lunes, 27 de julio de 2015

Feria de Julio

Pocas fiestas populares alteran tan poco la vida del pueblo como la Feria de Julio de Valencia. Muy pocos reparan en ella, quizás sólo los aficionados a los toros. Así es que lo único que le faltaba a la pobre es esta fiebre antitaurina que nos ha traído las nuevas tendencias políticas.
En los años dorados del PP, la barrera de la plaza de toros era un punto de encuentro de los políticos y con ellos de buena parte de la sociedad valenciana, que competían a ver quién llevaba el puro más largo, la merienda más gourmet y, en el caso de las mujeres, el vestido más flamenco. Pero los políticos son pelotas, serviles y algo tacaños, por eso en cuanto sus líderes han abandonado la Plaza, ellos han decidido masivamente que hay cosas mejores que rascarse el bolsillo para pagar la entrada de los toros, así es que por allí no aparece ni un aspirante a concejal.
Mónica Oltra podría darle una vuelta a todo esto, si mañana ella decidiese que su vida son los toros, la barrera de la Calle Xàtiva volvería a ser lo que fue y ejércitos de jóvenes promesas de la política correrían a comprar El Cosio para conocer el reglamento del arte taurino. Luego se darían codazos para conseguir un abono en la mejor barrera, desde la que juzgar la faena de Morante de la Puebla. Pero no me veo yo a Mónica enflamencada echándole a Finito de Cordoba un ramo de flores mientras él le ofrece la oreja del toro recién cortada. Total, que a la fiesta nacional le toca ahora cruzar el calvario que en su día atravesaron las chaquetas de pana y los discos de Raimon u Ovidi Montllor.
La única que mantiene visible su afición es Mayrén Beneyto. Ella ha estado allí siempre y sigue estándolo, vayan o no los presidentes, ministros, alcaldes o estrellas del corazón. Eso es afición y lo demás era una pura pantomima.
Yo, que no voy nunca, fui el viernes. Hacía más calor que durmiendo debajo de un plástico, pero no quería perderme a Morante de la Puebla. Toreó fatal, al menos eso decían los entendidos, pero a mí eso me importaba bien poco, él es un mezcla de Carlos Gardel, Oscar Wilde y Manolo el de los Chunguitos. Yo quería verle de cerca y allí que me fui, ojalá Mónica Oltra hubiese estado en la plaza, ver a mis dos ídolos juntos hubiese dado sentido a mi vida entera. No pudo ser, me falló Mónica, pero al menos estuvo Mayrén con su marido Ramón Almazán. No había ningún otro famoso, qué se le va a hacer, son cosas de la política.
La semana ha dado poco más de sí; una exposición de Quique Dacosta en el Muvim, mucho calor y una cena en una barraca de la Albufera organizada por el Club Moddos, Josep Lozano y su inseparable socio Lluis Nadal. La barraca es la misma donde se rodó la serie Cañas y Barro y allí, sobre el mismo césped que pisaron Neleta y el tío Paloma, ahora Fernando Aliño, de El Alto, organiza eventos que quedan espectaculares viendo la puesta del sol sobre la Albufera.
Jopé, si en un marco tan valenciano se pudiese organizar una corrida de toros, a lo mejor arrastrábamos hasta allí a Mónica Oltra y a Morante de la Puebla. Ver a mis dos ídolos allí, mientras el sol se pone entre agua y las cañas de la Albufera, daría sentido no a mi vida, sino a siete vidas que viviera. A la cena de Moddos, con paseíto en barca incluído, fueron Fernando Giner y su majísima mujer, recibidos por Fernando Aliño como buen anfitrión, Luz Aguiló, Alfredo Esteve, Juan Antonio Murgui, Encarna Roig, Amparo Ortuño, el arista Juan Antonio Rodríguez Roca (Jarr), Alina Giorgeta y Julio Rodrigo, el joyero Guillermo Martorell, Jorge Alcocer, Mª Dolores Enguix y Marcelo Soto, Cristina y Julia Pérez-Broseta, Anna de Blas y Fermín García, Amparo Muñoz, Carlos Alapont y Fernanda López, Sandra Abramovici o Sefa Ferrer.

