lunes, 29 de mayo de 2017

Tragedia bikini

Sísifo es uno de los personajes más desgraciados de la historia; ¡pobre hombre!, condenado para toda la eternidad a subir un pedrusco a una montaña y justo cuando va a llegar a la cima, cuando está a punto de saborear las mieles del éxito; pataplán porrazo, a tierra y ¡ale! otra vez la roca al hombro y vuelta para arriba.
Salvando las distancias, así es nuestra vida con la operación bikini, que mejor sería llamarla “tragedia bikini”. Ahí estas tú, año tras año, empeñada en llegar delgada y en forma al primer posado en bikini. Hablas con tus amigas para ver qué dieta han empezado ellas. Unas te cuentan que la mejor es la de la sandía, que no es otra que tomar sandía a todas horas del día salvo unos intervalos con lechuga y pavo. Otras, como la monísima Maribel Vilaplana, te dicen que lo mejor es un plan de choque con batidos híper proteicos. Y tú empiezas un lunes con los batidos y a las 11 de la mañana ya estás pensando en tu bocadillito de tortilla con aperitivo de bravas. Resistes un día, consigues hacer la dieta otro día más, a la semana has bajado un kilo y medio, cosa que apenas se nota en tu ropa, y te dices: venga, guapa, un poco más, otra semana y serán tres kilos. Pero la vida es dura y, nos pasa como a Sísifo, cuando llevas dos kilos y medio te montan un sarao y pataplan, vuelta a empezar.
Este fin de semana hay una fiesta de tapas en los tinglados de la Marina: ¡qué demonios, dejemos rodar la piedra montaña abajo!, ¡a qué luchar contra lo inevitable!, el lunes volveremos a empezar. Por lo peor de esta tragedia es que los kilos se pierden gramo a gramo, pero se ganan kilo a kilo.
Claro que para Sísifos los de Ana García Obregón; mil veces ha llegado a la cima y otras tantas se ha despeñado al suelo. Pero ahí está la tía, peleona, con sesenta y dos años portada de Playboy. Ana ha sido una de esas mujeres que nos han acompañado toda a vida. Para unos una niña mal criada, para otros una descarada y para muchas de nosotras, siempre envidada en secreto. La tía, sin ser de una belleza espectacular, se ha ligado a los tipos más guapos del país. Empezando por el Conde Lecquio, cuando era lo que era, hasta el Príncipe Alberto o Miguel Bosé… ¡Y tú toda la vida con tu Pepe!
Anita parece tonta, pero sigue en la brecha y no es de las que se quedan en casa esperando el próximo capítulo de la telenovela. La muy lista produce ella misma la serie y se queda tan pancha.
Su último golpe para matarnos de envidia, aunque siempre lo negaremos, ha sido salir en la primera portada de Playboy: una foto en bikini y la otra con un vestido de encaje del valenciano Alejandro Resta.

Ana contactó con Alejandro por las redes sociales. Le gustaba lo que había visto de su trabajo y dijo: este será el mío para Playboy. “El vestido es de la colección Queens (reinas). Es de tul bordado al que hemos desmontado el encaje para adaptarlo al cuerpo construyendo la silueta sobre un maniquí, un trabajo delicado y muy laborioso”.
Lo de Alejandro y Ana ha sido un flechazo. Él dice de ella que es encantadora y muy inteligente y ella se ha sentido tan identificada con sus diseños que ya le ha encargado otros dos para la gala Starlite de Marbella. “También me han llamado de la revista Hola para vestir a una híper famosa, pero es un secreto y no lo sabré hasta dentro de dos semanas”.
El diseñador lleva camino de convertirse en el modisto de las estrellas gracias a sus vestidos híper mega sexis de siluetas esculpidas. Ha vestido a Paris Hilton, a Mónica Naranjo, a Eva Longoria y puede que la mismísima Sofía Vergara luzca uno de sus modelos, “le estamos preparando un par de vestidos a través de Franz Serrano, un buen amigo de la actriz”. Como seleccione uno de ellos, Resta va a dar la campanada.


