Estás tirada en tu tumbona, mirando al mar. Tu marido se ha ido a comprar el Marca (¿qué demonios tendrán que leer en verano, si no hay fútbol?). Los niños se han perdido, ¡bieeen!; así es que estás sola sin otra compañía que tus grupos de whatsapp. Decides hacer una foto para enviarla y un alarde de creatividad enfocas tus lindos pies sobre la tumbona con el mar de fondo y una copa que, como quién no, has puesto junto a tus piernas. Cuando ves la foto, ni tu misma te lo puedes creer: ¡Jope, que monas quedan tus piernas desde este ángulo!, nunca las habías visto tan largas y estilizadas. Esto no puede quedarse en tu móvil, tiene que llegar a los confines del mundo, así es que quemas tus grupos de whatsapp, te dan ganas de compartirla hasta con el del grupo de madres del colegio.
Conforme ha ido pasando el verano, a ti también te han llegado docenas de fotos de pies tomados desde el respaldo de la tumbona, con la misma copa estratégicamente situada junto a las piernas. Ha sido la foto del verano, los salones de belleza han debido de ponerse las botas esmaltando uñas de pies, nunca se habían visto por estos lares tantas pedicuras de revista.
Claro que no todo el mundo ha estado en Xàbia, Calpe o Formentera retratando sus falanges inferiores. Hay otros veranos; uno, curioso, ha sido el del diseñador Francis Montesinos, que se lo ha pasado en Los Angeles con el cantante de Kiss.
A muchas el grupo Kiss os sonará a vuestros años de BUP y COU y no recordaréis más que un zumbao pintarrajeado que daba brincos sobre el escenario. Pero Kiss es una institución con miles de seguidores en todo el mundo. Tiene tres mil productos de merchandising, incluyendo máquinas tragaperras, preservativos y hasta ataúdes. ¡Qué bueno, imagínate que te encargas uno en secreto! Y el día D, todas tus amigas allí compungidas, rotas de dolor y apareces tú dentro de una caja decorada con llamas de fuego y el emblemático logo de los Kiss. ¡Ja, ja!, qué pena que entonces no puedas salir con tu Iphone y hacerles una foto, eso sí que sería creatividad y no lo de los pies en la playa.
Francis conoció a Gene Simmons, el cantante y bajista de los Kiss, a través de Matt Lamb, un artista al que dedicó una de sus colecciones hace cinco años. Al cantante le gustaron sus diseños y le propuso embarcarse en un proyecto en el que lleva trabajando seis meses. “California tiene mucho en común con el Mediterráneo por el clima, la cultura, la gente, tienen el arte muy presente y Gen se enamoró de mis dibujos porque adora las flores y los lunares del spanish kabuki”, dice Francis.
El caso es que Montesinos se fue para allá y ha diseñado una colección inspirada en su música favorita, entre ellos Kiss, los Rolling, Beatles… La presentará el mes que viene en la Madrid Fashion Week. Si todo sale según lo previsto, en primera fila se sentará el cantante de Kiss con toda su tropa. ¡Yo no me lo pierdo!
Gen es todo un personaje que va más allá de su disfraz de cantante de Kiss. “Es un caballero educado y amable, viste con vaqueros, botas negras y pañuelos de seda fabulosos. Ha tenido escarceos con Cher y Diana Ross y su mansión está llena de piezas de arte, antigüedades, discos de vinilo, pintura y miles de artículos de los Kiss. Es como un almacén enorme pero en Beverly Hills, todo con una estética muy kirsch”, cuenta Francis.
