Todos los años, por estas fechas, los escaparates de las tiendas se llenan de vestidos de fiesta, ale brillos y lentejuelas a tutiplén. Yo no sé de dónde viene la manía de vestirnos de lentejuelas para las fiestas navideñas. ¿Acaso los hombres se ponen chaquetas brillantes, bufandas de plumas de marabú y zapatos dorados? Entonces, ¿por qué tenemos que disfrazarnos de cabareteras? ¿Quién dijo que un vestido de tirantes era lo ideal para la noche más fría del año?
Hija, pues mira no, yo por ahí no paso, he decidido que nunca más. Por mí, los vestidos de fiesta y lentejuelas han sido desterrados para siempre del armario, junto con los abrigos de piel, las medias de encaje y los tacones imposibles. A Dios pongo por testigo que nunca más volveré a enfundarme un traje con paillettes, ni aunque me inviten a una de esas fiestas glamourosas y megalujosas de fin de año.
Yo creo que todo es culpa de José Luís Moreno y su programa Noche de Fiesta, que me hizo odiar los vestidos de gala. Como consecuencia de ese trauma, ahora cada vez que me hablan de fiestas, pienso en esos peinados imposibles y esos vestidos horteras que lucían Norma Duval y Juncal Ribero y me entran ganas de largarme a una casita de campo con vaqueros y Barbour.
Y sin embargo, las fiestas de gala siguen teniendo sus adeptos, ahí están las que organizan los hoteles de cinco estrellas, como Palau de la Mar -240 euros con noche de hotel por persona- o el Hotel Westin -225 eurines sin noche de hotel-, ambas con el requisito de traje de gala. O el fiestón que han organizado los pijitos de Moddos -100 eurines el cubierto-, cuyo único requisito es vestir de etiqueta. Se celebrará en el restaurante Mar de Bamboo, en el Edificio Veles e Vents, y tendrá hasta photocall, ¡mira eso es una buena idea, así por lo menos inmortalizas el modelito!
Menos mal que además de las fiestas tradicionales, con esmoquin y traje largo, existen planes para los que prefieren los vaqueros al esmoquin. Ahí están las casas rurales, las escapaditas de fin de semana sin salir de España y hasta la cena en casa de un amigo, que además te sale baratita, baratita, aunque el anfitrión prometa no volver a prestar su casa nunca más.
Sin embargo, que no te vistas de fiesta no quiere decir que no vayas elegante a la par que sencilla. Se puede ir estilosa sin necesidad de sufrir los tacones ni pendientes de media tonelada de peso. Para eso están los suéters de cashmere, los vaqueros usados, los leggins de lana, los plumas estilo Moncler, los chaquetones de piel vuelta, tan abrigados, las botas de montar y las pashminas, que siempre dan un toque elegante a un look deportivo. Si a esto le añades un buen bolso shopping o unos guantes de piel, ¿quién quiere disfrazarse para ir a una fiesta?
Afortunadamente, todavía quedan tiendas para las que odiamos vestir de fiesta. TCN es una de ellas. En el escaparate, ni una sola lentejuela, sólo ropa cómoda y abrigada para pasar un día de vacaciones con poco maquillaje y mucho estilo.
Si ves una foto de Totón Comella, la diseñadora de TCN, entiendes perfectamente el planteamiento de esta firma. Totón siempre lleva camisas de algodón blancas y chaquetas de lana amplias, ropa cómoda para la vida que llevamos las mujeres hoy en día, pero a la vez femenina y siempre de calidad.
El escaparate de TCN no es el único que escapa a las lentejuelas, pero este año me he acordado porque ha tenido una idea genial: ha dibujado planos de las principales ciudades españolas con los sitios preferidos de la diseñadora e ideas para hacer planes durante estas fiestas: dónde tomar un buen brunch, disfrutar de un aperitivo, relajarnos con un spa o incluso un mercado donde comprar el mejor pescado y marisco. El plano-plan de Valencia –se puede pedir en la tienda- recomienda los Restaurantes Zacarías, Enópata, L’Ou, las tapas de Casa Montañana, el bar la Pilarica, la decoración del Mercader de Indias… Un paseo por el Mercado Central y pasar una noche en el Palau de Mar.
miércoles, 30 de diciembre de 2009
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Marichalar, entre lo sublime y la bobería
El límite entre los sobresaliente y la necedad es a veces tan fino que se sobrepasa sin percatarse de ello. Es lo que, según dicen algunos analistas políticos, le ha pasado esta semana a Zapatero con eso de que “la tierra pertenece al viento”. Hija, a mí la frase me parece monísima, y me hubiese encantado que algún novio me la dijese a los dieciséis añitos mientras hacíamos tonterías en la playa, claro que dicho donde lo dijo el Presi, no sé..., pero quedó un poco tal.
Y hablando de cruzar esa fina línea entre lo sublime y la bobería, el que la cruzó de un salto esta semana fue el bueno de Marichalar. Pues se nos presenta el chico en la fiesta de Loewe y se niega hacerse una foto con mi amiga y conmigo argumentando que si lo hacía, se pasaría la tarde haciéndose fotos con todo el mundo. Me quedé con la misma cara que se te pone cuando sacas de la lavadora tu último suéter de Loro Piana y descubres que ha encogido siete tallas. Pero bueno, pensé, ¿creerá este chico, que está aquí por lo que aportan sus conocimientos financieros o de marketing a una firma como Loewe? En fin, que él se lo perdió, le dejamos hablando con la única que le hacia caso en toda la fiesta, Marisa Yoldi, más conocida como Marisa de Borbón.
El que me pareció ideal de la muerte fue Peter Marino, el famoso arquitecto que ha reformado Loewe, que estuvo hablando y posando con unos y con otros. Un colega auténtico que se viste de cuero y gorra de policía como aquel cantante de los Village People. Desde ahora me declaro fan suya.
La fiesta de inauguración, organizada por Rocío Bacharach, fue un lujazo. A los invitados se les recibía primero en la tienda con champagne francés y luego pasaban al Palacio del Marqués de Dos Aguas para el cóctel. Total, total.
Lástima que Loewe no pudiera utilizar todo el Palacio y tuviera que recurrir a la plazoleta de Poeta Querol, cubierta y cerrada con una carpa negra. Eso sí, lo poquito del Palacio estaba decorado hasta el detalle y animado por una banda de jazz. Una vez en la carpa, y a pesar del frío y la lluvia –había que ver a un grupo de señoras mayores arrimadas a la estufa- se veía la fuente exterior iluminada y decorada con macetones de naranjos.
El catering, de Seina Cocotte, fue tan sofisticado como un bolso de Loewe: turrón de sésamo, cremoso de atún al aceite de oliva, boletus laqueados a la soja, foié, espuma de patata trufada, sándwiches de lacón cocido…
Entre los invitados, mucho apellido ilustre: Carlos Pascual, los Agramunt, los Pechuán, los Barrera, los Martinez Colomer, las hermanas Fitera, Mayren Beneyto y hasta Rita Barberá, que llegó a acompañada de la periodista Isabel San Sebastián (que cuentan que tiene un novio valenciano de toda la vida).
Y hablando de exquisiteces. El martes, vino a Valencia el pastelero de Hermès. Como suena. Los franceses, tan golosos ellos, montaron un puesto de chuches en la Plaza del Patriarca, mientras unos actores disfrazados de duendes, con alas color naranja, indicaban el camino hasta Hermès. Hija, ideal de la muerte.
Esa misma tarde, Presen Rodríguez presentaba un nuevo servicio para novias, y de camino a su tienda, más de una probó las palomitas de Hermès. Lo de Presen Rodríguez merece un artículo aparte, porque soluciona en un plis plas todos los problemas de una novia: flores, maquillaje, invitaciones, protocolo, peinado, catering…
Hasta allí se acercaron Valentín Herráiz –¡qué pasada el vestido de novia que diseñó para Marta Vilar!-, Cuchita Lluch, las hermanas Fitera, el doctor Murgui, Carmen Durán… muchos se fueron directamente al cóctel que ofrecía el joyero Antonio Romero, mientras que otras volvían a Loewe para el desfile de la colección de verano. ¡Menuda semanita! Fíjate que una amiga, después de cruzar Poeta Querol varias veces, de cóctel en cóctel, y tras varias copas de champagne, sentenció: “Me siento como Carrie y sus amigas en una tarde en Nueva York”. Totalmente.
El catering de Antonio Romero fue otro lujazo. El chef Quique Barella, de El Alto de Colón, interpretó la colección del joyero con un menú en el que cada plato adopta la forma, concepto y sabor de las piezas de joyería. Sublime, pero sin llegar a la bobería.
Y hablando de cruzar esa fina línea entre lo sublime y la bobería, el que la cruzó de un salto esta semana fue el bueno de Marichalar. Pues se nos presenta el chico en la fiesta de Loewe y se niega hacerse una foto con mi amiga y conmigo argumentando que si lo hacía, se pasaría la tarde haciéndose fotos con todo el mundo. Me quedé con la misma cara que se te pone cuando sacas de la lavadora tu último suéter de Loro Piana y descubres que ha encogido siete tallas. Pero bueno, pensé, ¿creerá este chico, que está aquí por lo que aportan sus conocimientos financieros o de marketing a una firma como Loewe? En fin, que él se lo perdió, le dejamos hablando con la única que le hacia caso en toda la fiesta, Marisa Yoldi, más conocida como Marisa de Borbón.
El que me pareció ideal de la muerte fue Peter Marino, el famoso arquitecto que ha reformado Loewe, que estuvo hablando y posando con unos y con otros. Un colega auténtico que se viste de cuero y gorra de policía como aquel cantante de los Village People. Desde ahora me declaro fan suya.
La fiesta de inauguración, organizada por Rocío Bacharach, fue un lujazo. A los invitados se les recibía primero en la tienda con champagne francés y luego pasaban al Palacio del Marqués de Dos Aguas para el cóctel. Total, total.
Lástima que Loewe no pudiera utilizar todo el Palacio y tuviera que recurrir a la plazoleta de Poeta Querol, cubierta y cerrada con una carpa negra. Eso sí, lo poquito del Palacio estaba decorado hasta el detalle y animado por una banda de jazz. Una vez en la carpa, y a pesar del frío y la lluvia –había que ver a un grupo de señoras mayores arrimadas a la estufa- se veía la fuente exterior iluminada y decorada con macetones de naranjos.
El catering, de Seina Cocotte, fue tan sofisticado como un bolso de Loewe: turrón de sésamo, cremoso de atún al aceite de oliva, boletus laqueados a la soja, foié, espuma de patata trufada, sándwiches de lacón cocido…
Entre los invitados, mucho apellido ilustre: Carlos Pascual, los Agramunt, los Pechuán, los Barrera, los Martinez Colomer, las hermanas Fitera, Mayren Beneyto y hasta Rita Barberá, que llegó a acompañada de la periodista Isabel San Sebastián (que cuentan que tiene un novio valenciano de toda la vida).
Y hablando de exquisiteces. El martes, vino a Valencia el pastelero de Hermès. Como suena. Los franceses, tan golosos ellos, montaron un puesto de chuches en la Plaza del Patriarca, mientras unos actores disfrazados de duendes, con alas color naranja, indicaban el camino hasta Hermès. Hija, ideal de la muerte.
Esa misma tarde, Presen Rodríguez presentaba un nuevo servicio para novias, y de camino a su tienda, más de una probó las palomitas de Hermès. Lo de Presen Rodríguez merece un artículo aparte, porque soluciona en un plis plas todos los problemas de una novia: flores, maquillaje, invitaciones, protocolo, peinado, catering…
Hasta allí se acercaron Valentín Herráiz –¡qué pasada el vestido de novia que diseñó para Marta Vilar!-, Cuchita Lluch, las hermanas Fitera, el doctor Murgui, Carmen Durán… muchos se fueron directamente al cóctel que ofrecía el joyero Antonio Romero, mientras que otras volvían a Loewe para el desfile de la colección de verano. ¡Menuda semanita! Fíjate que una amiga, después de cruzar Poeta Querol varias veces, de cóctel en cóctel, y tras varias copas de champagne, sentenció: “Me siento como Carrie y sus amigas en una tarde en Nueva York”. Totalmente.
El catering de Antonio Romero fue otro lujazo. El chef Quique Barella, de El Alto de Colón, interpretó la colección del joyero con un menú en el que cada plato adopta la forma, concepto y sabor de las piezas de joyería. Sublime, pero sin llegar a la bobería.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
¡Por fin una semana loca!
¡¡¡Oseea, oseea!!!!, me parece fatal lo de esta ciudad; llevamos un año cero total de fiestas y ahora, de repente, en una semana nos ponen siete; eso no hay fondo de armario que lo resista. Mañana inauguración de la tienda de Loewe, pasado cóctel de Antonio Romero, comida en Alto de Colón, cóctel de Presen Rodríguez. El miércoles desfile de Montesinos y exposición de Jayme Hayón, el jueves fiesta de EL MUNDO…., pero ¿de qué van?, a ver quién es la guapa que con los tiempos que corren tiene tanta ropa.
Menos mal que el bueno de Miguel Boronat ha abierto un outlet de ropa italiana. Hija, es una tienda total total, se llama Venerdi y está enfrente de los antiguos juzgados, con ropa de Prada, Etro, Armani, Brooksfield, D&G, Loro Piana, Moncler, Etro, Fay y también de la americana Ralph Lauren. A mi los outlets me ponen un poco…., bueno eso; que me emociona encontrar un chollo, y luego otro y otro. Al final te vas a casa habiéndote gastado una fortuna pero con la conciencia tranquila.
Bueno, vamos a lo que vamos, que la semana va a dar para mucho. El lunes, la primera cita, hija pobre de la que no haya recibido la invitación de Loewe, ¡a ver cómo se lo explica a sus amigas!, lo de presentarse allí y decir que la has perdido no va colar, porque es una invitación preciosa, de las que guardas para copiarla cuando quieras hacer tú otra: un tarjetón grueso, negro y dorado, y tu nombre con escritura caligráfica a pluma, ¡qué ideal!
La flamante tienda de Loewe está diseñada por el arquitecto Peter Marino, super conocido en el mundo del lujo por haber diseñado las boutiques Chanel de Tokio, Osaka, Hong Kong, París –en la Rue Cambon- y Nueva York; las de Fendi en Roma y Nueva York; y las de Vuitton de París o Hong Kong. Vamos, que el hombre se mueve entre bolsos de lujo como una quinceañera en Bershka.
La reforma de Loewe tendría que haber terminado hace justo un año, pero Marino se lo toma con mucha calma, y además se lo consienten todo (cuentan que ha cobrado unos 700.000 euros por la reforma).
La invitación de Loewe, negra y dorada, da bastantes pistas sobre la decoración de la tienda. En su día, Marino ya comentó que iba a revestir las paredes con sedas muy ricas y exclusivas, y cubriría el parqué con alfombras de tres centímetros de grosor y oro oxidado. Vamos, que la tienda ha quedado de lo más refinada y elegante.
Menos mal que el bueno de Miguel Boronat ha abierto un outlet de ropa italiana. Hija, es una tienda total total, se llama Venerdi y está enfrente de los antiguos juzgados, con ropa de Prada, Etro, Armani, Brooksfield, D&G, Loro Piana, Moncler, Etro, Fay y también de la americana Ralph Lauren. A mi los outlets me ponen un poco…., bueno eso; que me emociona encontrar un chollo, y luego otro y otro. Al final te vas a casa habiéndote gastado una fortuna pero con la conciencia tranquila.
Bueno, vamos a lo que vamos, que la semana va a dar para mucho. El lunes, la primera cita, hija pobre de la que no haya recibido la invitación de Loewe, ¡a ver cómo se lo explica a sus amigas!, lo de presentarse allí y decir que la has perdido no va colar, porque es una invitación preciosa, de las que guardas para copiarla cuando quieras hacer tú otra: un tarjetón grueso, negro y dorado, y tu nombre con escritura caligráfica a pluma, ¡qué ideal!
La flamante tienda de Loewe está diseñada por el arquitecto Peter Marino, super conocido en el mundo del lujo por haber diseñado las boutiques Chanel de Tokio, Osaka, Hong Kong, París –en la Rue Cambon- y Nueva York; las de Fendi en Roma y Nueva York; y las de Vuitton de París o Hong Kong. Vamos, que el hombre se mueve entre bolsos de lujo como una quinceañera en Bershka.
La reforma de Loewe tendría que haber terminado hace justo un año, pero Marino se lo toma con mucha calma, y además se lo consienten todo (cuentan que ha cobrado unos 700.000 euros por la reforma).
La invitación de Loewe, negra y dorada, da bastantes pistas sobre la decoración de la tienda. En su día, Marino ya comentó que iba a revestir las paredes con sedas muy ricas y exclusivas, y cubriría el parqué con alfombras de tres centímetros de grosor y oro oxidado. Vamos, que la tienda ha quedado de lo más refinada y elegante.
El cóctel no se celebró en la tienda, sino justo enfrente, en una carpa montada junto al Palacio del Marqués de Dos Aguas. Tiene su lógica. Sería una pena que una alfombra exclusiva se manchase de vino o un canapé fuese a caer inoportunamente sobre una de las prendas de piel de la temporada, ¡uff, qué desastre!
La agenda de la semana no termina con Loewe. El martes, el joyero Antonio Romero invitó a un cóctel en su joyería de Poeta Querol con la colaboración del restaurante el Alto de Colón; el joyero ha creado una colección de joyas junto a sugerencias gastronómicas; vamos, como un maridaje de vinos y comida, pero con joyas. El mismo día, Presen Rodríguez presentó su colección de novia, ideal de la muerte.
Y el miércoles, otro cóctel, esta vez con motivo de la exposición de piezas de Jayme Hayón diseñadas para Baccarat en el Espacio Guixeres. Y otro desfile. Esta vez, Francis Montesinos desfilará en el Hotel las Arenas en una nueva edición de la feria del lujo.
Ah, y luego el jueves para acabar esta semana loca, la fiesta de EL MUNDO en Feria Valencia con motivo de los Premios Innovadores. Una cita seria a la que vendrá la ministra más chic del Gobierno, Cristina Garmendia: ¡¡¡Que mona va siempre esta chica!!! tan alta, tan estilosa, tan discreta. Habrá que reservar el mejor modelito para codearse con lo más glamouroso del Gobierno de Zapatero.
Ah, y luego el jueves para acabar esta semana loca, la fiesta de EL MUNDO en Feria Valencia con motivo de los Premios Innovadores. Una cita seria a la que vendrá la ministra más chic del Gobierno, Cristina Garmendia: ¡¡¡Que mona va siempre esta chica!!! tan alta, tan estilosa, tan discreta. Habrá que reservar el mejor modelito para codearse con lo más glamouroso del Gobierno de Zapatero.
Una pasarela, dos pasarelas, tres pasarelas…
En una mesa redonda se preguntaba hace poco si había vida después de la pasarela. La respuesta, al menos en Valencia, es que no sólo hay vida, sino muchas más pasarelas además de la pasarela oficial. Esta semana, sin ir más lejos, se han celebrado dos desfiles. El primero, de la firma Javier y Javier, en el Palau de la Música, y el segundo, del gremio de sastres y modistas, en Feria Valencia. Y los dos llenos hasta arriba.
El desfile de Javier y Javier se celebró en el Palau de la Música. Mayrén Beneyto cedió la Sala Rodrigo para una buena causa: la recaudación de las entradas se destinó a la Fundación Pequeño Deseo, que se dedica a hacer realidad los deseos de niños con enfermedades crónicas. De hecho, una niña jovencita hizo realidad su sueño y salió a la pasarela con ropa de Javier y Javier y peinado de Lola Garrido, como el resto de las modelos de Carmen Durán.
Como la sala del Palau no es la más idónea para un desfile, Javier Villajos se las ingenió para montar tres pasarelas sobre el escenario. Las modelos salían de tres en tres y Javier aprovechó el juego de pasarelas para añadir sorpresa al desfile; a veces las tres modelos llevaban ropa coordinada y otras no tenían nada que ver la una con la otra.
