miércoles, 27 de marzo de 2013

Hay que arriesgar

Para ser excepcional hay que arriesgar”; ¿es bueno, verdad? Podría ser la máxima de un empresario de éxito, de un artista o de un científico. También podría haberlo dicho algún político en la inauguración de un máster para jóvenes emprendedores o el entrenador de un equipo de fútbol después ganar un partido decisivo con una alineación polémica.


Pues no. La autora es Laura Fitera, matrona y asidua a fiestas, inauguraciones, cócteles y demás reuniones de la alta sociedad valenciana. “Si eliges para vestir un petit robe noire (el típico y soso vestido negro) y no te plantas un verde azulejo, seguro que no llamarás la atención, irás de lo más discreta y no fallarás. Pero si quieres ser excepcional tienes que arriesgar”.

Hace unos días, Laura Fitera casó a su hija Blanca y siguiendo su máxima lo hizo arriesgando. Desafió a la cansina tendencia al minimalismo y a los estereotipos dogmáticos que rigen en las bodas. Llenó la Iglesia del Carmen de terciopelos y brocados rojos y antiguas pasamanerías doradas, junto con escarapelas y centros florales realizados con espigas doradas y olivo. Una alfombra roja rodeada de murta evocaba la procesión del Corpus, creando a su vez un ambiente digno del Gatopardo de Visconti.

El modisto Juan Andrés Mompó diseñó el vestido de la novia, de estilo princesa y líneas Balenciaga en raso de seda natural, rematado por una cola de tres metros y medio, ¡sin medias tintas! El ramo, con 25 rosas rojas, espigas doradas y multitud de violetas, y la decoración floral fueron de su tía Yolanda Fitera.

Blanca, otra tía de la novia, artista y también enamorada del riesgo, le hizo una corona espectacular cuya pieza central era una reliquia de San Martín de Hoyos. También confeccionó el gran broche que sujetaba la cola, realizado con antiguas planchas metálicas del Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen de la Caridad del Cobre. Y en los zapatos de la novia, bordó la leyenda "Lamour duré sans fin". Blanca Fitera llevó un traje de Carven azul noche, adornado con uno de sus broches en tonos rubí.

La entrada se realizó en forma de cortejo, el del novio con su madre Antonia Serna, vestida de rojo con la tradicional teja y mantilla; y el de la novia, que entró del brazo de su padrino, el anestesiólogo Miguel Ágreda, precedida de sus primos, sus tíos, su hermana Cayetana de dama de honor, con un vestido en verde de Juan Vidal, y Laura Fitera del brazo del padre del novio, Luis Blanquer.

La música de la ceremonia fue un concierto de la orquesta de cámara Ciudad de Valencia, con piezas de Haendel, Wagner, Schubert y Luluy. La sorpresa vino de la mano del cantante Francisco, que cantó el Ave María de Schubert y el Nessun Dorma de Puccini.

La cena se celebró en la Vallesa de Mandor, decorada tan espectacular como la iglesia. Entre los invitados, Enrique Senís, Teresa Bas y Juan Viña, Javier Calvo, Matilde Conesa, María José Navarro, María José y Juan Antonio Murgui, El matrimonio Díaz Cisneros, Eloy Durá y Mamen Rivas, Ángeles Fayos, Mayrén Beneyto, Marisa Marín, Miguel Fitera y señora, el cantante Francisco, con su mujer Paca y su hija María, Juan Carlos Ramón e Inma Sobrino, Emi García-Cueco, Paula Escrivá, Mari Carmen y Mari Amparo Senent, Ramón Pascual Maiques, tío de la novia, y sus hijos Borja y Ramón Pascual, Carmelo Modú, secretario de estado de Guinea Ecuatorial, y señora, la familia Montesinos-Berry, Rafa Rodríguez y Sara Sáez, periodistas de El Mundo y Yo Dona, Catita Puchol y su hija Rocío, Nidita Guerrero, Elvira Catalá, Elvira Selva, Manuel Picazo, Emilio Moreno.