El viernes, el diseñador apenas tenía tiempo para hablar con nadie. “La novias me tienen secuestrado: ayer salieron de mi atelier 27 vestidos entre novias, damas y familia de la novia. Hoy caso a Olga García Mengual en la Iglesia de San Agustín. Mañana otras dos.”

lunes, 22 de mayo de 2017

Vestidas para triunfar

Edith Head, una de las mejores diseñadoras de vestuario que ha tenido Hollywood, solía decir que en la vida puedes conseguir cualquier cosa, si te vistes para ello. Escribió, how to dress for success (cómo vestir para el éxito), y una de sus máximas era que los vestidos: “deben ser suficientemente ceñidos para mostrar que eres una mujer y suficientemente sueltos para mostrar que eres una dama”. Además, daba consejos sobre cómo vestir para cada situación, desde encontrar trabajo hasta camelarte al jefe o conquistar al hombre de tu vida. Aquello lo escribió en 1967, cuando el estereotipo de mujer era bien distinto al nuestro.
Las tesis de Edith dan para un café más que para un doctorado, porque por mucho que te vistas de bióloga, no vas a descifrar el genoma. Pero algo de verdad hay en todo esto, sobre todo en lo que afecta a las mujeres. Los hombres para estas cosas del agradar son mucho más básicos. Tienen tres looks: elegante, sport y bañador. Con eso pasan toda la vida, sin otra innovación que decidir si lucen el traje con o sin corbata, o si sustituyen la camisa por un polo. Lo de las mujeres es mucho más complicado, las opciones y combinaciones son infinitas; y lo que es peor, el mensaje que transmite nuestro atuendo tiene muchos más matices.
Sirva como muestra un botón. Ahí tenéis al conseller Marzà, que llegó al poder con camisas de cuello Mao (sin cuello, como las de Mao Zedong) y ahí sigue, con las mismas camisas. Sin embargo su jefa, Mónica Oltra, ha ido evolucionando desde las samarretas reivindicativas, hasta el estilo actual, que parece sacado del manual de Edith Head. Su fondo de armario ha sufrido una evolución estilística digna de Cámbiame. Poco a poco, ha ido incorporando piezas más femeninas y clásicas: zapatos de salón, vestidos que marcan el talle, rebequitas y toda una paleta de colores que van del rosa empolvado y coral al verde y azul.
El culmen de esta transformación se vio esta semana en el Club de Encuentro Manuel Broseta. Allí estaba la lideresa de Compromís, vestida como si fuese una de las amigas de Doña Letizia en la Comunión de la Infanta Leonor: un vestido negro sin mangas, cuerpo entallado y falda de tablas y como adorno una cadenita con colgante de cruz. Sencilla, coqueta, discreta, vamos lo que nuestras madres siempre han dicho: muy mona, que es su forma de decir que vas vestida conforme mandan los cánones y no, “donant que pensar”, que es lo que nuestras abuelas decían de las que enseñaban más de la cuenta; o “feta una consevol”, que era el calificativo para las que iban poco femeninas.
A la vicepresidenta todavía le falta dar un paso: llenar su armario de firmas de lujo, pero no sabemos si llegará a tanto, eso supondría entregarse al capitalismo más conspicuo y podría enfriar la relación con Pablo Iglesias.
Mónica Oltra no ha sido la única mujer protagonista de la vida social valenciana esta semana. El jueves, Sara Joudí volvió a llenar su galería Shiras en la inauguración de la exposición de Javier Chapa. Allí estuvo lo más granado de la sociedad y cultura valencianas: los artistas Miquel Navarro, Horacio Silva, Saborit, Nuria Rodríguez, Sebastián Nicolau, Claudio Zirotti, Javier Calvo y Helga Grollo, el mecenas Jose Pedro Martinez (Martínez Guerricabeitia), Vicente Simó, Vicente Navarro, María Romeu, José Martí Cunquero, Carlos Castellanos, Miguel Chordá, Rafael Armengol, la siempre estilosa Laura Gallego y Angel Villanueva, María José Albert, Borja Suárez de Lezo, el arquitecto José Marti y su mujer Mª Ángeles, el doctor Isamel Zaharawi y las empresarias Paz y Teresa Navarro.
También estuvo el presidente de la Real Academia de bellas artes Manuel Muñoz, el decano de Bellas Artes José Luis Cueto y el diseñador de interiores Ricardo Alcaide, que hace unos días inauguró exposición en la Galería Pepita Lumier. Alcaide está especializado montar proyectos que son difíciles de ejecutar, como el globo gigante que diseñó Jorge Lawerta para el escaparate de Hannover o las letras enormes de la Valencia Disseny Week.

