ya tiene casi toda la colección de verano: camisolas blancas de voile, vestidos camiseros de popelín, de seda estampada en flores Liberty, blusas con calados, camisetas escotadas, faldas de tablas, shorts retro de cintura alta, capazos de rafia y lino… todo súper juvenil y favorecedor, justo lo que buscamos las mujeres que hemos cumplido los cuarenta.

La ropa que diseña Totón Comella es perfecta para un veraneo en Saint Tropez, o en Burriana o en Javea o en Puebla de Farnals… lo importante es la actitud vitalista y desenfadada que transmite, y con la que te puedes sentir como la mismísima Brigitte Bardot en los setenta, con su melena rubia al viento y sus camisolas túnica.

Un poco de aire fresco, por favor. No digo yo que Rajoy y Camps tengan que ir con camisa de flores hawaianas a la mascletá, pero por lo menos que se dejen la rígida corbata en casa, ¡que mañana empieza la primavera!

lunes, 21 de marzo de 2011

Helena Christensen inauguró Hoss Valencia

Helena Christensen fue una de las super modelos de los noventa. Era una monada de niña capaz de levantarle el ligue de la noche a las mismísimas Claudia Schiffer o Naomi Campbell.

El jueves estuvo en Valencia y la verdad es que sigue siendo guapa a rabiar. La miras y dices, ¡hija que mona es!, y te quedabas mirándola y pensando que más de un hombre rendiría su feudo por caer en sus brazos; y entonces te daba por pensar que las mujeres a los cuarenta todavía mantenemos vivo nuestro sex appeal. Y te ilusionas, y piensas que todavía sigue valiendo la pena destinar medio sueldo a mantenerte guapa, porque quizás todavía haya algún hombre que se gire a tu paso… Y en fin, ahí estás hasta que un jovencito, con uno de esos flaquitos con pantalón de pitillo y un aire que no sabes si es gay o se lo hace, le suelta a la niña hiper mona y hiper joven que tiene al lado: “…Hija está mayor”.

“…la madre que te parió, niñato de mierda”, piensas para tus adentros mientras giras la cara con disimulo para verle la pinta al que te acaba de hundir en la miseria. Y te muerdes la lengua por no decirle, “mira chaval, de esa mujer dijo Versace que tenía las mejores piernas que había visto en su vida”.

Pero ya nada sirve de nada, tu gozo se ha venido abajo y hasta tú misma empiezas a ver a Helena un poco mayor, la sombra de lo que fue, que caería derrotada ante la lozanía de cualquier veinteañera escotada y minifaldera… ¡Uff!, quiero morir… Menos mal que ves que tu Pepe está a tu lado medio babeando con la Christensen; Entonces le coges del brazo y te acurrucas sobre él y piensas: “menos mal que tú si que sabes valorar lo bueno”.

La inauguración de Hoss Intropia fue la leche. Catering de El Alto, invitados de nivel y una tienda preciosa, más acogedora que la de Armani. Por allí se dejaron ver María Valverde, Ximo Rovira, Carmen Alcayde, Blanca y Laura Fitera, y hasta periodistas y clientas madrileñas. Pinchó música Silvia Prada, una neoyorquina que según Manolo Mínguez se rifan en los mejores clubes.
Al día siguiente, viernes, el todo Valencia con más de cuarenta años se reunió en el Veles e Vents en una fiesta remember de la mítica discoteca Dreams Village. ¿Qué quereis que os diga?, que la puñetera verdad es que estamos todas muy mayores, y es que tremendamente injusto que ellos ganen interés con la edad, mientras que nosotras nos miramos unas a otras y piensas: ¡Dios mío, qué mayor está ésta chica!, claro que ya no es una chica, que tiene cuarenta y tantos y tres hijos que ya salen a ligar por la noche. Y entonces decides aceptar la realidad, y oye si tengo cuarenta, qué más da, voy a bailar como si tuviese veinte, pero la verdad es que no los tienes, y hasta que no llevas tres copas te ves como un poco ridícula, moviendo con timidez tus caderas y dando un pasito adelante y otro atrás, como antes hacía tu madre y pensabas, ¿qué haces mamá, por favor, estate quieta?

Pero a la cuarta copa te desmelenas, empiezas a disfrutar y piensas: la verdad es que somos una generación guay, a la que la vida está maltratando más que Sálvame de Luxe a Karmele Marchante. Por allí estuvo el secretario autonómico Rafa Ripoll con su embarazasíma mujer, Elena Martos (espera niña para abril); Rocío Casanova, de los Casanova de toda la vida; Camino Bañón, que sabe más de Pilates que Belén Esteban de vivir del cuento; Manuel Navarro, de Hello Valencia; el director de deportes Mateo Castellá.

