lunes, 22 de junio de 2015

Revolución plástica

Las hijas del postfranquismo hemos sido innovadoras en muchas cosas: en salir de casa más allá de las diez de la noche, viajar con el novio como si tal cosa, vivir en el pecado, hacer que el marido friegue los platos… De entre nuestras muchas innovaciones y aportaciones a la historia de la humanidad, una de ellas es la aceptación de la cirugía estética como una rutina más de belleza. Nuestras madres se las apañaban con un motón de potingues para la cara, las permanentes caseras aquellas que se hacían con los rulos por la noche, y con la peluquería. La manicura era un símbolo de esnobismo y la pedicura nadie sabía lo que era. Por aquél entonces, la cirugía estética era cosa de cuatro famosas que salían en la tele; nuestras madres, para no morir de envidia, las consideraban una excéntricas cuando no algo peor. Ellas, como mucho, llegaron a hacerse algún estiramiento facial, pero a casi ninguna se le pasó por la cabeza arreglarse el pecho, aumentar el volumen de los labios o pegarle un tajo a los párpados caídos para devolver el esplendor a su insinuante mirada femenina. Ahora intercambiamos nombres de cirujanos como antaño lo hacían de peluqueros, pero a mediados de los noventa el único nombre que sonaba en Valencia era el del Doctor Mira, que lleva cuarenta años ejerciendo la cirugía plástica y ha tratado más de quince mil casos. Los hombres, que para estas cosas tienen la misma sutileza que un puerco espín, decían de él que tenía el récord de tocar tetas y acompañaban esta gracia de fuertes carcajadas y de algún otro comentario que merecía echarles por encima el café con leche que te estabas tomando.
Pues bien, el Doctor Mira sigue ahí, innovando. Lo último es la colección de cremas que ha lanzado y que presentó esta semana en VM The Shop, la tienda de Verónica Montijano y el gallego valencianizado José Luis Vilanova. En la presentación, animada con vino Novavila, estuvo Juan Antonio Mira con sus hijos Pilar y Juan; los diseñadores de Siemprevivas Lucas Zaragosí y Adrián Salvador, Amparo Morte de Lacomba, Mairén Beneyto, Isabel Bermejo, Arantxa Sánchez Arrieta, Belén Corell, Sofía Cabrera, Pilar Vidal, María Cosín, Carmen Sorlí, Rocío Bacharach, Elvira Selva, Pilar Lucas, Ana Jaraba. También estuvo la interiorista Susana Lozano y Silvia Escolá, de la tienda de decoración Ampasi, que acudió con su cuñada la galerista Ana Serratosa, la joyera Salomé Corell, Carmen Martínez, Enrique Delamo, Maria José Gimeno o Alicia Arocha. Entre los chicos, pocos, Joseca Arnau, Yeray de Benito, el siempre elegante Antonio Puebla, Pepe Giménez, Vicente Jaraba o Jorge Casanueva.
Junto a las cremas del doctor Mira, Verónica Montijano presentó la nueva colección de ropa de Siemprevivas, las joyas barrocas de la sevillana Rocío Porres y los bolsos Alilovesyou, hechos con pieles de lujo texturadas y troqueladas en colores vivos con piedras semipreciosas y unos herrajes marca de la casa.
Desde luego, somos la generación más refinada, elegante, preparada, exquisita e innovadora de la historia de la humanidad; ahí queda eso, ¡la que venga detrás que arree! Para muestra, la taberna ultramarinos “El Parterre” que acaba de abrir en la plaza Alfonso el Magnánimo. Es un espacio pequeño, coquetón, decorado con alacenas antiguas, donde puedes hacer un alto en tu tarde de compras para tomar una copa de vino y una de las tapas y montaditos de la casa: erizo con boquerones, mejillones con caviar, paté con setas, habitas con bacalao y unos quesos de morirse (espectacular el pecorino sardo de trufa).
La taberna la ha montado Toni Palau, el dueño de la tienda de ropa Zoe de la calle la Nave. “Pasaba todos los días por aquí, vi que se alquilaba y como me gusta mucho la buena comida me lance a abrirla”. En El Parterre venden además productos gourmet para llevar, como las latas de José Peña y los espárragos de Navarra, que no hay quien los encuentre en ningún sitio.

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