A Gen no sólo le gusta el trabajo de Francis sino que lo respeta. En una ocasión le enseñé varios bocetos y le pregunté cual le gustaba más. Me respondió: usted es el artista, elíjalo. No sabes la diferencia con España, que en la fábrica más mediocre el dueño le pregunta a la modelo, “t'agrada o que xiqueta”.
lunes, 31 de agosto de 2015
lunes, 24 de agosto de 2015
Sociología de un náutico
Los clubs náuticos son un microcosmos en el bullicio veraniego de la Marina que dan para el típico análisis sociológico de tumbona, toalla y gintonic. Aquí convive el hombre mayor que toda la vida ha estado pescando y que sale con su barquito a ver si pilla algún llobarro, con la jovencita pareja del ricachón ruso sesentón que lleva puesto encima siete veces lo que vale la barca del pescador. Tienen su punto glamouroso y refinado, aunque no faltan las extravagancias propias de los nuevos ricos, con barcos ostentosos en los que sus dueños no acaban de encontrarse.
Luego están los náuticos de toda la vida. Estos son más de navegar a vela y se pasan el día hablando de vientos, de cabos y de ceñidas. Visten zapato náutico, polo blanco, bermuditas y gorra marinera con un toque hippy, barbita de dos días y un cierto desaliño. Y admitámoslo, chicas, en este mundo de la náutica nuestro papel es más de figurín que de patrón. Que no se enfade nadie, seguro que tú eres una experta en navegar con el viento de popa, pero la inmensa mayoría de nosotras creemos que el llebeig es la traducción de “ya veo” al valencià normalitzat. Lo nuestro es tomar posesión de una tumbona, en un chiringuito con música chill-out y analizar sociológicamente el entorno, que es la forma fina de definir lo que siempre se ha llamado cotilleo.
Por lo demás, ir de náutico en náutico es una buena forma de conocer la marina.
La ruta empieza en Denia, en El Portet: restaurantes, sitios de copas con Möet, música relajante y aquí te tiras el día haciendo lo que quería Zapatero en su retiro, controlar cómo las nubes atraviesan el Montgo. El siguiente puerto en nuestra ruta marinera es Xàbia. Antes de salir, los hombres, y alguna que otra mujer no se vaya a enfadar ninguna, debaten sobre el momento propicio para hacerse al mar porque han convertido el Cabo de San Antonio en su particular Cabo de Hornos, toda una heroicidad que requiere cierta pericia. Mientras nosotras, la mayoría que no todas, pensamos en qué atuendo es el adecuado para combinar la travesía con el desembarco en Xàbia, porque a ver, que alguien me explique qué zapatos te pones para no hacer el patán en la cubierta del barco y al mismo tiempo estar mona en La Siesta, el chiringuito más chic de Xàbia. Nuestro siguiente destino es Moraira ¿A quién te encuentras allí? Pues imagínate que coges la urbanización Santa Bárbara de Valencia con un helicóptero y la dejas caer en el Cabo de la Nao, allí están todos. Conforme vamos bajando al sur aumenta el calor y el número de extranjeros, sobre todo ingleses, alemanes, franceses, nórdicos y rusos, cuya presencia nunca pasa desapercibida, y menos en este mundo de la náutica porque estos rusos se gastan unos barcos que solo para salir del puerto han chupado más gasolina que un Mini en treinta años. Más al sur nos quedan Calpe y Altea. Aumenta aún más el calor y el bullicio, sobre todo en Calpe.
Elsa Martínez, que se ha criado aquí, me pasa unas cuantas direcciones chic para cuando tu chico haya amarrado el barco y deje de pedirte a gritos que le pases el muerto, que resulta que es una cuerda que hay que amarrar al barco ¡y tu pensando en lo peor! Bueno, a lo que íbamos: para empezar, un desayuno en la terraza del Hostal Terra de Mar, con unas vistas increíbles desde el casco histórico de Calpe; después un paseo por la zona y alguna comprita en la tienda Ibiza o las que tengan más presupuesto en Pau. Para comer, Audrey’s, súper estiloso y lo último de chef de la zona, Rafa Soler. Al atardecer, una caminata por el Peñón de Ifach, un baño en cala de la Fossa y de premio un gin tonic en la Champagneria del hotel Solimar.
