martes, 17 de marzo de 2015

Valencianía fallera

El carácter valenciano es extrovertido. Nos gusta hacernos notar, que nos vean, que se sepa que estamos aquí. Quizás por eso nos pierde la estética recargada, que se sustancia en el dicho: “Quan més sucre, més dolç”. Y es que nos chiflan los excesos, tanto que a veces perdemos la noción de la medida y nos pasamos de escandalosos. Todo eso sin olvidar que somos mediterráneos y por tanto pasionales, no sabemos ocultar nuestras emociones, así es que lloramos y reímos cuando nos lo pide el cuerpo. Todo eso se consuma en la figura de la Fallera Mayor de Valencia viendo la mascletà en el balcón del Ayuntamiento. Allí está ella, imposible pasar desapercibida con su vestido y sus peinetas. Abajo el bullicio, junto a ella decenas de personas apretujadas, de fondo la recargada fachada del Consistorio, arriba el sol que impregna todo de luz mediterránea. Y suenan los petardos, el ruido va in crescendo: más, más, todavía más y al final, purrubun, pun, pun, patapun. Eso es Valencia. La gente se emociona, aplaude, silba, grita y desalojan la plaza sembrando el caos en las calles. Y ahora, bonita, puedes hacer dos cosas: te integras o te largas, tú verás. Lo que no sirve de nada es quedarse aquí en plan aguafiestas, cenizo, quejándote del tráfico, los petardos, las verbenas, las calles cortadas y el olor a fritanga de los buñuelos. Si en tu ADN se ha colado un gen vikingo o suizo, tienes un problema y lo mejor es que lo asumas y pongas pies en polvorosa hasta el viernes que viene. Pero no olvidemos nunca, chicas, que nosotras somos hijas de nuestro tiempo. Somos mujeres hiper-mega-súper-guays y sabemos combinar el folklore con la alta cultura. No como nuestros maridos, que todo lo reducen al fútbol, la cerveza y los colegas. Nosotras sentimos la imperiosa necesidad de cultivar nuestro intelecto, de alimentarlo con el conocimiento y la expresión artística. Para satisfacer esa necesidad, este año tenemos dos exposiciones falleras y un libro. Una en el Ayuntamiento, “Falles de cartó”, con fotografías históricas de monumentos y falleras de hace un siglo, algunas tan curiosas como una fallera mayor de los años treinta con traje de gala porque en aquellos años no vestían de fallera.
Y otra en el hotel Westin, una exposición de vestidos de fallera de José Alabadí (Art Antic) y de Carmen Asins e hijas (Les Barraques) que dan ganas de tomarlos prestados para la ofrenda. El libro lleva por título, como no podría ser de otra forma, “Falleras mayores de Valencia” y es un repaso por los reinados de las falleras mayores desde 1931 hasta 2015. El autor, Julio Tormo, estuvo acompañado en la presentación por Mayrén Beneyto, la fallera mayor de Valencia, Estefanía López, y toda su Corte de Honor.
Mayrén también fue la anfitriona de la exposición “Dueñas del arte”, una muestra muy femenina que se podrá visitar hasta el 3 de mayo en las Atarazanas. La inauguración estuvo más concurrida que un desfile de Prada. Junto a las galeristas y artistas (todo chicas) Amparo Agrait e Inma Femenía, Ana y Jaime Sanahuja con la fotógrafa Mayte Piera, Ana Serratosa con los artistas alemanes Julia Venske y Gregor Spänle, o la presidenta de la asociación de galeristas Olga Adelantado, estuvieron ilustres representantes del género masculino como Carlos Pascual, Vicente Colom, el crítico gastronómico Alfredo Argilés y los médicos Juan Viña, José Miguel Laínez y Juan Antonio Murgui. A la cita no faltó Hortensia Herrero, con su hija Juana Roig, Mayrén Girona, Teresa Bas, Marieta Monfort, Lola García Fuster, Dulce Estrela, Patricia Montoro con su marido, Manuel Peris, la redactora jefa de moda de Telva, Maite Sebastiá, los diseñadores de Siemprevivas Adrián Salvador y Lucas Zaragosí, el poeta Jaime Siles y su esposa, Eli y artistas como Miquel Navarro, Nemesi Canet, Horacio Silva, Mavi Escamilla, Javier Calvo, Sergio Barrera o Nacho Murillo. También estuvo el secretario de los socialistas valencianos Salvador Broseta, Javier García Peiró, Pedro Aracil, Fran Tamarit, Juan Lagardera y Ángela Pla, el urbanista Andrés Castrillo y el presidente de la Fundación Cañada Blanch, Juan López Trigo.

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