lunes, 26 de febrero de 2007

El lujo de la costura a medida

La diferencia entre comprar ropa confeccionada y a medida es muy parecida a la de viajar en chárter o en busines (bisnis, para los guays). En un chárter lo único que quieres es llegar a destino ¡por favor, que termine ya este viaje que no se que hacer con mis rodillas!; Por el contrario, viajar en bussiness es un placer que disfrutas como en un spa: la atención de las azafatas –o azafatos- , película a la carta, cojín de plumas, las piernas en alto ¡qué bien!… En las tiendas de confección industrial, sobre todo del segmento bajo, comprar se parece mucho a un viaje en chárter: colas para entrar en el probador, colas para pagar, espacio mínimo en el probador… la experiencia de compra es como una comida rápida: coges la ropa, te pruebas, pagas y te vas. Está bien para todos los días, pero hay ocasiones que requieren algo especial, un lujo exclusivo, como una cena en un restaurante cinco estrellas, un viaje en business, dormir en el Ritz ¡o un vestido a medida!

Pensaba esto el otro día cuando entré en la tienda del modisto Enrique Lodares para hablar sobre su último desfile en el teatro Olympia. Se nota que no es una tienda de “ropa rápida”. Nada de música estridente, para que compres deprisa y te vayas cuanto antes ¡qué estrés!; aquí el tiempo es pausado, para saborearlo todo con calma. El propio Lodares te recibe como si estuviera en su casa y te invita a pasar a una sala para hablar. En la costura a medida, hablar es importante. El modisto tiene que conocerte, descubrir que colores van mejor con tu piel, saber algo de tu personalidad. Con él tienes que hablar como si fuera un amigo. A él le puedes confesar que quieres un modelito para volver loco a tu chico, para ser la más de la fiesta o para dejar boquiabierta a tu peor enemiga ¡qué momento!

La costura a medida exige que confíes en el modisto porque no puedes ver ni tocar el vestido, que sólo está en su cabeza. Si eliges vestirte de Lodares, nada de llevar la revista del corazón de turno y pedirle que copie el vestido de fulanita de tal ¡eso jamás! Al contrario, tienes que ponerte en sus manos y confiar que va a sacar lo mejor de ti misma, que te dará la seguridad que te falta o te convertirá en el centro de todas las miradas, si es lo que quieres, claro… Hay en Lodares un plus y es que le gusta vestir a señoras hechas y derechas. “Las niñitas me hacen gracia –dice-, pero ellas lo tienen más fácil, se pueden poner cualquier cosa. Es mucho más agradecido vestir a una señora con características físicas difíciles. Yo intento personalizar la costura, no tratar de que las clientas se metan en mi colección sino que la mujer esté por encima de la ropa, resaltar lo bueno y disimular lo demás”.



Lodares viste a medida pero también tiene otra colección que vende en la tienda y que es precisamente la que presentó en el desfile. Ahora es el momento de verla, porque está toda expuesta y con un poco de suerte hasta él mismo te la puede enseñar. Da gusto escucharle porque es un hombre culto, sabe de arte, de cine, de música… y por supuesto de moda. Es genial oírle hablar sobre telas: gasa, muselina, crêpe, batista, chantilly, guipur, shangtung… ¿no suena a música? El resultado de combinar telas y colores, con la técnica, la creatividad y un punto de locura es la colección que presentó esta semana, más de sesenta modelos con referencias a la época dorada del cine y a la costura de los cincuenta y sesenta, sobre todo Pertegaz y Balenciaga. Si me dan a elegir, me quedo con el conjunto de pitillo de encaje y pedrería con camisola de organza y el vestido largo con falda de gazar de seda. ¡Qué bonitos! Y que pena no tener más de una ocasión especial para lucirlos…

miércoles, 21 de febrero de 2007

Periodista ante el peso de la verdad



Reportaje escrito en primera persona sobre la medición en la máquina que está obteniendo las tallas medias de las mujeres españolas. Publicado en el suplemento CRONICA de El Mundo.