La ruta empieza en Denia, en El Portet: restaurantes, sitios de copas con Möet, música relajante y aquí te tiras el día haciendo lo que quería Zapatero en su retiro, controlar cómo las nubes atraviesan el Montgo. El siguiente puerto en nuestra ruta marinera es Xàbia. Antes de salir, los hombres, y alguna que otra mujer no se vaya a enfadar ninguna, debaten sobre el momento propicio para hacerse al mar porque han convertido el Cabo de San Antonio en su particular Cabo de Hornos, toda una heroicidad que requiere cierta pericia. Mientras nosotras, la mayoría que no todas, pensamos en qué atuendo es el adecuado para combinar la travesía con el desembarco en Xàbia, porque a ver, que alguien me explique qué zapatos te pones para no hacer el patán en la cubierta del barco y al mismo tiempo estar mona en La Siesta, el chiringuito más chic de Xàbia. Nuestro siguiente destino es Moraira ¿A quién te encuentras allí? Pues imagínate que coges la urbanización Santa Bárbara de Valencia con un helicóptero y la dejas caer en el Cabo de la Nao, allí están todos. Conforme vamos bajando al sur aumenta el calor y el número de extranjeros, sobre todo ingleses, alemanes, franceses, nórdicos y rusos, cuya presencia nunca pasa desapercibida, y menos en este mundo de la náutica porque estos rusos se gastan unos barcos que solo para salir del puerto han chupado más gasolina que un Mini en treinta años. Más al sur nos quedan Calpe y Altea. Aumenta aún más el calor y el bullicio, sobre todo en Calpe.
Elsa Martínez, que se ha criado aquí, me pasa unas cuantas direcciones chic para cuando tu chico haya amarrado el barco y deje de pedirte a gritos que le pases el muerto, que resulta que es una cuerda que hay que amarrar al barco ¡y tu pensando en lo peor! Bueno, a lo que íbamos: para empezar, un desayuno en la terraza del Hostal Terra de Mar, con unas vistas increíbles desde el casco histórico de Calpe; después un paseo por la zona y alguna comprita en la tienda Ibiza o las que tengan más presupuesto en Pau. Para comer, Audrey’s, súper estiloso y lo último de chef de la zona, Rafa Soler. Al atardecer, una caminata por el Peñón de Ifach, un baño en cala de la Fossa y de premio un gin tonic en la Champagneria del hotel Solimar.
lunes, 17 de agosto de 2015
Entre Xàbia y Altea
Los periodistas sentimos una especie de atracción fatal hacia los políticos, aun cuando escribamos en secciones frívolas como esta. Nos ponemos mutuamente a caer de un burro pero no podemos vivir los unos sin los otros. Esa atracción es la que me lleva a seguir de cerca los pasos de Mónica Oltra y a fijarme en cosas tan banales como los zapatos que calza o los modelos que luce. Pero cuando pensé en buscar algún cicerone que nos recomendase sitios glamurosos para tomar un gintonic veraniego, no sé por qué, pero no pensé en Mónica, si no en Carolina Punset, espero que la vicepresidenta no me lo tenga en cuenta.
El caso es que aquí estoy, en la terraza del Goa Lounge, en Altea, sitio que me ha recomendado la lideresa de Ciudadanos. Con un inmenso y calmado mar al frente, el peñón de Ifach a la izquierda y el parque natural de Serra Gelada a la derecha, el lugar perfecto para tomarse un gintonic una tarde de verano. Para romper el hielo con el camarero, le digo que el sitio me lo ha recomendado Carolina Punset, y él me mira con cara de póker y me dice, ¿quién?... ¡Glub!, resulta que Carolina es menos popular de lo esperado, no sé si debo entender eso como un cumplido hacia ella o todo lo contrario.