Villajos sacó más de 70 diseños a la pasarela: vestidos de cóctel y fiesta, combinaciones imposibles y divertidas y unas camisetas de algodón que causaron sensación, están bordadas con pedrería y flores de cristal con imágenes que representan a iconos: Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, Marilyn Monroe, Einstein. Muy pop art. Las camisetas están cosidas a mano y no hay dos iguales
La modelo Paula Docet, que acababa de llegar de París, hizo de presentadora. Llevaba un vestido de seda natural con un bordado siglo XVIII francés en perlas y cristal. Paula es una de mis modelos preferidas. A pesar de no ser la más alta, ni la más delgada, tiene mucha personalidad y unos rasgos perfectos. Y la ropa le sienta fenomenal. Javier opina que en parte es por la edad, porque las modelos están mucho mejor cuando ya han cumplido 24 o 25 años. Lo mismo le pasa a la valenciana Mayte de la Iglesia, que mejora con la edad y además tiene la cabeza super bien amueblada.
Mayte desfiló esta semana para otro valenciano, pero a miles de kilómetros de aquí, nada menos que en la India. El diseñador Ramón Gurillo participó en Semana Internacional de Moda de Nueva Delhi (India) representando a España con su colección Natural Identity. La especialidad de Gurillo es el punto, un punto artesanal pero con un resultado muy moderno y distinto a todo lo demás.
Uff, pero esta semana todavía se han celebrado más desfiles. El viernes, el Gremio de Sastres y Modistas de Valencia, organizó otro desfile en Feria Valencia, con motivo de la 2ª Semana de la Artesanía de la Comunitat Valenciana. Desde que lo preside Valentín Herráiz, el Gremio está que no para de hacer cosas.
Los medios con los que cuenta no se pueden comparar a los que tiene la organización de la Semana de la Moda de Valencia y, claro, los resultados tampoco son comparables. Para empezar, el desfile fue colectivo; en poco más de una hora desfilaron 21 diseñadores, cuatro modelos por diseñador. Como es lógico, el resultado fue bastante desigual. Juan Andrés Mompó, Valentín Herráiz, Javier y Javier, La Bohème e Higinio Mateu, por ejemplo, sacaron unos vestidos de morirse, cada uno con su estilo. Pero otros –mejor no digo nombres- vistieron a las modelos como árboles de Navidad, ¡uff, uff, uff!
Hay que decir que las colecciones de niños -Kianty y Rubio Kids- y las de hombre, con José Zambrano (¡qué mona la falda de tablas para hombre!) y Miquel Suay- estuvieron muy acertadas. Pero ver ropa de cóctel, hombre, niño, fiesta, boda y comunión, en apenas una hora, cuesta bastante de digerir…
Por cierto, todavía hay más pasarelas. El 16 y 17 de diciembre, en el Hotel Las Arenas, vuelve la feria del lujo con pasarela de alta costura incluída. Como en el “showroom” de verano, esta pasarela está organizada conjuntamente con el Gremio Artesano de Sastres y Modistas de Valencia, presidido por el incansable Valentín Herráiz.
El desfile de Javier y Javier se celebró en el Palau de la Música. Mayrén Beneyto cedió la Sala Rodrigo para una buena causa: la recaudación de las entradas se destinó a la Fundación Pequeño Deseo, que se dedica a hacer realidad los deseos de niños con enfermedades crónicas. De hecho, una niña jovencita hizo realidad su sueño y salió a la pasarela con ropa de Javier y Javier y peinado de Lola Garrido, como el resto de las modelos de Carmen Durán.
Como la sala del Palau no es la más idónea para un desfile, Javier Villajos se las ingenió para montar tres pasarelas sobre el escenario. Las modelos salían de tres en tres y Javier aprovechó el juego de pasarelas para añadir sorpresa al desfile; a veces las tres modelos llevaban ropa coordinada y otras no tenían nada que ver la una con la otra.
Villajos sacó más de 70 diseños a la pasarela: vestidos de cóctel y fiesta, combinaciones imposibles y divertidas y unas camisetas de algodón que causaron sensación, están bordadas con pedrería y flores de cristal con imágenes que representan a iconos: Humphrey Bogart, Audrey Hepburn, Marilyn Monroe, Einstein. Muy pop art. Las camisetas están cosidas a mano y no hay dos iguales
La modelo Paula Docet, que acababa de llegar de París, hizo de presentadora. Llevaba un vestido de seda natural con un bordado siglo XVIII francés en perlas y cristal. Paula es una de mis modelos preferidas. A pesar de no ser la más alta, ni la más delgada, tiene mucha personalidad y unos rasgos perfectos. Y la ropa le sienta fenomenal. Javier opina que en parte es por la edad, porque las modelos están mucho mejor cuando ya han cumplido 24 o 25 años. Lo mismo le pasa a la valenciana Mayte de la Iglesia, que mejora con la edad y además tiene la cabeza super bien amueblada.
Mayte desfiló esta semana para otro valenciano, pero a miles de kilómetros de aquí, nada menos que en la India. El diseñador Ramón Gurillo participó en Semana Internacional de Moda de Nueva Delhi (India) representando a España con su colección Natural Identity. La especialidad de Gurillo es el punto, un punto artesanal pero con un resultado muy moderno y distinto a todo lo demás.
Uff, pero esta semana todavía se han celebrado más desfiles. El viernes, el Gremio de Sastres y Modistas de Valencia, organizó otro desfile en Feria Valencia, con motivo de la 2ª Semana de la Artesanía de la Comunitat Valenciana. Desde que lo preside Valentín Herráiz, el Gremio está que no para de hacer cosas.
Los medios con los que cuenta no se pueden comparar a los que tiene la organización de la Semana de la Moda de Valencia y, claro, los resultados tampoco son comparables. Para empezar, el desfile fue colectivo; en poco más de una hora desfilaron 21 diseñadores, cuatro modelos por diseñador. Como es lógico, el resultado fue bastante desigual. Juan Andrés Mompó, Valentín Herráiz, Javier y Javier, La Bohème e Higinio Mateu, por ejemplo, sacaron unos vestidos de morirse, cada uno con su estilo. Pero otros –mejor no digo nombres- vistieron a las modelos como árboles de Navidad, ¡uff, uff, uff!
Hay que decir que las colecciones de niños -Kianty y Rubio Kids- y las de hombre, con José Zambrano (¡qué mona la falda de tablas para hombre!) y Miquel Suay- estuvieron muy acertadas. Pero ver ropa de cóctel, hombre, niño, fiesta, boda y comunión, en apenas una hora, cuesta bastante de digerir…
Por cierto, todavía hay más pasarelas. El 16 y 17 de diciembre, en el Hotel Las Arenas, vuelve la feria del lujo con pasarela de alta costura incluída. Como en el “showroom” de verano, esta pasarela está organizada conjuntamente con el Gremio Artesano de Sastres y Modistas de Valencia, presidido por el incansable Valentín Herráiz.
viernes, 4 de diciembre de 2009
Benditos sean los potingues
Hasta hace poco, yo pensaba ingenuamente que para tener buen aspecto bastaba con beber dos litros de agua al día y tomar infusiones de hierbas, como hace Isabel Preysler. Pero el día en que Rocio Bacharach me invitó a un curso de maquillaje de Bobbi Brown me di cuenta del error… Entonces descubrí que cuando ya has cumplido cuarenta, el aspecto sanote y natural no se consigue con la cara lavada, sino con un buen maquillaje y provista de unas buenas herramientas de trabajo: brochas, pinceles, cepillos de pestañas y borlas.
Los listos de Bobbi Brown se han dado cuenta de que la mejor forma de vender maquillaje es enseñando a maquillar y allá donde venden sus coloretes, organizan cursos de maquillaje. En Valencia, le encargaron a Rocio que organizase los cursos y ella decidió celebrarlos en el estudio de decoración de Verónica Montijano, un piso junto al mercado de Colón que tan pronto sirve para vender Manolos como para exponer diseño español.
El estudio de Verónica es como un cuarto de juguetes para mujeres: ropa, maquillaje, zapatos, espejos… y en donde los hombres cada vez tienen menos cabida. Ni están ni se les espera.
Rocio, como buena relaciones públicas, distribuyó a las invitadas a la escuela de maquillaje en seis o siete grupos, algunos más eclécticos que otros. Mi grupo era de mujeres trabajadoras, por eso elegimos el horario de 2 a 4 de la tarde, para luego volver a la carga, aunque el Albariño que sacó Verónica para acompañar a los taquitos de queso no lo puso nada fácil. Allí estaba Mª Angeles Miguel, de Hermès; Begoña Buqué con su hermana; la directora de Montblanc en Valencia Encarna Roig; la directora de marketing de Bobbi Brown Lorena Fernández y dos maquilladoras de la firma monísimas y super estilosas que hubieran estado igual de monas con la cara lavada.
Sobre una mesa de trabajo, se desplegaban todas las herramientas de trabajo: brochas, espejo, bastoncitos de algodón, barras de labios, tónico y tropecientos estuches con colorete y maquillajes. ¡Ni Arguiñano tiene tantos utensilios en su cocina! Las brochas son una pasada, hasta el maquillaje se aplica con pincel, lo que pasa es que si compras todos los pinceles que te recomiendan, la broma te sale por 180 euros.
Un buen maquillaje es cuestión de pasos. Lo primero es exfoliar, limpiar e hidratar la piel. Luego, aplicar contorno de ojos y encima un corrector para disimular las ojeras, siempre con pincel. Según la profesora, el corrector es uno de los secretos de belleza básicos. Si no tienes tiempo de maquillarte, basta con que apliques corrector, un poco de colorete y un brillo de labios.
Dos horas después y tras sucesivas capas de maquillaje, polvos sueltos, polvos de sol, colorete, perfilador de labios, barra de labios, brocha de cejas, sombra de ojos, máscara de pestañas… ¡uff, uff, uff! el resultado era indiscutible. Por unanimidad, decidimos que todas estábamos más guapas tras la sesión de maquillaje. ¡Lástima que después hubiera que volver al trabajo y no a una cita romántica!
Los secretos de maquillaje vienen bien para las cenas navideñas y también para los saraos de las próximas semanas. El martes se inaugura el club “La casa blanca”, un lugar donde tomar el aperitivo, relajarte después del trabajo o tomarte un gin tonic después de cenar. Está en el paseo de Ruzafa 10 y tiene hasta terraza, que como siga este tiempo primaveral será cuestión de aprovechar.
Al día siguiente, el miércoles, el diseñador Javier y Javier desfilará en el Palau de la Música a beneficio de la Fundación Pequeño Deseo. La entrada sólo cuesta 10 euros y entre los asistentes se sortearán 8 trajes donados por el diseñador, ¡ay, yo quiero uno!
El miércoles también se inaugura la peluquería Heisei en la calle Pintor Benedito. Lo mejor es que Heisei trabaja en exclusiva con los productos de la firma Aveda, que antes no se podían comprar en Valencia. Se de más de una que se ha quedado sin excusa para pasar el finde en Madrid, ¡habrá que buscarse otra!
Ah, y el jueves, los chicos del Club Moddos tienen una cita en Bulgari para terminar sus compras navideñas con descuentos de hasta el 40 por ciento en joyería y 60 por ciento en complementos. Los hay con suerte…
Los listos de Bobbi Brown se han dado cuenta de que la mejor forma de vender maquillaje es enseñando a maquillar y allá donde venden sus coloretes, organizan cursos de maquillaje. En Valencia, le encargaron a Rocio que organizase los cursos y ella decidió celebrarlos en el estudio de decoración de Verónica Montijano, un piso junto al mercado de Colón que tan pronto sirve para vender Manolos como para exponer diseño español.
El estudio de Verónica es como un cuarto de juguetes para mujeres: ropa, maquillaje, zapatos, espejos… y en donde los hombres cada vez tienen menos cabida. Ni están ni se les espera.
Rocio, como buena relaciones públicas, distribuyó a las invitadas a la escuela de maquillaje en seis o siete grupos, algunos más eclécticos que otros. Mi grupo era de mujeres trabajadoras, por eso elegimos el horario de 2 a 4 de la tarde, para luego volver a la carga, aunque el Albariño que sacó Verónica para acompañar a los taquitos de queso no lo puso nada fácil. Allí estaba Mª Angeles Miguel, de Hermès; Begoña Buqué con su hermana; la directora de Montblanc en Valencia Encarna Roig; la directora de marketing de Bobbi Brown Lorena Fernández y dos maquilladoras de la firma monísimas y super estilosas que hubieran estado igual de monas con la cara lavada.
Sobre una mesa de trabajo, se desplegaban todas las herramientas de trabajo: brochas, espejo, bastoncitos de algodón, barras de labios, tónico y tropecientos estuches con colorete y maquillajes. ¡Ni Arguiñano tiene tantos utensilios en su cocina! Las brochas son una pasada, hasta el maquillaje se aplica con pincel, lo que pasa es que si compras todos los pinceles que te recomiendan, la broma te sale por 180 euros.
Un buen maquillaje es cuestión de pasos. Lo primero es exfoliar, limpiar e hidratar la piel. Luego, aplicar contorno de ojos y encima un corrector para disimular las ojeras, siempre con pincel. Según la profesora, el corrector es uno de los secretos de belleza básicos. Si no tienes tiempo de maquillarte, basta con que apliques corrector, un poco de colorete y un brillo de labios.
Dos horas después y tras sucesivas capas de maquillaje, polvos sueltos, polvos de sol, colorete, perfilador de labios, barra de labios, brocha de cejas, sombra de ojos, máscara de pestañas… ¡uff, uff, uff! el resultado era indiscutible. Por unanimidad, decidimos que todas estábamos más guapas tras la sesión de maquillaje. ¡Lástima que después hubiera que volver al trabajo y no a una cita romántica!
Los secretos de maquillaje vienen bien para las cenas navideñas y también para los saraos de las próximas semanas. El martes se inaugura el club “La casa blanca”, un lugar donde tomar el aperitivo, relajarte después del trabajo o tomarte un gin tonic después de cenar. Está en el paseo de Ruzafa 10 y tiene hasta terraza, que como siga este tiempo primaveral será cuestión de aprovechar.
Al día siguiente, el miércoles, el diseñador Javier y Javier desfilará en el Palau de la Música a beneficio de la Fundación Pequeño Deseo. La entrada sólo cuesta 10 euros y entre los asistentes se sortearán 8 trajes donados por el diseñador, ¡ay, yo quiero uno!
El miércoles también se inaugura la peluquería Heisei en la calle Pintor Benedito. Lo mejor es que Heisei trabaja en exclusiva con los productos de la firma Aveda, que antes no se podían comprar en Valencia. Se de más de una que se ha quedado sin excusa para pasar el finde en Madrid, ¡habrá que buscarse otra!
Ah, y el jueves, los chicos del Club Moddos tienen una cita en Bulgari para terminar sus compras navideñas con descuentos de hasta el 40 por ciento en joyería y 60 por ciento en complementos. Los hay con suerte…
SOLIDARIDAD PRE-NAVIDEÑA
Las pijas compran bolsos de Gucci a beneficio de UNICEF; los progres, café y chocolate en Intermon y las señoras bien organizan rastrillos benéficos.
Cuando era una jovencita adolescente, las monjitas del colegio me llevaron a un hospital a pasar parte de mis vacaciones cuidando señores enfermos. Yo volví del viaje con la conciencia de haber sido muy solidaria. Ahora que soy mayorcita se me presentan otras formas menos sacrificadas de ser solidaria. Por ejemplo, gastarme seiscientos euros en un bolso de Gucci sabiendo que el 25% se lo darán a los niños de UNICEF.
No sé si es lo mismo, pero a todo le llaman solidaridad.
El Gucci solidario es mono a matar, tanto que a nadie le supondrá un sacrificio hacerse con uno de ellos. Es un bolso de mano con asa corta, el modelo “medium Boston Bag”, pero la gracia es que está personalizado con dibujos del ilustrador Michael Roberts, un autor de cuentos que tuvo mogollón de éxito con el libro Snowman in Paradise. Además del bolso, hay un llavero y un monedero en edición limitada y con dibujitos ideales de Roberts.
Otra iniciativa solidaria, un tanto peculiar, es la de Lauren Bush, la sobrínisima de George, que es modelo y que se ha liado con el hijo de Ralph Lauren. El caso es que Laurita va por la vida con un apellido odiado por medio mundo y se le ha ocurrido una idea super-mega-genial para no provocarle urticaria a nadie cada vez que dice su apellido. Así es que la chica ha diseñado un bolso que comercializad una ONG.
Los bolsos, que se están vendiendo en el Corte Inglés de Pintor Sorolla, son monos, con un toque hippie. Se llaman feed bag porque están inspirados en los sacos que se utilizan para repartir comida en los países más desfavorecidos. Toda la recaudación de la venta del bolso -45 euros- se destina a fines benéficos, de modo que –según Lauren- cada bolso servirá para alimentar a un niño durante un año escolar. El Feed Bag pretende crear conciencia sobre el hambre infantil y conseguir fondos que se destinarán en su totalidad al Programa Escolar de Alimentación Mundial de Naciones Unidas.
Cerca de El Corte Inglés, en Marqués de Dos Aguas, está Intermon, la tienda de comercio justo donde puedes comprar cestas de Navidad, regalos solidarios ideales de la muerte y hasta regalos de empresa. Lo de Intermon suena más serio que lo de Gucci, por lo menos no son una empresa de lujo que hace marketing solidario, sino una ONG bastante respetable. Por cierto, que la tienda de Intermon se acaba de reformar y ha quedado monísima, a la altura del resto de comercios pijos de la zona.
Una señal inequívoca de que se acercan las Navidades son los rastrillos benéficos y las ventas solidarias. Los rastrillos son los actos benéficos con más tradición y abolengo. En Valencia, Amparo Correll, Baronesa de Alacuás, organiza desde hace más de 20 años el rastrillo de Nuevo Futuro, a imagen y semejanza del rastrillo madrileño, que tiene como madrina a la Infanta Pilar de Borbón. Nuevo Futuro es una ONG que ayuda a niños privados de ambiente familiar, mujeres maltratadas con hijos menores a su cargo e internas con niños pequeños.
Cada año, Amparo Corell moviliza a más de un centenar de señoras bien de toda la vida, que se ponen a trabajar, con más voluntad que medios, en sus puestos de venta de objetos de arte, juguetes, prendas, libros, complementos: Aida Álvarez y Fina Izquierdo, en su espacio cultural; “el rincón del arte” con María Jesús Trénor, Nuria y Flor Villarraja, Elena García y Ester Simó; el espacio de la Orden de Malta, con Cristina Aguirre, Macarena Alegre y Bibi Izquierdo.
El rastrillo es como un zoco moderno. Allí puedes encontrar desde puestos de almonedas hasta una tómbola. Además, colaboran los caterings de Barrachina Graelles, El Alto, Huerto de Santa María, Meliá Valencia Palace y Sala Rex de Alzira, con menús a precios ajustados (y solidarios). El Rastrillo de Nuevo Futuro abre hasta hoy domingo en Isabel la Católica, 12, en el antiguo Edificio Iberdrola, de 11 de la mañana a 9 de la noche.
El rastrillo sí es algo entrañable y tiene un toque bastante más solidario. Buena parte de las cosas que se compran no son por el capricho de tenerlas, sino por el acto de ayudar. Eso me recuerda más a lo de las monjitas que lo del bolso de Gucci.
Cuando era una jovencita adolescente, las monjitas del colegio me llevaron a un hospital a pasar parte de mis vacaciones cuidando señores enfermos. Yo volví del viaje con la conciencia de haber sido muy solidaria. Ahora que soy mayorcita se me presentan otras formas menos sacrificadas de ser solidaria. Por ejemplo, gastarme seiscientos euros en un bolso de Gucci sabiendo que el 25% se lo darán a los niños de UNICEF.
No sé si es lo mismo, pero a todo le llaman solidaridad.
