martes, 25 de marzo de 2014

Tot menos apurar-se

Muchas tenemos ya una edad en la que debemos empezar a tomarnos la vida con cierto relax. Ya no estamos para ir corriendo de un sitio a otro, comiendo cualquier cosa y durmiendo de cualquier manera. Hay que relajarse, tomarse las cosas con calma, sobre todo los hombres que son más propensos a que les dé un yuyu. Así es que tenemos que empezar a coger ciertos hábitos. Los expertos en ese tipo de vida relajado aconsejan mucho la meditación, que consiste en llegar a no pensar en nada, cosa bastante más difícil de lo que parece, a ver cómo te quitas de la cabeza el último cañazo que te ha metido la compañía telefónica o el último cabreo que te has cogido con tu hija quinceañera que siempre va dejándose los trastos por en medio. Dicen que un buen truco para conseguir la ansiada mente en blanco es sentarte delante de una vela y jugar a mover la llama, con tus expiraciones, sin llegar a apagarla. El caso es que, según dicen, diez minutos de meditación al día pueden alargar tu vida. Claro que eso lo dicen sobre todo los americanos, siempre tan permeables a las culturas ajenas, en este caso al rollo oriental. Aquí en España tenemos un buen sustituto para la meditación: la siesta, es mucho más sencillo, no malgastas el dinero en velas y el efecto es el mismo. Quizás los responsables de la Marca España deberían hacer una campaña de promoción de la siesta alrededor del mundo: ya estoy viendo a Rajoy, Margallo y al Principe de Asturias dejándose fotografiar por el Washington Post con sus pijamas a rayas en un hotel de Nueva York a las tres de la tarde, y haciendo declaraciones del tipo: “Siesta is life. Spain is great.” Viene todo esto a cuento de que el hotel Westin ha puesto en marcha una iniciativa para cuidar la vida de sus clientes; la llaman Westin Well-Being Movement, que podríamos traducir como “tot menos apurarse”. Quieren que sus clientes coman bien, se relajen, duerman bien y hagan ejercicio sin acalorarse más de la cuenta. Pues bien, para promocionar esa iniciativa han invitado a un grupo de personas a dormir la siesta, el próximo miércoles, “en una de las icónicas camas Heavenly Bed del hotel”. La invitación añade que puedes disfrutar de la siesta con acompañante. ¡Jopé!, eso desvirtúa un poco la siesta, porque claro te plantas allí en la habitación más glamurosa de la ciudad con tu chico y a ver qué haces, ¿ponerte a dormir sin más como si estuvieses en el sofá de tu casa? Hagas lo que hagas, lo importante es que los gerifaltes del Westin han reparado en la siesta como un hábito para mejorar la calidad de vida. Y no seremos nosotras quienes discutamos tan sabia conclusión, así es que a partir de ahora recuperemos las viejas tradiciones de nuestras abuelas, una becaeta no le hace daño a nadie y alarga nuestra vida. Los que no quieran dormir la siesta tienen la alternativa de un paseo en bici, yoga y estiramientos y una barra de zumos súper vitaminados. El hotel repartirá durante todo el día entre los clientes y amigos cajas con SuperFoodsRx (superalimentos), como frutos del bosque, avellanas y chocolate, fuentes de energía y felicidad. La siesta del Westin y su ración de comida sana vendrán bien para desintoxicarse de los buñuelos con chocolate y gintonics de la semana fallera.
Bueno chicas, y ahora que ha empezado la primavera, más de una estará pensado cómo renovar la ropa de la temporada con el esmirriado presupuesto del mes. Siguiendo la filosofía del Westin, no hay que apurarse. La semana que viene vuelve “de armario a armario” un invento de Mariola Marcet que permite intercambiar ropa mientras tomas un cupcake y una copa de vino escuchando música. Funciona así: entregas la ropa que no quieres el 24 y 26 de marzo de 6 a 8 de la tarde en la calle Ruzafa 38 y te dan unos puntos que podrás canjear por ropa y accesorios que han entragado otras personas los días 29 y 30 en el mismo lugar. Así, sin dinero, puedes renovar tu fondo de armario, ¿no es genial?