Altea rivaliza con Xàbia por su encanto costero pero tiene un punto más rebelde, más hippy. No olvidemos nunca que Xábia es feudo de familias valencianas de estricta moral católica, en las que no falta algún que otro rebotado que se pasa de frenada. Altea es más cosmopolita, sobrada de rincones bucólicos perfectos para dejar a los niños en Xàbia con la abuela y escaparte con tu chico. Después del gintonic en el lounge de Carolina, os perdéis por el pueblo, seguís dándole al gintonic y os vais al El Jardín de los sentidos, un hotelito rural escondido en medio de un jardín exótico con puentes de bambú, plantas tropicales y peces de colores, ¡y que sea lo que Dios quiera!
Yo no llegué a tanto y del lounge me volví a Xàbia a la fiesta que Fernando Aliño montó en la discoteca La Hacienda. Estas fiestas remember, que empezaron siendo de cuarentones, ahora lo son de cincuentones. Actuaron los Tweeters. Lleno total, chicos y chicas de Xàbia de toda la vida, como Alberto Clérigues, que tiene una hermana que se llama Begoña pero no soy yo, con su mujer Isabel Aliño, Nacho Guerra y Paty de la Viña, Miguel de Vicente y su sobrina Fátima Alcalde, Mayte Gómez, Macarena Campos, Susana Lozano, Pablo Serratosa y Silvia Escolano, Antonio Soler y María Vázquez, Tana Manglano y Asier Larga, Pancho Sapena y Carmeta Maldonado, Javier Carpi y Betty Llixiona, Alejandro Corell y María Fernández de Córdoba, Gonzalo Pascual y Carolina Alemany y David Lladró y Marta Aliño.
Para perderse en Altea
Alejandro Bataller vive en Altea desde hace ocho años, cuando se trasladó con su familia para montar Sha Wellness Clinic, en el Albir. “Me encanta la luz tan especial, los 330 días de sol al año, la brisa mediterránea, la naturaleza…”.
Alejandro recomienda dar un paseo por el camino al faro, en el parque natural de Sierra Gelada, disfrutar del atardecer desde el Portet, dar un paseo por el casco antiguo y buscar los talleres de artistas y los puestecitos de artesanía. Aparte de Shamadi, el restaurante de gastronomía saludable de SHA, sus favoritos son El Mercadito, en el casco antiguo, y La Bruschetta. Para tomar algo al atardecer, You chic, un chiringuito en la Olla de Altea. Y de compras la tienda de decoración La Cambra. ¿Y para conocer gente guapa? El Puerto de Campomanes. Fantástico para comer (Saltea), tomar el aperitivo (Bay Club) o hacer deportes náuticos (Maremoto)”.
El caso es que aquí estoy, en la terraza del Goa Lounge, en Altea, sitio que me ha recomendado la lideresa de Ciudadanos. Con un inmenso y calmado mar al frente, el peñón de Ifach a la izquierda y el parque natural de Serra Gelada a la derecha, el lugar perfecto para tomarse un gintonic una tarde de verano. Para romper el hielo con el camarero, le digo que el sitio me lo ha recomendado Carolina Punset, y él me mira con cara de póker y me dice, ¿quién?... ¡Glub!, resulta que Carolina es menos popular de lo esperado, no sé si debo entender eso como un cumplido hacia ella o todo lo contrario.
Altea rivaliza con Xàbia por su encanto costero pero tiene un punto más rebelde, más hippy. No olvidemos nunca que Xábia es feudo de familias valencianas de estricta moral católica, en las que no falta algún que otro rebotado que se pasa de frenada. Altea es más cosmopolita, sobrada de rincones bucólicos perfectos para dejar a los niños en Xàbia con la abuela y escaparte con tu chico. Después del gintonic en el lounge de Carolina, os perdéis por el pueblo, seguís dándole al gintonic y os vais al El Jardín de los sentidos, un hotelito rural escondido en medio de un jardín exótico con puentes de bambú, plantas tropicales y peces de colores, ¡y que sea lo que Dios quiera!