El Gucci solidario es mono a matar, tanto que a nadie le supondrá un sacrificio hacerse con uno de ellos. Es un bolso de mano con asa corta, el modelo “medium Boston Bag”, pero la gracia es que está personalizado con dibujos del ilustrador Michael Roberts, un autor de cuentos que tuvo mogollón de éxito con el libro Snowman in Paradise. Además del bolso, hay un llavero y un monedero en edición limitada y con dibujitos ideales de Roberts.
Otra iniciativa solidaria, un tanto peculiar, es la de Lauren Bush, la sobrínisima de George, que es modelo y que se ha liado con el hijo de Ralph Lauren. El caso es que Laurita va por la vida con un apellido odiado por medio mundo y se le ha ocurrido una idea super-mega-genial para no provocarle urticaria a nadie cada vez que dice su apellido. Así es que la chica ha diseñado un bolso que comercializad una ONG.
Los bolsos, que se están vendiendo en el Corte Inglés de Pintor Sorolla, son monos, con un toque hippie. Se llaman feed bag porque están inspirados en los sacos que se utilizan para repartir comida en los países más desfavorecidos. Toda la recaudación de la venta del bolso -45 euros- se destina a fines benéficos, de modo que –según Lauren- cada bolso servirá para alimentar a un niño durante un año escolar. El Feed Bag pretende crear conciencia sobre el hambre infantil y conseguir fondos que se destinarán en su totalidad al Programa Escolar de Alimentación Mundial de Naciones Unidas.
Cerca de El Corte Inglés, en Marqués de Dos Aguas, está Intermon, la tienda de comercio justo donde puedes comprar cestas de Navidad, regalos solidarios ideales de la muerte y hasta regalos de empresa. Lo de Intermon suena más serio que lo de Gucci, por lo menos no son una empresa de lujo que hace marketing solidario, sino una ONG bastante respetable. Por cierto, que la tienda de Intermon se acaba de reformar y ha quedado monísima, a la altura del resto de comercios pijos de la zona.
Una señal inequívoca de que se acercan las Navidades son los rastrillos benéficos y las ventas solidarias. Los rastrillos son los actos benéficos con más tradición y abolengo. En Valencia, Amparo Correll, Baronesa de Alacuás, organiza desde hace más de 20 años el rastrillo de Nuevo Futuro, a imagen y semejanza del rastrillo madrileño, que tiene como madrina a la Infanta Pilar de Borbón. Nuevo Futuro es una ONG que ayuda a niños privados de ambiente familiar, mujeres maltratadas con hijos menores a su cargo e internas con niños pequeños.
Cada año, Amparo Corell moviliza a más de un centenar de señoras bien de toda la vida, que se ponen a trabajar, con más voluntad que medios, en sus puestos de venta de objetos de arte, juguetes, prendas, libros, complementos: Aida Álvarez y Fina Izquierdo, en su espacio cultural; “el rincón del arte” con María Jesús Trénor, Nuria y Flor Villarraja, Elena García y Ester Simó; el espacio de la Orden de Malta, con Cristina Aguirre, Macarena Alegre y Bibi Izquierdo.
El rastrillo es como un zoco moderno. Allí puedes encontrar desde puestos de almonedas hasta una tómbola. Además, colaboran los caterings de Barrachina Graelles, El Alto, Huerto de Santa María, Meliá Valencia Palace y Sala Rex de Alzira, con menús a precios ajustados (y solidarios). El Rastrillo de Nuevo Futuro abre hasta hoy domingo en Isabel la Católica, 12, en el antiguo Edificio Iberdrola, de 11 de la mañana a 9 de la noche.
El rastrillo sí es algo entrañable y tiene un toque bastante más solidario. Buena parte de las cosas que se compran no son por el capricho de tenerlas, sino por el acto de ayudar. Eso me recuerda más a lo de las monjitas que lo del bolso de Gucci.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Chicas, seamos patriotas… ¡vayamos de compras!
Si todos los que tienen ahorros los sacasen del banco y empezasen a gastar, qué se yo, en zapatos, bolsos, ropa de fiesta, joyas, viajes, restaurantes… el consumo tiraría para arriba, las tiendas volverían a contratar gente, los bancos a prestar dinerito para comprar más y así todos más contentos que unas castañuelas.
Así pues, chicas, seamos patriotas: salgamos de casa pertrechadas con tarjetas de crédito y al grito de ¡¡¡todo por España!!! gastemos sin complejos, compremos sin miramientos en un acto de amor y entrega a nuestro país.
Empecemos por los pies, como los buenos ejércitos que de los primero que se aprovisionan es de buenas botas. Pues nosotras a por unos buenos Manolos de piel de cocodrilo. Hija, que bonitos. Unos manolos de coco son como un Birkin de Hermès o un Amazona XXL, eso que llaman una apuesta segura, una inversión, un valor en alza. A medida que envejecen, adquieren esa clase que sólo tienen los objetos antiguos.
Manolo Blahnick no tiene tienda en Valencia, pero la interiorista Verónica Montijano los trae a su estudio cada temporada invitando a una venta privada a amigas y clientas. Este mes se ha traído los zapatos de fiesta y de cocodrilo. La piel de cocodrilo es algo dura, pero las hormas son tan cómodas que son zapatos resistentes y fáciles de llevar. El precio, entre 1.900 y 3.000 euros, es lo de menos cuando se trata de ayudar a levantar la economía nacional. Cuando se habla de manolos, los modelos más vendidos son precisamente los clásicos: el Creola y el Carolina. Fíjate que hasta se pueden encargar a medida, como en el Birkin de Hermès, eligiendo entre un muestrario de pieles y color. ¿Puede haber algo más lujoso que un zapato personalizado? La pena es que haya que esperar de seis a ocho semanas para recibir el encargo.
Si hablamos de zapatos, hay tres firmas que están en el top: Christian Loboutin, Jimmy Choo y Manolo Blahnik. La tres tienen en común su precio, vamos, que no los encuentras por menos de 400 eurines. Bueno… corrijo, los Jimmy Choo se podían comprar ayer por 99 euros en la edición limitada que ha sacado H&M, pero a las dos horas de abrir la tienda, ya se habían agotado. ¡Qué fuerte, eso sí es consumo! Si los Choo destacan por modernos y megafashion, los Loboutin son el colmo de la sofisticación francesa y los Manolos un clásico elegante, muy del estilo de Isabel Preysler.
Los Manolos de Verónica Montijano comparten espacio con una minicolección de ropa de Azzaro que estará a la venta sólo el mes de noviembre. La firma francesa se hizo famosa por unos vestidos tipo fourreau, negro hasta los pies, y con escote en forma de ocho adornado con piedras brillantes. Chapeau los tuvo hace años. Las colecciones de ahora siguen dando protagonismo a los escotes sexies. También hay minivestidos con mangas de organza y túnicas cortas con incrustaciones de perlas y piedras, con un aire caftán de la firma que lució Rania de Jordania. Precios: los de cóctel, desde 1.000 euros, y los de fiesta, entre cuatro y cinco mil. Sobre el vestido, ideal un chaquetón de plumas de marabú color ciruela que me recordaba al de visón que tuvo Loewe hace una temporada, sólo que las plumas son más ligeras y divertidas. El marabú me lo enseñó Begoña Buqué, que ha colaborado con Verónica en el showroom. Allí también estaba Mª Angeles Miguel, de Hermès, intrigada por ver qué fotos habría seleccionado el Vogue de diciembre de aquella sesión de fotos con pañuelos en la Plaza del Patriarca. Pronto se desvelará el secreto.
Más sitios donde gastar sin complejos: las joyerías. Rabat invitó esta semana a un cóctel en su joyería de Colón, que amenizó con música del grupo Mondo Ritmic Trio. La noche “Jazz Diamonds” le sirvió de excusa para presentar sus joyas más espectaculares: gargantillas, colgantes, pulseras rivière, sortijas, pendientes… todos en oro blanco y brillantes. Umm…
Y los chicos bien de Modos, en un alarde de patriotismo impagable, tienen esta semana un super plan para gastar dinero y ayudar a Zapatero a salir del atolladero, una venta privada en Mont-Blanc. La marca internacional cerrará su boutique de Poeta Querol para conocer en exclusiva las novedades, ideales para regalos de Navidad.
Así pues, chicas, seamos patriotas: salgamos de casa pertrechadas con tarjetas de crédito y al grito de ¡¡¡todo por España!!! gastemos sin complejos, compremos sin miramientos en un acto de amor y entrega a nuestro país.
Empecemos por los pies, como los buenos ejércitos que de los primero que se aprovisionan es de buenas botas. Pues nosotras a por unos buenos Manolos de piel de cocodrilo. Hija, que bonitos. Unos manolos de coco son como un Birkin de Hermès o un Amazona XXL, eso que llaman una apuesta segura, una inversión, un valor en alza. A medida que envejecen, adquieren esa clase que sólo tienen los objetos antiguos.
Manolo Blahnick no tiene tienda en Valencia, pero la interiorista Verónica Montijano los trae a su estudio cada temporada invitando a una venta privada a amigas y clientas. Este mes se ha traído los zapatos de fiesta y de cocodrilo. La piel de cocodrilo es algo dura, pero las hormas son tan cómodas que son zapatos resistentes y fáciles de llevar. El precio, entre 1.900 y 3.000 euros, es lo de menos cuando se trata de ayudar a levantar la economía nacional. Cuando se habla de manolos, los modelos más vendidos son precisamente los clásicos: el Creola y el Carolina. Fíjate que hasta se pueden encargar a medida, como en el Birkin de Hermès, eligiendo entre un muestrario de pieles y color. ¿Puede haber algo más lujoso que un zapato personalizado? La pena es que haya que esperar de seis a ocho semanas para recibir el encargo.
Si hablamos de zapatos, hay tres firmas que están en el top: Christian Loboutin, Jimmy Choo y Manolo Blahnik. La tres tienen en común su precio, vamos, que no los encuentras por menos de 400 eurines. Bueno… corrijo, los Jimmy Choo se podían comprar ayer por 99 euros en la edición limitada que ha sacado H&M, pero a las dos horas de abrir la tienda, ya se habían agotado. ¡Qué fuerte, eso sí es consumo! Si los Choo destacan por modernos y megafashion, los Loboutin son el colmo de la sofisticación francesa y los Manolos un clásico elegante, muy del estilo de Isabel Preysler.
Los Manolos de Verónica Montijano comparten espacio con una minicolección de ropa de Azzaro que estará a la venta sólo el mes de noviembre. La firma francesa se hizo famosa por unos vestidos tipo fourreau, negro hasta los pies, y con escote en forma de ocho adornado con piedras brillantes. Chapeau los tuvo hace años. Las colecciones de ahora siguen dando protagonismo a los escotes sexies. También hay minivestidos con mangas de organza y túnicas cortas con incrustaciones de perlas y piedras, con un aire caftán de la firma que lució Rania de Jordania. Precios: los de cóctel, desde 1.000 euros, y los de fiesta, entre cuatro y cinco mil. Sobre el vestido, ideal un chaquetón de plumas de marabú color ciruela que me recordaba al de visón que tuvo Loewe hace una temporada, sólo que las plumas son más ligeras y divertidas. El marabú me lo enseñó Begoña Buqué, que ha colaborado con Verónica en el showroom. Allí también estaba Mª Angeles Miguel, de Hermès, intrigada por ver qué fotos habría seleccionado el Vogue de diciembre de aquella sesión de fotos con pañuelos en la Plaza del Patriarca. Pronto se desvelará el secreto.
Más sitios donde gastar sin complejos: las joyerías. Rabat invitó esta semana a un cóctel en su joyería de Colón, que amenizó con música del grupo Mondo Ritmic Trio. La noche “Jazz Diamonds” le sirvió de excusa para presentar sus joyas más espectaculares: gargantillas, colgantes, pulseras rivière, sortijas, pendientes… todos en oro blanco y brillantes. Umm…
Y los chicos bien de Modos, en un alarde de patriotismo impagable, tienen esta semana un super plan para gastar dinero y ayudar a Zapatero a salir del atolladero, una venta privada en Mont-Blanc. La marca internacional cerrará su boutique de Poeta Querol para conocer en exclusiva las novedades, ideales para regalos de Navidad.
viernes, 13 de noviembre de 2009
Los "Vip Village" o "Las Aldeas del poderío"
No hay evento, deportivo, cultural o social, que se precie y que no tenga una zona VIP, ya se sabe: “Very important person”. La idea tenía cierto sentido cuando se inventó para que la gente con mucha fama y glamour no tuviese que codearse con la muchedumbre mundana. Pero la cosa ha ido evolucionando hasta alcanzar cuotas insospechadas de horterismo más o menos refinado. Por ejemplo, asistir a un concierto de rock sentado en cómodas butacas, bebiendo vino caro o champán y tomando canapés de salmón o cucharaditas de foie sobre un mil hojas al aroma de menta… Cuando todo el mundo sabe que los conciertos de rock se ven bebiendo cerveza en vaso de plástico y comiendo bocadillos de morcillas con habas; lo contrario es un snobismo hortera a más no poder.
El caso es satisfacer las ínfulas de grandeza y distinción de la aristocracia reinante. Una aristocracia que antaño formaban condes y duques, y que ahora es cosa de empresarios, políticos y de la pléyade de paniaguados más o menos pelotas que suelen acompañarles. Da la sensación de que, como en el antiguo régimen, la nueva aristocracia no se pudiera juntar con el común de los mortales que pagan hipoteca. Tienen que comer en sitios distintos, ver los eventos deportivos desde tribunas cerradas y acceder a zonas exclusivas donde te piden credenciales para entrar.
Ahora las zonas VIPS se llaman “VIPS Village”, que podríamos traducir como “pueblo de la gente con poderío” que incluyen zonas exclusivas con azafatas más o menos minifalderas –nunca tíos buenorros enseñando abdominales con forma de tableta de chocolate-. Una vez dentro, el VIP se imbuye inevitablemente en una estética repetitiva: estand de Rolex a la derecha, camareros con bandejas de jamón de bellota y cava; besitos por aquí, sonrisas por allá, y mucho chocamanos. Es la forma moderna de sentirse miembros de la corte. Ellos son siempre los mismo, ayer en el Open de Tenis, hoy en el Gran premio de motos.
En el Open de tenis, la zona vip está junto al Museo Príncipe Felipe. Se accede con pulserita roja y, como no, está el restaurante oficial del evento, que como no podía ser de otra forma se llama “Vip Pink”. Allí comen los tenistas, entrenadores, patrocinadores e invitados a los que las empresas quieren agasajar.
Además del restaurante, dentro del Village vip, hay una zona con stands de la Generalitat, Rolex, gafas de sol, el Hotel del Juan Carlos Ferrero y poco más… La estética de los stands, más de lo mismo: Sillones blancos, pantallas de plasma, catálogos y revistas oficiales … Uff, vamos, que son espacios de quita y pon de lo más aburridos..
Lo chocante es que pasados los años seguimos con el sillón minimalista y el catering fisnolis. Parece que no nos quitemos de encima ese complejo de pueblerinos que nos lleva a creer que todo lo de fuera es mejor. Y lo mismo con la música: que te pongan chill-out en un bar ibicenco, pues vale; pero que lo hagan un mes de noviembre mirando al estanque de la Ciudad de las Artes, pues qué quieren que les diga, es como si en banquete de una boda chic pusiesen mondadientes.
Por cierto, a ver si alguien se lo curra y mejora un poco los accesos a la Ciudad de las Artes; ni metro, ni taxis ni res de res. Cada vez que te invitan a algo tienes que echar la tarde en ir y venir. El viernes por la tarde, además del tenis, se celebró un congreso en la Ciudad de las Artes para hablar de conciliación familiar y de igualdad de oportunidades. Allí no hubo Vips Village, sólo un montón de gente currante con más o menos éxito en su vida profesional que se rebana los sesos para ver como demonios compagina el curro con los deberes de los niños. Estuvo, entre otras la directora de Yo Dona, Charo Izquierdo y la presentadora de Canal 9 Maribel Vilaplana, que han sabido conciliar las dos cosas. Se echó en falta la presencia de algún hombre que haya sabido compaginar sus reuniones de alto nivel con los pañales de los niños… seguro que ellos estaban en el Vip Village chocando manos para hacer méritos.
El caso es satisfacer las ínfulas de grandeza y distinción de la aristocracia reinante. Una aristocracia que antaño formaban condes y duques, y que ahora es cosa de empresarios, políticos y de la pléyade de paniaguados más o menos pelotas que suelen acompañarles. Da la sensación de que, como en el antiguo régimen, la nueva aristocracia no se pudiera juntar con el común de los mortales que pagan hipoteca. Tienen que comer en sitios distintos, ver los eventos deportivos desde tribunas cerradas y acceder a zonas exclusivas donde te piden credenciales para entrar.
Ahora las zonas VIPS se llaman “VIPS Village”, que podríamos traducir como “pueblo de la gente con poderío” que incluyen zonas exclusivas con azafatas más o menos minifalderas –nunca tíos buenorros enseñando abdominales con forma de tableta de chocolate-. Una vez dentro, el VIP se imbuye inevitablemente en una estética repetitiva: estand de Rolex a la derecha, camareros con bandejas de jamón de bellota y cava; besitos por aquí, sonrisas por allá, y mucho chocamanos. Es la forma moderna de sentirse miembros de la corte. Ellos son siempre los mismo, ayer en el Open de Tenis, hoy en el Gran premio de motos.
En el Open de tenis, la zona vip está junto al Museo Príncipe Felipe. Se accede con pulserita roja y, como no, está el restaurante oficial del evento, que como no podía ser de otra forma se llama “Vip Pink”. Allí comen los tenistas, entrenadores, patrocinadores e invitados a los que las empresas quieren agasajar.
Además del restaurante, dentro del Village vip, hay una zona con stands de la Generalitat, Rolex, gafas de sol, el Hotel del Juan Carlos Ferrero y poco más… La estética de los stands, más de lo mismo: Sillones blancos, pantallas de plasma, catálogos y revistas oficiales … Uff, vamos, que son espacios de quita y pon de lo más aburridos..
Lo chocante es que pasados los años seguimos con el sillón minimalista y el catering fisnolis. Parece que no nos quitemos de encima ese complejo de pueblerinos que nos lleva a creer que todo lo de fuera es mejor. Y lo mismo con la música: que te pongan chill-out en un bar ibicenco, pues vale; pero que lo hagan un mes de noviembre mirando al estanque de la Ciudad de las Artes, pues qué quieren que les diga, es como si en banquete de una boda chic pusiesen mondadientes.
Por cierto, a ver si alguien se lo curra y mejora un poco los accesos a la Ciudad de las Artes; ni metro, ni taxis ni res de res. Cada vez que te invitan a algo tienes que echar la tarde en ir y venir. El viernes por la tarde, además del tenis, se celebró un congreso en la Ciudad de las Artes para hablar de conciliación familiar y de igualdad de oportunidades. Allí no hubo Vips Village, sólo un montón de gente currante con más o menos éxito en su vida profesional que se rebana los sesos para ver como demonios compagina el curro con los deberes de los niños. Estuvo, entre otras la directora de Yo Dona, Charo Izquierdo y la presentadora de Canal 9 Maribel Vilaplana, que han sabido conciliar las dos cosas. Se echó en falta la presencia de algún hombre que haya sabido compaginar sus reuniones de alto nivel con los pañales de los niños… seguro que ellos estaban en el Vip Village chocando manos para hacer méritos.
viernes, 6 de noviembre de 2009
Lujo para ricos, lujo para pobres
La tienda de Bulgari en Valencia tiene dos entradas. Por una puerta, se accede a una joyería de alto nivel, con guardia jurado; la otra puerta, da paso a la sección de complementos, bolsos, gafas, pañuelos, perfumes…. Los de Bulgari han bautizado este modelo de tienda como “twin store” porque se trata de dos tiendas juntas pero con públicos diferentes: por una puerta, entramos los que nos podemos gastar 120 euros en unas gafas de sol y por la otra, los que compran relojes o alta joyería. Lo más de lo más es el espacio reservado a clientes vip, una sala privada ubicada en el sótano donde se pueden comprar piezas exclusivas a salvo de miradas cotillas.
