jueves, 29 de marzo de 2007

La Coca Cola envejece

Ayer estuve en la conferencia sobre antiaging. Lo resumiré lo mejor que pueda.

Según el doctor Antonio Marco, para calcular la expectativa de vida hay que multiplicar por 5 el tiempo que tarda en consolidarse el esqueleto:
Los perros tardan dos años, por eso pueden vivir hasta 15.
Los humanos tardan 25, con lo que podrían vivir hasta 125 (uff!!!)

¿Porqué nos morimos antes? Por enfermedad y por procesos que modifican negativamente nuestra edad biológica, vamos, que aceleran el envejecimiento. La principal es la mala alimentación, pero también están las causas genéticas (si tu padre envejeció pronto, es probable que tú también), la contaminación y el estrés (hay que trabajar menos...).

Atención a los alimentos que provocan envejecimiento prematuro:
  • La Cola (Coca-Cola, Pepsi y todas las colas). Según este médico son muy tóxicas porque llevan ácido fosfórico que afecta al calcio de nuestros huesos (forma fosfato cálcico con el calcio que, además de quitarnos el calcio que necesitamos, provoca cálculos renales y el hígado sufre porque tiene que desintoxicar más. Más toxinas = pérdida de energía.
  • Las carnes rojas (nada de abusar del entrecot)
  • Azucar y dulces: provocan envejecimiento e inflamación.
  • Colesterol: causa inflamación y degeneración celular.

No puedo contaros más conferencia porque me tuve que ir, pero nos regalaron muestras de unas pastillas de Coencima Q-10 que, según una amiga farmacéutica, son antioxidantes y no tienen efectos secundarios.

Este médico, junto con un gatinete de estética y un laboratorio, han creado una consulta de tratamiento "antiaging" donde te hacen análisis de sangre y te predicen, más o menos, de qué te vas a morir (es broma). Por lo visto anticipan los problemas que vas a tener y tratan de paliarlos con minerales, vitaminas y hábitos alimenticios.

domingo, 25 de marzo de 2007

¡Uff!, que llega la Copa América



El dieciséis de abril empieza la copa Louis Vuitton y, como no podía ser menos, la tienda de Valencia está dispuesta a sacar sus mejores galas, lo cual, tratándose del rey del lujo, da para mucho. Sólo con ver la invitación que ha enviado para asistir a la reinauguración de su tienda en Poeta Querol, el 29 de marzo, le entra a una un ataque de estrés: ¡Que cosa más coqueta!, escrita a mano, con una letra que apenas deben de saber hacer un par de personas en toda Europa, y una tinta, a saber de dónde habrán sacado, que brilla cuando la pones al sol. Vaya, y una se pregunta, ¿qué me pongo para ir a la fiesta más principal de la firma más lujosa en la ciudad más de moda, que envía una invitación como ésta? Y encima en esta época del año, que tan pronto estás a 8 grados como a 20, y con ese resfriado que no te quitas de encima en un mes…

Al evento se espera al mismísimo director general de la firma en España, Carlos Delso, que tiene elegante hasta el apellido; habrá que ver cómo se saluda a un hombre de tan alto copete; ¿se le dan dos besos?, ¿se le tiende la mano?, ¿o se espera una a ver qué hace él y se deja llevar? Por cierto, a ver cuando alguien consigue imponer una norma de cómo deben saludarse hombres y mujeres, para cuando el beso y para cuando la mano. La inauguración de la tienda será la tarde del jueves, a las ocho, y se espera a lo más conspicuo de la sociedad valenciana, que buenas clientas de la tienda son la Alcaldesa Rita Barberá, Mayrén Beneyto y muchas altas damas de la sociedad valenciana, que ya es sabido que desde que abrió tienda en Valencia no hay excusa para no lucir un Vuitton en ocasiones especiales.

En la nueva tienda de Vuitton se podrá ver la nueva colección de bolsos para esta primavera verano, aunque la inauguración no es precisamente el mejor día para fijarse en los bolsos, que hay mucho que cotillear: cómo viste fulanita, las joyas que lleva la señora de tal o lo rejuvenecida que está menganita. Lo de la colección de bolsos y zapatos, para otro día. De todos modos, como adelanto, el bolso más sorprendente de Vuitton para este verano es uno que imita las bolsas de plástico de cuadros que llevan los vendedores ambulantes (¡sí, las de 5 euros!) pero en piel y a un precio desorbitado. A Valencia no llegan estos modelos, que suelen lucir actrices y millonarias. Aquí llegan otros más normalitos, como el speedy o alma, en nuevos acabados y pieles. En cuanto a los zapatos, atención a la sandalia “Andalucía”, un pedazo de zapato.