domingo, 16 de marzo de 2014

Valencia en las alturas

Si no eres fallera, puede que estos días te quedes más colgada que un fuet. Tus amigas se van a sus planes del casal y tú te quedas en casa, con tu chico, temiendo que en cualquier momento te proponga salir a dar una vuelta a ver Fallas. Y tú, allí, acurrucada con tu mantita en el sofá, piensas: ¡Jo, pe!, ahora levántate, arréglate, sal a la calle, aguanta los apretujones y muérete de frío… ¿Qué excusa le pongo yo ahora a este hombre? Pues bien, este año hay un plan que puede seduciros. Subir a la noria gigante que han montado al principio de la Avenida Aragón. Nada que ver con las viejas norias de la feria, aquellas a las que más de una juró no volver a subir, cuando al gracioso de turno le dio por hacer movimientos bruscos para balancear el carricoche. Ahora hablamos de una noria moderna y glamurosa. Para empezar va muy despacio, porque el objetivo no es subir la adrenalina sino que disfrutes de las vistas a 70 metros de altura. No son los 135 del London Eye, pero claro Valencia tampoco es Londres. Además, las cabinas están climatizadas e insonorizadas, y lo mejor es que vas en pandilla, en grupos de ocho, y puedes ponerte de pie para ver la ciudad como la hubieras visto desde el Miguelete pero ahorrándote los doscientos siete escalones. Una vez abajo, hay un plan mucho más glamuroso que el de comerte una manzana caramelizada. Y es tomarte una cervecita con una tapa de diseño. Junto a la noria, Cerveza Turia ha montado una carpa al estilo fallero con una decoración de lo más mona, con plantas y maceteros de madera. La carta la ha preparado Begoña Rodrigo, del restaurante La Salita y ganadora del concurso Top Chef. Las tapas no son el típico pincho de tortilla frío montado dentro de un pan de ayer. Puedes elegir entre coca de aceite con cebolla confitada y braseada con embutido, un bocadillo Almussafes deconstruido con huevo poché (recomendado), y otras delicatesen del estilo. El Vivero estará abierto sólo hasta el 19 de marzo y se inauguró el miércoles.

Cuchita Lluch, cuya agenda debe ocupar más megas que la película lo que el viento se llevó, invitó a lo más granado de la sociedad valenciana: el joyero Vicente Gracia, con un sombrero y chaqueta cruzada que le daba un aspecto de galán irresistible de los años cincuenta, los periodistas Pedro García Mocholí, Silvia Soria, Ángela Valero de Palma y Bernardo Guzmán; las amigas de Cuchita María Gómez Polo y Esperanza Vila, la galerista Olga Adelantado, el presidente de la Fundación Bancaja, Rafa Alcón, Esther Barrera con su marido Alejandro Cerdá, el cantante Javier Botella, Sergio Adelantado, Bárbara de Prat, Germán Carrizo y Carito Loureznzo, del equipo de Quique Dacosta en El Poblet y Ricardo Gadea de ASkua, Santiago Reyna y Martina de Estevan.También estaba el veterano diseñador Francis Montesinos con los jóvenes Adrián Salvador y Lucas Zaragosí, de Siemprevivas. Francis los conocía de cuando habían trabajado en su estudio, pero no había seguido su trayectoria posterior. Amparo de la Concepción, la directora de Loewe en Valencia, lleva tres meses en Hong Kong gestionando las tiendas que tienen por aquellos mundos. Esto es globalización y lo demás tonterías. La inauguración del Vivero Turia fue un exitazo. A Cuchita hay que reconocerle la habilidad de convertir un evento promocional en una reunión de amigos de la que no te irías nunca. Algo parecido le pasa a Fernando Aliño, que este año organiza junto a los Barrachina la tradicional cena en el Alameda Palace la noche del castillo.
Menos mal que Cuchita propició el reencuentro y lo inmortalizó con una foto convenientemente compartida en redes sociales. Esta pareja está que no para. Adrián Salvador, la mitad creativa de Siemprevivas, ha sido fichado por la Fundación Loewe para ampliar su formación durante los próximos meses en un centro de investigación que la empresa tiene en Cádiz. Adrián, que ya trabajó en NY con la piel, está encantado, ¡trabajar con Loewe es lo máximo! Y dice que lo bueno de Loewe es que te permite seguir diseñando para tu marca, no como Zara que si te contrata como diseñador te pide dedicación absoluta. Mientras,