Vamos, que las Fitera montaron para una de sus hijas una boda que rompió con todos los cánones minimalistas con los que nos bombardean las revistas de estilismo e interiorismo. Innovaron, arriesgaron y triunfaron.

miércoles, 20 de marzo de 2013

¡Snif, snif, nadie nos quiere!

¿Qué hemos hecho para merecer esto?, perdemos las cajas, perdemos el banco, estamos a punto de perder el Valencia, se olvidan del agua, nos dan un cambiazo trilero con el Corredor Mediterráneo y antes de ayer, justo cuando nos estábamos haciendo los preparativos para olvidar nuestras penas durante cuatro días, nos envían a los inspectores de Hacienda para recordarnos que nos vigilan. ¡Snif, snif!, a mi me da que no nos quieren.


¿Irán los hombres de Montoro a pedir las facturas a las casetas de la Feria de Sevilla?, ¿tendrán lo que hay que tener para plantarse el Barcelona el día de Sant Jordi y pedírselas a las collas de castellers?...

El tiempo lo dirá. Por lo pronto deberíamos ir haciendo algo para recuperar el cariño perdido. Se me ocurre que la Junta Central Fallera podría invitar mañana a Montoro a desfilar en la Ofrenda y para que no se sienta solo podría acompañarle alguna de las chicas influyentes en el Gobierno de Madrid. Es más que vengan las dos: Soraya y María Dolores y que se piquen entre ellas a ver quién desfila con más garbo.

A mi da que a la manchega le favorecerá más el vestido que a su eterno rival femenino, pero ¿quién sabe?; Soraya es muy capaz de sorprendernos a todos. Lo que no me perdería por nada del mundo es ver a Montoro vestigo de saraguey entrando en la plaza, bajo la mirada inquisidora del público asistente, mientras él calcula a ojo de buen cubero el número de ramos de flores que hay en el mantón de la Virgen y les aplica el correspondiente 21 por ciento de IVA, y sonríe mientras piensa: "¡Uff!, aquí hay una pasta, que vengan mañana los inspectores y que no dejen de contar ni una flor, quiero hasta el último céntimo. ¡Je, je!, de esta no os escapáis".

Luego que se vayan al castillo y ahí sí que quiero ver yo a las dos mandamases juntas: Soraya y Lola mano a mano en la terraza del Alameda Palace, bajo la escudriñadora mirada de los asistentes. Las dos reivindicando el protagonismo que merecen con su mera presencia. ¿Quién será la primera en ponerle la zancadilla a la otra?, ¿cuál de las dos desparramará disimuladamente la salsa de su plato sobre el vestido de la otra?, ¿quién pegará el codazo más fuerte en los riñones de adversaria para conseguir mejor sitio en la primera fila? Y mientras tanto Montoro sacando cuentas: tantos petardos a tantos euros el petardo, tanto de IVA, ¡je, je!, "Rita, quiero las facturas de cada gramo de pólvora y cada centímetro de mecha. Mañana mismo te mando a mis chicos".

Y el martes la cremá. A Montoro podría darle un mal viendo arder las fallas: ¡Altoooo!, no hagáis eso, ¿os habéis vuelto locos?, ¡vais a destruir las pruebas!, necesito saber cuántos kilos de cartón hay en cada falla, porque cada kilo vale una pasta y quiero el veintiuno por ciento de todo..¡altoooo!, no hagáis nada hasta que mis chicos lo hayan pesado todo. ¡¡¡Ritaaaaa, te ordeno que detengas esta insensatez!!!!

Mientras las otras dos, en el balcón sonriendo al público pero sin perderse de vista la una a la otra: ¡Ja, si te crees que te vas a poner tú más cerca de la Fallera Mayor que yo, vas lista, antes muerta. Ese es mi sitio guapa, que yo mando más que tú!

Luego, cuando por fin suene el himno, les cantaremos todos con fuerza emotiva aquello de "Per ofrenar noves glories a Espnya", quizás entonces se sientan un poco culpables y decidan querernos un poco.

lunes, 11 de marzo de 2013

Mascletà y paella para olvidar las penas


La burguesía tradicional valenciana no vive sus mejores momentos. Lo del Banco de Valencia ha sido un misil en la línea de flotación de sus finanzas. Pero bueno, ahora estamos en fallas, toca desconectar y eso es lo que hicieron buena parte de las mujeres de la alta sociedad valenciana el martes a la hora de la mascletá el martes pasado.