La segunda cita de la semana será el martes, también a las 8 de la tarde, en la tienda de Alfredo Esteve de la Gran Vía Marqués del Turia. Esteve ofrecerá una copa de Moët Chandon con trufas y reinaugurará la tienda con bendición del “Páter” incluida. La tienda de Alfredo Esteve es al hombre lo que Chapeau a la mujer. Incluso las firmas coinciden: Prada, Balenciaga, Gucci, Lanvin, Dolce Gabbana… Vamos, de lo mejorcito de la ciudad para presumidos, caprichosos y amantes del buen diseño (muchos clientes son deportistas famosos). Esteve tiene mucha experiencia en esto de la moda masculina. Empezó trabajando en Oltra, luego pasó por Gran Style y hace exactamente quince años, un 25 de marzo, abrió su tienda en la Gran Vía. Las firmas de entonces poco tienen que ver con las de ahora. Entonces lo que pegaba era Kenzo, Versace o Moschino, mucho diseño italiano. Hoy, los franceses están empezando a ganar la batalla: Balenciaga, Lanvin y Dior son de lo mejorcito del pret-a-porter de hombre, con trajes discretos, de calidad, pero muy atractivos, que buscan el perfil de la imagen de un hombre elegante, que no quiere ni pasarse ni quedarse corto.

viernes, 16 de marzo de 2007

Más botox y menos bolsos


Con la llegada de la primavera, una amenaza se cierne sobre todas las mujeres: recibir una invitación de boda o comunión de una amiga de la infancia de la que casi ni te acuerdas. No puedes decir que no, sería una grosería, pero la invitación te va a costar un sueldo, entre el regalo, el modelito, la peluquería, la manicura… Desde luego, si vas tienes que dar la talla. Más aún, tienes que planificar hasta el último detalle para estar deslumbrante ese día. Allí te reencontrarás con todas tus amigas de la infancia y no puedes ir vestida de cualquier manera, porque ellas tampoco lo harán. Tienes que demostrar que has tenido éxito en la vida y estás más estilosa, joven, guapa y atractiva que nunca, ¡ahí es nada!

Ajustas de aquí y de allá y consigues sacar mil eurines para la dichosa boda. Vale. Hay que buscar un vestido supermegafashion con el impactes al primer golpe de vista. Elegante pero juvenil. Con personalidad. El problema es que, con ese presupuesto, para uno de Prada ya no te llega. Y para el de Chloé tampoco. Y Marc Jacobs y Loewe, ni soñarlo. Habrá que buscar alternativas, uno de Miu Miu o Marni podría ser. O igual buscar vestidos de otra temporada en algún outlet… pero los restos siempre son lo peor de cada colección y, además, se nota que es antiguo. No, de eso nada, mejor ir a por algo de este verano… ¡Qué dilema!

Lo de ponerte guapa cada día se complica más. Antes, el presupuesto se iba todo al vestido, pero es que ahora puedes elegir entre llevar un vestido fabuloso o marcar la diferencia con las demás con un tratamiento de belleza. Es decir, que si el presupuesto del vestido lo inviertes en un par de sesiones de botox, un tratamiento anticelulítico con LPG y algo especial para ese día de la boda, llegas al evento y quizá no deslumbres con tu vestido, pero todas se quedarán boquiabiertas al ver lo joven, delgada y guapa que estás y lo bien que te queda ese modelito de Zara.

La alternativa de invertir en belleza en lugar de en trapitos ya se empieza a escuchar en las conversaciones de mujeres. La última vez que lo oí decir a alguien fue antes de comenzar la clase de Pilates (en los gimnasios se aprende mucho). Una colega argumentaba que si tienes todo en su sitio (vamos, el culo y el pecho y todo lo demás bien puesto), con cualquier pingajo de diez euros estarás ideal de la muerte. Si además tienes una piel cuidada, te quitas las arrugas de la frente con botox y te das un par de sesiones con peeling y oxígeno y colágeno y todo eso… pues ese día parecerás una jovencita diez años menor que tus amigas. ¿Habrá mayor satisfacción?

