lunes, 27 de octubre de 2008

Elegí un mal día para dejar de comprar

No es justo. Ahora que hay crisis y me había propuesto no gastar, va Loewe y contrata a un nuevo diseñador y se saca de la manga una colección de invierno de quitar el hipo. No hay derecho, de verdad. Y por si la ropa no fuera bastante chula, encima organiza una exposición en una galería de arte super chic de Valencia, PazyComedias, y enseña los bolsos como si fueran piezas de museo, vamos, que por un momento te sientes como la baronesa Tyssen invirtiendo en tu propia colección de arte, sólo que en lugar de pintura, son bolsos. ¡A ver así quién ahorra!

A Loewe le hacía falta rejuvenecerse un poco. Bueno, bastante, para qué nos vamos a engañar. Desde la colección que diseñó Narciso Rodríguez hace casi diez años, hasta ahora, iba dando bandazos. No encontraba su sitio. Primero porque no renovaba clientas y segundo porque no conseguía echarle el lazo al público joven, con unos bolsos que no tenían el tirón de Prada ni Gucci, ni tampoco la high quality de Hermès. Y así estaba Loewe, un año con unos minivestidos de seda ideales pero unos bolsos regulín, y otro sin vestidos ideales y con pieles de muy buena calidad pero sin ese plus que te lleva a gastar sin pensar…

Pero… esta temporada me da que lo han conseguido. A mí, por lo menos, la nueva colección me ha cautivado por completo. Uff, para empezar los bolsos son ideales. En cuanto entras a la galería de arte, te topas de frente con una fila de Amazonas de tamaño perfecto, el XXI, nuevecitos, brillantes, tan bien hechos, que sobre unos pedestales parecen esculturas: el primero en frambuesa acharolado, más adelante uno chocolate, y todos trabajados en una fabulosa piel de cocodrilo. Lo siento por los cocodrilos, pero su piel es fantástica, no hay otra igual. Umm, y Loewe ha escogido el mejor coco, el de dibujo más pequeño, con unos puntitos al centro que dicen que son de lo más exquisito.

El recorrido en la galería de arte está muy bien planificado. Después del primer shock de los bolsos, te enseñan la colección de ropa que ha diseñado Stuart Vevers, el responsable de la pequeña revolución de Loewe. Vevers es inglés, roquero y ya diseñó unos bolsos fantásticos para Mulberry, la firma de bolsos más chic de la Gran Bretaña, nada que ver con el estilo de Camilla Parker Bowles, no vayan a pensar. Lo que ha hecho Vevers para Loewe es una pasada y lo mejor de ver la colección en una galería de arte, a las 5 de la tarde y con poca gente, es que puedes probártela entera sin que nadie te moleste. Y eso hice yo, que tuve en mis manos el chaquetón de zorro frambuesa con el que sueño por las noches, ¡madre mía!, o la falda de piel de avestruz mostaza que llevaba la modelo Mayte de la Iglesia, que chula, o la de astracán gris que daban ganas de salir corriendo con ella puesta… Los bolsos también han rejuvenecido, tanto por los colores -azul petróleo, verde, frambuesa- como por los diseños, juveniles, flexibles y muy prácticos, para llevar de bandolera o de mano. Y los zapatos, tan Belle de Jour con hebillas, flecos de mocasín y tacones de 11 centímetros con toques surrealistas, como uno en forma de bombilla. Uff, una locura.