Buena parte de los apellidos bien de Valencia tenían repartidos sus ahorros en tres cestos: los campos de naranjas, los pisos en el centro de Valencia y, ¡tachán!... las acciones del Banco de Valencia. Durante décadas su estrategia financiera consistía en vivir de lo que honradamente ganaban con su trabajo (médicos, abogados, arquitectos…), sabiendo que cada año llegaría un pellizco, más o menos grande, con la venta de las naranjas. Con lo que se sacaba de la cosecha se renovaba lo que hubiese que renovarse: el coche, la reforma de la casa, el piso para los hijos, la boda de la niña… Y buena parte de lo que sobraba de todo eso se invertía, año tras año, en acciones del Banco de Valencia. Ahora el panorama es el que es: los campos cada vez valen menos, los pisos no hay quien los coloque y las acciones del Banco han acabado donde acabarán las fallas dentro de diez días. Así es que el desastre ha sido mayúsculo para las arcas de los apellidos que habitan el ensanche y el centro de Valencia.
Lo que parecía inamovible se ha movido, lo que parecía un paradigma de la seguridad financiera ha acabado esfumándose. Por eso se dice que ahora el dinero ya no está en la calle de las Barcas sino en los polígonos industriales, donde algún que otro hábil empresario mantiene una empresa rentable.
Con ese panorama llegan las fallas de 2013, que este año más que nunca podrían materializar la simbología de quemar el pasado y empezar de nuevo con la vista puesta en el próximo año. Y las fallas para buena parte de las mujeres de la alta sociedad valenciana, afectada o no por el maremoto financiero, empezaron el martes pasado en el Ateneo de Valencia. Allí fueron, a ver la mascletá y comer, más de trescientas mujeres titulares de los apellidos valencianos más conspicuos, convocadas por María José Albert con la noble excusa de echar una mano a la Fundación Valenciana para la Neurorehabilitación –Fuvane-.
La lista de la distribución de las mesas ya evidenciaba el poderío reunido y al entrar al salón,  os lo podéis imaginar: trescientas cuarenta mujeres juntas, sin más hombres que los camareros y los tunos que amenizaban la fiesta. Mujeres de toda edad y cuna: altas, bajas, mayores, jóvenes, solteras, viudas, casadas, separadas, aspirantes a estarlo (casadas, digo, que no separadas, aunque también).
María José Albert pensaba que la convocatoria tendría éxito pero no tanto, ¡trescientas cuarenta mujeres! Junto a María José Albert, las autoras de la proeza son Susana Perez-Manglano, Mayayo Gómez -Lechón, Amparo Moreno, Pilar Pons, Santi Aguilar, Begoña Ciscar y Beli Botella. La capacidad de convocatoria de estas mujeres no tiene rival, seguro que más de una empresa las fichaba para el departamento de marketing.
A la comida fueron Cuchita Lluch, Paloma y Cristina Serratosa, Mª José Solaz, Marta y Susana Pérez-Manglano, Beatriz Pechuán, Marisa Martínez-Medina, Irina Manglano, Rocío Andrés, Esther Barrera, Margarita e Isabel Gómez-Ferrer, Carmen de Rosa, la hermana de Fernando de Rosa y futura presidenta del Ateneo.
Mujeres de poderío, como Amparo Lacomba, que ayer noche recibió un premio de la Plataforma de Mujeres Empresarias de Alicante, y Rosa Morera, que la semana pasada invitó en Max Mara a sesiones de maquillaje de la firma Mac. Verónica, la maquilladora, es una artista y te deja la cara como la de una quinceañera, luminosa y sin que parezca que vayas maquillada.
A la cita en el Ateneo acudió también la mujer de Juan Roig, Hortensia Herrero, Elena Bordills, Amparo Picó, Fina Valera, las hermanas Cañamás, Ana Colomer, Amalia de Gregorio, Belén Corell, Mª Ángeles Fayos, del teatro Olympia, la encantadora María José Navarro y también las hermanas Fitera, Blanca y Laura, que ayer casó a su hija por todo lo alto.
Al acabar la comida, Mª José Albert dio las gracias y dijo que con el apoyo de todas habían desbordado todas las expectativas, y dio las gracias por ayudar a una función que trabaja para que la vida de los niños y de sus padres sea un poco más fácil.