Si decides invertir en belleza, tampoco termina aquí el problema, porque las posibilidades de tratamiento no se acaban. Empiezas por el pelo y acabas por el dedo gordo del pie y por el camino te has gastado tres veces más de lo que costaba el vestido… Hay tratamientos para todo: aceites y mascarillas para el pelo; LPG para la celulitis (sólo con esa maquinita ya te has liquidado 900 euros); tratamientos para la piel de cara, para el cuerpo, manicuras y pedicuras… Antes los tratamientos eran cosa de médicos (seis años de universidad y varios de residencia), pero ahora, cualquier esteticista (un par de añitos de prácticas), te prescribe un tratamiento como si fuera el mismísimo doctor House.

Claro que en esto de los tratamientos siempre está lo último de lo último, el definitivo: un tratamiento antiedad que aseguran que previene el proceso de envejecimiento (se presenta en una conferencia el 28 de marzo en el Hotel Astoria). Vamos, que te presentas en la boda con diez o quince años menos y ahí sí que das definitivamente el golpe…

domingo, 11 de marzo de 2007

¡Ni una copia más, por favor!


Esto de las copias es peor que una maldición gitana. Vayas a la tienda que vayas, te encuentras con los mismos modelitos: que si una versión más o menos apañada de los vestidos de Chloé; que si otra camisola de seda con estampado sospechosamente parecido a los de Pucci (no confundir con Gucci, por favor); que si un maxibolso que parece, -esta vez sin disimulo- calcado del original; el inevitable abrigo con manguita abullonada estilo Burberry; los minishorts, los zapatos de cuña, los vestidos de colores ácidos… ¡ah! Y los leggins, por supuesto, que no hay tienda que no tenga un par de ellos en todos los colores….

Total, que vestir con ropa original y distinta a la de los demás, es cada día más difícil. Que las copias (perdón, influencias) campen a sus anchas tiene la ventaja de que puedes vestir a la moda sin dejarte un sueldo en cada compra. Lo peor es que acabas hasta las narices del vestidito sesentero, de la blusa con pechera y hasta del maxibolso de piel…

¿Se puede vestir con ropa original distinta a la que llevan todos? Pues sí, se puede. Sólo hay que salirse de las tiendas “¿dónde va la gente? -donde va Vicente” y descubrir otras nuevas con diseños originales y eso que ahora los modernos llaman “rollo” (tener rollo es ser chic, vamos, el equivalente al guay de toda la vida). En Valencia cada vez tenemos más tiendas alternativas para gente inconformista que no quiere vestir como todos, tiendas muy del estilo a las del barrio Chueca en Madrid.

Por ejemplo, el nuevo espacio-taller de Noelia Navarro (calle Pizarro 1, 12ª). La diseñadora, que ya vende su ropa en Valencia en Pin Up (Bolsería), inauguró la semana pasada su nuevo espacio NONA, donde puedes probarte –y comprar- su colección de verano, encargar un vestido de novia juvenil o pedir ese modelito exclusivo que nadie más que tú llevará. Las colecciones de Noelia tienen mucho colorido y siempre tienen un toque sorprendente: un pespunte por aquí, un frunce por allá, un dibujo con curvas. Los tejidos son frescos y cómodos: piqués, algodones, tules. Merece la pena pasarse por la tienda (aunque el portal esté cerrado, en el estudio siempre hay alguien) y probarse las camisetas con adornos de flores, los vestidos de tirantes, los shorts bombachos o las faldas de piqué en rojo y verde. El espacio NONA promete ser un sitio multiactividades: la diseñadora ya está pensando en organizar un mercadillo los domingos para vender a saldo colecciones de otros años.

Segunda inauguración de la semana: la nueva tienda de Mi Talón de Aquiles. Ya tenían otra en la calle Cuenca y ahora han abierto en Cirilo Amorós 82. Para la ocasión, organizaron un desfile el viernes en el Mercado de Colón, donde seleccionaron ropa de sus firmas habituales: Sybilla para Jocomomola, 2 de Josep Font, Julie Sohn, TCN, Monoplaza, Saga, Turnover…. Lo mejor de la tienda es su apuesta por nuevas firmas, como la danesa Whiite o la holandesa Turnover, las dos con ropa juvenil pero apta para todas las edades, de diseño fresco y moderno, como casi todo lo que viene del norte. La selección de firmas españolas también sigue un criterio coherente: Julie Sohn y la segunda línea de Font. Joseph Font es uno de los pocos españoles que desfila en París y su segunda línea tiene tanta fantasía y romanticismo como la primera. Más fichajes de Mi Talón de Aquiles: la bisutería de Sonia Despujol (quien, además, suele estar en la tienda); la piel de Saga Ibáñez, lavada y teñida de colores poco habituales como el azulón, naranja o verde y los bolsos con un punto alternativo de la parisina Catherine Parra (ideales los de niña). ¡Ah! Y no venden ni una sola copia.