Ese tipo de tienda, que también está en Marbella, desmonta la teoría de que el lujo se ha democratizado. No es verdad que todos podamos comprar un collar de zafiros y brillantes de Bulgari. Lo que está al alcance de la mayoría es el perfume, no la joyería. Vamos, que el perfume sería algo así como el consuelo de los que no pueden comprar joyas.
Esta semana, Bulgari presentó su nuevo perfume, Blue II, en su tienda de Poeta Querol, acceso por la puerta de complementos, pero sin escatimar en lujo. Dos expertas llegadas de Madrid –hija sí, en Madrid es que tienen de todo- te acompañaban hasta el interior para invitarte a una cata de olores y descubrir los matices del nuevo perfume. ¡No me digan que no es sofisticado!
Sobre uno de los mostradores, en una bandeja de madera, ibas oliendo uno por uno cada ingrediente: extracto de pachulí, anís estrellado, ámbar y aroma de caramelo de violeta. Mientras, te agasajaban con champagne francés y con unos dulces de lo más originales preparados por Seina Cocotte: maíz tostado recubierto de oro, brocheta de mora, fresa y licor de cerezas y unas trufas de coco deliciosas. Ummm…
Salí de la tienda con el nuevo perfume cuidadosamente envuelto, dentro de una bolsa lujosa, y por un momento me sentí como Carmen Lomana tras llevarse media tienda de Dior. El collar de zafiros y topacios que luce Laetitia Casta en la publicidad del perfume y que tienen expuesto en una vitrina, ¡ay, qué cosa tan bonita! nunca será mío, pero el precioso frasco de perfume con tapón de plata personalizado es una pasada y como sustituto no está nada mal.
Loewe no entrada doble en su tienda, pero también ha puesto en práctica la teoría del lujo asequible. Por una parte ha abierto corners en El Corte Inglés, lo que le da acceso a las mujeres que no se atreven a entrar en las lujosas boutiques de la firma. Por otra, tiene una línea de bolsos que pueden ser tuyos a partir de 350 euros. Y para los ricos de siempre, mantiene las colecciones con pieles exóticas, como el bolso de avestruz mostaza diseñado por Stuart Vevers, el modelo “Calle” en tamaño XL, cuyo precio sobrepasa los 8.000 euros y que ¡oh sorpresa! me dijeron que contaron que ya estaba reservado para una clienta.
El corner de Loewe en El Corte Inglés de Colón abrió justo hace un año. Al principio, la tienda parecía metida con calzador en una zona de bolsos a 20 euros. Pero ahora está más integrada y me cuentan que funciona como un tiro. En el Corte Inglés más de una se siente como en casa; allí puedes cotillear los bolsos, preguntar el precio sin avergonzarte, pagar a plazos y hasta devolverlo si te arrepientes de la compra, ¡y nadie te mira con mal gesto!
Y hablando de El Corte Inglés, esta semana se inaugura en el centro de Ademuz la exposición "El Papel de la Moda a través de la historia", una muestra en papel y a tamaño natural que recoge la evolución del vestido femenino durante los últimos 4.000 años, organizada junto con Dimova, la Asociación de diseñadores más representativa de Valencia –y también crítica con la dirección de la Semana de la Moda- que preside Dolores Cortés. Además, con motivo del Primer Open de Moda de la Comunidad Valenciana, se celebrarán mesas redondas, desfiles y montón de actividades. Este finde también comienza el otro Open, el de tenis, megaevento que promete fiestas vip, invitados de relumbrón y mucho cóctel fuera de pista.
Ese tipo de tienda, que también está en Marbella, desmonta la teoría de que el lujo se ha democratizado. No es verdad que todos podamos comprar un collar de zafiros y brillantes de Bulgari. Lo que está al alcance de la mayoría es el perfume, no la joyería. Vamos, que el perfume sería algo así como el consuelo de los que no pueden comprar joyas.
Esta semana, Bulgari presentó su nuevo perfume, Blue II, en su tienda de Poeta Querol, acceso por la puerta de complementos, pero sin escatimar en lujo. Dos expertas llegadas de Madrid –hija sí, en Madrid es que tienen de todo- te acompañaban hasta el interior para invitarte a una cata de olores y descubrir los matices del nuevo perfume. ¡No me digan que no es sofisticado!
Sobre uno de los mostradores, en una bandeja de madera, ibas oliendo uno por uno cada ingrediente: extracto de pachulí, anís estrellado, ámbar y aroma de caramelo de violeta. Mientras, te agasajaban con champagne francés y con unos dulces de lo más originales preparados por Seina Cocotte: maíz tostado recubierto de oro, brocheta de mora, fresa y licor de cerezas y unas trufas de coco deliciosas. Ummm…
Salí de la tienda con el nuevo perfume cuidadosamente envuelto, dentro de una bolsa lujosa, y por un momento me sentí como Carmen Lomana tras llevarse media tienda de Dior. El collar de zafiros y topacios que luce Laetitia Casta en la publicidad del perfume y que tienen expuesto en una vitrina, ¡ay, qué cosa tan bonita! nunca será mío, pero el precioso frasco de perfume con tapón de plata personalizado es una pasada y como sustituto no está nada mal.
Loewe no entrada doble en su tienda, pero también ha puesto en práctica la teoría del lujo asequible. Por una parte ha abierto corners en El Corte Inglés, lo que le da acceso a las mujeres que no se atreven a entrar en las lujosas boutiques de la firma. Por otra, tiene una línea de bolsos que pueden ser tuyos a partir de 350 euros. Y para los ricos de siempre, mantiene las colecciones con pieles exóticas, como el bolso de avestruz mostaza diseñado por Stuart Vevers, el modelo “Calle” en tamaño XL, cuyo precio sobrepasa los 8.000 euros y que ¡oh sorpresa! me dijeron que contaron que ya estaba reservado para una clienta.
El corner de Loewe en El Corte Inglés de Colón abrió justo hace un año. Al principio, la tienda parecía metida con calzador en una zona de bolsos a 20 euros. Pero ahora está más integrada y me cuentan que funciona como un tiro. En el Corte Inglés más de una se siente como en casa; allí puedes cotillear los bolsos, preguntar el precio sin avergonzarte, pagar a plazos y hasta devolverlo si te arrepientes de la compra, ¡y nadie te mira con mal gesto!
Y hablando de El Corte Inglés, esta semana se inaugura en el centro de Ademuz la exposición "El Papel de la Moda a través de la historia", una muestra en papel y a tamaño natural que recoge la evolución del vestido femenino durante los últimos 4.000 años, organizada junto con Dimova, la Asociación de diseñadores más representativa de Valencia –y también crítica con la dirección de la Semana de la Moda- que preside Dolores Cortés. Además, con motivo del Primer Open de Moda de la Comunidad Valenciana, se celebrarán mesas redondas, desfiles y montón de actividades. Este finde también comienza el otro Open, el de tenis, megaevento que promete fiestas vip, invitados de relumbrón y mucho cóctel fuera de pista.
viernes, 30 de octubre de 2009
El chic parisino, en la plaza del Patriarca
Yo no sé qué demonios hacen las parisinas para resultar tan elegantes y sofisticadas. Se ponen unos vaqueros, una camiseta blanca y un pañuelo de seda al cuello y sin apenas maquillaje están monísimas de la muerte. ¡Cómo las odio! Si el secreto estuviera en la ropa o fuera tan sencillo como gastarte mil euros en un Lanvin o YSL… Pero no, ese chic parisino no se puede comprar ni en Hermès ni en Loewe, qué fastidio. O lo tienes, o no lo tienes. Es una forma de caminar y moverse, un encanto natural que desprenden y esa capacidad para manejar las armas femeninas de seducción, desde la mirada hasta el contoneo de caderas.
Los buenos modistos suelen soñar con ese tipo de mujer. Les gusta vestir a mujeres seguras de sí mismas, mujeres que caminan con los tacones como si llevasen zapatillas de andar por casa y que no se sienten extrañas con un tocado o sombrero en la cabeza. Al valenciano Enrique Lodares se le nota a la legua que le chiflan las mujeres así, sofisticadas, hiperfemeninas y algo inaccesibles. Como diría yo… como Bette Davis o Joan Crawford, las divas del cine clásico de los cincuenta.
Lodares inauguró este jueves su nuevo taller de costura –o debería decir atelier- en la calle La Paz, en un primer piso de un edificio centenario, rodeado de antigüedades, trampantojos y muebles clásicos. Ahora no tiene un punto de venta abierto al público, como antes en Marqués de Dos Aguas, pero a cambio podrá trabajar mejor en lo suyo, la costura a medida.
Para celebrar la inauguración, organizó un desfile como en los talleres de costura en el París de los años 50: dentro del nuevo taller y con sus clientas de toda la vida. Su desfile del jueves fue un recorrido por la costura clásica francesa, su obsesión favorita: trajes chaqueta remarcando cintura, abrigos de sedas lujosas, tocados, escotes, pamelas, lazos… Los tejidos, exquisitos, y la costura, impecable.
La mujer de Lodares es elegante, chic, y muy femenina. Con un punto distante, como inalcanzable; frágil subida a unos tacones de diez centímetros, pero con una personalidad fuerte que le hace caminar despacio, como para que la observen. Hija, sí, después de ver a las modelos de Lodares, te miras al espejo y piensas, uff, pero qué básica y simple que soy…
Lodares es tan parisino como un carré de Hermès. Precisamente esta semana, Hermès organizó un evento en su tienda de la Plaza del Patriarca para enseñar a llevar sus pañuelos de seda. María Angeles Miguel sacó un baúl lleno de chales, corbatas, pañuelos, fulares y a todo aquel que pasaba por la puerta le invitaba a sacarse una foto con uno de ellos. Una estilista de Vogue ayudaba a ponerse el pañuelo y posar y me cuentan que posaron niños, adultos, abuelitos y hasta un perro ¡qué fuerte! A cada uno le regalaron un “petit journal de la soie”, un desplegable con fotos de parisinas llevando carrés de Hermès, a cual de todas más estilosa, claro.
Me pregunto que harán con el pañuelo que le pusieron al perro y si alguna espabilada se fue con uno al cuello, como quien no quiere la cosa. ¡Vamos, como para devolverlo al cesto! Las fotos se han tomado en varias tiendas españolas de Hermès y las más chulas se publicarán en el Vogue de diciembre. Apuesto a que ponen varias de Valencia, porque la Plaza del Patriarca es ideal y además salió un día de sol precioso.
Ay, París, París. A Valencia le gusta París y eso se nota. Muy cerca de Hermès ha abierto Le Parisien, una panadería-pastelería que como su nombre indica no puede ser más francesa: baguettes, pan con pasas, tomate, castañas… umm, ¡très chic!
Desde luego, si hay una zona de Valencia comparable a la Rue Cambon o Saint Honoré es la plaza del patriarca y sus alrededores. Allí no sólo se concentra el mayor número de firmas francesas: Hermès, Vuitton, Bonpoint, Loewe -¡inaugurará algún día su nueva tienda, qué ganas!-, sino también tiendas valencianas con mucha clase, como Cristina, que acaba de reformar la fachada y ha quedado de lo más coqueta.
Los buenos modistos suelen soñar con ese tipo de mujer. Les gusta vestir a mujeres seguras de sí mismas, mujeres que caminan con los tacones como si llevasen zapatillas de andar por casa y que no se sienten extrañas con un tocado o sombrero en la cabeza. Al valenciano Enrique Lodares se le nota a la legua que le chiflan las mujeres así, sofisticadas, hiperfemeninas y algo inaccesibles. Como diría yo… como Bette Davis o Joan Crawford, las divas del cine clásico de los cincuenta.
Lodares inauguró este jueves su nuevo taller de costura –o debería decir atelier- en la calle La Paz, en un primer piso de un edificio centenario, rodeado de antigüedades, trampantojos y muebles clásicos. Ahora no tiene un punto de venta abierto al público, como antes en Marqués de Dos Aguas, pero a cambio podrá trabajar mejor en lo suyo, la costura a medida.
Para celebrar la inauguración, organizó un desfile como en los talleres de costura en el París de los años 50: dentro del nuevo taller y con sus clientas de toda la vida. Su desfile del jueves fue un recorrido por la costura clásica francesa, su obsesión favorita: trajes chaqueta remarcando cintura, abrigos de sedas lujosas, tocados, escotes, pamelas, lazos… Los tejidos, exquisitos, y la costura, impecable.
La mujer de Lodares es elegante, chic, y muy femenina. Con un punto distante, como inalcanzable; frágil subida a unos tacones de diez centímetros, pero con una personalidad fuerte que le hace caminar despacio, como para que la observen. Hija, sí, después de ver a las modelos de Lodares, te miras al espejo y piensas, uff, pero qué básica y simple que soy…
Lodares es tan parisino como un carré de Hermès. Precisamente esta semana, Hermès organizó un evento en su tienda de la Plaza del Patriarca para enseñar a llevar sus pañuelos de seda. María Angeles Miguel sacó un baúl lleno de chales, corbatas, pañuelos, fulares y a todo aquel que pasaba por la puerta le invitaba a sacarse una foto con uno de ellos. Una estilista de Vogue ayudaba a ponerse el pañuelo y posar y me cuentan que posaron niños, adultos, abuelitos y hasta un perro ¡qué fuerte! A cada uno le regalaron un “petit journal de la soie”, un desplegable con fotos de parisinas llevando carrés de Hermès, a cual de todas más estilosa, claro.
Me pregunto que harán con el pañuelo que le pusieron al perro y si alguna espabilada se fue con uno al cuello, como quien no quiere la cosa. ¡Vamos, como para devolverlo al cesto! Las fotos se han tomado en varias tiendas españolas de Hermès y las más chulas se publicarán en el Vogue de diciembre. Apuesto a que ponen varias de Valencia, porque la Plaza del Patriarca es ideal y además salió un día de sol precioso.
Ay, París, París. A Valencia le gusta París y eso se nota. Muy cerca de Hermès ha abierto Le Parisien, una panadería-pastelería que como su nombre indica no puede ser más francesa: baguettes, pan con pasas, tomate, castañas… umm, ¡très chic!
Desde luego, si hay una zona de Valencia comparable a la Rue Cambon o Saint Honoré es la plaza del patriarca y sus alrededores. Allí no sólo se concentra el mayor número de firmas francesas: Hermès, Vuitton, Bonpoint, Loewe -¡inaugurará algún día su nueva tienda, qué ganas!-, sino también tiendas valencianas con mucha clase, como Cristina, que acaba de reformar la fachada y ha quedado de lo más coqueta.
jueves, 22 de octubre de 2009
Yo quiero ser como Agatha
Los más conspícuos diseñadores valencianos, es decir los que por caprichos del destino y de alguien más no desfilan en la Semana de la Moda de Valencia, han montado esta semana un sarao en el IVAM para hacer socia de honor de su “club”, es de decir de DIMOVA, a Agatha Ruiz de la Prada; que para algo es una de las más conspícuas –me encanta utilizar palabra porque me da un aire de escritora de novelas profundas- diseñadoras españolas, además de buena amiga de Francis Montesinos que es lo más de lo más –traducción pija, tipo Ric Costa, de “conspicuo”- del diseño valenciano.
Agatha se presentó vestida de fachada de edificio: medias de color rosa con estampado de ladrillo cara vista, vestido de seda a juego y en el pelo una diadema con cuatro lazos de regalo. Confieso que a mi no se me pasaría por la cabeza semejante estridencia. Pero confieso también que a estas alturas de la vida me encantaría tener lo que hay que tener, que no sé lo que es, para enfundarme en uno de sus modelos.
Hace años esta mujer me sacaba un poco de mis casillas, porque lo suyo me parecía una frivolidad impropia de quienes queríamos elevar la moda a rango de arte. La moda es algo serio, pensábamos. Pero tras muchos años y cientos de desfiles, a esta mujer hay que reconocerle una rebeldía envidiable en un mundo que rara vez se sale de la norma que marcan unos pocos.
Con ella me ha pasado un poco lo que con el cine, que cuando eres jovencita entiendes que sólo las películas sesudas y lentorras de Bergman y compañía, tienen categoría de arte, mientras que las comedias de William Wyler son ocurrencias de quien no da para más. Pero pasan los años y acabas abrazando a quien te hace reír, a quien te transmite optimismo y una visión desenfadada de la vida. Y eso es lo que hace Agatha, poner color en un mundo gris y negro, y eso ayuda a convivir con esta endemoniada crisis que parece no acabar nunca. Por eso hago desde aquí un juramento solemne tipo Scarlatta O’Hara: “A Dios pongo por testigo que no me iré de este mundo sin presentarme en la recepción del 9 de Octubre, en el Palau de la Generalitat, con un vestido de Agatha Ruiz de la Prada”.
En la fiesta del IVAM estuvieron, entre otros, el conseller Rafael Blasco y su mujer Consuelo Císcar. También se dejó ver por allí Alberto Catalá, presidente de Feria Valencia, Silvia Ordiñaga, directora general de Comercio; la presidenta del Palau de la Música Mayrén Beneyto; la directora de la Ciudad de la Luz, Elsa Martínez, y los grandes del diseño valenciano: Francis Montesinos, Presen Rodríguez, Dolores Cortes, Miquel Suay, Valentín Herraiz, Javier Villajos, Juan Andrés Mompó Carlos Haro y Ramón Gurillo, una joven promesa de Picassent que acaba de desfilar en Londres y del que ha hablado el mismísimo New York Herald Tribune y el New York Times.
Por cierto, Enrique Lodares, que también estuvo en el cóctel de Dimova, inaugura esta semana su nueva tienda taller en la calle la Paz y ha preparado un desfile al estilo de los antiguos Ateliers franceses: con pocas clientas y dentro de la tienda. El último desfile también lo hizo en su tienda de Marqués de Dos Aguas. “Quise hacerlo como en la costura en los años cincuenta, cuando los desfiles se hacían dentro de los propios salones, en un espacio íntimo”. Lodares ambientó el desfile con música de jazz tranquila e hizo desfilar a las modelos como en los desfiles de antes, cuando eran maniquíes. Fue una pasada. No es lo mismo ver a una chica sobre la pasarela a cincuenta centímetros de distancia, donde puedes apreciar hasta los detalles más pequeños.
Lo que está claro es que en Valencia hay mucha moda más allá de la oficial Semana de la Moda. Sin ir más lejos, el martes se celebra otro desfile en el Palacio de Congresos de Valencia para presentar los últimos productos de peluquería de L´Oréal Professionnel. Las modelos llevarán diseños de Juanjo Oliva –uff, me encantan sus vestidos de fiesta, super sofisticados y elegantes- y estarán peinadas por Pelegrín y el salón de belleza Tony & Guy.
Agatha se presentó vestida de fachada de edificio: medias de color rosa con estampado de ladrillo cara vista, vestido de seda a juego y en el pelo una diadema con cuatro lazos de regalo. Confieso que a mi no se me pasaría por la cabeza semejante estridencia. Pero confieso también que a estas alturas de la vida me encantaría tener lo que hay que tener, que no sé lo que es, para enfundarme en uno de sus modelos.
Hace años esta mujer me sacaba un poco de mis casillas, porque lo suyo me parecía una frivolidad impropia de quienes queríamos elevar la moda a rango de arte. La moda es algo serio, pensábamos. Pero tras muchos años y cientos de desfiles, a esta mujer hay que reconocerle una rebeldía envidiable en un mundo que rara vez se sale de la norma que marcan unos pocos.
Con ella me ha pasado un poco lo que con el cine, que cuando eres jovencita entiendes que sólo las películas sesudas y lentorras de Bergman y compañía, tienen categoría de arte, mientras que las comedias de William Wyler son ocurrencias de quien no da para más. Pero pasan los años y acabas abrazando a quien te hace reír, a quien te transmite optimismo y una visión desenfadada de la vida. Y eso es lo que hace Agatha, poner color en un mundo gris y negro, y eso ayuda a convivir con esta endemoniada crisis que parece no acabar nunca. Por eso hago desde aquí un juramento solemne tipo Scarlatta O’Hara: “A Dios pongo por testigo que no me iré de este mundo sin presentarme en la recepción del 9 de Octubre, en el Palau de la Generalitat, con un vestido de Agatha Ruiz de la Prada”.