Yo no llegué a tanto y del lounge me volví a Xàbia a la fiesta que Fernando Aliño montó en la discoteca La Hacienda. Estas fiestas remember, que empezaron siendo de cuarentones, ahora lo son de cincuentones. Actuaron los Tweeters. Lleno total, chicos y chicas de Xàbia de toda la vida, como Alberto Clérigues, que tiene una hermana que se llama Begoña pero no soy yo, con su mujer Isabel Aliño, Nacho Guerra y Paty de la Viña, Miguel de Vicente y su sobrina Fátima Alcalde, Mayte Gómez, Macarena Campos, Susana Lozano, Pablo Serratosa y Silvia Escolano, Antonio Soler y María Vázquez, Tana Manglano y Asier Larga, Pancho Sapena y Carmeta Maldonado, Javier Carpi y Betty Llixiona, Alejandro Corell y María Fernández de Córdoba, Gonzalo Pascual y Carolina Alemany y David Lladró y Marta Aliño.
Para perderse en Altea
Alejandro Bataller vive en Altea desde hace ocho años, cuando se trasladó con su familia para montar Sha Wellness Clinic, en el Albir. “Me encanta la luz tan especial, los 330 días de sol al año, la brisa mediterránea, la naturaleza…”.
Alejandro recomienda dar un paseo por el camino al faro, en el parque natural de Sierra Gelada, disfrutar del atardecer desde el Portet, dar un paseo por el casco antiguo y buscar los talleres de artistas y los puestecitos de artesanía. Aparte de Shamadi, el restaurante de gastronomía saludable de SHA, sus favoritos son El Mercadito, en el casco antiguo, y La Bruschetta. Para tomar algo al atardecer, You chic, un chiringuito en la Olla de Altea. Y de compras la tienda de decoración La Cambra. ¿Y para conocer gente guapa? El Puerto de Campomanes. Fantástico para comer (Saltea), tomar el aperitivo (Bay Club) o hacer deportes náuticos (Maremoto)”.
lunes, 10 de agosto de 2015
Preysler, Xàbia y sus secretos
Hoy vengo a hablaros de Xàbia y de unos cuantos rincones curiosos que me han chivado Adrián Salvador y Lucas Zaragosí, los diseñadores de Siemprevivas. Pero hablando de mujer a mujer, quería haceros una pregunta a ver si entre todas encontramos la respuesta. No es una pregunta frívola al uso de esa sección, es algo de mucho calado, algo que afecta a toda la cultura occidental, si me apuráis a la esencia misma de la naturaleza humana, a lo más profundo de la antropología. Allá va, ¿qué técnica secreta utiliza Isabel Presley para doblegar a los hombres?, ¿cómo consigue la filipina atraparlos en sus redes y obligarles a bailar al son de música cual quinceañeras enamoradas ante su amado? Si el machismo es la supremacía del hombre sobre la mujer, el feminismo debería ser lo opuesto y no la igualdad entre sexos. La filipina debería ser la patrona de quienes aboguen por un mundo femenino, donde el hombre se someta a la mujer. Y ahí es donde ella debería dar conferencias internacionales descubriendo sus secretos. Todas sabemos cuál es el punto débil de los hombres, pero ese ya no puede ser el secreto de una mujer que ha pasado los sesenta, y ahí está ella, arrastrando a Mario Vargas Llosa a los eventos que más le convienen.
Pero bueno, nosotras a lo nuestros que bastante tenemos con torear lo que tenemos en casa. Como todos los años, buena parte de la vida social valenciana y alicantina se traslada a la costa. Muchas de vosotras estáis o vais a estar en Xàbia, ya sabéis que allí hay dos grandes grupos, los que veranean allí de toda la vida, y los que llegaron anteayer; claro que estos últimos tienden a esconder su advenimiento a estas tierras. Así es que, tanto los unos como los otros, dicen que son de allí de toda la vida. Adrián Salvador y Lucas Zaragosí, nietos de veraneantes de Xábia, me cuentan algunos rincones para presumir de conocer la zona como si hubieseis estrenado allí vuestros primeros chupetes.
