
Como las rebajas sigan adelantándose más, no se qué van a hacer las tiendas. En Valencia, oficialmente empezaban después de Reyes, pero vamos, muchas ya llevan semanas con descuentos para clientes, entre otras cosas porque las ventas no han sido para echar cohetes. El otro día escuché a una dependienta comentar que nunca, en años, había visto la tienda tan vacía por estas fechas. Total, que sea por la razón que sea, más de una tienda ha empezado muy pronto con los descuentos.
¿Y cómo se enteran las clientas de la feliz noticia? Antes te llamaban por teléfono, pero ahora, con esto de las nuevas tecnologías, se está poniendo de moda enviar un SMS: “Marni le comunica que el 2 de enero darán comienzo los descuentos. Un saludo”. Otra modalidad es aprovechar la felicitación de Navidad para avisarte, como Bonpoint o Linda Vuela a Río. De un pájaro, dos tiros. En otros casos, tienes que presentar la propia felicitación como tarjeta de descuento: así lo han hecho en Oh Lulú! y en Hannover, que como detalle navideño te regalaba un descuento del diez por ciento.
No todas las firmas entran en esto de las rebajas. Las de lujo, lujo, como Vuitton y Hermés (y Búlgari y MontBlanc), rara vez ponen el cartel de descuentos. Tienen sus razones: en primer lugar, mantener el prestigio de la marca, no les conviene que el comprador asocie la bajada de precio con una bajada de la calidad; y sobre todo porque un bolso monogran de Vuitton o un Kelly Hermès no suelen pasar de moda, no son un producto de temporada. Eso sí sería una faena gorda, comprarte un Kelly por 6.000 eurines y verlo luego por 3.000, ¡como si rebajasen un coche a la mitad antes de sacar un modelo nuevo!
Tampoco es lo mismo la rebaja en una tienda de un solo diseñador o una sola marca, como Emporio Armani, que en otras multimarca, como Siete Mares o Chapeau. En las tiendas de una sola marca, las rebajas empiezan a lo bruto, con un cuarenta por ciento como tiene Armani ahora mismo. Es lógico, porque en este caso el dueño de la tienda y de la firma es el mismo, el señor Giorgio Armani. En una tienda multimarca, el margen tiene que dar para el dueño de la firma y para el dueño de la tienda, por eso no pueden ofrecer descuentos tan altos desde el primer momento. Además, el stock de ropa que tienen que quitarse de encima es mucho menor.
Sea veinte o cuarenta el porcentaje, a mí me encantan las rebajas. Hasta te vuelves un poco loquita comprándote ese vestido super glamouroso que no sabes cuando te pondrás, pero ¡que porras! al cincuenta por ciento, te dejas la sensatez en casa. Y al pagar la mitad, parece que tienes menos cargo de conciencia y todo. Y si encima encuentras esa rebeca que tenías fichada desde principio de temporada, entonces ya es el no va más. Claro que al revés también es una faena: ver esa falda que a ti te costo una locura justo a la mitad de precio, ¡uff, eso es tremendo! Pero vamos, lo normal es que en las tiendas quede o bien lo que no le gusta a nadie o lo más caro.
Lo peor de las rebajas es cuando coincide la ropa de invierno con los primeros modelitos de verano. Eso sí es un horror. Estás viendo un abrigo negro de lana en un perchero y en el otro un vestido sin mangas con estampado primaveral, lleno de colores; aquí un suéter de lana y allá unas bermuditas con camiseta de tirantes. ¡Desastre total! Menos mal que ahora las rebajas también acaban antes, y dentro de nada, podré ver las colecciones de verano, que estoy que me muero por probarme los vestidos vaporosos de Chloé y de Prada y los brocados de Balenciaga y la nueva colección de Dolcce Gabbana, ideal esta temporada.
¿Y cómo se enteran las clientas de la feliz noticia? Antes te llamaban por teléfono, pero ahora, con esto de las nuevas tecnologías, se está poniendo de moda enviar un SMS: “Marni le comunica que el 2 de enero darán comienzo los descuentos. Un saludo”. Otra modalidad es aprovechar la felicitación de Navidad para avisarte, como Bonpoint o Linda Vuela a Río. De un pájaro, dos tiros. En otros casos, tienes que presentar la propia felicitación como tarjeta de descuento: así lo han hecho en Oh Lulú! y en Hannover, que como detalle navideño te regalaba un descuento del diez por ciento.
No todas las firmas entran en esto de las rebajas. Las de lujo, lujo, como Vuitton y Hermés (y Búlgari y MontBlanc), rara vez ponen el cartel de descuentos. Tienen sus razones: en primer lugar, mantener el prestigio de la marca, no les conviene que el comprador asocie la bajada de precio con una bajada de la calidad; y sobre todo porque un bolso monogran de Vuitton o un Kelly Hermès no suelen pasar de moda, no son un producto de temporada. Eso sí sería una faena gorda, comprarte un Kelly por 6.000 eurines y verlo luego por 3.000, ¡como si rebajasen un coche a la mitad antes de sacar un modelo nuevo!
Tampoco es lo mismo la rebaja en una tienda de un solo diseñador o una sola marca, como Emporio Armani, que en otras multimarca, como Siete Mares o Chapeau. En las tiendas de una sola marca, las rebajas empiezan a lo bruto, con un cuarenta por ciento como tiene Armani ahora mismo. Es lógico, porque en este caso el dueño de la tienda y de la firma es el mismo, el señor Giorgio Armani. En una tienda multimarca, el margen tiene que dar para el dueño de la firma y para el dueño de la tienda, por eso no pueden ofrecer descuentos tan altos desde el primer momento. Además, el stock de ropa que tienen que quitarse de encima es mucho menor.
Sea veinte o cuarenta el porcentaje, a mí me encantan las rebajas. Hasta te vuelves un poco loquita comprándote ese vestido super glamouroso que no sabes cuando te pondrás, pero ¡que porras! al cincuenta por ciento, te dejas la sensatez en casa. Y al pagar la mitad, parece que tienes menos cargo de conciencia y todo. Y si encima encuentras esa rebeca que tenías fichada desde principio de temporada, entonces ya es el no va más. Claro que al revés también es una faena: ver esa falda que a ti te costo una locura justo a la mitad de precio, ¡uff, eso es tremendo! Pero vamos, lo normal es que en las tiendas quede o bien lo que no le gusta a nadie o lo más caro.
Lo peor de las rebajas es cuando coincide la ropa de invierno con los primeros modelitos de verano. Eso sí es un horror. Estás viendo un abrigo negro de lana en un perchero y en el otro un vestido sin mangas con estampado primaveral, lleno de colores; aquí un suéter de lana y allá unas bermuditas con camiseta de tirantes. ¡Desastre total! Menos mal que ahora las rebajas también acaban antes, y dentro de nada, podré ver las colecciones de verano, que estoy que me muero por probarme los vestidos vaporosos de Chloé y de Prada y los brocados de Balenciaga y la nueva colección de Dolcce Gabbana, ideal esta temporada.