En la fiesta del IVAM estuvieron, entre otros, el conseller Rafael Blasco y su mujer Consuelo Císcar. También se dejó ver por allí Alberto Catalá, presidente de Feria Valencia, Silvia Ordiñaga, directora general de Comercio; la presidenta del Palau de la Música Mayrén Beneyto; la directora de la Ciudad de la Luz, Elsa Martínez, y los grandes del diseño valenciano: Francis Montesinos, Presen Rodríguez, Dolores Cortes, Miquel Suay, Valentín Herraiz, Javier Villajos, Juan Andrés Mompó Carlos Haro y Ramón Gurillo, una joven promesa de Picassent que acaba de desfilar en Londres y del que ha hablado el mismísimo New York Herald Tribune y el New York Times.
Por cierto, Enrique Lodares, que también estuvo en el cóctel de Dimova, inaugura esta semana su nueva tienda taller en la calle la Paz y ha preparado un desfile al estilo de los antiguos Ateliers franceses: con pocas clientas y dentro de la tienda. El último desfile también lo hizo en su tienda de Marqués de Dos Aguas. “Quise hacerlo como en la costura en los años cincuenta, cuando los desfiles se hacían dentro de los propios salones, en un espacio íntimo”. Lodares ambientó el desfile con música de jazz tranquila e hizo desfilar a las modelos como en los desfiles de antes, cuando eran maniquíes. Fue una pasada. No es lo mismo ver a una chica sobre la pasarela a cincuenta centímetros de distancia, donde puedes apreciar hasta los detalles más pequeños.
Lo que está claro es que en Valencia hay mucha moda más allá de la oficial Semana de la Moda. Sin ir más lejos, el martes se celebra otro desfile en el Palacio de Congresos de Valencia para presentar los últimos productos de peluquería de L´Oréal Professionnel. Las modelos llevarán diseños de Juanjo Oliva –uff, me encantan sus vestidos de fiesta, super sofisticados y elegantes- y estarán peinadas por Pelegrín y el salón de belleza Tony & Guy.
jueves, 15 de octubre de 2009
La revolución de los pobres
Los mil euristas hace tiempo que apenas se distinguen de los asquerosamente ricos en la forma de vestir. Antaño, si tu padre tenía pasta se notaba porque tú llevabas unos Levis etiqueta roja; si tenía un buen pasar, los llevabas etiqueta naranja; y si en casa iban justitos, le las arreglabas con los Quenk. Por eso Zara fue una revolución: porque ha conseguido que un cuatro chavos y mucho gusto, puedas ir la mar de mona sin que se note que no llegas a fin de mes.
Esa es una de las grandes revoluciones de nuestra época: la de que los ricos chinchen y rabien porque ya no hay que los distinga de las clases medias, y ahora andan montando clubs para al menos reconocerse entre ellos.
Esa revolución la empezaron los suecos de H&M y Amancio Ortega con Zara. Luego los de Ikea se la llevaron al mundo de los muebles. Y ahora Mercadona está llevándola al mundo de los potingues y las cremitas. Popularizar la calidad, esa es la meta; productos buenos a precios asequibles hasta para la hija de una divorciada mileurista mal avenida con su ex marido.
Lo último que ha lanzado Mercadona es una línea de productos para el pelo desarrollados por el peluquero Tono Sanmartín. La colección no tiene nada que envidiar a otras líneas que llevan nombres de peluqueros ingleses o franceses. Lo que pasa es que a veces somos tan snobs, hija, que nos parece que lo de fuera va a ser mejor. Mercadona y Tono Sanmartín se han ido a los proveedores de las mejores firmas de cosmética capilar, sólo que en lugar de comprar 10.000 kilos de queratina, por poner un ejemplo, pues han comprado varias toneladas, porque fíjate la de puntos de venta que tiene Mercadona. Y así han conseguido unos champús y lociones y acondicionadores que se venden por menos de tres euros, pero que tienen la misma calidad que otros productos que se están vendiendo por 30, con los mejores activos e ingredientes cosméticos.
La colección tiene productos para todo tipo de cabello: rizado, liso, dañados, rebeldes, sin volumen… Y los productos para niños son ideales, hay hasta gomina para niños a partir de 3 años. Lástima que los envases no sean más modernos, se nota que no han querido invertir mucho en diseño para ajustar el precio al máximo.
Y mira tú por donde, lo que ha hecho Mercadona con los ingredientes de las cremitas para el pelo es exactamente lo que hizo Amancio Ortega con materias como el cashmere. Antes, para encontrar un suéter de cashmere tenías que ir Prada, a Gucci o a firmas super elitistas y carísimas como Malo o Cruciani, que nunca bajaban de los 400 euros. Pero hete aquí que Amancio se va al mismo proveedor de cashmere de Cruciani y le dice que en lugar de los 1000 suéters que produce Cruciani al año, él va a producir un millón, y que si le rebaja considerablemente el coste, le comprará a él toda la materia prima. Con el volumen que maneja Amancio, puede bajar tanto los precios que hasta el cashmere pasa a estar al alcance de todos los bolsillos.
Los peluqueros están que trinan con los productos para el pelo de Mercadona. Se ha acabado eso de que vayas a cortarte las puntas dispuesta a gastarte 15 o 20 euros y, entre cotilleo y cotilleo, te dicen que necesitas una mascarilla de 25 euros porque tienes el pelo fatal y tú por no decirle que no a la cajera o por miedo a que te llamen tacaña, vas y te lo llevas y te acaban devolviendo el recibo del gas por culpa de la puñetera cremita para las puntas. Con los productos de Tono Sanmartín, que son una pasada, en lugar de 25 te gastas 3 euros.
La misma empresa valenciana que ha producido los productos de Tono Sanmartín, distribuye el último perfume de Francis Montesinos, que se presentó esta semana en su boutique de la calle Conde Salvatierra. El perfume se llama Alba y la presentación estuvo amenizada con una albà cantada por Mª José Peris, champagne con fresas, bombones y macaroons. todo tan goloso como el nuevo perfume, que huele a regaliz, vainilla, frutas y flores.
Esa es una de las grandes revoluciones de nuestra época: la de que los ricos chinchen y rabien porque ya no hay que los distinga de las clases medias, y ahora andan montando clubs para al menos reconocerse entre ellos.
Esa revolución la empezaron los suecos de H&M y Amancio Ortega con Zara. Luego los de Ikea se la llevaron al mundo de los muebles. Y ahora Mercadona está llevándola al mundo de los potingues y las cremitas. Popularizar la calidad, esa es la meta; productos buenos a precios asequibles hasta para la hija de una divorciada mileurista mal avenida con su ex marido.
Lo último que ha lanzado Mercadona es una línea de productos para el pelo desarrollados por el peluquero Tono Sanmartín. La colección no tiene nada que envidiar a otras líneas que llevan nombres de peluqueros ingleses o franceses. Lo que pasa es que a veces somos tan snobs, hija, que nos parece que lo de fuera va a ser mejor. Mercadona y Tono Sanmartín se han ido a los proveedores de las mejores firmas de cosmética capilar, sólo que en lugar de comprar 10.000 kilos de queratina, por poner un ejemplo, pues han comprado varias toneladas, porque fíjate la de puntos de venta que tiene Mercadona. Y así han conseguido unos champús y lociones y acondicionadores que se venden por menos de tres euros, pero que tienen la misma calidad que otros productos que se están vendiendo por 30, con los mejores activos e ingredientes cosméticos.
La colección tiene productos para todo tipo de cabello: rizado, liso, dañados, rebeldes, sin volumen… Y los productos para niños son ideales, hay hasta gomina para niños a partir de 3 años. Lástima que los envases no sean más modernos, se nota que no han querido invertir mucho en diseño para ajustar el precio al máximo.
Y mira tú por donde, lo que ha hecho Mercadona con los ingredientes de las cremitas para el pelo es exactamente lo que hizo Amancio Ortega con materias como el cashmere. Antes, para encontrar un suéter de cashmere tenías que ir Prada, a Gucci o a firmas super elitistas y carísimas como Malo o Cruciani, que nunca bajaban de los 400 euros. Pero hete aquí que Amancio se va al mismo proveedor de cashmere de Cruciani y le dice que en lugar de los 1000 suéters que produce Cruciani al año, él va a producir un millón, y que si le rebaja considerablemente el coste, le comprará a él toda la materia prima. Con el volumen que maneja Amancio, puede bajar tanto los precios que hasta el cashmere pasa a estar al alcance de todos los bolsillos.
Los peluqueros están que trinan con los productos para el pelo de Mercadona. Se ha acabado eso de que vayas a cortarte las puntas dispuesta a gastarte 15 o 20 euros y, entre cotilleo y cotilleo, te dicen que necesitas una mascarilla de 25 euros porque tienes el pelo fatal y tú por no decirle que no a la cajera o por miedo a que te llamen tacaña, vas y te lo llevas y te acaban devolviendo el recibo del gas por culpa de la puñetera cremita para las puntas. Con los productos de Tono Sanmartín, que son una pasada, en lugar de 25 te gastas 3 euros.
La misma empresa valenciana que ha producido los productos de Tono Sanmartín, distribuye el último perfume de Francis Montesinos, que se presentó esta semana en su boutique de la calle Conde Salvatierra. El perfume se llama Alba y la presentación estuvo amenizada con una albà cantada por Mª José Peris, champagne con fresas, bombones y macaroons. todo tan goloso como el nuevo perfume, que huele a regaliz, vainilla, frutas y flores.
miércoles, 7 de octubre de 2009
La princesa curranta
Carla Royo Villanova, esposa de Kubrat de Bulgaria y Princesa de Panagyurishte, estuvo esta semana en Valencia para presentar su nueva línea de cosmeticos, Carla Bulgaria Roses Beauty. Cuando recibí la invitación, pensé que Carla vendría hecha un pincel y posaría delante de un photocall sin mezclarse con el populacho. Nada más lejos de la realidad. La princesa llegó a las 8 de la mañana al hotel Hospes, donde se presentaban los productos. Vestida con pantalón y camiseta de algodón, se arremangó y empezó a poner cremitas a todas las señoras que se le ponían a tiro. ¡Qué fuerte! Vamos, es que la gente estaba alucinada, no se lo podía ni creer. “Hija, si es que hasta me ha dado un masaje en las sienes, y además lo hace fenomenal”.
Entre las asistentes, Clara Paya, Maria Angeles Miguel, Belita Botella, Maria Angeles Fayos, Maria Jose Pechuan, Esther Barrera, Carmina Durán, Mayte Sebastía… Todas escucharon sin pestañear las explicaciones de la princesa. Y es que Carla está tan convencida de las bondades de sus cremas y lo transmite tan bien, que más de una se fue directa al Corte Inglés a por el lote completo. Desde luego, esta chica es el mejor marketing para su producto.
Carla rompió el tópico de que las princesas viven del cuento. Estuvo todo el día explicando las bondades de la rosa de Bulgaria, contando cómo sus cremas calmaron una picadura de medusa a su hijo pequeño; atendiendo las preguntas de las pesadas de la prensa y volviendo manos a la obra: aquí te desmaquillo, aquí te pongo un antiojeras y aquí un tónico facial, mientras repetía incansable lo fantásticos que son sus potingues. Vamos, que la pobre ni paró para comer: de verdad de la buena que un sándwich club con unas patatas pachuchas se quedó esperando en una mesa. ¡Qué dura es la vida de las mujeres!
La vida moderna es así, hasta las princesas tienen que ponerse a trabajar para ayudar a mantener a la familia. Por cierto, las cremas no están nada mal. El gel calmante tiene un efecto lifting inmediato y te deja la piel de lo más fresca y rosada. Según Carla, la rosa de Bulgaria tiene efectos calmantes, hidratantes, reafirmantes, antiinflamatorios, cicatrizante, antioxidante, antiséptico, antibacteriano y antiestrías y un montón de propiedades más.
Junto a las cremas de Carla, se presentó en el mismo hotel una web de alquiler de vestidos de lujo. Como lo oyen. En http://www.24fab.com/ puedes alquilar vestidos de fiesta de Marchesa, Alessandro dell’Acqua, y tocados del famoso Philip Treacey. La web funciona de la siguiente manera: entras y eliges hasta cuatro vestidos. Te los envían a casa previo pago de una fianza de 200 euros –que luego te devuelve, claro-. Te pruebas los vestidos, eliges el que se gusta y se necesita algún arreglo de largo o de manga, lo señalas tú misma con unas agujas que te envían en el mismo paquete. Lo devuelves y te lo envían de nuevo perfectamente adaptado y listo para lucir en una boda, fiestón o un evento social donde tengas que impactar. Sólo una pega: la talla más grande es la 42 y abundan las 38.
El precio de alquiler suele ser un 10% del precio de venta del vestido. Por ejemplo, un vestido de Josep Font –del que por cierto, Carla es imagen- de 1.100 euros, se alquila por 185. La mayoría de los vestidos que se alquilan son de esta temporada. Los de otras temporadas se rebajan y se venden como en cualquier otra tienda online.
La idea de esta web de alquiler es de Anabel Zamora, una mujer de medidas impresionantes que conoce bien el mundo de la moda; fue directora de moda de la revista Elle y directora de comunicación de Loewe, además de trabajar en consultoras de moda. Anabel dice que la idea está funcionando muy bien. En seis meses han alquilado 240 vestidos y sólo han tenido una incidencia: un vestido que devolvieron en condiciones desastrosas, con manchas de vino, licores y comida. “Debió ser una noche loca”, cuenta Anabel. Fue un caso excepcional, porque las mujeres suelen cuidar los vestidos. Luego se llevan a la tintorería, y ¡listos para volver a alquilar!
Entre las asistentes, Clara Paya, Maria Angeles Miguel, Belita Botella, Maria Angeles Fayos, Maria Jose Pechuan, Esther Barrera, Carmina Durán, Mayte Sebastía… Todas escucharon sin pestañear las explicaciones de la princesa. Y es que Carla está tan convencida de las bondades de sus cremas y lo transmite tan bien, que más de una se fue directa al Corte Inglés a por el lote completo. Desde luego, esta chica es el mejor marketing para su producto.
Carla rompió el tópico de que las princesas viven del cuento. Estuvo todo el día explicando las bondades de la rosa de Bulgaria, contando cómo sus cremas calmaron una picadura de medusa a su hijo pequeño; atendiendo las preguntas de las pesadas de la prensa y volviendo manos a la obra: aquí te desmaquillo, aquí te pongo un antiojeras y aquí un tónico facial, mientras repetía incansable lo fantásticos que son sus potingues. Vamos, que la pobre ni paró para comer: de verdad de la buena que un sándwich club con unas patatas pachuchas se quedó esperando en una mesa. ¡Qué dura es la vida de las mujeres!
La vida moderna es así, hasta las princesas tienen que ponerse a trabajar para ayudar a mantener a la familia. Por cierto, las cremas no están nada mal. El gel calmante tiene un efecto lifting inmediato y te deja la piel de lo más fresca y rosada. Según Carla, la rosa de Bulgaria tiene efectos calmantes, hidratantes, reafirmantes, antiinflamatorios, cicatrizante, antioxidante, antiséptico, antibacteriano y antiestrías y un montón de propiedades más.
Junto a las cremas de Carla, se presentó en el mismo hotel una web de alquiler de vestidos de lujo. Como lo oyen. En http://www.24fab.com/ puedes alquilar vestidos de fiesta de Marchesa, Alessandro dell’Acqua, y tocados del famoso Philip Treacey. La web funciona de la siguiente manera: entras y eliges hasta cuatro vestidos. Te los envían a casa previo pago de una fianza de 200 euros –que luego te devuelve, claro-. Te pruebas los vestidos, eliges el que se gusta y se necesita algún arreglo de largo o de manga, lo señalas tú misma con unas agujas que te envían en el mismo paquete. Lo devuelves y te lo envían de nuevo perfectamente adaptado y listo para lucir en una boda, fiestón o un evento social donde tengas que impactar. Sólo una pega: la talla más grande es la 42 y abundan las 38.
El precio de alquiler suele ser un 10% del precio de venta del vestido. Por ejemplo, un vestido de Josep Font –del que por cierto, Carla es imagen- de 1.100 euros, se alquila por 185. La mayoría de los vestidos que se alquilan son de esta temporada. Los de otras temporadas se rebajan y se venden como en cualquier otra tienda online.
La idea de esta web de alquiler es de Anabel Zamora, una mujer de medidas impresionantes que conoce bien el mundo de la moda; fue directora de moda de la revista Elle y directora de comunicación de Loewe, además de trabajar en consultoras de moda. Anabel dice que la idea está funcionando muy bien. En seis meses han alquilado 240 vestidos y sólo han tenido una incidencia: un vestido que devolvieron en condiciones desastrosas, con manchas de vino, licores y comida. “Debió ser una noche loca”, cuenta Anabel. Fue un caso excepcional, porque las mujeres suelen cuidar los vestidos. Luego se llevan a la tintorería, y ¡listos para volver a alquilar!
A vender muebles por soleares
Cuatro chicas provocativas enseñando más de lo que permite el buen gusto puede que siga siendo suficiente para atraer a los hombres -¡¡¡qué básicos Dios mío!!!- pero ya no sirven para atraer a los compradores en una feria. Ahora el negocio se ha sofisticado. Si quieres vender, tienes que dar mucho más: estilo, carácter, seducción, un barniz cultural y, desde luego, mucha emoción.
En la Feria del Mueble se han dado cuenta y han decidido renovarse o morir. Para empezar, han cambiado de nombre: Antes, feria del mueble –¡uff, qué simplón!-; ahora, ‘ideas y pasión’, un concepto de lo más glamouroso. Los autores del cambio han sido los chicos de Cul de Sac, que se lo tienen un poco creído, pero con razón. Suya fue la inauguración de una tienda Bulgari en Milán, el proyecto de la joyería de Trini Gracia y la inauguración de HM en Colón.
La feria ha cambiado el nombre y también de logotipo. Tras mucho darle vueltas, los creativos han llegado a la conclusión de que no podemos ganar a los italianos en el diseño, ni a los franceses en la sofisticación y elegancia… Si en algo destacamos los españoles es en el genio, la pasión y la raza, ¡ole que sí! Fíjate cómo son las cosas: tantos años despreciando la España cañí, gitana y flamenca, y ahora resulta que lo más moderno del mundo mundial es el toro de Osborne
Otro de los cambios que necesitaba la feria era sacarla del recinto ferial y acercarla a la ciudad. Desde luego, es más divertido pasear frente a los escaparates de Vuitton que del Hotel Feria. Solución: escogieron la Plaza más pija de Valencia, la del Patriarca, para la fiesta de inauguración, a la que llamaron “Noche Española”. Cubrieron toda la plaza con una carpa y la ambientaron con música y baile flamenco. Los guitarristas tocaban desde uno de los balcones de la Iglesia del Patriarca, mientras las bailaoras actuaban sobre una pasarela a cuatro metros de altura: la cola de sus vestidos eran las cortinas que iban descubriendo el espacio. Vamos, nivelazo de fiesta.
El público, distinto al habitual: compradores, expositores, modernos y muy pocos políticos. Un ambiente más serio y menos petardo que otras fiestas. Bueno… salvo excepciones. ¿Qué pintaba Rappel en una fiesta tan glamourosa? Me quedo tranquila cuando me explican que acompañó al presidente del colegio de arquitectos, al que le une amistad gracias al club de rotarios. ¡uff, menos mal!