lunes, 20 de julio de 2015

Corrillos de política

La política rara vez ha sido tema de conversación en las fiestas de sociedad, a lo sumo hacías algún comentario para ponerles a caer de un burro y luego seguías con temas mucho más serios: el peinado de Doña Letizia, las rebajas de Chapeau, los beneficios de la electroestimulación para mantener a las piernas en su sitio…
Últimamente eso está cambiando, en los cocteles se habla de política, o mejor dicho se cotillea sobre los políticos. Vas a una fiesta y en los corrillos es habitual hablar de las últimas excentricidades de Rita Barberá, de la web que se ha montado Manuela Carmena, o del pipí que hizo en medio de la calle la directora de comunicación de Ada Colau. Dejo a vuestra elección decidir si esto se debe a que hemos convertido la política en espectáculo, a la irrupción en la escena de las almas podemitas, o a que últimamente hay más mujeres mandando en los asuntos públicos. Ojo, que la que elija esta última opción se la juega a que le llamen machista, retrograda, amargada, beata, carca y vete tú a saber qué más. Hay una cuarta opción: los cócteles atraen más a las almas peperas que a las podemitas, y como aquellas están cabreadas, se desquitan poniendo a caer de un burro a éstas.
Menos mal que encuentras a mujeres como las hermanas Fitera, que siempre te acaban hablando de un nuevo diseñador o te descubren que la fuente de inspiración de Miuccia Prada es Lady Duff Gordon. O Javier Monedero, de Dicoval, que te cuenta que ha estado en el nuevo club de Ferrán y Albert Adriá en Ibiza. Se llama Heart, no tiene teléfono de contacto, sólo se puede reservar en internet, y para acceder a la terraza llena de puestecitos de comida Street food tienes que soltar 80 euros, que no incluyen consumición, sólo te abren las puertas del local. No te cuento si te quieres quedar a cenar, son 150 por persona sin incluir la bebida. Y lo que son las cosas, hay quien está intentando reservar desde hace semanas sin conseguirlo.

De todos estos cotilleos políticos y noticias varias se habló en la última fiesta del verano en Valencia, la que montó el programa de TV Revista de Sociedad que dirige Iñaki Verchraege. Fue en la terraza de Tosca Llar y el dress code sugería ir de blanco y negro. La mayoría de hombres optaron por el blanco, con un total look ibicenco en lino, salvo Joan Soldevilla, con camisa negra. Entre las féminas, hubo de todo: vestidos de cóctel blancos fondo de armario, como el de la decoradora Amelia Delhom; mix de top negro de Armani y falda a topos de Carolina Herrera de Laura Fitera, el vestido de cóctel negro de Ana García-Rivera en contraste con la sonrisa más blanca y perfecta de la fiesta y el blanco roto discreto de María José Navarro, flamante nueva presidenta de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes San Pio V y un encanto de mujer. A la fiesta también acudió el joyero Antonio Romero, María Dolores Enguix con su marido Marcelo Soto, Angela Valero de Palma, Mercedes Fillol con su marido Vicente Pellicer, Amparo Lacomba, la doctora Luz Aguiló, el doctor Juan Antonio Murgui, el estilista Alfredo Esteve, con camisa blanca con pechera; el presidente del Club Moddos, Josep Lozano con Angel Garó, el empresario Vicente Macías, con sus hijo Jorge y Alberto; Rosa Lloret, Ana Joudí, de la Clínica Zahrawi, Carmen Pocoví, la fundadora de cafés Valiente, Celia Valiente, la diseñadora Hortensia Maeso, Mayte Monteagut, Pura Barber y los indumentaristas Alvaro Moliner, Carmen Asins y Margarita Vercher con sus hijos Alicia y Javier.
Bueno chicas, la temporada de verano en Valencia queda definitivamente cerrada hasta septiembre. Cualquier otro año hubiera dicho que la vida social se traslada Xàbia, Denia, El Perelló o el Mareny Blau. Pero este año no estoy tan segura. Quizás haya que buscarla en Morella o en Llíria, que es donde pasa el verano Mónica Oltra.

