domingo, 26 de abril de 2015

Astenia primaveral

Los primeros calores primaverales provocan astenia: esa sensación de cansancio y de apatía que te empuja a tumbarte en la cama y pasarte un par de horas mirando al techo. A la mente te vienen las letras de viejas canciones, aquellas con las que te deleitabas a los quince años pensando en el chico de tu vida. Llegas del trabajado, la cena por hacer, los niños peleando, tu marido protestando por cualquier cosa y tú allí, tirada en la cama canturreando canciones de Los Panchos: “(…) Cuando calienta el sol allí en la playa, siento tu cuerpo vibrar cerca de mí…” Sabes que vas tenerte que levantar, pero dejas pasar otro rato, y otro más: “(…) Espera un poco, un poquito más para llevarte mi felicidad…” 
Entonces vibra el móvil, ha llegado un WhatsApp. Haciendo un acopio titánico de fuerzas te giras, levantas el brazo, coges el móvil, aprietas un botón y ves el mensaje. Allí está ella, la todopoderosa Vicepresidenta del Gobierno bailando sevillanas en la Feria de Sevilla. ¡Dios mío, qué vitalidad, con la de cosas que tendrá que hacer ella mañana y mírala, ahí está taconeando el suelo como si no hubiese hecho otra cosa en toda su vida! Mandas tu astenia a tomar viento: si ella puede, tú puedes. Te levantas y te pones en marcha, de camino piensas: ¡Jo pe, estos políticos todavía sirven para algo, fíjate me ha quitado la astenia de un plumazo!
La vida social valenciana ha pasado también su semana de astenia. Aquí no hay Feria, aunque más de un restaurante monta saraos andaluces para animar el cotarro. El Astoria organizó el jueves un afterwork de lo más colorido con farolillos de feria, rebujitos y la retahíla de tapas andaluzas: calamares, chopitos, tortitas de camarón… Su director, Joan Solvevilla, catalán él, regaló rosas por San Jordi, matando dos pájaros de un tiro. No fue el único sarao de la semana.
El mismo día, el Club Moddos celebró una fiesta en el Ateneo Mercantil sin más motivo que la primavera y San Jordi. Hubo catering de El Alto, jamoncito del bueno, vinos de Javier Monedero y hasta trufas Martínez. Ivan Martínez Colomer y su mujer Ana García, Josep Lozano y Lluís Nadal ejercieron de anfitriones con muchos de los invitados-socios del club, entre ellos Patricia Montoro y Manolo Peris, Mª Dolores Enguix y Marcelo Soto, la doctora Luz Aguiló y Elena Gandía, Lila Albanozzo, Encarna Roig, el Doctor Rahhal y Amparo Ortuño, Guillermo Martorell y Mamen Puchades, Juan Romero y Carmina Turel, Irene Caña, Susana Gómez, Alberto Collado, Ángela Bayona y Juan Fernández Teruel, Almudena Lafuente, Fernando Valle, Carolina Murcia, David Cantó y Lola Ruiz, Alfredo Esteve, Aurora Reig, Andrés Ballesteros y Ronan Risselin, Teresa Martínez, Enrique Ballesteros y Marcial Ródenas, Fermín García de Blas, José Ramón Conejos, Joan Soldevila, Esther Hervás y Begoña Povo, Antonio y Pablo Jordá, Mónica Duart y Álvaro Mocholí, Jesús Alfonso, Fernando Aliño, Reme Hidalgo y Santiago Guillén, David y Pablo Escolá, el pintor Jarr, Ana Ramírez, Manuel Navarro, Miguel de Vicente, Iñaki Verschraege, Jorge Alcocer, Tano Vedrí, el Doctor Murgui, Julia Pérez-Broseta y Constantino Martínez.
Pues eso chicas, a salir de casa y a bailar tal que si fuéramos Soraya, que como dice Emilio Duró, el noventa y nueve por ciento de las cosas que nos preocupan en la vida no han pasado nunca ni tampoco pasarán. Para empezar, nada como un par de cervezas y una tapita para levantar el ánimo. Del 23 de abril al 3 de mayo, veinte restaurantes de Valencia han montado con cerveza Turia unos menús de tapitas de lo más apañados por dieciocho euros y otros cincuenta se han apuntado a la ruta del “tardeo”, copa y una cerveza por 2,5 euros y copas a cinco euros. Habrá que ir porque ya se sabe: “(…) Si tú me dices ven, lo dejo todo.”