La fiesta española no fue la única de la semana. El lunes, una de las firmas valencianas de mueble más internacionales, Andreu World inauguró una exposición en el Mercado de Colón. Esta gente de Andreu, de Torrent de toda la vida, empezó a innovar cuando muchos creían que eso consistía en cambiar a la mujer por la secretaria y ahora exportan el sesenta por ciento de sus sillas, así es que la crisis les afecta pero menos. Allí estaba el heredero de la saga, Melchor, “super-melchor” para los amigos, un poco mosca porque había canapés hechos con tinta de calamar y pensó que eso podía ensuciar los dientes de sus invitados… No me digan que eso no es estar pendiente de los más mínimos detalles.
Las fiestas se han sucedido durante toda la semana: el estudio de Verónica Montijano organizó una exposición denominada “Rojo” con piezas de diseño español de Javier Mariscal, Dalí, Patricia Urquiola, Vicky Martín Berrocal, Manolo Blahnik, Rafael Catalá y Jaime Hayón para Lladró. Todo muy ibérico, hasta el jamón.
El jueves, Martínez Medina –Mobisa- organizó un Culturelab en su tienda de Marqués de Dos Aguas. La idea era reunir a un pintor, un escultor, una diseñadora y un arquitecto a modo de experimento creativo. “Las ideas chocan entre sí, creando las sinergias que calman las mentes más inquietas”, dicen los que saben de esto. La convocatoria fue un exitazo. Lleno total.
La misma noche, el estudio del arquitecto Ramón Esteve convocó a gente de la alta sociedad valenciana, la arquitectura y el diseño para mostrar sus últimos proyectos. Por allí pasaron: Carmen Alborch, Maria José Lladró, Fede Serratosa y su mujer, el futbolista Iván Helguera; el diseñador Nacho Lavernia y Lucía y Alberto, de Cul de Sac, que no han parado en toda la semana.
En la Feria del Mueble se han dado cuenta y han decidido renovarse o morir. Para empezar, han cambiado de nombre: Antes, feria del mueble –¡uff, qué simplón!-; ahora, ‘ideas y pasión’, un concepto de lo más glamouroso. Los autores del cambio han sido los chicos de Cul de Sac, que se lo tienen un poco creído, pero con razón. Suya fue la inauguración de una tienda Bulgari en Milán, el proyecto de la joyería de Trini Gracia y la inauguración de HM en Colón.
La feria ha cambiado el nombre y también de logotipo. Tras mucho darle vueltas, los creativos han llegado a la conclusión de que no podemos ganar a los italianos en el diseño, ni a los franceses en la sofisticación y elegancia… Si en algo destacamos los españoles es en el genio, la pasión y la raza, ¡ole que sí! Fíjate cómo son las cosas: tantos años despreciando la España cañí, gitana y flamenca, y ahora resulta que lo más moderno del mundo mundial es el toro de Osborne
Otro de los cambios que necesitaba la feria era sacarla del recinto ferial y acercarla a la ciudad. Desde luego, es más divertido pasear frente a los escaparates de Vuitton que del Hotel Feria. Solución: escogieron la Plaza más pija de Valencia, la del Patriarca, para la fiesta de inauguración, a la que llamaron “Noche Española”. Cubrieron toda la plaza con una carpa y la ambientaron con música y baile flamenco. Los guitarristas tocaban desde uno de los balcones de la Iglesia del Patriarca, mientras las bailaoras actuaban sobre una pasarela a cuatro metros de altura: la cola de sus vestidos eran las cortinas que iban descubriendo el espacio. Vamos, nivelazo de fiesta.
El público, distinto al habitual: compradores, expositores, modernos y muy pocos políticos. Un ambiente más serio y menos petardo que otras fiestas. Bueno… salvo excepciones. ¿Qué pintaba Rappel en una fiesta tan glamourosa? Me quedo tranquila cuando me explican que acompañó al presidente del colegio de arquitectos, al que le une amistad gracias al club de rotarios. ¡uff, menos mal!
La fiesta española no fue la única de la semana. El lunes, una de las firmas valencianas de mueble más internacionales, Andreu World inauguró una exposición en el Mercado de Colón. Esta gente de Andreu, de Torrent de toda la vida, empezó a innovar cuando muchos creían que eso consistía en cambiar a la mujer por la secretaria y ahora exportan el sesenta por ciento de sus sillas, así es que la crisis les afecta pero menos. Allí estaba el heredero de la saga, Melchor, “super-melchor” para los amigos, un poco mosca porque había canapés hechos con tinta de calamar y pensó que eso podía ensuciar los dientes de sus invitados… No me digan que eso no es estar pendiente de los más mínimos detalles.
Las fiestas se han sucedido durante toda la semana: el estudio de Verónica Montijano organizó una exposición denominada “Rojo” con piezas de diseño español de Javier Mariscal, Dalí, Patricia Urquiola, Vicky Martín Berrocal, Manolo Blahnik, Rafael Catalá y Jaime Hayón para Lladró. Todo muy ibérico, hasta el jamón.
El jueves, Martínez Medina –Mobisa- organizó un Culturelab en su tienda de Marqués de Dos Aguas. La idea era reunir a un pintor, un escultor, una diseñadora y un arquitecto a modo de experimento creativo. “Las ideas chocan entre sí, creando las sinergias que calman las mentes más inquietas”, dicen los que saben de esto. La convocatoria fue un exitazo. Lleno total.
La misma noche, el estudio del arquitecto Ramón Esteve convocó a gente de la alta sociedad valenciana, la arquitectura y el diseño para mostrar sus últimos proyectos. Por allí pasaron: Carmen Alborch, Maria José Lladró, Fede Serratosa y su mujer, el futbolista Iván Helguera; el diseñador Nacho Lavernia y Lucía y Alberto, de Cul de Sac, que no han parado en toda la semana.
sábado, 26 de septiembre de 2009
Moddos pijos
¿Para qué sirve el dinero cuando ya te has comprado toda la colección de zapatos de Prada y todavía te queda saldo en la tarjeta?, ¿de qué te vale tener un fondo de armario digno de Beverly Hills si no tienes fiesta donde lucirlo y cuando sales a cenar en la mesa de al lado hay un mileurista vestido con ropa de Kiabi incapaz de apreciar la belleza de una horma diseñada por Miuccia Prada? Es más, ¿para qué te vas a poner esos zapatos si el mileurista que tienes al lado no sabe que cuestan mil euros? Y, ¿con quién vas a comentar tu último viaje a París, NY o Londres?
Para dar solución a este problema tan complejo y trascendental, un grupo de niños bien de Valencia ha montado un club para pijos, es decir, para ellos mismos. El resto de los mortales, esos mundanos preocupados por el recibo de la hipoteca, les han puesto a caer de un burro: que si son unos hijos de papá, que si con la que está cayendo cómo se les ocurre montar un club para ricachones, que si no les da vergüenza… eso los comentarios más finos. Otros dicen que tendrían que haber bombardeado la fiesta de presentación con huevos podridos. Si por ellos fuera, les hubieran puesto a collir carchofes todo el día.
Pero la verdad es que, desde que el mundo es mundo, uno de las aspiraciones de la gente bien ha sido relacionarse con la gente bien, con lo más principal de la tribu. Esa era la vieja filosofía de las sociedades estamentales del Medioevo, de los clubes británicos del XIX o de los colegios elitistas del XX. Moddos es la versión moderna del viejo club inglés. Un lugar donde reunirse con otros iguales, compartir aficiones, juegos, viajes o comentar las últimas adquisiciones patrimoniales.
Cuando Cuchita Lluch, una de las socias de Moddos, me explicó lo que iban a hacer, la primera reacción también fue de rechazo: uff, un club exclusivo para niños pijos, ¡qué mal suena! Pero…si lo piensas bien, no es más que una agrupación de la que se benefician todos: los socios, porque amplían sus relaciones sociales y profesionales; y las empresas asociadas, porque acceden a un grupo de consumidores con poder adquisitivo.
A Moddos sólo se puede acceder con invitación. Recibes una clave de acceso y te das de alta en moddos.es. Para ello, tienes que rellenar un cuestionario: estudios, lugar de trabajo y puesto en la empresa, vivienda –adosado, chalet o piso- y segunda vivienda, número de hijos, marca de coche… De ahí pasamos al capítulo de ocio: comida preferida, cuánto gastas en copas o restaurantes, deportes que practicas, destinos de viaje preferidos, cuánto dinero gastas en ropa, en joyas, en relojes, en decoración, si inviertes en cultura, en salud y belleza… Todos los socios tienen que responder a este cuestionario, aunque la información no se hace pública.
Este semana el club Moddos se presentó en sociedad. Lo hizo en una fiesta de etiqueta en el Hotel Westin. Ellas de largo, ellos con esmoquin: David Lladró, Nacho Gómez-Trenor, Isabel y José Cosme, la empresaria Mónica Duart, la arquitecta Macarena Gea, Mario Mariner jr, la interiorista Verónica Montijano, la diseñadora Trinuca Larraz; José Tamarit, de Chapeau; Angela Pla de Ruzafa Show, Encarna Roig, de Mont-Blanc; Mª Angeles Miguel, de Hermès; Marta Vilar, Ana Portaceli, Rafa Pérez Higón (Armani) y los Zamorano, los Manglano, los Maldonado, los Pechuán… En fin, todo Valencia.
Hasta el momento, Moddos tiene 500 socios. Ivan Martínez Colomer –fundador del club- dice que el objetivo es llegar a 4.000. El problema es que no hay 4.000 ricos en Valencia de entre 30 y 45 años y dispuestos a asociarse. Además, a diferencia de los clubes ingleses, Moddos no tiene una sede social, un lugar coqueto donde reunirse y organizar tardes de té o partidas de dominó, siguiendo el esquema de los clubes británicos. En su lugar, Moddos tiene una página web que es un punto de encuentro virtual, con chat y foros para debatir sobre moda, tecnología o cultura.
El drama de estos sitios es que tienden a popularizarse. El día que un tal Pérez y Pérez vaya a la cena, los niños bien se buscarán otro club privado. Hasta entonces, Moddos será un referente de la alta burguesía valenciana.
Para dar solución a este problema tan complejo y trascendental, un grupo de niños bien de Valencia ha montado un club para pijos, es decir, para ellos mismos. El resto de los mortales, esos mundanos preocupados por el recibo de la hipoteca, les han puesto a caer de un burro: que si son unos hijos de papá, que si con la que está cayendo cómo se les ocurre montar un club para ricachones, que si no les da vergüenza… eso los comentarios más finos. Otros dicen que tendrían que haber bombardeado la fiesta de presentación con huevos podridos. Si por ellos fuera, les hubieran puesto a collir carchofes todo el día.
Pero la verdad es que, desde que el mundo es mundo, uno de las aspiraciones de la gente bien ha sido relacionarse con la gente bien, con lo más principal de la tribu. Esa era la vieja filosofía de las sociedades estamentales del Medioevo, de los clubes británicos del XIX o de los colegios elitistas del XX. Moddos es la versión moderna del viejo club inglés. Un lugar donde reunirse con otros iguales, compartir aficiones, juegos, viajes o comentar las últimas adquisiciones patrimoniales.
Cuando Cuchita Lluch, una de las socias de Moddos, me explicó lo que iban a hacer, la primera reacción también fue de rechazo: uff, un club exclusivo para niños pijos, ¡qué mal suena! Pero…si lo piensas bien, no es más que una agrupación de la que se benefician todos: los socios, porque amplían sus relaciones sociales y profesionales; y las empresas asociadas, porque acceden a un grupo de consumidores con poder adquisitivo.
A Moddos sólo se puede acceder con invitación. Recibes una clave de acceso y te das de alta en moddos.es. Para ello, tienes que rellenar un cuestionario: estudios, lugar de trabajo y puesto en la empresa, vivienda –adosado, chalet o piso- y segunda vivienda, número de hijos, marca de coche… De ahí pasamos al capítulo de ocio: comida preferida, cuánto gastas en copas o restaurantes, deportes que practicas, destinos de viaje preferidos, cuánto dinero gastas en ropa, en joyas, en relojes, en decoración, si inviertes en cultura, en salud y belleza… Todos los socios tienen que responder a este cuestionario, aunque la información no se hace pública.
Este semana el club Moddos se presentó en sociedad. Lo hizo en una fiesta de etiqueta en el Hotel Westin. Ellas de largo, ellos con esmoquin: David Lladró, Nacho Gómez-Trenor, Isabel y José Cosme, la empresaria Mónica Duart, la arquitecta Macarena Gea, Mario Mariner jr, la interiorista Verónica Montijano, la diseñadora Trinuca Larraz; José Tamarit, de Chapeau; Angela Pla de Ruzafa Show, Encarna Roig, de Mont-Blanc; Mª Angeles Miguel, de Hermès; Marta Vilar, Ana Portaceli, Rafa Pérez Higón (Armani) y los Zamorano, los Manglano, los Maldonado, los Pechuán… En fin, todo Valencia.
Hasta el momento, Moddos tiene 500 socios. Ivan Martínez Colomer –fundador del club- dice que el objetivo es llegar a 4.000. El problema es que no hay 4.000 ricos en Valencia de entre 30 y 45 años y dispuestos a asociarse. Además, a diferencia de los clubes ingleses, Moddos no tiene una sede social, un lugar coqueto donde reunirse y organizar tardes de té o partidas de dominó, siguiendo el esquema de los clubes británicos. En su lugar, Moddos tiene una página web que es un punto de encuentro virtual, con chat y foros para debatir sobre moda, tecnología o cultura.
El drama de estos sitios es que tienden a popularizarse. El día que un tal Pérez y Pérez vaya a la cena, los niños bien se buscarán otro club privado. Hasta entonces, Moddos será un referente de la alta burguesía valenciana.
martes, 8 de septiembre de 2009
La Semana de Alex
La Semana de la Moda de Valencia –SMV- está que echa chispas, cosa absolutamente previsible a poco que se dé una ojeada a los diseñadores que van a desfilar y se compruebe que por enésima vez los pocos creadores valencianos que tienen algún renombre más allá de Massamagrell no van a desfilar. La situación venía siendo insostenible desde hace varias ediciones y sea porque ha cambiado el Conseller de Industria, o por la crisis, o por vaya usted a saber, el caso es que esta semana los grandes de la moda valencia han dicho que hasta aquí hemos llegado.
Más o menos lo que han venido a decir es que la Semana de la Moda, que pagamos todos los valencianos, es en realidad la Semana de Alex Vidal y que el modisto de la alcaldesa hace lo que Mariñas dice que hace la Cantudo: maltratar a quien pueda hacerle sombra hasta que provocar la discusión y posterior despedida del molesto contrincante.
La cosa viene de lejos. El precursor de la SMV fue la Pasarela del Carmen, una idea de Montesinos para apoyar a los jóvenes y promocionar un poco lo que se estaba haciendo por aquí. Una buena idea con una enorme debilidad: por mucho que se promocionase el diseño, la moda valenciana nunca saldría de la terreta mientras no se crease un tejido industrial y comercial adecuado. La Pasarela era algo así como un escaparate sin tienda.
Las cosas cambiaron cuando el Gobierno Valenciano decidió apostar fuerte por la idea. Muchos creyeron que ese apoyo se aprovecharía para “montar la tienda”, es decir para crear redes de distribución. Pero las cosas tomaron otro rumbo, y en vez de apostar por la tienda, se apostó por dar más boato al escaparate: Alex Vidal sustituyó a Francis Montesinos, y la SMV abandonó aquel tono progre y cultureta propio de Montesinos, y pasó a ser algo mucho más pepero: mucho marketing, mucha celebritie, mucho campaña mediática y ¡ale! a decir que la SMV competía con Cibeles. La realidad es que los diseñadores que desfilaban no tenían ni puntos de venta ni tiendas propias ni tan siquiera estructura para empezar a ponerlas en marcha.
Pero el problema no era tanto que el tejido industrial y comercial de la moda valenciana siguiera siendo el que era, es decir, ninguno o casi ninguno, sino que buena parte de los pocos creadores conocidos fuera de Valencia o nunca desfilaron o fueron abandonando la pasarela: Francis Montesinos, Javier y Javier, Enrique Lodares, Juan Andrés Mompó, Valentín Herráiz, Marta de Diego, Presen Rodríguez… los últimos en abandonar han sido Dolores Cortes y Hannibal Laguna, con lo que la lista de conocidos se reduce a uno.
Desde hace varias ediciones la estrella indiscutible de la SMV es Alex Vidal que acapara las mejores modelos -Esther Cañadas, Nieves Alvarez…-, los mejores horarios, la mayor cobertura mediática y, como no, la compañía de todo el establishment político valenciano. Él es el director, su jefa de prensa es también la relaciones externas de la SMV y hasta las reuniones del Comité de Selección se han celebrado en su despacho de la calle Hernán Cortés. Según los más críticos, Alex utilizado la pasarela para potenciar su nombre y su marca a través de la SMV.
Confiemos en que este enfrentamiento sirva para que las dos partes hagan las paces. Dimova –la asociación de diseñadores donde están Dolores Cortes, Presen Rodríguez y Montesinos- no sólo pide una participación activa en la organización de un evento “que pertenece a todos los valencianos”, sino “una gestión profesional, ecuánime, imparcial y transparente”.
Lo que tendrán que hacer entre todos es redefinir el proyecto; ¿Qué se quiere hacer? ¿Diseño valenciano? Pues que se vayan los diseñadores vascos y madrileños. ¿Diseño joven? Pues que se renueven las caras y también los nombres, que no vale con que el papá Alex le pase el relevo a la sangre de su sangre, es decir a su joven hijo. ¿Se quiere dar nombre a la moda valenciana? Pues habrá que recuperar a los nombres fuertes del diseño valenciano. O eso, o especializarse: en zapatos, en baño, en alta costura…Desde luego, si lo que se quiere es gastar sin ton ni son y que la moda valenciana siga sin cruzar las fronteras, que lo dejen todo como está.
Más o menos lo que han venido a decir es que la Semana de la Moda, que pagamos todos los valencianos, es en realidad la Semana de Alex Vidal y que el modisto de la alcaldesa hace lo que Mariñas dice que hace la Cantudo: maltratar a quien pueda hacerle sombra hasta que provocar la discusión y posterior despedida del molesto contrincante.
La cosa viene de lejos. El precursor de la SMV fue la Pasarela del Carmen, una idea de Montesinos para apoyar a los jóvenes y promocionar un poco lo que se estaba haciendo por aquí. Una buena idea con una enorme debilidad: por mucho que se promocionase el diseño, la moda valenciana nunca saldría de la terreta mientras no se crease un tejido industrial y comercial adecuado. La Pasarela era algo así como un escaparate sin tienda.
Las cosas cambiaron cuando el Gobierno Valenciano decidió apostar fuerte por la idea. Muchos creyeron que ese apoyo se aprovecharía para “montar la tienda”, es decir para crear redes de distribución. Pero las cosas tomaron otro rumbo, y en vez de apostar por la tienda, se apostó por dar más boato al escaparate: Alex Vidal sustituyó a Francis Montesinos, y la SMV abandonó aquel tono progre y cultureta propio de Montesinos, y pasó a ser algo mucho más pepero: mucho marketing, mucha celebritie, mucho campaña mediática y ¡ale! a decir que la SMV competía con Cibeles. La realidad es que los diseñadores que desfilaban no tenían ni puntos de venta ni tiendas propias ni tan siquiera estructura para empezar a ponerlas en marcha.
Pero el problema no era tanto que el tejido industrial y comercial de la moda valenciana siguiera siendo el que era, es decir, ninguno o casi ninguno, sino que buena parte de los pocos creadores conocidos fuera de Valencia o nunca desfilaron o fueron abandonando la pasarela: Francis Montesinos, Javier y Javier, Enrique Lodares, Juan Andrés Mompó, Valentín Herráiz, Marta de Diego, Presen Rodríguez… los últimos en abandonar han sido Dolores Cortes y Hannibal Laguna, con lo que la lista de conocidos se reduce a uno.
Desde hace varias ediciones la estrella indiscutible de la SMV es Alex Vidal que acapara las mejores modelos -Esther Cañadas, Nieves Alvarez…-, los mejores horarios, la mayor cobertura mediática y, como no, la compañía de todo el establishment político valenciano. Él es el director, su jefa de prensa es también la relaciones externas de la SMV y hasta las reuniones del Comité de Selección se han celebrado en su despacho de la calle Hernán Cortés. Según los más críticos, Alex utilizado la pasarela para potenciar su nombre y su marca a través de la SMV.