domingo, 18 de febrero de 2007

Un valenciano en The Sartorialist



Si te gusta la moda, lo mejor que te puede pasar es que el fotógrafo Scott Schuman te saque una foto en su web The Sartorialist. Es el no va más para cualquier aficionado a la moda, casi tanto como salir en Vogue. Sólo los más elegantes, los que llevan la ropa de forma personal, con estilo propio, los que saben mezclar colores y estampados, saltándose las normas con inteligencia, sólo esos salen en esta web. Todos los días hay fotos nuevas, siempre geniales. A veces son estilistas que van a la última, gente que trabaja y vive de la moda, pero otras son estudiantes o jubilados. Lo único que tienen en común es su elegancia innata. Aquí no vale gastar millones en ropa. Para entendernos: Victoria Beckham jamás saldrá en su página.

Que Scott te saque en su blog no es fácil. Como vive en Nueva York, casi siempre fotografía neoyorquinos, a menudo por la calle. Últimamente, también salen europeos que van a los desfiles de Milán, Londres o París. Scott empezó como aficionado, pero tuvo tanto éxito que Vogue USA lo contrató para que sacara fotos en las principales fashion-weeks, por eso ahora viaja por las ciudades más chic, tiene sitio privilegiado en los desfiles (¡qué envidia!) y, por supuesto, sigue colgando las fotos de todo aquel que le parece interesante, sea o hombre o mujer, de cualquier edad. Tiene un ojo que no falla y por eso cada día le siguen más.

¿Por qué hablo del blog de este chico? Un poco de paciencia, que ahora lo cuento. Hasta ahora, The Sartorialist sólo había publicado una foto de un español. Como no podía ser otro, fue Jaime de Marichalar, al que inmortalizó en un desfile de Dior. “The Duke of Lugo”, escribió después de recibir un montón de mensajes aclarándole que Marichalar no es francés, como el había supuesto, sino español y marido de Infanta, ¡toma ya! Desde Marichalar, ningún otro español había salido en al web de Scott… hasta hace unos días, cuando una de las fotos me recordó a alguien…

¡Si es Vicente Torres, de Torres Gastón! En una de las fotos, aparece muy elegante, de paseo por Florencia, con un pañuelo de seda en el cuello y gafas de sol. Sobre la foto, el titular de Scott: My Favorite Shot From Pitti Uomo (mi foto favorita de los desfiles Pitti Uomo). Al fotógrafo le había chiflado el pañuelo de seda y cashmere. “Después de ver a este caballero –escribió en la web- me di cuenta inmediatamente que necesitaba un par de pañuelos estampados de seda en mi armario”.

Yo de Torres estaría muy orgulloso de haber salido en esta web. Por la parte de valenciana que me toca, yo sí lo estoy. ¡Me encanta que un neoyorquino se fije en la elegancia de un valenciano! Claro que Torres juega con ventaja porque tiene una tienda de ropa de hombre y es lógico que tenga buen gusto y sepa llevar y combinar la ropa. Aún así, no hay que quitarle nada de mérito y espero que no sea la última foto de un valenciano en la web más fashion del mundo mundial. Por cierto: la bufanda de Torres es de la firma Nick Bronson, pero no vayan corriendo a por una porque me temo que están agotadas. Son especiales porque combinan la seda por un lado con el cashmere por el otro. Además, su chaqueta también es de cashmere cien por cien (por eso el color es tan profundo), con dibujo de espiga azul marino. El estilo de Torres es clásico pero no rancio. Esto se consigue con prendas de calidad, como las de toda la vida, pero que tengan un corte más moderno, huyendo del pijo aburrido de pantalón azul marino. Una chaqueta algo más estrecha, un detalle con colorido, como la bufanda… por ahí van los tiros para ser el próximo valenciano en la web de Scott. ¿Quién será el afortunado?