Todo lo montaron los hermanos Aliño, Nacho y Fernando, que consiguieron recuperar en el Veles i Vents el ambiente discotequero de Dreams Village, con los dj’s de la época: José Aparicio, Nacho Rodríguez y Paco Alonso. Todo igual, sólo que no se podía fumar, fíjate tú, quién nos iba a decir hace veinte años que podríamos ir de copas sin fumarnos tres paquetes de tabaco.

A ver si el año que viene lo repiten, que ya tendremos uno más y nos acercaremos peligrosamente a los cincuenta, esa edad dorada que a los quince años pensabas que era la que tendrías cuando fueses abuela…

martes, 8 de marzo de 2011

¡Los trajes chaqueta han muerto, que vivan los vestidos!

Hoy es el día de la Mujer Trabajadora, así es que chicas, si queréis ser políticamente correctas, ya podéis desnaturalizar vuestros cuerpos y esconderlos tras los pantalones menos sexys que tengáis en casa. Poneos unas botas de montaña o las de soldado, unos calcetines de lana gorda y un suéter lo más amplio posible para que nadie pueda ver el más mínimo atisbo de ese par de tetas que lleváis años queriendo aumentar o reducir, según cada una, porque hay que ver que difícil resulta encontrarnos bien con nosotras mismas. Fuera pendientes, pulseras, lacitos, rojo de labios, esmalte de uñas…

En fin, que a estas alturas del siglo, el feminismo sigue en manos de unas señoras que lo que quieren es hacernos lo más marimachos posible, cuando lo que deberían hacer es justo lo contrario. A ver si no, para qué puñetas estamos pasando más hambre que un vegetariano en una sociedad gastronómica vasca y matándonos a hacer Pilates para redondear nuestras curvas.

El feminismo no se ha actualizado, y sigue pidiendo la liberalización de la mujer, cuando a estas alturas lo que debería de estar pidiendo es la feminización del mundo y no la masculinización de la mujer.

Ese look feminista, tan poco femenino, tenía razón de ser hace unos años, cuando el pantalón supuso la liberación de nuestro cuerpo, hasta entonces aprisionado en odiosos corsés y pesados vestidos. Los pantalones no eran para señoritas (ni señoras). Fíjate que en 1931 el Alcalde de París invitó a Marlene Dietrich a abandonar la ciudad porque se había atrevido a salir con un traje de hombre, ¡qué fuerte!

Gracias a Yves Saint Laurent con su famoso esmoquin de mujer, el pantalón fue cada vez más habitual, hasta llegar a los años ochenta, cuando las mujeres accedimos a los cargos ejecutivos de las grandes empresas y nos fuimos al extremo opuesto: desterramos el vestido de nuestro armario. Pensamos ingenuamente que si copiábamos el modo de vestir masculino nos aceptarían en el mundo de los negocios. “Dressed for success” (vestida para triunfar) era el lema.

Ahí estaban los trajes chaqueta de Armani con sus hombreras tremendas, que transmitían poder y autoridad. No había lugar para la coquetería. No había que mostrar ningún atributo femenino no fuese a ocurrir que se fijasen en nuestro escote antes que en nuestro proyecto perfectamente expuesto en un power-point.

Eso ha cambiado, pero no del todo. Sigue habiendo un look profesional femenino que se empeña en disimular las gracias que Nuestro Señor nos ha dado. La semana pasada estuvo en Valencia Bisila Bokoko, directora de la Cámara de Comercio de España-Estados Unidos (en la foto con Fernando Villalonga y Agatha Ruiz de la Prada. Trabaja en una oficina en el Empire State, cada día se sienta con ejecutivos de Tous, Lladró o el BBVA y es una de las españolas más influyentes en Estados Unidos, pero no esconde sus atributos femeninos. Lleva faldas por arriba de la rodilla, pelo suelto, pendientes, anillos, pulseras y escotes generosos, y eso que es una mujer de formas contundentes. No debemos masculinizarnos para ser líderes ni renunciar a nuestros atributos femeninos para que la gente nos respete, dice Bisila. Y añade: “a una mujer le puede gustar la moda y entender además de energías renovables o de maquinaria industrial”.

Pero Bisila reconoció que en las chicas de Wall Street siguen vistiéndose mayoritariamente de gris y negro, como si el lila o el rosa pudiesen provocar una depreciación del dólar frente al yuan. Vamos, que hasta en la meca de la modernidad siguen viviendo en un mundo de tíos incapaces de valorar un buen power-point si quien lo presenta lleva un escote dos centímetros más largo de lo que sus perturbadas mentes son capaces de soportar.

Así es que propongo que el martes salgamos todas de casa como si fuésemos a encontrar novio, y gritemos todas a una: ¡¡¡los trajes de chaqueta han muerto, que vivan los vestidos!!! Valdrían cualquiera de los vestidos que sacó Enrique Lodares en su desfile del jueves pasado, ¡uff, qué maravilla!