martes, 21 de abril de 2015

Mayo vuelve a sonreir

La salud económica de un país podría calibrarse por el boato que se le da a los banquetes de la Primera Comunión. Cuando las cosas van viento popa, verbigracia los años en los que las tarjetas de crédito rezumaban por las costuras de nuestros bolsos, las comuniones rivalizaban con las bodas: menús de sesenta o setenta euros y varias docenas de invitados. Ibas andando por la calle y en cuanto te descuidabas, te cruzabas con una amiga que no veías desde que tenías novio y ¡pataplán!, te invitaba a la Comunión de su hijo. Por supuesto, se celebraba en último hotel de lujo que se había inaugurado para dar cobijo a los dueños de los megayates que se esperaban para la Copa América. Y allá que te ibas tú, a consultar el saldo de cada una de tus tropocientas tarjetas, a ver si rascando un poco de cada una, equipabas a la familia para el evento.
De ahí pasamos a la celebración familiar: poquita cosa, una paella y poco más, que el niño no crea que el dinero llueve del cielo. Te enterabas de que el hijo de tu mejor amiga había tomado la Comunión quince días después: “(…) Hicimos una cosa muy para los de casa porque no nos apetecía todo el rollo ese del hotel”. Y tú asentías con la cabeza y pensabas, ¡uff!, de la que me he librado; si ésta me llega a invitar, me quedo sin peluquería tres meses.
Ahora estamos en un término medio: menús aseados y una lista de invitados muy ajustada. Vamos, lo de toda la vida, lo que nos hicieron a nosotras allá por los años setenta y ochenta.
Lo que no ha cambiado prácticamente nada es el equipamiento familiar: traje de comunión para los niños, vestido de cóctel para la mamá, el papá se pone el mismo traje azul marino de la comunión del mayor y los niños cada uno de un estilo, que ya no se lleva que vayan perfectamente conjuntados.
De moda infantil sabe un rato José Vivó, que acaba de trasladar su tienda de niños Cristina al número 11 de la calle Sorní. La tienda es una monada, con ladrillo cara vista, enormes escaparates de cristal y un montón de luz natural. Jose fue de los primeros que trajo a Valencia firmas que rompían con la tradición de vestir a los bebés de azul y rosa pastel o llenar a las niñas de flores Liberty. En Cristina hay camisetas roqueras, vestidos hippies y pantalones surferos, mochilas de piel con flecos y firmas tan chulas como Stella McCartney Kids, Finder in the nose, Maison Scotch o Bellerose, que arrasa en Centroeuropa. Además, el propio Jose diseña una colección de ropa de ceremonia que huye del típico vestido de comunión pero sin llegar a romper con la tradición. Que vayan monas pero sin excesos.

La que más y la que menos, este mes tiene alguna comunión o boda y eso los diseñadores lo saben. Bárbara Torrijos organizó el viernes un desfile en el Mercado de Colón con toda su colección de primavera: vestidos de cóctel, faldas lápiz, pantalones palazzo de gasa (de esos que parecen faldas pero son pantalón), estampados y color, mucho color.
Las joyas del desfile, de Argimiro Aguilar, fueron piezas muy veraniegas en plata con piedras swarovski moradas, rosas y azules. Esta temporada hay que huir de los grises, chicas. Para muestra, el último escaparate de Lourdes López en Patos: dos vestidos de Azzedine Alaia, uno verde y otro rojo, combinados con bolsos en contraste rojo y verde, ¡una pasada!


