Si todos los que tienen ahorros los sacasen del banco y empezasen a gastar, qué se yo, en zapatos, bolsos, ropa de fiesta, joyas, viajes, restaurantes… el consumo tiraría para arriba, las tiendas volverían a contratar gente, los bancos a prestar dinerito para comprar más y así todos más contentos que unas castañuelas.
Así pues, chicas, seamos patriotas: salgamos de casa pertrechadas con tarjetas de crédito y al grito de ¡¡¡todo por España!!! gastemos sin complejos, compremos sin miramientos en un acto de amor y entrega a nuestro país.
Empecemos por los pies, como los buenos ejércitos que de los primero que se aprovisionan es de buenas botas. Pues nosotras a por unos buenos Manolos de piel de cocodrilo. Hija, que bonitos. Unos manolos de coco son como un Birkin de Hermès o un Amazona XXL, eso que llaman una apuesta segura, una inversión, un valor en alza. A medida que envejecen, adquieren esa clase que sólo tienen los objetos antiguos.
Manolo Blahnick no tiene tienda en Valencia, pero la interiorista Verónica Montijano los trae a su estudio cada temporada invitando a una venta privada a amigas y clientas. Este mes se ha traído los zapatos de fiesta y de cocodrilo. La piel de cocodrilo es algo dura, pero las hormas son tan cómodas que son zapatos resistentes y fáciles de llevar. El precio, entre 1.900 y 3.000 euros, es lo de menos cuando se trata de ayudar a levantar la economía nacional. Cuando se habla de manolos, los modelos más vendidos son precisamente los clásicos: el Creola y el Carolina. Fíjate que hasta se pueden encargar a medida, como en el Birkin de Hermès, eligiendo entre un muestrario de pieles y color. ¿Puede haber algo más lujoso que un zapato personalizado? La pena es que haya que esperar de seis a ocho semanas para recibir el encargo.
Si hablamos de zapatos, hay tres firmas que están en el top: Christian Loboutin, Jimmy Choo y Manolo Blahnik. La tres tienen en común su precio, vamos, que no los encuentras por menos de 400 eurines. Bueno… corrijo, los Jimmy Choo se podían comprar ayer por 99 euros en la edición limitada que ha sacado H&M, pero a las dos horas de abrir la tienda, ya se habían agotado. ¡Qué fuerte, eso sí es consumo! Si los Choo destacan por modernos y megafashion, los Loboutin son el colmo de la sofisticación francesa y los Manolos un clásico elegante, muy del estilo de Isabel Preysler.
Los Manolos de Verónica Montijano comparten espacio con una minicolección de ropa de Azzaro que estará a la venta sólo el mes de noviembre. La firma francesa se hizo famosa por unos vestidos tipo fourreau, negro hasta los pies, y con escote en forma de ocho adornado con piedras brillantes. Chapeau los tuvo hace años. Las colecciones de ahora siguen dando protagonismo a los escotes sexies. También hay minivestidos con mangas de organza y túnicas cortas con incrustaciones de perlas y piedras, con un aire caftán de la firma que lució Rania de Jordania. Precios: los de cóctel, desde 1.000 euros, y los de fiesta, entre cuatro y cinco mil. Sobre el vestido, ideal un chaquetón de plumas de marabú color ciruela que me recordaba al de visón que tuvo Loewe hace una temporada, sólo que las plumas son más ligeras y divertidas. El marabú me lo enseñó Begoña Buqué, que ha colaborado con Verónica en el showroom. Allí también estaba Mª Angeles Miguel, de Hermès, intrigada por ver qué fotos habría seleccionado el Vogue de diciembre de aquella sesión de fotos con pañuelos en la Plaza del Patriarca. Pronto se desvelará el secreto.