Para un día de playa, el Portixol, Ambolo o la cala del Moraig. Para un baño rápido, Cala Blanca. Hay que ver la Iglesia de Nuestra Señora del Loreto, un ejemplo de arquitectura brutalista. Y la galería Set Espai DʼArt, donde siempre descubres artistas interesantes. De compras, El Zaguán, en pleno casco histórico, y la tienda de decoración Indigo. Para comer, varias opciones: bocadillos en el Austriaco, en el Arenal; para una cena desenfadada con pescado recién llegado al puerto, La Cantina, pared con pared con la lonja de pescadores. A unos pocos minutos del pueblo, en la encantadora Tasca de Jesús Pobre, los domingos por la tarde montan un mercadito gastronómico de productos de la zona; Chez Angel, un clásico al que siempre apetece volver, como la terraza del Parador de Jávea y los arroces de La Perla. Para los más snobs, uno de los mejores Pad Thai del mundo en el restaurante Monsoon Thai en el Arenal. Carnaval Café para un antojo de comida mexicana. Un chateaubriand en la barra del restaurante Los Remos nunca falla. Las mejores tapas en Estapati. Y si quieres darte un capricho, el restaurante Bon Amb del chef Alberto Ferruz. Las copas, en alguno de los chiringuitos que ocupan el primer Montañar, desde Saona, La Siesta o Montgo di Bontgo. ¿Y qué te pones para salir en Xàbia?
La mujer de Xàbia es sencilla y discreta. Lleva vestidos largos de seda con rayas irregulares, kaftanes, camiseros y sandalias de Castañer con o sin tacón y para la noche algún vestido a medida para las fiestas que se celebran en las espectaculares casas diseñadas por Ramón Esteve, como Casa Sardinera, o María José Tatay y Juan Blat.” ¿Complementos? Su compañero de día es un maxi capazo en el que quepa todo lo necesario para pasar un intenso día en el mar. Por la noche lo sustituye por un micro bag que le permita bailar mucho, porque aquí en Jávea, en verano, somos de bailar.
Pero bueno, nosotras a lo nuestros que bastante tenemos con torear lo que tenemos en casa. Como todos los años, buena parte de la vida social valenciana y alicantina se traslada a la costa. Muchas de vosotras estáis o vais a estar en Xàbia, ya sabéis que allí hay dos grandes grupos, los que veranean allí de toda la vida, y los que llegaron anteayer; claro que estos últimos tienden a esconder su advenimiento a estas tierras. Así es que, tanto los unos como los otros, dicen que son de allí de toda la vida. Adrián Salvador y Lucas Zaragosí, nietos de veraneantes de Xábia, me cuentan algunos rincones para presumir de conocer la zona como si hubieseis estrenado allí vuestros primeros chupetes.
Para un día de playa, el Portixol, Ambolo o la cala del Moraig. Para un baño rápido, Cala Blanca. Hay que ver la Iglesia de Nuestra Señora del Loreto, un ejemplo de arquitectura brutalista. Y la galería Set Espai DʼArt, donde siempre descubres artistas interesantes. De compras, El Zaguán, en pleno casco histórico, y la tienda de decoración Indigo. Para comer, varias opciones: bocadillos en el Austriaco, en el Arenal; para una cena desenfadada con pescado recién llegado al puerto, La Cantina, pared con pared con la lonja de pescadores. A unos pocos minutos del pueblo, en la encantadora Tasca de Jesús Pobre, los domingos por la tarde montan un mercadito gastronómico de productos de la zona; Chez Angel, un clásico al que siempre apetece volver, como la terraza del Parador de Jávea y los arroces de La Perla. Para los más snobs, uno de los mejores Pad Thai del mundo en el restaurante Monsoon Thai en el Arenal. Carnaval Café para un antojo de comida mexicana. Un chateaubriand en la barra del restaurante Los Remos nunca falla. Las mejores tapas en Estapati. Y si quieres darte un capricho, el restaurante Bon Amb del chef Alberto Ferruz. Las copas, en alguno de los chiringuitos que ocupan el primer Montañar, desde Saona, La Siesta o Montgo di Bontgo. ¿Y qué te pones para salir en Xàbia?