Para escaparates, los que montaba Enrique Lodares cuando tenía la tienda en Marqués de Dos Aguas. Lástima que ya no podamos ver sus vestidos de cóctel, aunque sus clientas lo siguen fielmente en el taller de la calle La Paz. Esta semana recibió el premio Aguja Brillante del Gremio de Sastres y Modistas con una cena de gala en el Ateneo Mercantil. Allí estuvo su presidenta, Carmen de Rosa, el presidente de los sastres y modistas, Fran Tochena, y mucha gente del gremio felicitándole.

lunes, 13 de abril de 2015

El diablo sabe a brócoli

Isabel Preysler ha desvelado esta semana el secreto de la eterna juventud. La musa del glamour apareció en El Hormiguero tan joven y espléndida como hace cuarenta años. Allí estaba, con edad para ser la madre de Pablo Motos, pero a juzgar por su aspecto bien podría ser su novia. ¿Qué extraño pacto habrá hecho esta mujer con el Diablo o con quién demonios sea, para mantenerse así? Con los ojos fijos en la pantalla, a una le daba miedo levantarse, no fuese a ser que su rostro no se reflejase en cualquier espejo y le diese un síncope.
Hasta que de pronto, la filipina da su receta de la eterna juventud: todos los días desayuna un batido con brócoli, pimiento verde, col rizada, espinacas, manzana, calabacín y zumo de lima. O sea, que no hay pacto con el diablo, lo que hay es batido de brócoli en ayunas. ¡Jope!, a eso puedo apuntarme. A la mañana siguiente, te plantas delante la nevera y buscas el brócoli, la col rizada, las espinacas y demás.
Conforme lo vas preparando, vas pensando en lo que te apetece un café con leche, pero en un alarde de fuerza sigues adelante. Ya lo tienes, te sientas en la mesa frente al batido. La cafetera sigue mirándote y preguntándote qué estás haciendo. Le pegas un sorbo, ¡Dios mío, ¿qué es esto?! Vuelves a hacer acopio de fuerzas y pegas otro sorbo. Esto no puede ser bueno, en realidad, esta es la respuesta al pacto con el diablo, es él quien está dentro de tu vaso: ¡este batido sabe a demonios!
Habrá que pensar si no estamos llevando demasiado lejos esto del cuidado del cuerpo. Cada día nos dan una receta nueva: la de Doña Letizia y el Omega 3, la alcalina, la macrobiótica… Y ahora la última, la alcalina, que también la sigue Isabel Presley desde que estuvo en Sha Wellness. Los defensores de este tipo de dietas dicen que el azúcar es uno de nuestros peores enemigos y encima nos lo metemos en vena: si en los años 50, cada uno tomaba una media de dos kilos al año, ahora tomamos hasta 72 kilos, ¡a ver quién es la guapa que se pide un cupcake para merendar!
Atiborrarse de chuches no está de moda, chicas. Ahora hay que cuidarse. Hasta los hoteles glamurosos están incluyendo en sus menús dietas saludables. El Westin acaba de lanzar un plan llamado “Sprunch”, palabro resultado de la fusión entre spa y brunch, que consiste en una sesión de spa en el Club del hotel y un brunch sanote compuesto por zumos antioxidantes y energizantes y platos preparados con SuperFoodsRx (super alimentos) como el salmón o el mismo brócoli.
Isabel Preysler también ha confesado que para mantener la tersura de su piel toma un montón de suplementos vitamínicos.
Las que quieran apuntarse a la moda de la nutricosmética pueden pasar por la nueva parafarmacia que acaba de abrir en Artes Gráficas. Es el paraíso de las frikis de las pastillas: complejos vitamínicos para mejorar el cutis, el pelo, las uñas, la piel, la circulación, para rejuvenecer... Los productos estrella son las cápsulas Hair Recovery, un complejo de vitaminas, aminoácidos y sustancias antioxidantes para tener una piel y un cabello como Isabel y la fórmula MSM pro-energy, indicado además como tratamiento anti-aging, ¡orgásmico! La parafarmacia está comunicada por con una peluquería que acaba de abrir la clínica de estética Dermiláser y que ofrece los mismos servicios que otras peluquerías, pero con productos de tratamiento dermatológico y un espacio para pacientes tratados con quimioterapia. Bueno, y sin moverte del sitio, después de retocarte las canas, puedes pasar al centro de belleza de América Galán para probar la nueva máquina que rebaja centímetros, mejora el tono muscular, reduce grasa y encima no molesta nada (no como otras que parecen potros de tortura). Se llama Alis (Alphaliposculpture) y este el único centro de Valencia que lo tiene. Aunque seguro que Isabel Preysler ya lo ha probado en Madrid.