martes, 4 de marzo de 2014

Ya huele a pólvora

El olor a pólvora es como las canciones de las verbenas: te acompañan toda la vida y las disfrutas de forma distinta en cada etapa. A los cuarenta y tantos, la idea de perderte en el bullicio mascletero te seduce mucho menos que a los quince.
Las primeras mascletaes se prestan a la nostalgia; una se acuerda de aquellos años, en la edad del pavo, cuando lo importante era encontrarse con el chico que te gustaba. Lo que molaba era verlas en la plaza, lo más cerca posible de la alambrada. Y había grupos, los de Correos, los del Banco Zaragozano, los de la Calle La Sangre. Era crucial averiguar dónde se ponía el chico y luego había que convencer a las amigas para ir allí. Ellos, siempre tan rudimentarios, solían decir aquello de “... en Fallas las tías están muy buenas”, total porque después del largo invierno, veían un codo y una rodilla desnuda. Ya más mayorcitas, la mascletá se convirtió en un buen plan para ir con tu novio y dejar que te abrazase por la espalda mientras sonaban los petardos. Allí, bajo el sol y enamoradísima hasta las trancas eras feliz. Luego hubo un tiempo de cierto distanciamiento, con los niños pequeños y sin que te entusiasmase la idea de que te achuchase tu marido en medio del bullicio, se te ocurrían planes mejores. Ahora es tu hija la que se viste ad hoc para ir a la mascletá: ¡Señor, qué buscará esta niña allí, con esa minifalda!... mejor que nadie responda. Y para nosotras, el bullicio ha perdido atractivo. Así es que lo que apetece es colarte en algún balcón a disfrutar del aperitivo y a hacer compadreo social. Ni que decir tiene que el rey de los balcones es el del Ayuntamiento, pero allí no es fácil colarse. Claro que hay mucho otros, por ejemplo el de Argimiro Aguilar que con la de gente que conoce este hombre siempre es un punto de encuentro para lo más granado de la sociedad valenciana. El sábado estuvo Tani Ivars y Manolo Uña, Paz Navarro, Montse Richart y María José Navarro de Unicef; el presidente del Club Rotario Valencia Centro Ignacio Baixauli, el pintor Pedro Cámara, Juan Bauzá, Jose Enrique Silla, José María Sogel y Alejandro Cebriá. Otra opción es el balcón que monta Fernando Aliño, del Grupo El Alto, con ostras, champagne, jamoncito y demás exquisiteces para cuarentones. Y hablando de champagne, Moët&Chandon se ha metido de lleno en el ambiente fallero. Thomas Perrier presentó el jueves en el Astoria la primera “Ruta del Champagne”, un invento en el que participan 30 restaurantes valencianos que ofrecerán una tapa maridada con Moët y menús especiales. Entre los restaurantes, está Canalla Bistro, Central Bar, Molto, Kaymus, Komori, Valen&cia, Restaurante Doce, Casa Montaña, la taberna Q tomas, Lotelito, El Canyar, Quintana, Casa Roberto, Raco Turia, Juan Llamas, Morgado, Trencadish, Civera, Taberna Alcázar, Drome, Sucursal Vertical o Colonial Huerta. También los del Astoria y de Las Arenas. Lástima no poder probarlos todos! La actividad fallera no ha hecho más que empezar. Ayer, una de las fallas más distinguidas de Valencia, la de Grabador Esteve Cirilo Amorós, celebró una súper fiesta para agasajar a los falleros de honor en el nuevo espacio que ha abierto Ricard Camarena en el Mercado de Colón.
Cuchita Lluch, muy amiga del cocinero, se ocupó de organizar el cóctel porque la fallera mayor es su sobrina Sofía, hija de su hermano Luis. Allí estuvo gente de la Comisión, como su presidente Vicente Sanchís, con su mujer Rocío Andrés, y muchos amigos de Cuchita, entre ellos Beatriz Pechuán y Caco Gómez lechón, Esther barrera y Alejandro Cerda, Andrés Llobell, Lola Narvaez, Rafa Alcón, Lourdes Reyna, Olga Adelantado, Jose Tamarit y Ana Valero, de Chapeau, David Lladró y Marta Aliño, Juan Viña, Trini Gracia, los Lainez, Gonzalo Peris, Quico Murcia Puchades, Coqui Vallés, María Gómez Polo, Rosa Martínez, Esperanza Vila y Manolo Mínguez, pinchando buena música. Para rematar, actuó el grupo de Javier Botella, Copa Ilustrada, que está que no para.
El jueves también puso música a la inauguración del nuevo estudio de fotografía Senchermés en la calle Ruiz de Lihory. Ana y Natxo Senchermés invitaron a amigos y clientes, como Valentín Herráiz, Laura Fitera y su hija Blanca, Eduardo Casanova de Campo Anibal y Fernando Cañamás de La Tartana.