lunes, 15 de mayo de 2017

Minifaldas a los sesenta

La ya larga revolución feminista ha ido conquistando hitos más o menos sonoros. De entre todos ellos, hay uno que ha ganado la batalla sin hacer ruido. Se trata de las mujeres mayores, aquellas que a partir de los cincuenta iban poco ennegreciendo su vestuario y vaciando su tocador de barras de labios y coloretes. Cuando enviudaban se vestían de negro y se resistían a hacer vida social.
Todo eso cambio de la noche a la mañana. No hubo manifestaciones en las grandes ciudades coreando consignas del tipo: “nosotras vestimos, nosotras decidimos”, o “¡El luto, ni un solo minuto! Tampoco se crearon asociaciones de viudas alegres para reivindicar el derecho de estas mujeres a seguir vistiendo minifalda, o a tomar el sol en la playa de Xabia. Fue algo que simplemente pasó, las mujeres con más de medio siglo a cuestas, viudas, casadas, solteras y separadas, siguieron luciendo las gracias que la natura y su sufrida dieta les había dado.
Esta semana hemos sabido que la primera dama francesa tiene 24 años más que su marido. ¡Fantástico! Esto es a la lucha del feminismo cincuentón, lo que la llegada de Obama a la Casa Blanca a la lucha racial. A partir de ahora, nadie debería sorprenderse porque una mujer de sesenta años se eche un novio de cuarenta. Gracias a Briguitte Trogneux, por fin, nosotras podremos decir también aquello de “cambio uno de cincuenta por dos veinticinco”.
La diseñadora Marta de Diego es una de esas mujeres que ya ha cumplido los cincuenta y defiende a muerte de su edad tienen una belleza reposada y sexy que está por explotar. “Yo siempre digo a mis clientas que las mujeres tenemos que recuperar la confianza: ¡Tenéis que atreveros y sacar lo mejor de vosotras, despertad que es vuestro momento!
Marta presentó su nueva colección de ceremonia esta semana, en un desfile a beneficio de la Fundación Dasyc, y eligió la capilla de la Beneficencia como escenario. ¡Qué bonita, con las paredes y los techos pintadas con figuras doradas de ángeles y santos! Con semejante atrezzo no hacía falta mucho decorado, así que Marta puso una tarima enmoquetada y dejó que el entorno hiciera el resto.
El desfile fue un lujo, tanto por los tejidos como por la costura. Las modelos de Carmina Durán estaban guapísimas peinadas y maquilladas por Alex Jordá.
Marta abrió con dos abrigos de seda cortos ideales de la muerte, uno de damasco amarillo y otro color cereza bordado a mano en hilo de oro, de esos que te pones sobre un vestido sencillo de cóctel y eres la reina de la fiesta.
En primera fila, no perdía detalle Hortensia Herrero con su hija Amparo Roig y su hermana Carolina. Hortensia siempre se pone en manos de Marta cuando tiene una ocasión especial, ya sea la inauguración del Museo de la Seda o la restauración de la Iglesia de San Nicolás. Y tres de sus hijas, Hortensia, Amparo y Juana, eligieron a Marta para diseñar su vestido de novia, cada una con su estilo. De hecho la novia que cerró el desfile, con vestido de tul y encaje de valencie, recordaba un poco al que Marta diseñó para Juana Roig, con metros y metros de tul de seda.
En el desfile estuvo además Mayrén Beneyto, también clienta habitual, y su nuera Eva Marcellán, Carmina García Petit y la científica Pilar Mateo con su hija Jessica, que se casó hace una semana vestida de Marta de Diego, María Sales y su hija María Cosín, Blanca Deya García del Moral, Paloma Valero, Rosa Tort, Carmen Ordóñez y Carmen Domingo.
También el gestor de patrimonio cultural Álvaro Menéndez y clientas y amigas como Francesca Parolaro, Marta Lurbe, María Angeles Perales, Ana Aviñó, Clara Payá, Merche Ventura, Inma Villar, Luz Lleo, Mariel Vivar, Macu Peremach, Nuria Monte, Amparo Boscá y Javier Monedero, que puso los vinos.
“He basado la colección en tejidos nobles y cortes muy técnicos, no había encajes ni bordados, sino un trabajo muy depurado, con mucho nivel y sin grandes opulencias. No es el momento de encajes barrocos. Esa tendencia la está marcando Melania Trump, son trajes sexies pero con tejidos muy nobles y mucha sensualidad”. ¡El mundo es de las que ya hemos cumplido los cincuenta o estamos a punto de hacerlo, chicas!