La mujer de Xàbia es sencilla y discreta. Lleva vestidos largos de seda con rayas irregulares, kaftanes, camiseros y sandalias de Castañer con o sin tacón y para la noche algún vestido a medida para las fiestas que se celebran en las espectaculares casas diseñadas por Ramón Esteve, como Casa Sardinera, o María José Tatay y Juan Blat.” ¿Complementos? Su compañero de día es un maxi capazo en el que quepa todo lo necesario para pasar un intenso día en el mar. Por la noche lo sustituye por un micro bag que le permita bailar mucho, porque aquí en Jávea, en verano, somos de bailar.
lunes, 3 de agosto de 2015
Oltra y Marzà: creadores de tendencia
Francis Montesinos vistió a Carmen Alborch, Rita nunca se lo perdonó. A ella, a Rita, la vestía Alex Vidal que gracias a esa clienta, convertida en amiga, alcanzó gloria dentro y fuera de su tienda. La llegada de Compromís al poder valenciano pueden ser una oportunidad para un diseñador avispado, incluso mejor dos: uno para ellos, otro para ellas.
Vicent Marzà podría ser el primer cliente de nuestra nueva promesa de la moda masculina. Mueren las corbatas, los trajes, las americanas y los zapatos ingleses, vamos la antítesis de los gentleman tipo Eduardo Zaplana, Manuel LLombart o el actual Ministro de Educación Íñigo Méndez de Vigo. Por cierto, ¡qué foto!; el Ministro tan puesto, tan aristócrata él, tan “todo en su sitio”, con chaqueta de botones dorados y ni un solo pelo descolocado, ni si quiera los de su elegante barba plateada. Junto a él nuestro flamante nuevo Conseller: camisa cuello Mao, chaqueta azulona arrugada, pelo y barba desaliñados, vaqueros negros y unos zapatos que el Ministro no se hubiese puesto ni para ir a las caballerizas de alguno de sus amigos aristócratas.
Marzà podría vestir de Miquel Suay, que acaba de desfilar en la pasarela de hombre de Barcelona. Probablemente el Conseller entienda que esto es una frivolidad, que el hábito no hace al monje y que él no tiene por qué cambiar su fondo de armario. Pero lo bien cierto es que vestir de un diseñador es apostar por la moda de un territorio. A Doña Letizia se le ha criticado más de una vez que haya acudido a actos oficiales con ropa de diseñadores extranjeros. De hecho ya no lo hace. Y cada vez que se calza uno de los zapatos Magrit de Elda, hace que suban las ventas. Los cuatro días que el Conseller lleva en su cargo ya se empieza a notar que sin quererlo crea tendencia: las camisas con cuello Mao o Panadero empiezan a proliferar en los actos oficiales; las corbatas han desaparecido y los trajes almacenan polvo en los armarios. Por cierto, chicas, hay que ir aprendiendo la diferencia entre un cuello Mao, que tiene forma de collarín, de uno Panadero, que es como el anterior pero con solo tres botones que llegan unos centímetros más abajo del cuello.
El otro foco de atención sería Mónica Oltra, que puede llegar a tener tanta capacidad de crear tendencia en Valencia como Doña Letizia en España. Tendrá que buscarse un diseñador. Descartada la posibilidad de que fraternice con Alex Vidal, supongo que antes preferiría verse con harapos que con una chaqueta rojo Rita. Francis Montesinos tampoco es su estilo. Demasiado floreado y estampado para una mujer tan clásica como Mónica. Porque Mónica, aunque progresista y poco pepera, es clásica en su atuendo.