viernes, 9 de marzo de 2007

El sastre de James Bond, en Valencia



Los caballeros más elegantes de Valencia tienen que anotar una cita importante en sus agendas: los días 21 y 22 de marzo, un “sartori” (sastre) de la firma italiana Brioni estará en la tienda de Luís Bodes, Hannover, para tomar medidas a los que encarguen un traje a medida (aviso: antes hay que llamar y pedir cita). Para los que no lo sepan, Brioni es una de las sastrerías italianas más famosas, capaz de competir hasta con los ingleses de Savile Row, que se dice pronto. La lista de famosos que han vestido de Brioni tampoco es cualquier cosa: Gary Cooper, Clark Gable y hasta el mismísimo James Bond, interpretado por Pierce Brosnan. Además, el sastre que vendrá a tomar medidas, Angelo Di Febo, es uno de los mejores maestros sastres del mundo. Dicho esto, que nadie ponga cara de susto cuando le digan que uno de estos trajes cuesta 3.000 euros, que el capricho lo vale.

¿Está justificado el precio de un traje de Brioni? Dicen que cuando te lo pruebas hasta te parece barato. En Hannover también tienen sastres en serie de la misma firma (cuestan un 15 por ciento menos que los hechos a medida). Una de las encargadas de la tienda me contaba que un cliente se resistía a probarse un Brioni por el precio, pero ella en un descuido (¡qué lista!) le coló uno en el probador junto a otros trajes de firmas conocidas. En cuanto se lo puso, dijo que ya no quería ver más. ¡Uff, qué peligro!

El secreto de estos trajes está en los tejidos ligeros y en la confección impecable. La especialidad de la casa es el traje de lana fría, que por otra parte, es la mejor opción para el clima de Valencia porque se puede llevar todo el año. El que se pruebe uno de estos trajes descubrirá que a pesar del tejido ligero, queda tan perfecto como un traje de invierno. Al andar, notará que la brisa recorre sus piernas, que la luz casi atraviesa la chaqueta y que las mangas son tan ligeras que hasta los puños de la camisa parecen rígidos. Se trata de unas lanas tan suaves que parecen telas de camisa pero que, a diferencia del algodón, no se arrugan. ¿A que ya no parece tan caro?

Los que puedan permitirse el lujo de encargar un Brioni a medida podrán elegir tejidos entre un amplio muestrario, escoger el corte, el largo de la americana, con dos o tres botones, el tipo de solapa, los ojales, la construcción del hombro (mejor con poca hombrera) e incluso el color del forro, que vendrá personalizado con el nombre del cliente al igual que la funda de algodón (qué detalle tan pijo). Una vez le hayan tomado medidas y tenga claro corte y tejido, ya no tendrá que realizar más pruebas. En un mes, el traje llegará desde Penne -una pequeña ciudad de la región de Abruzzo, al este de Roma-, listo para llevar y sin necesidad de retoques. La calidad de cada traje es tal que cada pieza se somete a más de 100 procesos manuales distintos, incluidos 40 planchados.

¿Más razones para escoger un sastre de Brioni? Los trajes italianos, a diferencia de los ingleses, son ligeros, flexibles y con mucho estilo. Los italianos le dan mucha importancia al vestir (una milanesa que vive en Valencia me contaba que son capaces de no comer por tener un par de zapatos más). No les gusta pasar desapercibidos, una actitud opuesta a la del gentleman británico, que prefiere respetar las reglas más estrictas del protocolo. El inglés sólo quiere vestir correctamente; el italiano quiere destacar por su elegancia. Hecha esta distinción, parece que al valenciano le va más un traje italiano de lana ligera, elegante y coqueto, que uno inglés de tweed abrigado, que no parece lo más apropiado para un día de fallas ni para tomar el aperitivo en la terraza del Hotel Inglés...