martes, 14 de julio de 2015

La Cope, el Westin y Mónica Oltra

¡Qué caprichosa es la vida! La semana pasada elucubraba yo aquí sobre la posibilidad de encontrarme a Mónica Oltra en una de esas fiestas, que suelen darse en sitios como la terraza del Westin, y a las que acude lo más principal de la ciudad, ya sabéis, empresarios, familias de renombre, autoridades… Vamos, toda esa gente que hasta ahora estabas acostumbrada a ver departir con los líderes del PP como si llevasen toda la vida comiendo sopas juntos.
Pues mira tú por donde, eso fue exactamente lo que pasó el jueves por la tarde. La Cadena Cope celebraba su entrega anual de premios en la terraza del Westin. Entre los invitados, como no, el flamante nuevo Presidente de la Generalitat, Ximo Puig, acompañado de las más altas autoridades políticas, empresariales, sociales e incluso eclesiásticas. Y allí estaba ella, acaparando, sin quererlo y quizás sin darse cuenta, la atención de casi todos. Vestido color nude de gasa por debajo de la rodilla y zapatos de tacón medio: muy femenina.
Fue discreta y mientras el President se integraba entre la concurrencia, como si no hubiese hecho otra cosa en su vida, ella se quedó en un rincón hablando con un grupo de jóvenes. Yo quería abordarla, necesitaba hablar ella, presentarme, decirle que era mi nueva musa, la fuente de mi inspiración, la verdadera princesa del pueblo y no Belén Esteban. Y ella, con aquellos jovencitos que la tenían rodeada; y yo mirando, y esperando, y una copa de champán y otra, otra y otra más; y aquellos que no la dejaban moverse. Al final, el champán cumplió con su misión: me dio el valor necesario para abrirme paso a codazos y llegar hasta ella. Hablamos durante un par de minutos, tampoco era cuestión de abusar; y como no me mandó a hacer a gárgaras, ahora considero que Mónica y yo somos medio amigas, ¡ja!, me encanta, me encanta y me requeteencanta.
Por lo demás, la tarde de la Cope en el Westin tuvo su punto. Fue como una puesta de largo del nuevo poder político valenciano. Allí estaban los que llegan y los que se van; y ni los unos ni los otros parecían asumir su nuevo papel. Unos porque no se encontraban, otros porque estaban a no ser el centro de los corrillos. Alberto Fabra se fue pronto, María José Catalá y Vicente Betoret estuvieron por allí, pero pasaron casi tan desapercibida como las azafatas. En el otro bando, Enric Morera, Joan Calabuig, Antonio Gaspar y otros muchos que todavía no conozco, entre otros Antonio Montiel, andaban por allí tratando de mimetizarse con el entorno. Yo, como ya me había hecho amiga de Mónica, me fui. Era bien entrada la noche, alí se quedaron el Presidente, Mónica con sus amigos jovencitos, e Isabel Bonig y Juan Carlos Moragues, nuevo Delegado del Gobierno, que fueron los únicos peperos que aguantaron el tipo hasta el final.
Pero bueno, yo de lo que os quería hablar era del cuarenta cumpleaños de Ángela Pla, que lo celebró la semana pasada en la Masía del Carmen, una casa señorial del siglo XVIII de Alejandro Noguera. Ciento cuarenta invitados, ellas de largo y ellos con traje oscuro, catering de Gourmet , música de Copa Ilustrada y decoración de Paloma Tárrega que puso dos larguísimas mesas, una para chicos y otra para chicas, recreando los bailes antiguos.
En la mesa de chicos, Manolo Peris Mendoza, Adolfo Utor, José Enrique Ruiz Domenech, Miquel Navarro, Josep Lozano, Eduard Mira, Manolo Peris Santoja, Alfonso Maldonado, Lucas Soler, Victor Romero, Alfonso Manglano, Pedro Ribelles, Ramón Bandres, Juan Valero de Palma. En la de chicas, Paloma Tarrega, Mayrén Girona, Vicen Fernández, Marisa Gallen, María Antonia Reig, Ana Casanova, Ana Serratosa, Marieta Monfort, Mónica Duart, Sally Corell, Maite Sebastiá, Lucia de Miguel, Elena Meléndez, Emilia Selva, Fátima Zamorano, Tatiana Monsonís, Eva Marcellán, María Muñoz de Prat y Pilina Rodrigo.
Solo se cumplen cuarenta años una vez en la vida. Es una pena que Mónica ya haya pasado los cuarenta. Como somos medio amigas, a lo mejor me habría invitado.