Confiemos en que este enfrentamiento sirva para que las dos partes hagan las paces. Dimova –la asociación de diseñadores donde están Dolores Cortes, Presen Rodríguez y Montesinos- no sólo pide una participación activa en la organización de un evento “que pertenece a todos los valencianos”, sino “una gestión profesional, ecuánime, imparcial y transparente”.
Lo que tendrán que hacer entre todos es redefinir el proyecto; ¿Qué se quiere hacer? ¿Diseño valenciano? Pues que se vayan los diseñadores vascos y madrileños. ¿Diseño joven? Pues que se renueven las caras y también los nombres, que no vale con que el papá Alex le pase el relevo a la sangre de su sangre, es decir a su joven hijo. ¿Se quiere dar nombre a la moda valenciana? Pues habrá que recuperar a los nombres fuertes del diseño valenciano. O eso, o especializarse: en zapatos, en baño, en alta costura…Desde luego, si lo que se quiere es gastar sin ton ni son y que la moda valenciana siga sin cruzar las fronteras, que lo dejen todo como está.
jueves, 3 de septiembre de 2009
Nunca digas jamás llevaré botas de mosquetero
Mira que había criticado veces a Anita García Obregón por llevar esas botas de mosquetero más arriba de la rodilla ¡qué hortera la pobre!; fíjate que me había prometido una y mil veces que jamás de los jamases me vestiría como Julia Roberts en Pretty Woman. Pues nada. Donde dije digo, digo diego. Rectifico, vamos. Me encantan las botas de mosquetero. Desde que las vi en el desfile de Prada, no pienso en otra cosa. Son una mezcla de bota de pescador y de mosquetero, pero quedan super modernas con minifalda y leggins o con un suéter largo y nada más.
Total, que como casi estamos en septiembre y las tiendas ya empiezan a recibir ropa de invierno, ayer me pasé por Chapeau zapatos para ver si ya habían recibido las famosas botas. Pensé, ingenua de mí, que sería la primera en preguntar por ellas. ¡Ja, qué ilusa! Llego a la tienda, le pregunto a Lucrecia y me contesta ¡uff, hija, si ya hemos vendido un montón, casi no quedan tallas! Una siempre piensa que es la más rápida y la más informada porque lee Vogue en inglés y en francés y luego resulta que no, que cuando tú vas, ya han media docena de amigas que han ido y han vuelto ¡cómo las odio!
Volviendo a las botas. Resulta que además de Prada muchas otras firmas tienen botas de ese estilo este invierno. Jil Sander ha sacado unas de ante elástico, que te puedes poner aunque no tengas piernas de palillo como la Obregón. Las botas con elástico son el típico ejemplo de como adaptar las tendencias de la pasarela a la vida real (y a las mujeres reales, es decir, las del montón). Otros modelos no son aptos para piernas gorditas, más que nada porque la cremallera no se puede cerrar.
Botas aparte, después de leer diez revistas de moda y varios suplementos de colecciones, he llegado a la conclusión de que la moda de este invierno no me gusta nada. Vuelven los chaquetones enormes como los de Donna Karan en los noventa, para mujeres que van de triunfadoras rollo Melanie Griffith en “Armas de Mujer” ¡qué espanto! Vuelven también las americanas con hombreras, antídoto eficaz contra la lujuria. Por no hablar de las chaquetillas estilo Michael Jackson, que en paz descanse y sus modelitos también, por favor. También se lleva la piel negra con tachuelas, remaches y clavos, con un toque punky y heavy ¡Qué poco femenino! Además, la estética roquera, a los veinte vale, pero a los cuarenta ni en el bolso.
De los ochenta también llegan los colores pop: fucsia, amarillo, morado… y también los drapeados estilo Angela Channing y las mangas que en mi pueblo llamaban de jamón, por su parecido con la pata de jabugo ¡ay, no quiero ni acordarme! Pues sí, todo eso (y cosas peores) es lo que los diseñadores han inventado para nosotras con todo el cariño del mundo. Debemos ser masocas por hacerles caso, porque hay modelitos que parecen diseñados por el enemigo. Fíjate que me ha venido a la cabeza el modelito que llevó Eugenia Martínez de Irujo en la fiesta de Valmor del sábado pasado, con ese escote imposible y ese drapeado tan feo ¡pobrecita mía!
Algún día las mujeres nos hartaremos de seguir las tendencias y diremos hasta aquí hemos llegado. Un día te quieren vestir de fulana, con minivestido ajustado y plataformas; otro te asfixian en pantalones de piel pitillo y en otro descuido, te han disfrazado de romana, de Juana de arco, de payaso o con el traje regional ruso ¡y a eso le llaman creatividad!
Menos mal que en las tiendas impera el sentido común (y las ganas de vender) y allí no hay rastro de mangas jamón ni hombreras Locomía. Afortunadamente, todavía hay ropa para las sosas que sólo buscan un vestido, una rebeca o una camisa, sin más pretensiones que verse monas.
Fíjate lo que dice Isabel Preysler en el último Vogue, donde asegura que ni entiende de moda ni viste a la última moda. “Ya puede ser la gran tendencia de la temporada, que si yo no me encuentro bien y a gusto, es que ni se me pasa por la cabeza ponérmela”. Isabel sí que sabe.
Total, que como casi estamos en septiembre y las tiendas ya empiezan a recibir ropa de invierno, ayer me pasé por Chapeau zapatos para ver si ya habían recibido las famosas botas. Pensé, ingenua de mí, que sería la primera en preguntar por ellas. ¡Ja, qué ilusa! Llego a la tienda, le pregunto a Lucrecia y me contesta ¡uff, hija, si ya hemos vendido un montón, casi no quedan tallas! Una siempre piensa que es la más rápida y la más informada porque lee Vogue en inglés y en francés y luego resulta que no, que cuando tú vas, ya han media docena de amigas que han ido y han vuelto ¡cómo las odio!
Volviendo a las botas. Resulta que además de Prada muchas otras firmas tienen botas de ese estilo este invierno. Jil Sander ha sacado unas de ante elástico, que te puedes poner aunque no tengas piernas de palillo como la Obregón. Las botas con elástico son el típico ejemplo de como adaptar las tendencias de la pasarela a la vida real (y a las mujeres reales, es decir, las del montón). Otros modelos no son aptos para piernas gorditas, más que nada porque la cremallera no se puede cerrar.
Botas aparte, después de leer diez revistas de moda y varios suplementos de colecciones, he llegado a la conclusión de que la moda de este invierno no me gusta nada. Vuelven los chaquetones enormes como los de Donna Karan en los noventa, para mujeres que van de triunfadoras rollo Melanie Griffith en “Armas de Mujer” ¡qué espanto! Vuelven también las americanas con hombreras, antídoto eficaz contra la lujuria. Por no hablar de las chaquetillas estilo Michael Jackson, que en paz descanse y sus modelitos también, por favor. También se lleva la piel negra con tachuelas, remaches y clavos, con un toque punky y heavy ¡Qué poco femenino! Además, la estética roquera, a los veinte vale, pero a los cuarenta ni en el bolso.
De los ochenta también llegan los colores pop: fucsia, amarillo, morado… y también los drapeados estilo Angela Channing y las mangas que en mi pueblo llamaban de jamón, por su parecido con la pata de jabugo ¡ay, no quiero ni acordarme! Pues sí, todo eso (y cosas peores) es lo que los diseñadores han inventado para nosotras con todo el cariño del mundo. Debemos ser masocas por hacerles caso, porque hay modelitos que parecen diseñados por el enemigo. Fíjate que me ha venido a la cabeza el modelito que llevó Eugenia Martínez de Irujo en la fiesta de Valmor del sábado pasado, con ese escote imposible y ese drapeado tan feo ¡pobrecita mía!
Algún día las mujeres nos hartaremos de seguir las tendencias y diremos hasta aquí hemos llegado. Un día te quieren vestir de fulana, con minivestido ajustado y plataformas; otro te asfixian en pantalones de piel pitillo y en otro descuido, te han disfrazado de romana, de Juana de arco, de payaso o con el traje regional ruso ¡y a eso le llaman creatividad!
Menos mal que en las tiendas impera el sentido común (y las ganas de vender) y allí no hay rastro de mangas jamón ni hombreras Locomía. Afortunadamente, todavía hay ropa para las sosas que sólo buscan un vestido, una rebeca o una camisa, sin más pretensiones que verse monas.
Fíjate lo que dice Isabel Preysler en el último Vogue, donde asegura que ni entiende de moda ni viste a la última moda. “Ya puede ser la gran tendencia de la temporada, que si yo no me encuentro bien y a gusto, es que ni se me pasa por la cabeza ponérmela”. Isabel sí que sabe.
lunes, 31 de agosto de 2009
Sin pasta, mejor en casa
Como dice un viejo amigo: quitémonos las caretas…, con esto de la Fórmula 1, o estás forrado de pasta y tan bien relacionado como el mismísimo Agag, o lo mejor es que te compres un granizado de limón y lo veas todo desde la televisión del apartamento. Vamos, que las clases medias, y no te digo ya los bajo-mileuristas, no tienen sitio en este sarao. A no ser que quieran andar bajo el sol agosteño durante un par de horas, para luego sentarse en una butaca, también asolanada, y ver en directo un minúsculo trozo de la carrera; sabiendo que después de la primera vuelta, acabarás más pendiente de las pantallas gigantes, que retransmiten lo mismo que la televisión de tu apartamento, que del trozo de curva que tienes bajo los pies.
Tampoco se hagan ilusiones los que pagan por vivir el ambiente de las carreras, porque eso, fuera de la tribuna central y el paddock club, y en las gradas el único ambiente es el los dos segundos que dura el rugido el tubo de escape al pasar cada coche.
Quizás alguien debería hacer algo para que todos estos grandes eventos que vienen celebrándose en Valencia sirviesen para algo más que para promocionar a la ciudad y entretener a la aristocracia política local y a algún que otro multimillonario despistado. Incluso la gente bien, pero de los bien bien de verdad de Valencia, están un poco moscas porque al final ellos ni están ni se les espera en las fiestas.
Precisamente anoche se celebró la fiesta oficial de la Fórmula 1, la que organizó Valmor en el Palau de les Arts. Hay que echarle muchas ganas para venir un 22 de agosto desde Javea o El Perelló; dejar el biquini y las chanclas, ir a la pelos, maquillarte, ponerte tacones y vestido de cóctel y estar lista a las ocho de la tarde ¡uff, uff, uff! A esa hora comenzaba el cóctel de bienvenida para los 300 invitados a la cena de gala de Valmor.
Allí estaban el Presidente Camps la Alcaldesa Rita Barberá, el vicepresidente Rambla, el presidente de Valmor Fernando Roig; Jorge Martínez Aspar;, empresarios como Boluda –me encanta la curva Boluda y –juntos pero no revueltos- otros habituales del Hola, como Eugenia Martínez de Irujo, Bertín Osborne y Palomo Linares, con su esposa Marina Danko, que fueron para apoyar a la Fundación Pequeño Deseo, a la que se destinó la recaudación de la cena, a 200 euros el cubierto. La sorpresa de la cena fue la presencia de Eric Clapton, invitado por Ecclestone.
Me cuenta Luís Gascó, de Valmor, que la intención fue que la gala tuviera un carácter muy deportivo, de ahí que invitasen a futbolistas -Albelda, Pablo Hernández- al nadador David Meca, al campeón del Tour de Francia Carlos Sastre, al piloto Marc Gené y algún piloto de Fórmula 1. Pero como los deportistas no llenan bastantes páginas de Hola, también invitaron a Imanol Arias, Miguel Angel Muñoz, Esther Arroyo y Vanessa Romero.
La cena también tuvo representación valenciana ¡faltaría más! La asociación Dos Aguas Luxury Shopping reservó un par de mesas que ocuparon Isabel Cosme, Presen Rodríguez, Maria Angeles Miguel, de Hermés; Encarna Roig, de Mont-Blanc; José Luís Aviles, antes director de Loewe y ahora de Bulgari; El joyero Antonio Romero; Carmina Durán, de la agencia de modelos y el diseñador valenciano afincado en Londres Ramón Gurillo. (Por cierto, ideales los uniformes de las azafatas diseñados por Javier y Javier).
Los 300 invitaron degustaron vinos de Bodegas Vicente Gandía y el catering de Hidromiel. Después, concierto de flamenco y after-party en la terraza de L’Umbracle, donde se presentaba un cóctel creado conjuntamente por el Champagne Mumm -Champagne oficial de la F1- y los diseñadores DSquared.
Rivalizando con la fiesta de Valmor, la empresa LG montó otra en el Molino Real de Paterna, con atractivos nada desdeñables como el modelo Jon Kortajarena, la actriz Amaia Salamanca, Arturo Valls, Elena Furiase, Pilar Rubio y ¡pásmense! Gonzalo Miró, el ex de la duquesita. ¡Mira que hay saraos en Marbella e Ibiza y tenían que coincidir en Valencia!
De los modelitos de una y otra fiesta nos iremos enterando cuando salgan las revistas del corazón. Si las carreras se ven mejor desde la tele del apartamento, las fiestas se disfrutan destripando el Hola con las mamás en la piscina. A no ser que seas la nueva señora Eclestone, que Berni está soltero después de un divorcio millonario.
Tampoco se hagan ilusiones los que pagan por vivir el ambiente de las carreras, porque eso, fuera de la tribuna central y el paddock club, y en las gradas el único ambiente es el los dos segundos que dura el rugido el tubo de escape al pasar cada coche.
Quizás alguien debería hacer algo para que todos estos grandes eventos que vienen celebrándose en Valencia sirviesen para algo más que para promocionar a la ciudad y entretener a la aristocracia política local y a algún que otro multimillonario despistado. Incluso la gente bien, pero de los bien bien de verdad de Valencia, están un poco moscas porque al final ellos ni están ni se les espera en las fiestas.
Precisamente anoche se celebró la fiesta oficial de la Fórmula 1, la que organizó Valmor en el Palau de les Arts. Hay que echarle muchas ganas para venir un 22 de agosto desde Javea o El Perelló; dejar el biquini y las chanclas, ir a la pelos, maquillarte, ponerte tacones y vestido de cóctel y estar lista a las ocho de la tarde ¡uff, uff, uff! A esa hora comenzaba el cóctel de bienvenida para los 300 invitados a la cena de gala de Valmor.
Allí estaban el Presidente Camps la Alcaldesa Rita Barberá, el vicepresidente Rambla, el presidente de Valmor Fernando Roig; Jorge Martínez Aspar;, empresarios como Boluda –me encanta la curva Boluda y –juntos pero no revueltos- otros habituales del Hola, como Eugenia Martínez de Irujo, Bertín Osborne y Palomo Linares, con su esposa Marina Danko, que fueron para apoyar a la Fundación Pequeño Deseo, a la que se destinó la recaudación de la cena, a 200 euros el cubierto. La sorpresa de la cena fue la presencia de Eric Clapton, invitado por Ecclestone.
Me cuenta Luís Gascó, de Valmor, que la intención fue que la gala tuviera un carácter muy deportivo, de ahí que invitasen a futbolistas -Albelda, Pablo Hernández- al nadador David Meca, al campeón del Tour de Francia Carlos Sastre, al piloto Marc Gené y algún piloto de Fórmula 1. Pero como los deportistas no llenan bastantes páginas de Hola, también invitaron a Imanol Arias, Miguel Angel Muñoz, Esther Arroyo y Vanessa Romero.
La cena también tuvo representación valenciana ¡faltaría más! La asociación Dos Aguas Luxury Shopping reservó un par de mesas que ocuparon Isabel Cosme, Presen Rodríguez, Maria Angeles Miguel, de Hermés; Encarna Roig, de Mont-Blanc; José Luís Aviles, antes director de Loewe y ahora de Bulgari; El joyero Antonio Romero; Carmina Durán, de la agencia de modelos y el diseñador valenciano afincado en Londres Ramón Gurillo. (Por cierto, ideales los uniformes de las azafatas diseñados por Javier y Javier).
Los 300 invitaron degustaron vinos de Bodegas Vicente Gandía y el catering de Hidromiel. Después, concierto de flamenco y after-party en la terraza de L’Umbracle, donde se presentaba un cóctel creado conjuntamente por el Champagne Mumm -Champagne oficial de la F1- y los diseñadores DSquared.
Rivalizando con la fiesta de Valmor, la empresa LG montó otra en el Molino Real de Paterna, con atractivos nada desdeñables como el modelo Jon Kortajarena, la actriz Amaia Salamanca, Arturo Valls, Elena Furiase, Pilar Rubio y ¡pásmense! Gonzalo Miró, el ex de la duquesita. ¡Mira que hay saraos en Marbella e Ibiza y tenían que coincidir en Valencia!
De los modelitos de una y otra fiesta nos iremos enterando cuando salgan las revistas del corazón. Si las carreras se ven mejor desde la tele del apartamento, las fiestas se disfrutan destripando el Hola con las mamás en la piscina. A no ser que seas la nueva señora Eclestone, que Berni está soltero después de un divorcio millonario.
viernes, 21 de agosto de 2009
¿Cómo se viste una vieja roquera para no dar el cante?
Concierto de Miguel Rios en el puerto de Alicante: 15 de agosto, mucho calor y mucho rocker trasnochado. Y allí estaba yo, de vieja rockera, saltando con mis chanclas brasileñas, después de romperme los sesos pensando qué debía ponerme para ir a un concierto de carrozones rejuvenecidos. Fue entonces cuando me dí cuenta de que lo vestir bien es como el mito de Sísifo, ese pobre condenado a empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para verlo a caer rodando y volverlo a subir una y otra vez. Con el fondo de armario, sucede lo mismo; cuando ya piensas que dominas el arte de saber vestir en cada ocasión, va y te invitan a un concierto de Miguel Ríos y no sabes qué modelito escoger. ¡Ay, qué desastre! Años y años de vida social para acabar dudando como una inexperta quinceañera.
Empiezas a barajar alternativas: piensas en Raquel del Rosario, la mujer de Alonso, que siempre va a los conciertos con shorts vaqueros, pero si no tienes sus piernas, estás perdida; te acuerdas de Isabel Preysler en un concierto de Enrique Iglesias, pero tampoco; ella siempre recurre al negro total, pretendiendo darse un aire juvenil, y sólo consigue parecer la madre del cantante.
Si al menos el concierto fuera en invierno, estaría chupado: el invierno que viene casi toda la ropa tiene estética roquera: chupas de piel negra, bolsos de piel con tachuelas, leggins y camisetas… Pero no me veo un 15 de agosto en el Puerto de Alicante con cazadora de motero, la verdad… Total, que al final, imitando el look de la Infanta Elena en el concierto de Madonna, opto por los sufridos vaqueros, que lo mismo valen para un roto que para un descosido. Pero cuando ya he salido de este trance más o menos airosa, va y me invitan a uno de los saraos de la Formula 1…
Resulta que el próximo finde, el hotel Room Mate Marina, un hotel tan moderno como su dueño, Quique Sarasola, ha montado un super plan para ver las carreras de Fórmula 1 desde el ático, que tiene unas vistas súper privilegiadas del circuito. El plan es el siguiente: el sábado, cóctel de bienvenida, aperitivos y fiesta alter party hasta la 1 de la mañana, con dj en directo, bar y coctelería. El domingo, a las 12, brunch mientras ves la carrera Porsche mobil supercup; más cócteles y tapeo y a las 2 de la tarde, después del Gran Premio, comida y champagne y para rematar Alter Party hasta la madrugada con batucada en directo, masajista, dj’s en directo, coctelería y hasta crupiers para las mesas de póker. Y la cuestión es: ¿Qué te pones para un plan desde las 11 de la mañana hasta la una de la madrugada y con un calor de morirse? Ay, qué difícil… y además, a ver qué modelito resiste un día entero.