Más sitios donde gastar sin complejos: las joyerías. Rabat invitó esta semana a un cóctel en su joyería de Colón, que amenizó con música del grupo Mondo Ritmic Trio. La noche “Jazz Diamonds” le sirvió de excusa para presentar sus joyas más espectaculares: gargantillas, colgantes, pulseras rivière, sortijas, pendientes… todos en oro blanco y brillantes. Umm…
Y los chicos bien de Modos, en un alarde de patriotismo impagable, tienen esta semana un super plan para gastar dinero y ayudar a Zapatero a salir del atolladero, una venta privada en Mont-Blanc. La marca internacional cerrará su boutique de Poeta Querol para conocer en exclusiva las novedades, ideales para regalos de Navidad.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
viernes, 13 de noviembre de 2009
Los "Vip Village" o "Las Aldeas del poderío"
No hay evento, deportivo, cultural o social, que se precie y que no tenga una zona VIP, ya se sabe: “Very important person”. La idea tenía cierto sentido cuando se inventó para que la gente con mucha fama y glamour no tuviese que codearse con la muchedumbre mundana. Pero la cosa ha ido evolucionando hasta alcanzar cuotas insospechadas de horterismo más o menos refinado. Por ejemplo, asistir a un concierto de rock sentado en cómodas butacas, bebiendo vino caro o champán y tomando canapés de salmón o cucharaditas de foie sobre un mil hojas al aroma de menta… Cuando todo el mundo sabe que los conciertos de rock se ven bebiendo cerveza en vaso de plástico y comiendo bocadillos de morcillas con habas; lo contrario es un snobismo hortera a más no poder.
El caso es satisfacer las ínfulas de grandeza y distinción de la aristocracia reinante. Una aristocracia que antaño formaban condes y duques, y que ahora es cosa de empresarios, políticos y de la pléyade de paniaguados más o menos pelotas que suelen acompañarles. Da la sensación de que, como en el antiguo régimen, la nueva aristocracia no se pudiera juntar con el común de los mortales que pagan hipoteca. Tienen que comer en sitios distintos, ver los eventos deportivos desde tribunas cerradas y acceder a zonas exclusivas donde te piden credenciales para entrar.
Ahora las zonas VIPS se llaman “VIPS Village”, que podríamos traducir como “pueblo de la gente con poderío” que incluyen zonas exclusivas con azafatas más o menos minifalderas –nunca tíos buenorros enseñando abdominales con forma de tableta de chocolate-. Una vez dentro, el VIP se imbuye inevitablemente en una estética repetitiva: estand de Rolex a la derecha, camareros con bandejas de jamón de bellota y cava; besitos por aquí, sonrisas por allá, y mucho chocamanos. Es la forma moderna de sentirse miembros de la corte. Ellos son siempre los mismo, ayer en el Open de Tenis, hoy en el Gran premio de motos.
En el Open de tenis, la zona vip está junto al Museo Príncipe Felipe. Se accede con pulserita roja y, como no, está el restaurante oficial del evento, que como no podía ser de otra forma se llama “Vip Pink”. Allí comen los tenistas, entrenadores, patrocinadores e invitados a los que las empresas quieren agasajar.
Además del restaurante, dentro del Village vip, hay una zona con stands de la Generalitat, Rolex, gafas de sol, el Hotel del Juan Carlos Ferrero y poco más… La estética de los stands, más de lo mismo: Sillones blancos, pantallas de plasma, catálogos y revistas oficiales … Uff, vamos, que son espacios de quita y pon de lo más aburridos..
Lo chocante es que pasados los años seguimos con el sillón minimalista y el catering fisnolis. Parece que no nos quitemos de encima ese complejo de pueblerinos que nos lleva a creer que todo lo de fuera es mejor. Y lo mismo con la música: que te pongan chill-out en un bar ibicenco, pues vale; pero que lo hagan un mes de noviembre mirando al estanque de la Ciudad de las Artes, pues qué quieren que les diga, es como si en banquete de una boda chic pusiesen mondadientes.
