lunes, 6 de abril de 2015

Semana Santa cultural

Semana de Pascua, de niños ociosos dando la lata todo el día; de monas y panquemados; de noches de gintonics, de maridos desfaenados que acaban dando más lata que los niños, de recuerdos de la infancia y de algún que otro novio de la juventud. La vida avanza y todo cambia, bueno casi todo, porque ahí está Sálvame de Luxe; hacía tiempo que no lo veía y la otra tarde, mientras planeaba mi semana de desidia, lo sintonicé. ¡Jo pe, qué mayores están Lydia Lozano y Karmele Marchante!, pero hablan exactamente de lo mismo ahora que hace quince años, sólo cambian los nombres, antes eran Rociíto y Maricielo Pájares; ahora Gloria Camila Ortega y Chabelita la de Isabel Pantoja. Es lo mismo que las conversaciones de fútbol de nuestros maridos, de novios hablaban de Koeman y Stoichkov; ahora de Messi y Ronaldo, pero los comentarios son los mismos ahora que entonces. Lo peor del reencuentro con Lydia y Karmele fue que recordé cuando, siendo yo niña, aparecía un famoso en la tele y mi madre decía aquello: “¡qué mayor se ha hecho este chico, con lo mono que era!” Y yo pensaba, pues lo mismo que tú. Moraleja para hundirme las vacaciones: si Lydia está mayor, ¿qué me habrá pasado a mí? La respuesta queda en el aire, mi estado de ánimo en el subsuelo, los panquemados en la despensa cual tentación luciferina y la ropa de verano encerrada en el armario con miedo a salir. Lo bueno de las depresiones prevacacionales que duran menos que unos zapatos de Prada al setenta por cien en un escaparate de la calle Colón. Pronto te das cuenta de que estás haciendo el tonto (si fuese política habría dicho la tonta) sentada ahí, maldiciendo tu suerte. Así es que te levantas, le hurtas a la mona de tu hijo la cabeza del lagarto, te preparas un gintonic y te enganchas al whatsapp a ver con quién quedas a cenar. Esta semana Valencia estará a medio gas. Habrá poca o ninguna vida social, porque la gente ha puesto pies en polvorosa y se ha largado a donde ha podido. Pero la ciudad no muere y tiene su punto snob, con aroma de intelectual cultureta, quedarse cuando todo el mundo se va. Siempre puedes decir que tu ciudad nunca deja de sorprenderte y que siempre la miras con ojos de turista. Por ejemplo, que tus amigas están en Javea o en el Pirineo cenando y merendando día sí día también, tú te vas a ver la exposición de los Premios Cañada Blanch, en la Nau, y luego les envías fotos por whatsapp del ganador, y les cuentas que se llama Xisco Mensua y que su obra mezcla imágenes de autores como Blas de Otero, Goytisolo, Boris Pasternak, Jean Marie Straub, Danièle Huillet, Jean Tinguely, Niki de Saint-Phalle, Pier Paolo Pasolini, Wolf Vostell, Nam June Paik, Benjamin Patterson, Andy Warhol, Gilles Deleuze, Félix Guattari…con fotogramas de El Angel Exterminador de Luis Buñuel. Ellas, medio piripis, se partirán de risa, pero tú te sentirás menos paria y creerás que tu vida tiene más sentido después de haber visto la exposición.
Y luego les envías otra foto de la pintura que presentó a concurso  Quique Marzal, que es un encanto de artista que pinta personajes que recuerdan mucho a los de Tim Burton, de esos que dan un poco de pena porque parecen incomprendidos, desvalidos y rodeados de un mundo hostil.
Y para terminar de ponerles los dientes largos, les cuentas que también has pasado por el Ateneo Mercantil para ver la exposición de costura del Gremio de Sastres y Modistas y que es un pasada porque hay vestidos de fiesta de Juan Andrés Mompó, Theo Garrido, Luis Rocamora, Badenes Vera, Cristina Mañes, Fran Tochena y L’Agulla d’Or. Y hasta les puedes dar la primicia de que el Premio Aguja Brillante de este año se lo llevará Enrique Lodares y que aunque no se anunciará hasta la semana que viene tú ya lo sabes porque estás muy al día de lo que pasa en la ciudad, no como otras que la abandonan en cuanto pueden.