Para muchos, Benidorm es exactamente lo opuesto a Javea; es más, los javeanenses no pueden entender porqué los de Benidorm siguen veraneando en Benidorm. “Fíjate que tengo amigos cultos, viajados y con posibles y cada agosto vuelven a su apartamento de Benidorm y se bañan en la playa de poniente. ¿Cómo puede ser?” - Me decía un javeanense desconcertado.
De entrada, y por mucho que se empeñen los de Javea, las playas de fina arena de la playa de Poniente no admiten comparación con esas de roca en las que te dejas los pies cada vez que entras o sales del agua.
Tono Sanmartín, el peluquero de las familias bien valencianas, veranea en Benidorm desde hace años, en uno de los muchos edificios que ha construido aquí la familia Murcia-Puchades la misma que ha dado algunos de los afamados otorrinos de toda Valencia. Tono me cuenta que la playa en forma de concha de Benidorm es de lo mejorcito de España: “Hace años, los médicos recomendaban los baños en esta playa porque es muy rica en yodo, de hecho, te da un color de bronceado distinto. ¡Ya quisiera Marbella tener una playa como esta!” –dice Tono. Familias como los Sáez Merino o Miguel Barceló, el suegro de Zaplana, son fieles a Benidorm.
Quizás pase con Benidorm, lo mismo que con Cullera o Puebla de Farnals, que lo critican quienes no están allí. Dejando a un lado el urbanismo, Benidorm y Cullera tienen dos de las mejores playas de la Península, quizás por ello fueron las primeras víctimas del ladrillo.
Dicen también por aquí, que estas torres elevadísimas puede que sean antiestéticas, pero que dan menos sensación de agobio que las colmenas de adosados y bungalows. Es más, según los urbanistas, Benidorm es un proyecto más moderno que el de la construcción horizontal porque consume menos territorio y permite más zonas comunes. Sea como sea, lo cierto es que el metro cuadrado en primera línea de playa de Benidorm se cotiza a 7.000 euros, lo mismo que en la mejor zona de Miami. Vamos, que con lo que vale un apartamento en la playa de Levante te compras tres en el Portichol.
Benidorm fue precursor de la democratización del lujo mucho antes de que se empezase a hablar de que todos teníamos derecho a un Vuitton. En los años cuarenta, cuando no existían las vacaciones remuneradas, sólo los ricos veraneaban en sus chalets; el boom turístico y los apartamentitos permitieron a los trabajadores ingleses, alemanes y madrileños disfrutar de una de las mejores playas del Mediterráneo.
Todos caben en Benidorm: Mª Jesús y su acordeón, que sigue actuando cada noche en la cafetería Arenas, Leire Pajín y Belén Esteban –“Andreita cómete el pollo”-, que pasa sus aquí los veranos con su hija y es super fan de Benidorm (se rumorea que hasta quiere ser alcaldesa), el abuelo taxista de Doña Leti y también David Lladró, que para algo preside Terra Mítica (aunque veranea en Javea, osea).
Uno de los restaurantes más famosos de Benidorm es el Corral del Pollo, especializado en pollo a la brasa. Por 11 eurines te sacan un pollo asado con leña de encina de chuparse los dedos. ¡Ya podría haber aprendido la receta Isabel Pantoja!
Los restaurantes de nivel están en La Nucía y en la playa de poniente, junto al Hotel Bali, en la cala de Benidorm, donde tienen el chalet los Zaplana. Allí está el Ulia, por donde se deja ver casi todo el poder político local. Otro imprescindible es I Fratelli, especializado en comida italiana. No si al final Benidorm va a ser todo un descubrimiento. Seguiré contando…