Por cierto, a ver si alguien se lo curra y mejora un poco los accesos a la Ciudad de las Artes; ni metro, ni taxis ni res de res. Cada vez que te invitan a algo tienes que echar la tarde en ir y venir. El viernes por la tarde, además del tenis, se celebró un congreso en la Ciudad de las Artes para hablar de conciliación familiar y de igualdad de oportunidades. Allí no hubo Vips Village, sólo un montón de gente currante con más o menos éxito en su vida profesional que se rebana los sesos para ver como demonios compagina el curro con los deberes de los niños. Estuvo, entre otras la directora de Yo Dona, Charo Izquierdo y la presentadora de Canal 9 Maribel Vilaplana, que han sabido conciliar las dos cosas. Se echó en falta la presencia de algún hombre que haya sabido compaginar sus reuniones de alto nivel con los pañales de los niños… seguro que ellos estaban en el Vip Village chocando manos para hacer méritos.
El caso es satisfacer las ínfulas de grandeza y distinción de la aristocracia reinante. Una aristocracia que antaño formaban condes y duques, y que ahora es cosa de empresarios, políticos y de la pléyade de paniaguados más o menos pelotas que suelen acompañarles. Da la sensación de que, como en el antiguo régimen, la nueva aristocracia no se pudiera juntar con el común de los mortales que pagan hipoteca. Tienen que comer en sitios distintos, ver los eventos deportivos desde tribunas cerradas y acceder a zonas exclusivas donde te piden credenciales para entrar.
Ahora las zonas VIPS se llaman “VIPS Village”, que podríamos traducir como “pueblo de la gente con poderío” que incluyen zonas exclusivas con azafatas más o menos minifalderas –nunca tíos buenorros enseñando abdominales con forma de tableta de chocolate-. Una vez dentro, el VIP se imbuye inevitablemente en una estética repetitiva: estand de Rolex a la derecha, camareros con bandejas de jamón de bellota y cava; besitos por aquí, sonrisas por allá, y mucho chocamanos. Es la forma moderna de sentirse miembros de la corte. Ellos son siempre los mismo, ayer en el Open de Tenis, hoy en el Gran premio de motos.
En el Open de tenis, la zona vip está junto al Museo Príncipe Felipe. Se accede con pulserita roja y, como no, está el restaurante oficial del evento, que como no podía ser de otra forma se llama “Vip Pink”. Allí comen los tenistas, entrenadores, patrocinadores e invitados a los que las empresas quieren agasajar.
Además del restaurante, dentro del Village vip, hay una zona con stands de la Generalitat, Rolex, gafas de sol, el Hotel del Juan Carlos Ferrero y poco más… La estética de los stands, más de lo mismo: Sillones blancos, pantallas de plasma, catálogos y revistas oficiales … Uff, vamos, que son espacios de quita y pon de lo más aburridos..
Lo chocante es que pasados los años seguimos con el sillón minimalista y el catering fisnolis. Parece que no nos quitemos de encima ese complejo de pueblerinos que nos lleva a creer que todo lo de fuera es mejor. Y lo mismo con la música: que te pongan chill-out en un bar ibicenco, pues vale; pero que lo hagan un mes de noviembre mirando al estanque de la Ciudad de las Artes, pues qué quieren que les diga, es como si en banquete de una boda chic pusiesen mondadientes.
Por cierto, a ver si alguien se lo curra y mejora un poco los accesos a la Ciudad de las Artes; ni metro, ni taxis ni res de res. Cada vez que te invitan a algo tienes que echar la tarde en ir y venir. El viernes por la tarde, además del tenis, se celebró un congreso en la Ciudad de las Artes para hablar de conciliación familiar y de igualdad de oportunidades. Allí no hubo Vips Village, sólo un montón de gente currante con más o menos éxito en su vida profesional que se rebana los sesos para ver como demonios compagina el curro con los deberes de los niños. Estuvo, entre otras la directora de Yo Dona, Charo Izquierdo y la presentadora de Canal 9 Maribel Vilaplana, que han sabido conciliar las dos cosas. Se echó en falta la presencia de algún hombre que haya sabido compaginar sus reuniones de alto nivel con los pañales de los niños… seguro que ellos estaban en el Vip Village chocando manos para hacer méritos.
