El final del verano siempre ha sido triste. Los días
acortan, el cielo se encapota, vuelve la rutina y lo peor de todo: falta mucho
para que vuelva el buen tiempo. Para
colmo de males, el subconsciente colectivo tararea aquello de "el final
del verano llego y tu partirás, yo no sé hasta cuando este amor recordaras..." y quieras que no te acuerdas de tu
adolescencia y de aquel pavo del que estabas enamorada y no te hizo caso porque
no supo interpretar tus señales. Luego vino lo de Chanquete, que murió a final
del verano, aquello fue la gota que colmó el vaso. El final del verano se
convirtió definitivamente en dias para la nostalgia y la melancolía.
Hasta ahora, a las valencianas nos quedaba un consuelo: las
madrileñas se volvían a la meseta y nosotras nos quedábamos aquí con quince
días más de vacaciones. Pero ahora ya ni eso, el cole empieza el miércoles así
es que san se acabó el verano. Dicen
que es para equiparar el calendario escolar a los horarios europeos y así poder
conciliar la vida familiar y laboral. Claro, por eso cada niño tiene un horario
distinto. Así no hay quien concilie nada: el pequeño entra a las nueve, la
mayor a las ocho y el mediano, según qué día, a las ocho o a las nueve. Con lo
que la familia se vuelve loca ante la pasividad de las autoridades competentes.
Y luego llegan a casa con tres horas de deberes cada uno que tienes que hacer
tú cuando por fin te has quitado al jefe de encima. ¡Eso no es conciliar, es como
intentar hacer una paella con un grano de arroz!
La vuelta al cole solo nos reserva algunas alegrías, como
leer el Telva especial colecciones que ha preparado la estilosa Maite Sebastiá, redactora jefe de moda.
Quieras que no siempre te sube la moral ver los nuevos diseños de Prada, Celine
o Stella McCartney aunque no puedas comprar
ni la etiqueta.
Salir de tiendas es otro antidepresivo contra el bajón
postvacacional. Hacerlo a principios de septiembre tiene otro aliciente y es
ver qué tiendas han abierto, reformado o cambiado de sitio: Patos se ha mudado
de Poeta Querol a la Plaza del Patriarca. Su dueña, Lourdes Verdeguer, envió un mensaje a sus clientas diciendo que por
fin Hermès estaba frente a Patos. ¡Di que sí!
En Patos hay que ver la colección de la primera línea del
americano Michael Kors, nada que ver
con la segunda MK, los abrigos y vestidos de Pucci, los guantes, gorros y
cuellos de piel de Ives Salomón, una firma francesa de piel que es el no va más
del lujo. Y las chaquetas de lana y cashmere con cuello y puños de mapache de
Max & Moi, ¡monísimas!
Justo al lado de Patos tenía Arantxa Botella su rastrillo de ropa de segunda mano; ahora lo ha
trasladado a Doctor Romagosa. Y más novedades: en el local que ocupaba Muji en
Colón, abrirá la americana Brandy Melville, que le quiere quitar el público
quinceañero a Hollister.
Patos no es la única que ha sacado colecciones de invierno. Max
Mara fue de las primeras en sacar la pre-colección, esa avanzadilla del
invierno, y ya tiene colgados los abrigos de paño camel y traje sastre que vuelve este invierno. Y TCN ha llenado la
tienda con sus básicos de siempre: camisetas de algodón, rebecas de lana,
pantalones pitillo, chaquetones de estilo marinero y los joggins, esos
pantalones de chándal que nacieron para hacer deporte y que este invierno se incorporan
al armario de calle en cashmere o lana.
Los Zara y Massimo Dutti de Amancio Ortega también han sacado su artillería pesada. Bueno,
ellos siempre son los primeros y llevan con los abrigos desde hace semanas,
cuando el resto íbamos en biquini, camisola y chanclas. Fue hace unos días,
aunque parece que haga un siglo.