Y por si Loewe fuera poco, va y el Centro de Artesanía organiza el viernes un desfile para celebrar su veinte cumpleaños y allí puedes ver la costura de un pedazo de diseñadores valencianos de lo mejorcito, desde Juan Andrés Mompó, que sacó un vestido negro que era una escultura; Javier Villajos, con un caftán de seda años veinte y un sombrerito de piel ideal de la muerte o Valentín Herráiz, con sus minivestidos bordados que son una pasada, y el lujo de La Boheme… Vamos, que nadie más me vuelva a hablar de austeridad. ¡Por favor!

lunes, 20 de octubre de 2008

El lujo ya no es democrático

La crisis es muy antidemocrática. Cuando todo va bien, los pobres llevamos los mismos bolsos que los ricos; pero ahora, con la economía hecha unos zorros, sólo pueden llevar vuittones los ricos de verdad. Hay que fastidiarse. Ya me lo avisó hace semanas un comerciante, me dijo: verás, a partir de ahora, sólo comprarán en tiendas de lujo los que tengan mucha pasta, la gente que antes compraba a crédito ya no podrá hacerlo. No, si ya sabía yo que la culpa era de los banqueros. Durante un tiempo, se dedicaron a regalar visas a diestro y siniestro, ¡qué generosos! Y claro, a poco que tuvieras un poco de sensibilidad te ibas corriendo a comprar a Prada, que tú de bancos no entiendes, pero de moda… Y salías de la tienda con tu bolsa blanca ideal de la muerte pensando que tú habías nacido para comprar en Prada y no en Zara. Los intelectuales lo llamaron la democratización del lujo. Pero esa época terminó y ahora, qué cosas, con Zapatero en el gobierno, va y tu banquero se vuelve antipático y te dice que se acabó el crédito, y dejas de vestir Prada y vuelves a Zara, de donde nunca deberías haber salido, dicen los aguafiestas de los economistas.

La crisis también tiene su lado bueno, todo hay que decirlo, y es que dejas de comportarte como una nueva rica y empiezas a comprar con más cabeza. Eliminas las compras impulsivas, como ese floripondio para la cabeza por si tienes boda, que luego nunca pega con el modelito; después te cargas las compras que sólo te ponías dos o tres veces, como esos tacones imposibles que te destrozaban los pies; y al final, empiezas a invertir en valores seguros, como en la bolsa: prendas fáciles de combinar, los famosos básicos. Al final, vuelves a la austeridad y la sensatez, al famoso “menos es más”. Si con un pitillo gris y una camisa blanca vas monísima, ¿por qué te vas a complicar la vida con tantos perifollos innecesarios? De seguir esta lógica, los organizadores de la famosa fiesta de la Fórmula 1 en Viveros, se hubieran podido ahorrar los 12.000 euros que le pagaron a Carmen Martínez Bordiú, y no fue la única que cobró, que desde luego no he visto gasto más inútil, porque a ver qué falta hacía que viniese a una fiesta en la que no pintaba absolutamente nada.

Lo siguiente que haces en tu plan anticrisis es dejar de comprar marcas. Empiezas por las cremas, por eso de ir poquito a poco. No es broma, conozco a más de una que ha dejado de comprarse la cremita milagrosa de 80 euros que anuncian en las revistas y se ha pasado a la marca blanca de Mercadona o Consum, al final hidratan lo mismo y cuestan la décima parte. ¡Lástima que Miuccia Prada no fabrique marcas blancas!

Después de todas estas medidas anticrisis, lo mejor que puedes hacer es ir a relajarte a un spa, a ver si así se te pasa la depresión con un buen masajito. Eso mismo hice yo la semana pasada, me fui al spa del Hotel Las Arenas, un cinco estrellas, no vayan a pensar, y me dejé mimar durante un par de horas con el tratamiento Orange Experience, de naranja y vitamina C: exfoliación, hidratación, y música de la que deja frita. El spa es una pasada, está mirando al mar en un entorno de lujo. Llegas toda estresada, te dan las zapatillas y un albornoz de los que sientan bien, no de los que sobran tres tallas y te olvidas hasta de la ropa que llevabas. A partir de ahí, sólo tienes que dejarte llevar y cuando sales tienes la piel de lo más hidratada y perfumadita a naranja valenciana. Lo del spa está muy bien, pero vamos, para ser sincera, a mí me relaja más ir de shopping una tarde enterita por la ruta de las tiendas caras, pero eso, ¡ay que penita! habrá que dejarlo para mejor ocasión.