domingo, 11 de febrero de 2007

Quinceañeras a los cuarenta


Houston, tenemos un problema. La ropa que viene para el verano es cortita, cortita, e incluso super cortita. Sube el dobladillo de la falda mucho más arriba de la rodilla, casi hasta perder la vergüenza. Los vestidos son minivestidos; las bermudas, microshorts o maxibragas; las faldas, minifaldas. Vamos, que hay que tener un par de piernas como Claudia Schiffer para ponerse los modelitos de la temporada. Y lo peor es que los vestidos son monísimos, ideales de la muerte, coquetones y femeninos ¡para una cría de 18 años! Desde luego, si has rebasado los treinta, con cualquiera de esas minis corres el riesgo de parecer disfrazada de colegiala, como las inglesas cuando van de fiesta loca.

No es justo. Todos esos vestiditos tan chic, tan años sesenta, ideales en las modelos con melena rubia y bolsito de charol, a lo Catherine Deneuve en Belle de Jour… dan ganas de ir corriendo a la tienda a por el vestido, el bolsito, el tacón cuadrado y hasta la peluca rubia. ¿Por qué será que cuantos más años cumples más te gusta la ropa de jovencita? Es como si pensaras, bueno, ya que me acerco a los cuarenta, aprovecharé los años que me quedan antes de que me empiecen a llamar señora (¡crisis total!). Nos pasa a todas. En una tienda de ropa me contaban que da igual que tengas tres que treinta y tres. Cuantos más años cumples, más te apetece rejuvenecer tu vestuario. No falla.

Sin embargo, sólo las muy atrevidas como Anita García Obregón se lanzan de cabeza, y sin pensar en su edad, a por lo último de lo último, sea minifalda, chaqueta de leopardo o botas de mosquetero. Ella se lo pone todo, hasta un novio cachas (y stripper) de veintipocos que Montesinos acaba de fichar para la próxima Pasarela Cibeles. Un acierto del diseñador, que se las sabe todas. Si quieres que tu colección salga en todos los periódicos y revistas, lo mejor que puedes hacer es contratar a algún famosillo (lo de la modelo enseñando pechuga ya no vende). Si el famosillo se llama Derek (¡qué buena la parodia de Los Morancos con la música de Boney M), tienes foto garantizada. Y si encima la Obregón va a tu desfile, para qué contar. Además, a Montesinos le gustan los modelos con abdominales tableta de chocolate y Derek encaja en el tipo de chico que viste Montesinos.

Las que sean atrevidas o no tengan vergüenza, como la Obregón, pueden ir preparando la lista de compras para el verano. Casi todas las firmas tienen minivestidos. Los de Chloé son ideales, muy sesenteros hasta en el detalle de los botones, enormes. Eso sí, preparen la tarjeta de crédito. Loewe también tiene una buena colección de minivestidos de algodón y de seda, ideales para jovencitas, aunque tampoco aptos para el bolsillo de recién licenciadas con contratos basura. Otras opciones más asequibles son las de Antonio Pernas o Torretta. ¿Más pruebas de que este verano vamos a enseñar pierna? En el desfile de Prada no se vieron partes de abajo, sólo shorts minúsculos y tops importantes. Miuccia dijo al finalizar que sólo le habían gustado las partes de arriba (¡sólo ella puede hacer algo así, es la más!). En Chapeau me contaban que por eso este año han traído muy poca ropa del desfile y la mayoría son básicos.

Total, que la que no quiera renunciar a ir a la moda, ya puede empezar con las sesiones de masajes, aparatos contra la celulitis, clases de step, pilates y cualquier otro invento o mejunje que ponga en forma la parte de nuestro cuerpo que vamos a enseñar. Que no nos vaya a pasar como a una señora, que se puso un supermodelazo para una boda, un vestido sin mangas, pero como ya tenía una edad se le veían todas las mollitas del brazo y no podía quedar peor. ¡Fatal, fatal!

domingo, 4 de febrero de 2007

PARÍS, MILAN... ¿Valencia?