A Mónica Oltra le vendría como anillo al dedo el estilo de Juan Vidal: vestidos femeninos, poco estampados, con la dosis justa de coquetería, y de corte bastante limpio. En su ropero también encajaría algún vestido de Siemprevivas, perfectos para recepciones oficiales y reuniones de gobierno. Por cierto, que Juan Vidal ha recibido esta semana dos premios gordos: el Premio Nacional de Moda del Ministerio de Industria y el Premio Telva Moda al Mejor diseñador nacional, ¡toma ya! La redactora jefe de moda de Telva, Mayte Sebastiá, fue de las primeras en reconocer su talento y apoyar su trabajo. “Tiene la técnica de Cristóbal Balenciaga y la capacidad de sorprender de Miuccia Prada”, dice de él.
Mónica podría hacer mucho por la carrera del diseñador de Elda. Ella es la musa de las mujeres progres de toda España, que bien podrían imitarla impulsando así la moda valenciana de la mano de Juan Vidal. Ya me veo la próxima convención de mujeres podemitas, todas ellas vestidas con la ropa del alicantino. Nunca comentarían sus últimas colecciones, porque eso les sonaría a frivolidad pepera, pero sin citarlo competirían a ver cuál de todas lleva el vestido más oltriano y eso sería bueno para la moda valenciana
Marzà podría vestir de Miquel Suay, que acaba de desfilar en la pasarela de hombre de Barcelona. Probablemente el Conseller entienda que esto es una frivolidad, que el hábito no hace al monje y que él no tiene por qué cambiar su fondo de armario. Pero lo bien cierto es que vestir de un diseñador es apostar por la moda de un territorio. A Doña Letizia se le ha criticado más de una vez que haya acudido a actos oficiales con ropa de diseñadores extranjeros. De hecho ya no lo hace. Y cada vez que se calza uno de los zapatos Magrit de Elda, hace que suban las ventas. Los cuatro días que el Conseller lleva en su cargo ya se empieza a notar que sin quererlo crea tendencia: las camisas con cuello Mao o Panadero empiezan a proliferar en los actos oficiales; las corbatas han desaparecido y los trajes almacenan polvo en los armarios. Por cierto, chicas, hay que ir aprendiendo la diferencia entre un cuello Mao, que tiene forma de collarín, de uno Panadero, que es como el anterior pero con solo tres botones que llegan unos centímetros más abajo del cuello.
El otro foco de atención sería Mónica Oltra, que puede llegar a tener tanta capacidad de crear tendencia en Valencia como Doña Letizia en España. Tendrá que buscarse un diseñador. Descartada la posibilidad de que fraternice con Alex Vidal, supongo que antes preferiría verse con harapos que con una chaqueta rojo Rita. Francis Montesinos tampoco es su estilo. Demasiado floreado y estampado para una mujer tan clásica como Mónica. Porque Mónica, aunque progresista y poco pepera, es clásica en su atuendo.
A Mónica Oltra le vendría como anillo al dedo el estilo de Juan Vidal: vestidos femeninos, poco estampados, con la dosis justa de coquetería, y de corte bastante limpio. En su ropero también encajaría algún vestido de Siemprevivas, perfectos para recepciones oficiales y reuniones de gobierno. Por cierto, que Juan Vidal ha recibido esta semana dos premios gordos: el Premio Nacional de Moda del Ministerio de Industria y el Premio Telva Moda al Mejor diseñador nacional, ¡toma ya! La redactora jefe de moda de Telva, Mayte Sebastiá, fue de las primeras en reconocer su talento y apoyar su trabajo. “Tiene la técnica de Cristóbal Balenciaga y la capacidad de sorprender de Miuccia Prada”, dice de él.
Mónica podría hacer mucho por la carrera del diseñador de Elda. Ella es la musa de las mujeres progres de toda España, que bien podrían imitarla impulsando así la moda valenciana de la mano de Juan Vidal. Ya me veo la próxima convención de mujeres podemitas, todas ellas vestidas con la ropa del alicantino. Nunca comentarían sus últimas colecciones, porque eso les sonaría a frivolidad pepera, pero sin citarlo competirían a ver cuál de todas lleva el vestido más oltriano y eso sería bueno para la moda valenciana
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