Después de semejantes pruebas, vestirse para la cena de gala de la Fórmula 1 del próximo sábado será coser y cantar. Este año no habrá el Amber Lounge porque el año pasado fue un fiasco, ¿os acordáis, esa fiesta que montan los ricos riquísimos para ellos mismos y que el año pasado acabó con cuatro buscavidas de ambos sexos vagando por la pista del baile del Hilton?.... Aquello evidenció que Valencia no tiene tantos ricos como pensaron los amigos de Eclestone o que aquí los ricos se estiran menos que un portero de futbolín.
Así es que sin el Amber Lounge, la fiesta más in de la fórmula será la gala de Valmor, que este año cuesta la tercera parte que el pasado: doscientos euros, que sigue siendo una pasta, pero mucho más llevadera que los seiscientos que pagaron el año pasado cuatro despistados. Además, con lo que se recaude van a echar una mano a la gente de la fundación Pequeño Deseo, que ayuda a cumplir los sueños de los niños enfermos.
Me cuentan también que ya hay invitados del faranduleo confirmados, no se sabe si previo cheque: Carlos Sastre, David Villa, Eugenia Martínez de Irujo, cantantes, actrices…. Y ojo a los uniformes que llevarán las azafatas porque me han chivado que están diseñados por Javier y Javier y aunque es secreto, seguro que son chulísimos. ¡Ay, quién pudiera vestir de uniforme, como las azafatas!
Empiezas a barajar alternativas: piensas en Raquel del Rosario, la mujer de Alonso, que siempre va a los conciertos con shorts vaqueros, pero si no tienes sus piernas, estás perdida; te acuerdas de Isabel Preysler en un concierto de Enrique Iglesias, pero tampoco; ella siempre recurre al negro total, pretendiendo darse un aire juvenil, y sólo consigue parecer la madre del cantante.
Si al menos el concierto fuera en invierno, estaría chupado: el invierno que viene casi toda la ropa tiene estética roquera: chupas de piel negra, bolsos de piel con tachuelas, leggins y camisetas… Pero no me veo un 15 de agosto en el Puerto de Alicante con cazadora de motero, la verdad… Total, que al final, imitando el look de la Infanta Elena en el concierto de Madonna, opto por los sufridos vaqueros, que lo mismo valen para un roto que para un descosido. Pero cuando ya he salido de este trance más o menos airosa, va y me invitan a uno de los saraos de la Formula 1…
Resulta que el próximo finde, el hotel Room Mate Marina, un hotel tan moderno como su dueño, Quique Sarasola, ha montado un super plan para ver las carreras de Fórmula 1 desde el ático, que tiene unas vistas súper privilegiadas del circuito. El plan es el siguiente: el sábado, cóctel de bienvenida, aperitivos y fiesta alter party hasta la 1 de la mañana, con dj en directo, bar y coctelería. El domingo, a las 12, brunch mientras ves la carrera Porsche mobil supercup; más cócteles y tapeo y a las 2 de la tarde, después del Gran Premio, comida y champagne y para rematar Alter Party hasta la madrugada con batucada en directo, masajista, dj’s en directo, coctelería y hasta crupiers para las mesas de póker. Y la cuestión es: ¿Qué te pones para un plan desde las 11 de la mañana hasta la una de la madrugada y con un calor de morirse? Ay, qué difícil… y además, a ver qué modelito resiste un día entero.
Después de semejantes pruebas, vestirse para la cena de gala de la Fórmula 1 del próximo sábado será coser y cantar. Este año no habrá el Amber Lounge porque el año pasado fue un fiasco, ¿os acordáis, esa fiesta que montan los ricos riquísimos para ellos mismos y que el año pasado acabó con cuatro buscavidas de ambos sexos vagando por la pista del baile del Hilton?.... Aquello evidenció que Valencia no tiene tantos ricos como pensaron los amigos de Eclestone o que aquí los ricos se estiran menos que un portero de futbolín.
Así es que sin el Amber Lounge, la fiesta más in de la fórmula será la gala de Valmor, que este año cuesta la tercera parte que el pasado: doscientos euros, que sigue siendo una pasta, pero mucho más llevadera que los seiscientos que pagaron el año pasado cuatro despistados. Además, con lo que se recaude van a echar una mano a la gente de la fundación Pequeño Deseo, que ayuda a cumplir los sueños de los niños enfermos.
Me cuentan también que ya hay invitados del faranduleo confirmados, no se sabe si previo cheque: Carlos Sastre, David Villa, Eugenia Martínez de Irujo, cantantes, actrices…. Y ojo a los uniformes que llevarán las azafatas porque me han chivado que están diseñados por Javier y Javier y aunque es secreto, seguro que son chulísimos. ¡Ay, quién pudiera vestir de uniforme, como las azafatas!
jueves, 20 de agosto de 2009
Entre la playa, las vacas e Internet, vamos pasando el verano
El verano se hace largo, muy largo porque a ver quién es la guapa que puede montar un plan medianamente atractivo para cada mañana, cada tarde y cada noche de los siete días de la semana. Total, que al final te pasas horas y horas marujeando con las mamis del complejo de apartamentos. Y el marujeo, en sobredosis, llega a ser cansino.
Al final cualquier cosa se agradece con tal de romper la monotonía. Yo, por ejemplo, esta semana me he ido a una granja de vacas en Requena. Confieso que al principio fui con el ceño fruncido, pero había que ir para que luego no dijesen de mi ese de que soy una pija estirada y que se me han subido los humos. Pero mira tú por donde al final, el plan resultó ser de lo más chic: allí, en la campiña requenense, al atardecer, entre vaquitas muy limpitas que duermen en colchones de látex y terneritos monísimos de la muerte tomando biberones; y nosotras bebiendo leche recién ordeñada como Heidi y Pablo, sólo que en una granja de Requena. Y ya la bomba fue cuando nos contaron que las caquitas de las vacas las recogen para hacer electricidad…y yo pensé “o sea que a lo mejor mi depiladora funciona con la caca de las vacas de Ramón…, ¡uy, que chupi, cuando lo cuente en Pilates!”..
En fin, que desde el jueves pasado ya no soy la misma, ahora soy un poquito más de campo. Pero todavía queda mucho verano por delante, y tampoco es plan de hacerme granjera a estas alturas. Menos mal que entre las vaquitas y el marujeo de piscina siempre queda Internet. Cuando te hartas de ver chancletas, pareos y biquinis, entras en un comercio de moda online, de esos que te venden ropa megapija las 24 horas del día, y alucinas con las nuevas colecciones de invierno, ¡ay, qué elegantes! Y si estás harta de hablar de las recetas de la termomix, te coges el portátil o el iphone y entras en la edición digital de Vogue y cotilleas los diseños de Prada y Chloé para el verano de 2010 ¡qué alucine!… O vas repasando mentalmente las compras que harás este invierno: un bolso de tachuelas, una cazadora de piel, unas botas de montar, una rebeca de cashmere, un vestido palabra de honor ochentero… ¡uff, qué desastre, me gusta todo!
Navegando por la red puedes evadirte durante unas horas del marujeo de piscina: irte de compras a Londres a las tres de la mañana y hacerte con el último bolso de YSL en net-a-porter antes de que llegue a las tiendas de Valencia; cotillear en facebook las fotos de las fiestas más chic del verano; ver las últimas novedades en la web de Prada y hasta comentar en tus blogs de moda favoritos.
Y hablando de blogs, hace poco descubrí en lamarquesa.es, la web de Marta Vilar, que una de mis blogueras favoritas es valenciana. Se llama Macarena Gea y diseña unos colgantes en forma de hada super coquetos. Las haditas están hechas con tul, fieltro, alambre y lana de algodón. Macarena empezó hace años vendiendo a tiendas como Linda Vuela a Río, pero un buen día salió en Vogue y se vio desbordada por no poder atender los pedidos; ahora sólo vende por Internet ediciones limitadas de sus colgantes; cada 15 días saca un modelo distinto de sus hadas, todas de lo más glamourosas, con sus bolsitos de Chanel y sus complementos chic… ¡qué monas!
Macarena también creo un blog para la muñeca blythe, la misma que sale en el anuncio de babaria rosa mosqueta. Las blythe son unas muñecas de culto: nacieron en los setenta, pero fue hace unos años cuando las japonesas recuperaron a esta muñeca de ojos enormes, pelo extralargo y cabeza absolutamente desproporcionada con su cuerpo. Las Blythe tienen algo que fascina, tanto que hasta han montado negocios entorno a ella: profesionales que les pulen la cara, les ponen pestañas, les tiñen y cortan el pelo, diseñan vestuario a medida ¡una pasada!
Entre mis blogs preferidos también está el de la modelo valenciana Mayte de la Iglesia, mitmebymayte.blogspot.com, donde puedes seguir la vida glamourosa –y también algo accidentada- de una modelo. Leer a Mayte es el mejor antídoto contra el aburrimiento marujil.
Al final cualquier cosa se agradece con tal de romper la monotonía. Yo, por ejemplo, esta semana me he ido a una granja de vacas en Requena. Confieso que al principio fui con el ceño fruncido, pero había que ir para que luego no dijesen de mi ese de que soy una pija estirada y que se me han subido los humos. Pero mira tú por donde al final, el plan resultó ser de lo más chic: allí, en la campiña requenense, al atardecer, entre vaquitas muy limpitas que duermen en colchones de látex y terneritos monísimos de la muerte tomando biberones; y nosotras bebiendo leche recién ordeñada como Heidi y Pablo, sólo que en una granja de Requena. Y ya la bomba fue cuando nos contaron que las caquitas de las vacas las recogen para hacer electricidad…y yo pensé “o sea que a lo mejor mi depiladora funciona con la caca de las vacas de Ramón…, ¡uy, que chupi, cuando lo cuente en Pilates!”..
En fin, que desde el jueves pasado ya no soy la misma, ahora soy un poquito más de campo. Pero todavía queda mucho verano por delante, y tampoco es plan de hacerme granjera a estas alturas. Menos mal que entre las vaquitas y el marujeo de piscina siempre queda Internet. Cuando te hartas de ver chancletas, pareos y biquinis, entras en un comercio de moda online, de esos que te venden ropa megapija las 24 horas del día, y alucinas con las nuevas colecciones de invierno, ¡ay, qué elegantes! Y si estás harta de hablar de las recetas de la termomix, te coges el portátil o el iphone y entras en la edición digital de Vogue y cotilleas los diseños de Prada y Chloé para el verano de 2010 ¡qué alucine!… O vas repasando mentalmente las compras que harás este invierno: un bolso de tachuelas, una cazadora de piel, unas botas de montar, una rebeca de cashmere, un vestido palabra de honor ochentero… ¡uff, qué desastre, me gusta todo!
Navegando por la red puedes evadirte durante unas horas del marujeo de piscina: irte de compras a Londres a las tres de la mañana y hacerte con el último bolso de YSL en net-a-porter antes de que llegue a las tiendas de Valencia; cotillear en facebook las fotos de las fiestas más chic del verano; ver las últimas novedades en la web de Prada y hasta comentar en tus blogs de moda favoritos.
Y hablando de blogs, hace poco descubrí en lamarquesa.es, la web de Marta Vilar, que una de mis blogueras favoritas es valenciana. Se llama Macarena Gea y diseña unos colgantes en forma de hada super coquetos. Las haditas están hechas con tul, fieltro, alambre y lana de algodón. Macarena empezó hace años vendiendo a tiendas como Linda Vuela a Río, pero un buen día salió en Vogue y se vio desbordada por no poder atender los pedidos; ahora sólo vende por Internet ediciones limitadas de sus colgantes; cada 15 días saca un modelo distinto de sus hadas, todas de lo más glamourosas, con sus bolsitos de Chanel y sus complementos chic… ¡qué monas!
Macarena también creo un blog para la muñeca blythe, la misma que sale en el anuncio de babaria rosa mosqueta. Las blythe son unas muñecas de culto: nacieron en los setenta, pero fue hace unos años cuando las japonesas recuperaron a esta muñeca de ojos enormes, pelo extralargo y cabeza absolutamente desproporcionada con su cuerpo. Las Blythe tienen algo que fascina, tanto que hasta han montado negocios entorno a ella: profesionales que les pulen la cara, les ponen pestañas, les tiñen y cortan el pelo, diseñan vestuario a medida ¡una pasada!
Entre mis blogs preferidos también está el de la modelo valenciana Mayte de la Iglesia, mitmebymayte.blogspot.com, donde puedes seguir la vida glamourosa –y también algo accidentada- de una modelo. Leer a Mayte es el mejor antídoto contra el aburrimiento marujil.
martes, 11 de agosto de 2009
La Fórmula 1 pierde gas
Alguien le echado un gafe a la Fórmula 1: Alonso penalizado y sin saber si podrá correr; la zona de megayates esperando que lleguen los megayates; el Hilton, que el año pasado fue sede de las fiestas del Amber Lounge, en concurso de acreedores y esperando comprador, y la gente aguantando hasta tres días de la carrera para ver si Alonso corre antes de comprar la entrada ¡qué desastre!
Por lo menos, este año la fiesta que organiza Valmor, la empresa que gestiona la Fórmula 1, será a beneficio de una ONG que ayuda a los niños con enfermedades graves a cumplir un pequeño deseo. Es que lo del año pasado fue muy fuerte: organizan una fiesta en Viveros por todo lo alto pero en lugar de invitar, piden 600 eurines por entrada y encima el dinero recaudado no era para ninguna organización benéfica.
No es extraño que más de una señora de las de toda la vida dijese que mejor se quedaba en casa, que desde cuando hay que pagar para ir a una fiesta y que el dinero se lo queden los organizadores, ¡qué fuerte! Bueno, la fiesta de Valmor del año pasado fue tal caos, que hasta los promotores perdieron un dineral porque tuvieron que regalar la mitad de las entradas para que no se quedasen mesas vacías.
Fue un despropósito detrás de otro. Primero tapizaron la zona de Viveros con césped y luego lo tuvieron que quitar por motivos de seguridad; después, durante la cena se pone a llover a cántaros y nadie había previsto instalar unos toldos o unas simples sombrillas para que las señoras no se mojasen. Parece que el presupuesto no les llegaba. Y mientras Rita Barberá y Mayrén Beneyto y un montón de señoras bien valencianas aguantaban el chaparrón con toda la dignidad que se podía, va y las artistas que habían venido previo cheque, como Marta Sánchez, se levantan a mitad de la cena y se van para no mojarse, ¡qué cara! Y para colmo, tienen que desconectar el equipo de sonido para evitar un cortocircuito y los músicos tienen que actuar a capella. En fin, que si yo llego a pagar 600 euros por entrada, exijo no sólo que me devuelvan el dinero, sino reclamo daños y perjuicios por destrozos en el peinado y el vestido ¡ay, cómo acabamos todas!
Supongo que esta vez la cena saldrá mejor. No lo tienen muy difícil para superar a la anterior. Para empezar, ya han mejorado en algo: la recaudación de las entradas -200 euros por persona- se destinará a la Fundación Pequeño Deseo, cuya misión es hacer realidad los deseos de niños con enfermedades crónicas.
La cena se celebrará en el Palau de les Arts Reina Sofía. Los organizadores aseguran que será el acto social más relevante de todos los de la Fórmula 1, y que asistirán autoridades, instituciones y personalidades del mundo artístico y del deporte. Las empresas pueden comprar mesas personalizadas con el nombre y logotipo, que a su vez se pueden regalar como invitaciones a clientes, compromisos, altos directivos…
Según el dresscode, los hombres tienen que llevar traje chaqueta y las mujeres un vestido cóctel. Todo el acto será en el Palau de les Arts, que como entorno no está nada mal. Primero se ofrecerá un cóctel en la terraza Les Palmeres; después la cena tendrá lugar en el salón Los Toros y se servirá con los comensales sentados y para finalizar, el After Dinner será en L´Umbracle. Además, durante la cena se organizará una subasta de artículos cedidos por las escuderías que participan en el Gran Premio y cuyos beneficios también se destinarán a la Fundación.
El fin de fiesta no podrá ser, como el año pasado, en el famoso Amber Lounge, el club megavip que sigue a los pilotos de Fórmula 1 en sus carreras a través del mundo. El club no recalará esta vez en Valencia. De Barcelona y Mónaco se irá directamente en septiembre a Singapur. Igual es porque el verano pasado no debió hacer mucha caja. Y además, el Hilton no está para fiestas vip. Menos mal que Boluda se ha quedado con una curva del circuito que hasta lleva su nombre “curva Boluda”. Ahí sí que habrá glamour.
Por lo menos, este año la fiesta que organiza Valmor, la empresa que gestiona la Fórmula 1, será a beneficio de una ONG que ayuda a los niños con enfermedades graves a cumplir un pequeño deseo. Es que lo del año pasado fue muy fuerte: organizan una fiesta en Viveros por todo lo alto pero en lugar de invitar, piden 600 eurines por entrada y encima el dinero recaudado no era para ninguna organización benéfica.
No es extraño que más de una señora de las de toda la vida dijese que mejor se quedaba en casa, que desde cuando hay que pagar para ir a una fiesta y que el dinero se lo queden los organizadores, ¡qué fuerte! Bueno, la fiesta de Valmor del año pasado fue tal caos, que hasta los promotores perdieron un dineral porque tuvieron que regalar la mitad de las entradas para que no se quedasen mesas vacías.
Fue un despropósito detrás de otro. Primero tapizaron la zona de Viveros con césped y luego lo tuvieron que quitar por motivos de seguridad; después, durante la cena se pone a llover a cántaros y nadie había previsto instalar unos toldos o unas simples sombrillas para que las señoras no se mojasen. Parece que el presupuesto no les llegaba. Y mientras Rita Barberá y Mayrén Beneyto y un montón de señoras bien valencianas aguantaban el chaparrón con toda la dignidad que se podía, va y las artistas que habían venido previo cheque, como Marta Sánchez, se levantan a mitad de la cena y se van para no mojarse, ¡qué cara! Y para colmo, tienen que desconectar el equipo de sonido para evitar un cortocircuito y los músicos tienen que actuar a capella. En fin, que si yo llego a pagar 600 euros por entrada, exijo no sólo que me devuelvan el dinero, sino reclamo daños y perjuicios por destrozos en el peinado y el vestido ¡ay, cómo acabamos todas!
Supongo que esta vez la cena saldrá mejor. No lo tienen muy difícil para superar a la anterior. Para empezar, ya han mejorado en algo: la recaudación de las entradas -200 euros por persona- se destinará a la Fundación Pequeño Deseo, cuya misión es hacer realidad los deseos de niños con enfermedades crónicas.
La cena se celebrará en el Palau de les Arts Reina Sofía. Los organizadores aseguran que será el acto social más relevante de todos los de la Fórmula 1, y que asistirán autoridades, instituciones y personalidades del mundo artístico y del deporte. Las empresas pueden comprar mesas personalizadas con el nombre y logotipo, que a su vez se pueden regalar como invitaciones a clientes, compromisos, altos directivos…
Según el dresscode, los hombres tienen que llevar traje chaqueta y las mujeres un vestido cóctel. Todo el acto será en el Palau de les Arts, que como entorno no está nada mal. Primero se ofrecerá un cóctel en la terraza Les Palmeres; después la cena tendrá lugar en el salón Los Toros y se servirá con los comensales sentados y para finalizar, el After Dinner será en L´Umbracle. Además, durante la cena se organizará una subasta de artículos cedidos por las escuderías que participan en el Gran Premio y cuyos beneficios también se destinarán a la Fundación.
El fin de fiesta no podrá ser, como el año pasado, en el famoso Amber Lounge, el club megavip que sigue a los pilotos de Fórmula 1 en sus carreras a través del mundo. El club no recalará esta vez en Valencia. De Barcelona y Mónaco se irá directamente en septiembre a Singapur. Igual es porque el verano pasado no debió hacer mucha caja. Y además, el Hilton no está para fiestas vip. Menos mal que Boluda se ha quedado con una curva del circuito que hasta lleva su nombre “curva Boluda”. Ahí sí que habrá glamour.
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