Yo por lo pronto estrenaré mis nuevas gafas de sol de Oliver Peoples que tienen en exclusiva en la óptica Climent, que son lo más de lo más en gafas de sol y además quedan hiper-mega-femeninas. Mª Dolores Climent ha decidido no cerrar a mediodía pensando en mujeres como nosotras, que cada vez tenemos menos tiempo para comprar. Y es que la vida de la mujer trabajadora es dura, muy dura, y más aún si nos empeñamos en esconder nuestros encantos.

lunes, 7 de marzo de 2011

Cambio bolso de Vuitton por litro de gasolina

Menos mal que esta ciudad ya empieza a oler a pólvora; a ver si las fallas nos alegra un poco la vida, porque hay que ver el invierno que nos hemos pasado. Cuando ya andábamos medio acostumbradas a la crisis y habíamos rebajado nuestras pretensiones a la hora de salir de compras, cuando Prada y Loewe eran ya sólo un sueño de juventud, llegan ahora y nos meten ese subidón en el recibo de la luz que nos ha dejado temblando, y ya empezamos a asumir que el futuro de nuestras compras nunca irá más allá de las rebajas de Kiabi. Pero es que parece ser que no hemos hecho más que empezar, que la luz aún subirá más, y que un litro de gasolina acabará siendo intercambiable por un bolso de Vuitton. ¡Dios mío!, ¿Qué va a ser de nosotras?, nuestro universo se compras va camino de no ir más allá del mercadillo de Pelayo y lo malo es que tendremos que ir en metro y guardar las compras en esas bolsas de plasticurri blanco que da grima sólo tocarlas.
En fin, menos mal que en mayo hay elecciones, ya veréis como nuestro flamante presidente Camps, hoy más líder que nunca, vuelve a ganar y nos saca a todas de esto. Claro que puestos a ser ilusas, casi mejor confiar en que Carmen Lomana nos devuelva estas fallas el glamour que perdimos hace un par de años.
Mientras esperamos a que todo cambie, como quien espera a que lluevan del cielo zapatos de Manolo Blahnik, nos quedan algunos clásicos de la vida social valenciana que sirven de excusas, más o menos aceptables, para lucir la última falda que compramos en Carrefour, con lo que nos sobró del recibo de la luz. Esta semana, sin ir más lejos ha sido movidita. Entre el rastrillo, el cóctel de Loewe en la Galería Paz y Comedias, el desfile de la tienda de niños Cristina y un par de inauguraciones, entre ellas el nuevo restaurante de Sagardi, no damos abasto. Uff, si hasta han venido Luís Alfonso de Borbón y Margarita Vargas, que siempre da un toque de glamour a la ciudad tener a un heredero del trono francés, nada menos. Los rastrillos benéficos siempre se han llevado bien con los apellidos de mucho abolengo.

Margarita y Luís Alfonso comieron en el rastrillo con la baronesa de Alacuás, Amparo Corell, con Mayrén Beneyto, María Teresa Monsonís, Carmen Topete, Nati Moragues, Paloma Picardo, Charo Sainz de Mínguez, el pintor Vicente Peris, Tono Noguera, Mª Jesús Trénor, Cachita Gómez Trénor, Antonio Casanova, presidente de la Casa de la Caridad…

En el cóctel que organizó Loewe para enseñar su colección de ropa y bolsos a medida, bajo la media de edad. La firma quiere atraer a gente joven que le de un aire más informal a sus bolsos, por eso encargó a Tano López Llobet que se ocupase de la fiesta y se trajese a algún moderno de pantalón pitillo y converse, gente con jeans y blogueras como Macarena Egea.

Más inauguraciones. La semana pasada abrió la nueva taberna vasca del grupo Sagardi en Valencia se llama Orio, está en San Vicente y tiene una carta de pinchos tan ricos que mejor no acercarse si estás a dieta para no sucumbir a la tentación, ¡madre mía! El jueves por la noche, media Valencia se acercó a degustar el cóctel de inauguración, abundante y regado con champagne y vino del bueno. A última hora llegaron juntos un grupo de empresarios entre los que estaban Arturo Virosque, que ahora vive cerca, y José Vicente Morata, Rafael Ferrando, Mar Casavova, Bruno Broseta, Dani Moragues, que venían del aniversario de ARVET.

El desfile de ropa de niños de la boutique Cristina también fue el jueves. José Vivó y su mujer Cristina Quiles pidieron a las alumnas de ballet de Ángela Guillamont que desfilasen con unos vestidos de comunión de Teresa Palazuelo de lo más monos y estilosos, con telas ligeras como la batista de algodón, linos, líneas y cortes coquetones, una comunión renovada con algunos patrones antiguos. ¡Ay, qué suerte tienen las niñas de hoy en día! Quizás cuando ellas tengan cuarenta años, las cosas vuelvan a ser como antes y puedan permitirse el lujo de irse compras con el coche.