lunes, 8 de mayo de 2017

Agua y humo

Hoy es el día de la madre. Las mujeres vivimos la maternidad de forma distinta conforme avanza nuestra vida. A los diez años es un sueño; a los veinte una pesadilla; a los treinta un temor; a los cuarenta gratitud, a los cincuenta preocupación, a los sesenta envidia y a partir de los setenta, nostalgia. Cada una de esas etapas va acompañada del siempre necesario compañero, ¡qué le vamos a hacer, tenemos que cargar con eso! Primero es un príncipe azul de ensueño, un hombre perfecto que
se parece a papá. A los veinte no piensas en él, estás en otras cosas. A los treinta dudas si quedarte con el que tienes o seguir buscando. A los cuarenta crees que has acertado; a los cincuenta: “¡uff, debí seguir buscando!”; a partir de los sesenta: “Bueno, tampoco está tan mal. Al fin y al cabo, ¿qué más da? ha cumplido su misión”.
Y así va pasando la vida. Y hoy cada una recibirá el regalo que corresponde a su edad. De niña te imaginas a ti misma en la cama, con los niños saltando a tu alrededor y dándote regalos que han hecho ellos mismos. Pero los niños se hacen mayores, y quieras que no la pulserita hecha con macarrones tiene gracia si te la da tu hijo de cinco años, pero si te lo trae un chaval de dieciocho, te quedas con cara de póker y pensando: en algo he fallado como madre. Así es que conforme se hacen mayores vas siendo más materialista, y ahí es donde tu Pepe debe cubrir el hueco dejado por los niños. Pero claro él también se ha hecho mayor y a estas alturas tiene menos imaginación que un cangrejo, así es que no esperas grandes sorpresas.
En fin, hoy es el día de la madre, que cada una lo disfrute a su manera. La vida pasa y va cambiando. Como dice Claudio Zirotti, todo en la vida es como el agua y se desvanece como el humo. Este señor, italiano valencianizado, viene a cuento porque esta semana ha inaugurado una exposición de pintura en la galería Cuatro.
Fue el jueves y allí estaba el artista con su pareja Trini García, el galerista Miguel Castillo Gómez, Helena Calvillo, Mariló Mascuñán, Nan Pizcueta Sales, Fernando Rincón, Amelia Delhom, Marip Guiennot, Teresa Gómez Coloma, los artistas Paco Sebastiá, Miguel Castillo, Horacio Silva, Javier Calvo y JARR, que tiene una de las melenas más envidiables de toda Valencia, con esos rizos ensortijados que parecen sacados de un perfil de emperador romano. También estuvo Sara Joudí, que ha conseguido en muy poco tiempo que su galería Shiras sea una referencia en Valencia.
El incansable Josep Lozano llevó a la Galería Cuatro a su gente del Club Moddos: Amelia Delhom, Julia Pérez Broseta, Encarna Roig, María Dolores Enguix y Marcelo Soto, Lluis Nadal, los joyeros Guillermo Martorell y Mamen Puchades … parte del grupo se va en septiembre a Nueva York a ver la Fashion Week, ¡qué envidia, eso sí es un planazo del que debería tomar nota algún marido despistado o hijo desagradecido que hoy no haya estado a la altura!
También estuvo Alejandro Mañes, los periodistas Xavier Ribera y Laura Grande, la ex modelo Carmen Durán, Ignacio Estrela, Miguel Piqueras, Fernando Rincón, Jordi Pla, la estilosa Laura Gallego, de Luxury Valencia, con Angel Villanueva; el promotor de arte Miguel Piqueras, la presidenta de Cecoval Isabel Cosme, los fotógrafos Eduardo Peris, Emanuele, Fernando Rincón y Jordi Plá; Antonio Campagnolo, Rosángeles Valls (Anandadansa) y Rodolf Sirera, Vicente Montañana y Paqui Casans, Santiago Castell, Rafa Sánchez, Eduardo Peris, Boke Bazán, Tono Beut, Javier Hernández, Coco y Ví Pamblanco o Laura Bernal.
Visitar la exposición es un buen plan para alegrar el ánimo. Las pinturas de Zirotti representan símbolos de escritura que se transforman en un alfabeto propio y éstos a su vez en personajes alegóricos que se mueven y tienen su espacio. Dice el pintor que cuando crea está jugando con espacios e imágenes que tiene en su cabeza y que su discurso no es nada intelectual: “Quiero que el público disfrute con la obra, que se divierta. Soy positivista y me gusta que mi obra refleje la alegría. Es pura diversión”