martes, 5 de marzo de 2013

Timba de póker para chicas

El Casino Cirsa ha montado para el miércoles por la noche una timba de póker femenino. Puede que sea divertido pero la verdad yo lo veo como muy de tíos, no sé; piensas en póker y lo que te viene a la cabeza es habitación cerrada, poca luz, mucho humo, whisky y hombres, muchos hombres. En todo caso alguna que otra chica con cara y ropa de llanero solitario. Pero nunca te imaginas a un grupo de nosotras, hipermegamonas de la muerte, con nuestra última falda de Gucci y las uñas recién arregladas diciendo con cara seria: “Voy”, y la otra que le suelta: “veo los tuyos y cincuenta más”. Mientras tanto, el resto de la mesa, seria y en silencio pendiente sólo de lo que ocurre sobre el tapete. Vamos, esto último ni de coña, ya me veo a toda la mesa gritando, riéndose y haciendo cábalas de lo que lleva cada una:

- Esa lleva un trío.

- Qué trío, pero ¿qué es un trío?

- ¿Es más que full?

- Que no hija, que el full va detrás del póker.

- Qué dices, primero full luego póker.

- Que no, que yo tuve un novio sueco que jugaba mucho y me acuerdo

Y ale, a llamar al marido de alguna para que aclare la situación.

En fin, ya veremos cómo queda. A lo mejor funciona y para cuando nos quedemos viudas en vez de quedar para jugar a la brisca y beber mistela, nos jugamos los ahorros de nuestro Pepe al póker entre chupitos de bourbon.

El día antes, martes, habrá otro planazo femenino: comida de mujeres para ver la mascletá en el Ateneo. Lo que se recaude será para la fundación Fuvane, que ayuda a niños con parálisis cerebral y ya se han apuntado trescientas cuarenta. El viernes día de la mujer y también se han montado varios saraos, entre ellos uno en el Museo de la Ciudad. Será una exaltación del poder femenino: la cantante de ópera, Carmen Bou, descenderá del techo cantando con un vestido diseñado ex proceso por Francis Montesinos y una “joya poema” de Vicente Gracia.

Vamos, que tenemos una semana de lo más femenina. Para que luego digan de nosotras que sólo sabemos hacer planes para salir de compras. Que dicho sea de paso, no tiene nada de malo. Tanto es así, que una empresa ha creado una ruta de compras para turistas. La idea no es nueva, porque se hace en otras ciudades y en Valencia ya llevan dos años haciéndolo con grupos pequeños. La novedad es que esa empresa ha llegado a un acuerdo con El Corte Inglés y la ruta se va a hacer todos los viernes. El que se quiera apuntar pagará dieciocho euros, les llevarán por las calles más comerciales de Valencia y les enseñarán también el comercio tradicional, productos de artesanía, diseñadores valencianos como Marta de Diego y Francis Montesinos, y también franquicias españolas como Bimba y Lola.

Dice María Cosín, que trabaja en esto desde hace años, que los mejores clientes son los rusos, que no paran de comprar: vamos algo así como los españoles de haces ocho años, que llegábamos a Nueva York y cargábamos media ciudad. Además, a los rusos le chifla la estética recargada valenciana, vamos un chollo de clientes. Los japoneses y los chinos buscan mucho las marcas como Loewe (la semana pasada presentó su nueva colección a medida en el Hotel Caro); y los alemanes e ingleses son los más comedidos, les gusta Custo y los zapatos pero antes de sacar un duro se lo piensas siete veces; ¿será que la influencia de Merkel ha calado más de lo que parecía? Yo la verdad es que esa mujer sería la última compañera que elegiría para salir de compras, uff, con ese look tan luterano y austero, seguro que todo lo ve caro y te acaba convenciendo de que es pecaminoso gastarse más de veinte euros en un bolso.