viernes, 6 de noviembre de 2009
Lujo para ricos, lujo para pobres
La tienda de Bulgari en Valencia tiene dos entradas. Por una puerta, se accede a una joyería de alto nivel, con guardia jurado; la otra puerta, da paso a la sección de complementos, bolsos, gafas, pañuelos, perfumes…. Los de Bulgari han bautizado este modelo de tienda como “twin store” porque se trata de dos tiendas juntas pero con públicos diferentes: por una puerta, entramos los que nos podemos gastar 120 euros en unas gafas de sol y por la otra, los que compran relojes o alta joyería. Lo más de lo más es el espacio reservado a clientes vip, una sala privada ubicada en el sótano donde se pueden comprar piezas exclusivas a salvo de miradas cotillas.
Ese tipo de tienda, que también está en Marbella, desmonta la teoría de que el lujo se ha democratizado. No es verdad que todos podamos comprar un collar de zafiros y brillantes de Bulgari. Lo que está al alcance de la mayoría es el perfume, no la joyería. Vamos, que el perfume sería algo así como el consuelo de los que no pueden comprar joyas.
Esta semana, Bulgari presentó su nuevo perfume, Blue II, en su tienda de Poeta Querol, acceso por la puerta de complementos, pero sin escatimar en lujo. Dos expertas llegadas de Madrid –hija sí, en Madrid es que tienen de todo- te acompañaban hasta el interior para invitarte a una cata de olores y descubrir los matices del nuevo perfume. ¡No me digan que no es sofisticado!
Sobre uno de los mostradores, en una bandeja de madera, ibas oliendo uno por uno cada ingrediente: extracto de pachulí, anís estrellado, ámbar y aroma de caramelo de violeta. Mientras, te agasajaban con champagne francés y con unos dulces de lo más originales preparados por Seina Cocotte: maíz tostado recubierto de oro, brocheta de mora, fresa y licor de cerezas y unas trufas de coco deliciosas. Ummm…
Salí de la tienda con el nuevo perfume cuidadosamente envuelto, dentro de una bolsa lujosa, y por un momento me sentí como Carmen Lomana tras llevarse media tienda de Dior. El collar de zafiros y topacios que luce Laetitia Casta en la publicidad del perfume y que tienen expuesto en una vitrina, ¡ay, qué cosa tan bonita! nunca será mío, pero el precioso frasco de perfume con tapón de plata personalizado es una pasada y como sustituto no está nada mal.
Loewe no entrada doble en su tienda, pero también ha puesto en práctica la teoría del lujo asequible. Por una parte ha abierto corners en El Corte Inglés, lo que le da acceso a las mujeres que no se atreven a entrar en las lujosas boutiques de la firma. Por otra, tiene una línea de bolsos que pueden ser tuyos a partir de 350 euros. Y para los ricos de siempre, mantiene las colecciones con pieles exóticas, como el bolso de avestruz mostaza diseñado por Stuart Vevers, el modelo “Calle” en tamaño XL, cuyo precio sobrepasa los 8.000 euros y que ¡oh sorpresa! me dijeron que contaron que ya estaba reservado para una clienta.
El corner de Loewe en El Corte Inglés de Colón abrió justo hace un año. Al principio, la tienda parecía metida con calzador en una zona de bolsos a 20 euros. Pero ahora está más integrada y me cuentan que funciona como un tiro. En el Corte Inglés más de una se siente como en casa; allí puedes cotillear los bolsos, preguntar el precio sin avergonzarte, pagar a plazos y hasta devolverlo si te arrepientes de la compra, ¡y nadie te mira con mal gesto!