A juzgar por lo que se ha dicho esta semana sobre la Pasarela del Carmen, el prêt-à-porter valenciano está a la altura del de Milán, París o Nueva York. Se exagera tanto que da vergüenza ajena. Y no sólo con los diseñadores, sino hasta con las modelos. El jueves entrevistaban en Canal 9 a Marisa Jara (más conocida por ser la novia de Joaquín Cortés que como modelo): “Después de desfilar en Milán, París y las mejores pasarelas, ahora te tocaba Valencia, ¿verdad?”. La chica se queda mirando con cara de alucinada y responde: “Bueno, desfiles he hecho pocos; me he dedicado más a comerciales y anuncios publicitarios” (tierra trágame). En este empeño por decir que somos lo mejor del mundo mundial, nos pasamos más de tres pueblos…

¡Ojalá la Pasarela del Carmen fuera como Milán o Nueva York! ¿Dónde hay que firmar? La realidad es que ya quisiéramos parecernos a Cibeles o Barcelona, al menos por el nivel de los que desfilan. Para que se entienda mejor: entre todos los diseñadores del Carmen, que son más de quince, no suman ni la décima parte de los puntos de venta o facturación que tiene uno solo de los que desfila en Cibeles, llámese Antonio Pernas, Angel Schlesser, Roberto Torretta o Agatha Ruíz de la Prada. No se trata sólo del talento del diseñador, sino de su capacidad para crear una empresa de moda con un producto que se vende y da beneficios. Salvo excepciones, como Dolores Cortés o Hannibal Laguna, la mayoría de nuestros diseñadores de prêt-à-porter son jóvenes (o no tan jóvenes) que cuentan con pocos medios y tienen que sacar adelante cada desfile con muchísimo esfuerzo.

Esta misma semana, en otro programa de Punt Dos entrevistaban a un diseñador del Carmen. Pregunta: ¿Dónde se puede comprar tu ropa? Repuesta: “Umm, bueno, en Valencia tengo algo en la tienda de mi amiga Tonuca y también vendo fuera de Valencia, en Catarroja…”. Pasa un ángel. La presentadora sigue esperando y el diseñador ya no sabe por dónde salir. ¡Tierra trágame otra vez!

En la respuesta a esa pregunta tan de cajón está la madre del cordero: nuestros diseñadores apenas tienen puntos de venta porque casi no se conocen (ni en Valencia), no tienen estructura empresarial suficiente para crear marcas potentes, red de distribución, marketing, etc, etc. La Pasarela del Carmen está para ayudarles y esa es su principal misión, apoyar al diseño emergente. El Carmen no es una pasarela de firmas consolidadas como Madrid o Barcelona y si nos obcecamos en decir lo contrario estamos haciendo un flaco favor a estos diseñadores, que lo que necesitan es subsanar sus carencias, vamos, vender a mogollón, crecer y tener empresas fuertes, no que les digamos lo extraordinarios y fantásticos que son, que de la vanidad no se come. Menos mal que alguien pone un poco de sensatez en todo este desatino. La secretaria autonómica de cultura, Concha Gómez, al preguntarle si Valencia es un referente consolidado en el mundo de la moda, responde: “a mí me gusta ser muy cauta en estas valoraciones”.

Si en el prêt-à-porter (confección industrial) no podemos presumir de ser los más altos y guapos, en los desfiles de alta costura sí que hemos dejado el listón bien alto. La colección homenaje a la costura clásica de Marta de Diego era para llevársela enterita. Y la de Juan Andrés Mompó, en su línea de siempre, tan sensible y delicada. Y la de Presen Rodríguez, juvenil y fácil de llevar que dan ganas de tener una boda para ponerte cualquiera de los vestidos “chica ye-ye” de los sesenta. Los desfiles del viernes noche dejaron claro que la alta costura valenciana –a diferencia de la confección industrial- no tiene nada que envidiar a los grandes de la Haute Couture de París. Esta vez, sin exagerar.