lunes, 6 de abril de 2015

Semana Santa cultural

Semana de Pascua, de niños ociosos dando la lata todo el día; de monas y panquemados; de noches de gintonics, de maridos desfaenados que acaban dando más lata que los niños, de recuerdos de la infancia y de algún que otro novio de la juventud. La vida avanza y todo cambia, bueno casi todo, porque ahí está Sálvame de Luxe; hacía tiempo que no lo veía y la otra tarde, mientras planeaba mi semana de desidia, lo sintonicé. ¡Jo pe, qué mayores están Lydia Lozano y Karmele Marchante!, pero hablan exactamente de lo mismo ahora que hace quince años, sólo cambian los nombres, antes eran Rociíto y Maricielo Pájares; ahora Gloria Camila Ortega y Chabelita la de Isabel Pantoja. Es lo mismo que las conversaciones de fútbol de nuestros maridos, de novios hablaban de Koeman y Stoichkov; ahora de Messi y Ronaldo, pero los comentarios son los mismos ahora que entonces. Lo peor del reencuentro con Lydia y Karmele fue que recordé cuando, siendo yo niña, aparecía un famoso en la tele y mi madre decía aquello: “¡qué mayor se ha hecho este chico, con lo mono que era!” Y yo pensaba, pues lo mismo que tú. Moraleja para hundirme las vacaciones: si Lydia está mayor, ¿qué me habrá pasado a mí? La respuesta queda en el aire, mi estado de ánimo en el subsuelo, los panquemados en la despensa cual tentación luciferina y la ropa de verano encerrada en el armario con miedo a salir. Lo bueno de las depresiones prevacacionales que duran menos que unos zapatos de Prada al setenta por cien en un escaparate de la calle Colón. Pronto te das cuenta de que estás haciendo el tonto (si fuese política habría dicho la tonta) sentada ahí, maldiciendo tu suerte. Así es que te levantas, le hurtas a la mona de tu hijo la cabeza del lagarto, te preparas un gintonic y te enganchas al whatsapp a ver con quién quedas a cenar. Esta semana Valencia estará a medio gas. Habrá poca o ninguna vida social, porque la gente ha puesto pies en polvorosa y se ha largado a donde ha podido. Pero la ciudad no muere y tiene su punto snob, con aroma de intelectual cultureta, quedarse cuando todo el mundo se va. Siempre puedes decir que tu ciudad nunca deja de sorprenderte y que siempre la miras con ojos de turista. Por ejemplo, que tus amigas están en Javea o en el Pirineo cenando y merendando día sí día también, tú te vas a ver la exposición de los Premios Cañada Blanch, en la Nau, y luego les envías fotos por whatsapp del ganador, y les cuentas que se llama Xisco Mensua y que su obra mezcla imágenes de autores como Blas de Otero, Goytisolo, Boris Pasternak, Jean Marie Straub, Danièle Huillet, Jean Tinguely, Niki de Saint-Phalle, Pier Paolo Pasolini, Wolf Vostell, Nam June Paik, Benjamin Patterson, Andy Warhol, Gilles Deleuze, Félix Guattari…con fotogramas de El Angel Exterminador de Luis Buñuel. Ellas, medio piripis, se partirán de risa, pero tú te sentirás menos paria y creerás que tu vida tiene más sentido después de haber visto la exposición.
Y luego les envías otra foto de la pintura que presentó a concurso  Quique Marzal, que es un encanto de artista que pinta personajes que recuerdan mucho a los de Tim Burton, de esos que dan un poco de pena porque parecen incomprendidos, desvalidos y rodeados de un mundo hostil.
Y para terminar de ponerles los dientes largos, les cuentas que también has pasado por el Ateneo Mercantil para ver la exposición de costura del Gremio de Sastres y Modistas y que es un pasada porque hay vestidos de fiesta de Juan Andrés Mompó, Theo Garrido, Luis Rocamora, Badenes Vera, Cristina Mañes, Fran Tochena y L’Agulla d’Or. Y hasta les puedes dar la primicia de que el Premio Aguja Brillante de este año se lo llevará Enrique Lodares y que aunque no se anunciará hasta la semana que viene tú ya lo sabes porque estás muy al día de lo que pasa en la ciudad, no como otras que la abandonan en cuanto pueden.