Y hablando de El Corte Inglés, esta semana se inaugura en el centro de Ademuz la exposición "El Papel de la Moda a través de la historia", una muestra en papel y a tamaño natural que recoge la evolución del vestido femenino durante los últimos 4.000 años, organizada junto con Dimova, la Asociación de diseñadores más representativa de Valencia –y también crítica con la dirección de la Semana de la Moda- que preside Dolores Cortés. Además, con motivo del Primer Open de Moda de la Comunidad Valenciana, se celebrarán mesas redondas, desfiles y montón de actividades. Este finde también comienza el otro Open, el de tenis, megaevento que promete fiestas vip, invitados de relumbrón y mucho cóctel fuera de pista.
Ese tipo de tienda, que también está en Marbella, desmonta la teoría de que el lujo se ha democratizado. No es verdad que todos podamos comprar un collar de zafiros y brillantes de Bulgari. Lo que está al alcance de la mayoría es el perfume, no la joyería. Vamos, que el perfume sería algo así como el consuelo de los que no pueden comprar joyas.
Esta semana, Bulgari presentó su nuevo perfume, Blue II, en su tienda de Poeta Querol, acceso por la puerta de complementos, pero sin escatimar en lujo. Dos expertas llegadas de Madrid –hija sí, en Madrid es que tienen de todo- te acompañaban hasta el interior para invitarte a una cata de olores y descubrir los matices del nuevo perfume. ¡No me digan que no es sofisticado!
Sobre uno de los mostradores, en una bandeja de madera, ibas oliendo uno por uno cada ingrediente: extracto de pachulí, anís estrellado, ámbar y aroma de caramelo de violeta. Mientras, te agasajaban con champagne francés y con unos dulces de lo más originales preparados por Seina Cocotte: maíz tostado recubierto de oro, brocheta de mora, fresa y licor de cerezas y unas trufas de coco deliciosas. Ummm…
Salí de la tienda con el nuevo perfume cuidadosamente envuelto, dentro de una bolsa lujosa, y por un momento me sentí como Carmen Lomana tras llevarse media tienda de Dior. El collar de zafiros y topacios que luce Laetitia Casta en la publicidad del perfume y que tienen expuesto en una vitrina, ¡ay, qué cosa tan bonita! nunca será mío, pero el precioso frasco de perfume con tapón de plata personalizado es una pasada y como sustituto no está nada mal.
Loewe no entrada doble en su tienda, pero también ha puesto en práctica la teoría del lujo asequible. Por una parte ha abierto corners en El Corte Inglés, lo que le da acceso a las mujeres que no se atreven a entrar en las lujosas boutiques de la firma. Por otra, tiene una línea de bolsos que pueden ser tuyos a partir de 350 euros. Y para los ricos de siempre, mantiene las colecciones con pieles exóticas, como el bolso de avestruz mostaza diseñado por Stuart Vevers, el modelo “Calle” en tamaño XL, cuyo precio sobrepasa los 8.000 euros y que ¡oh sorpresa! me dijeron que contaron que ya estaba reservado para una clienta.
El corner de Loewe en El Corte Inglés de Colón abrió justo hace un año. Al principio, la tienda parecía metida con calzador en una zona de bolsos a 20 euros. Pero ahora está más integrada y me cuentan que funciona como un tiro. En el Corte Inglés más de una se siente como en casa; allí puedes cotillear los bolsos, preguntar el precio sin avergonzarte, pagar a plazos y hasta devolverlo si te arrepientes de la compra, ¡y nadie te mira con mal gesto!
Y hablando de El Corte Inglés, esta semana se inaugura en el centro de Ademuz la exposición "El Papel de la Moda a través de la historia", una muestra en papel y a tamaño natural que recoge la evolución del vestido femenino durante los últimos 4.000 años, organizada junto con Dimova, la Asociación de diseñadores más representativa de Valencia –y también crítica con la dirección de la Semana de la Moda- que preside Dolores Cortés. Además, con motivo del Primer Open de Moda de la Comunidad Valenciana, se celebrarán mesas redondas, desfiles y montón de actividades. Este finde también comienza el otro Open, el de tenis, megaevento que promete fiestas vip, invitados de relumbrón y mucho cóctel fuera de pista.
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