domingo, 12 de octubre de 2008

El pijo estiloso ya tiene tienda en Valencia

Jamás pensé que envidiaría el fondo de armario masculino: los hombres, póbrecitos, o van de traje o de sport y cuando innovan, lo estropean. Pues nada, desde que entré en la nueva tienda que ha abierto Chapeau para hombre estoy que me muero de envidia, es más, ¡quiero vestir con ropa de hombre! No sólo es por la colección de Prada, que es una pasada, esos cardigans básicos en colores chocolate y gris, esas chaquetas de piel tan masculinas o los bolsos de piel ideales. Prada sería suficiente argumento, pero es que además Chapeau ha traído una parte de la colección de Thom Browne. Y ustedes dirán, ¿quién es Thom Browne? Uff, pues un diseñador neoyorquino que es lo más de lo más de la sastrería masculina moderna. Admiradísimo por Scott Schuman, el famoso fotógrafo cazador de tendencias de The Sartorialist. Vamos, que en moda masculina, lo que dice el señor Scott sienta cátedra.

Que yo sepa, la única tienda en España que tiene Thom Browne es Chapeau, que está en Valencia, no en Madrid ni en Barcelona, ¡todo hay que decirlo! También es verdad que Jose Tamarit, de Chapeau, ha sido muy valiente, porque la ropa del neoyorkino no es nada fácil de vender: es carísima y además tiene un punto muy personal, las chaquetas son más pequeñas y ajustadas de lo habitual, los pantalones cortos, los trajes parecen de sastrería clásica, estilo college, pero con un toque algo esnob, sólo para los más dandys. Las hechuras son estrechas, pero la calidad de los tejidos es impresionante y está todo confeccionado a mano, como los antiguos sartorios. Vamos, que si yo fuera hombre, delgado y con una cartera llena de billetes, iba ahora mismo a comprarme un par de trajes y un cardigan de cashmere con los acabados de grosgrain de Thom Browne, ¡lástima que no reúna ninguno de los requisitos!

La nueva tienda de Chapeau hombre no tiene nada que envidiar a otras tiendas multimarca de París o Londres, sin exagerar. Primero por la selección de firmas, de lo mejorcito: Prada, Burberry Prosum, que es la línea italiana de la casa inglesa, los trajes de Tom Ford, que de tan clásicos son modernos, la colección de Neil Barret, el cashmere de Cruciani o los polos de Fred Perry. Pero además, han seleccionado lo mejor de cada casa. Tan importante es vender Prada, como saber elegir, de entre más de mil prendas que fabrica Prada cada temporada, aquellas que darán estilo y coherencia a tu tienda. En el caso de Chapeau, está claro que la ropa va dirigida a un hombre de mediana edad que quiere vestir moda sin ser un logo andante y que busca la mejor calidad en tejidos y cortes pero sin parecer clásico. Para un pijo estiloso, un gentlemen moderno o un gourmet de la moda.

Chapeau hombre tiene una decoración sobria, con piezas antiguas, techos de acero cromado y mucho espejo. Hay que verla. Está en Cirilo Amorós, en un local que Chapeau había alquilado para poder reformar la tienda de Hernán Cortés. A las pocas semanas, Jose Tamarit recibió una llamada desde el cuartel general de Prada en Milán: “Tienes que venir enseguida”, le dijo la directora. Temiéndose lo peor, Jose tomó el primer vuelo y allí recibió la noticia: “Quiero que tengas Prada hombre”. Cuando él respondió que le diera unos de meses para verlo, que él no vendía hombre, que tendría que abrir una nueva tienda, la ejecutiva de Prada le respondió que de pensarlo ni hablar, que Valencia no podía estar ni una temporada sin Prada. ¡A ver quién es el guapo que le dice no a Prada! Total, que al día siguiente, Jose estaba seleccionando en un enorme hangar de Milán las prendas que traería a Valencia este invierno, las que están ahora en la tienda. ¡Ay, quién fuera hombre!

