lunes, 12 de diciembre de 2016

Espumillones monos

Las etapas de nuestras vidas podrían escribirse según nuestra relación con la decoración navideña de la casa. De niñas, montar el Belén y el árbol eran un acontecimiento importante. Lo vivías con la ilusión propia de la magia navideña. Tus padres hacían el trabajo, pero tú tomabas decisiones: aquí el niño, allí los borreguitos, convencías a tu padre de que el Rey Negro debía ir el primero porque era el que te traía a ti los juguetes… Luego te hiciste mayor y te despreocupaste de todo aquello. Estabas pendiente de otras cosas, pero un buen día entrabas en casa y allí estaban el árbol y el Belén para recordarte que además de amigos y novios tenías una familia. Los años pasaron, llegaron tus hijos y volviste a preocuparte de las guirnaldas, las bolas de colores, la rama de acebo, el buey, el burrito… Revivías tu infancia a través de tus hijos y le pusiste a todo esto más cariño incluso que cuando fuiste niña.
Ahora los niños se han hecho mayores. Tu Pepe está cada día más cascarrabias y pone a esto menos ganas que a acompañarte de compras. Lo único que puedes esperar de él es que se suba al taburete para bajar los espumillones del altillo. El resto es cosa tuya, la casa no se quedará sin ambiente navideño, para eso estás tú ahí. Algún día, más pronto que tarde, todo esto volverá a ser un acontecimiento. Será cuando lleguen tus nietos. Tu Pepe ya no estará entonces para subirse al altillo, pero volverá a montar el Belén y sonreirá cuando vuestro nieto coja a Baltasar y lo ponga el primero de la fila.
Pero dejemos a un lado la nostalgia, olvidemos la fugacidad del tiempo, vivamos el presente, “carpe diem”. Cada uno se ilusiona con lo que puede. Ellos, normalmente, con las cosas del comer y del beber, a veces su primitivismo es de envidiar, les pones una botella de vino y un queso y ya tienen ilusión para un cuarto de hora. A nosotras nos cuesta más, para ir entrando en ambiente necesitamos rodearnos de belleza y delicadeza.
Para empezar hay que decorar bien la casa, no vale sacar el espumillón del todo a cien que duerme año tras año en el altillo. Tienes que ir a un taller como el que ha montado Amelia Delhom en su tienda de la calle Lauria para aprender trucos y consejos para renovar la decoración con lo más chic. A continuación hay que planificar el fondo de armario navideño. Vestiditos de cóctel para Nochebuena y Navidad y modelazo sexy para fin de año. Si alguna se quiere inspirar en brillos y lentejuelas, puede ver la colección de fiesta que presentó Alejandro Resta en un desfile en la feria Fiesta y Boda.
Los diseños de Alejandro Resta son lujo con mayúsculas, por eso encajan tan bien con las joyas y por eso Marfil Joyeros los eligió para presentar su última colección de diamantes y piedras preciosas. Fue en el Mercado de Colón, en el espacio La Cambra de Ricard Camarena. Allí, Begoña y Paloma Marfil expusieron las joyas como si se tratara de pequeñas obras de arte: collares de perlas australianas, brazaletes de brillantes art decó, un impresionante broche de esmeraldas colombianas en forma de camelia o un colgante de estilo rococó de esmaltes y perla fina. Entre los invitados, estuvo Mayrén Beneyto con su nuera Eva Marcellán, Ana García-Rivera, Elena Ravello, Cheli Serra, Patricia Cerveró y Fernando Roig Negueroles, Amparo Jiménez y Emilio Sanchis, Paco Company y Mª José Porcar, Amparo Montoro, Luci Gómez, Isabel Goyanes, la interiorista Lola Vega, Amparo Blasco, Paqui Candela, Mariola Dolz, María Blasco, Javier Monedero de Dicoval y Javier Edo, la diseñadora Marta de Diego con su socia Pepa Martí, el sastre Antonio Puebla, Arancha Pérez Pont, Silvia Vilar, Begoña Meléndez, las hermanas Ana y Mamen Jofre y Ana Brugger.