lunes, 6 de julio de 2015

El Westin inaugura el verano

El jueves la terraza del Westin estaba más concurrida que el balcón del ayuntamiento desde que Joan Ribó es alcalde. Allí estaba lo más chic de Valencia, pisando las mismas baldosas por las que ha paseado lo más conspicuo del glamour internacional: George Clooney, Kevin Costner, Bruce Springsteen, Claudia Schiffer o Elle Macpherson.
En el centro de la terraza, una gran escultura que reproduce un enorme osito de gominola. Alrededor, camareros sirviendo exquisiteces como sushi de Komori, saquitos de marisco, ceviche de corvina o mini croquetas de boletus. Todo presentado con ese estilo ya típico de los cocteles elegantes, en los que ya ni siquiera te dan una tapa, sino un bocadito de la tapa; cualquiera de nuestros abuelos hubiese creído que le estaban tomando el pelo. Claro que la gente, por muy elegante que sea, hace tiempo que perdió la vergüenza y aborda al camarero hasta arramblar con la bandeja. En definitiva, lo que popularmente se conoce como un ambiente fino y elegante a la par que discreto.
Entre los asistentes, debía de haber pocos votantes del PSPV, casi ninguno de Compromís, y de Podemos ya ni hablamos. Cuando el PP era el PP y no la sombra de lo que fue, en una de estas fiestas te encontrabas a medio gobierno y siete docenas de aspirantes a ser amigos suyos; iban allí, a hacerse el encontradizo, a ver si con suerte el conseller de turno le daba tres minutos de conversación.
Ahora el cuento ha cambiado, y ardo en deseos de encontrarme con Mónica Oltra en alguno de estas fiestas. Antes o después tendrá que ir, porque seguro que la invitan, y no podrá negarse eternamente.
¡Ay!, me cambiaría por ella sin dudarlo un segundo: allí entraría yo, con mis sandalias planas, mi vestido con un aire hippy, y mi porte rebelde.
Entraría por la puerta, dejándome agasajar por el anfitrión de turno, con más cara de pepero que el mismísimo Aznar; y esculpiría en mis labios esa sonrisa suya contagiosa, que no sabes si se está riendo de ti, porque ha enviado a los tuyos a las mazmorras de la oposición, o es que es simplemente es una mujer feliz.
Todo llegará, quién sabe, a lo mejor entre toda esa gente fina y elegante hay más votantes de Mónica de lo que nos creemos. Bueno, el caso es que el Westin celebró el jueves su ya tradicional fiesta de inauguración de la terraza, que viene a ser al verano, lo que la Cridá a las Fallas, y encima con mucho, pero que mucho, “caloret”.
Entre los invitados, Alejandro Solvay e Iñigo Parra, de APD; Juan Grima, de Cuatrecasas; Ricardo Díaz, de Deloitte; Pedro Novella, de Everis; Carlos Serrano, de Cárnicas Serrano; Enrique Belenguer, de la Fundación ÉTNOR; Andreu Miquel, del IVI, Gonzalo Trénor de Ramafrut o Fidel García-Guzman, del grupo Guzmán. Mucho ejecutivo y empresario y ningún político. Entre las mujeres, mucho estilo, como el de Paula Sánchez de León, monísima con un vestidito lencero de seda, o Verónica Montijano, que estuvo con su madre Ana García, y su marido José Luis Vilanova, que pronto dejará Valencia para pasar los meses de verano en las Rías Baixas, ¡qué envidia!
También estaba Pedro García Mocholí, que descubrió una barra de champagne Perrier Jouët abandonada en medio del jardín a la que hacían menos caso que a Alberto Fabra en una convención de nuevas promesas de la política.
El mismo jueves, los dueños de Lotelito, la cafetería de moda en Valencia, abrían un nuevo restaurante en la Malvarrosa. Se llama Portolito y está decorado en blanco y madera con suelo de barro cocido que le da un toque valenciano que a Carolina Punset (Caroline Punto Siete como la llama Xavi Castillo) le hubiera parecido propio de L’Alquería Blanca. Por allí se dejó ver Teresa Badía, Nati Altarriba, el estilista Rafa Moreno, Carmen Martínez y las periodistas Elvira Graullera, Eva Montesinos, Mariola Cubells e Isabel Goyanes.