domingo, 5 de octubre de 2008

Antes fuseau que vaquero desgarbado

Esta semana he recibido el informe “Clotilde la tendenciera”, un dossier que prepara cada temporada Nancy Tarrasó, de Engloba, sobre las tendencias de moda, hacia dónde va el mercado y lo que se venderá la próxima temporada. El nombre del dossier no puede ser más apropiado, porque esto de las tendencias es de lo más pendenciero, por no decir tirano. Y las mujeres caemos como tontas. Ahí estamos, cada seis meses, pendientes de lo que nos pondremos los seis siguientes. Y no lo decidimos nosotras, no, sino que nos lo imponen desde no se sabe dónde. La moda tiene que cambiar dos veces al año - ¡incluso más!- para que tengas que renovar el armario y pasar por caja cada temporada. De ahí el éxito de Zara y H&M y la ropa de usar y tirar, porque a ver quién es la que puede cambiar de vestuario dos veces al año con Guccis y Pradas ¡buff!.

Alguna mente perversa nos tortura con las tendencias con algún oculto propósito. Si hace meses se llevaban los pitillos grises estilo Kate Moss, ahora se llevan anchos y deshilachados porque alguien ha decidido que está de moda el grunge y el aspecto desaliñado, rollo Nirvana, porque los lleva la tonta de la señora Cruise o porque se los ponen las modelos antes de los desfiles, que fíjate qué monas están. Y al final, los únicos que ganan con todo esto son las empresas de moda y las grandes cadenas textiles, que nos traen de cabeza con el único objetivo de vender más. Si una temporada los pantalones son de cintura baja, seguro que la siguiente será alta. Al final, siempre tendrás que volver a comprarte unos porque los que tienes habrán pasado de moda.

La diseñadora Marta de Diego me dijo en una ocasión que no entendía porqué nos dejábamos llevar tanto por la moda. Marta tiene una personalidad muy fuerte y por eso no se deja influenciar así como así. Pero tienes que ser muy tuya y muy segura de ti misma para llevar el vaquero ancho cuando todos lo llevan estrecho. O para ponerte un abrigo largo hasta los tobillos con la cantidad de abriguitos sesenteros a la rodilla que hay en las tiendas. A ver quién es la guapa que lleva mocasines cuando todas van con bailarinas...

Por mucha personalidad que se tenga, todas acabamos sucumbiendo al bombardeo de revistas, catálogos, pasarelas y a las novedades de las tiendas. Además, que porras, nos gusta cambiar de ropa cada temporada y renovar el look o rejuvenecerlo. Por ejemplo, según “Clotilde la tendenciera” este invierno se lleva la estética Folk: Bob Dylan, los estudiantes de la Sorbonne de París en mayo del 68, haz el amor y no la guerra, Joan Baez y los universitarios progresistas o el look Cayetana de Alba, que ella sí es hippie de verdad. No hay más que ver la colección de DKNY –que por cierto, está en El Corte Inglés de Pintor Sorolla- o la de Gucci. O pasarse por Zara. Y claro, con tanto vestidito bohemio, sacas del armario tu falda huevo del año pasado y te parece más antiguo que los pantalones de chandal con tira elástica bajo el pie que llevaba Isabel Pantoja, los famosos fuseau que vestíamos en los ochenta ¡uff!.

Lo normal es que la mayoría se adapte a las tendencias dentro de su estilo. Por ejemplo, no me veo yo con unas orejas de Minnie en el pelo, siguiendo otra de las tendencias del informe Clotilde, la de los dibujos animados y la fantasía. Tampoco me veo con cadenas punk y tachuelas y calaveras, copiando la tendencia gótico. Puestos a elegir, me quedo con la naturalidad, tendencia según la cual vestimos prendas simples, colores neutros, cortes sencillos y algodón de la mejor calidad. O con la tendencia “maduritas”, que me va que ni pintada. Todo menos el vaquero deshilachado y desgarbado…