sábado, 26 de febrero de 2011

Paz y amor en el desfile de Montesinos

Matt Lamb es un pintor norteamericano que viaja por medio mundo defendiendo la paz y el entendimiento entre diferentes culturas y religiones. El buen hombre empezó en la pintura bastante tarde, a los 50 años. Hasta entonces, dirigía una de las mayores empresas funerarias de Chicago, pero un mal día le diagnosticaron una enfermedad gravísima y le pronosticaron dos años de vida. Lamb sobrevivió y decidió cambiar de vida: vendió el negocio y desde entonces se dedica a pintar y a convencer al mundo de que lo que nos une es más importante que lo que nos separa. El caso es que la pintura de Lamb ha tenido tanto éxito, que ahora gana más que antes, sólo que el dinero lo destina a ayudar a los demás y a proyectos como “paraguas por la paz”, en el que niños de todas las edades pintan paraguas con dibujos de paz y amor.

Lamb conoció a Francis Montesinos en uno de sus viajes a España y lo suyo –cosa de artistas- fue un amor a primera vista, casi como el de la Duquesa de Alba y Alfonso Díez. A Montesinos le gustó tanto la obra de Lamb y su mensaje optimista que su última colección es un homenaje al pintor, escultor y activista.

Montesinos desfiló el sabado pasado en Cibeles junto con Aghata Ruiz de la Prada, Victorio & Lucchino y otro valenciano, Hannibal Laguna. Su desfile comenzó con la actuación de un coro de niños con paraguas, emulando a los paraguas por la paz de Lamb, mientras unos enormes paneles, obra original del pintor, flanqueaban la salida de las modelos. Siguió con los estampados del pintor en faldas y vestidos y los tonos ocres, dorados y arenas que sus pinturas y acabó con la canción Imagine de Jonh Lenon. Y su desfile se tituló, como no, “Umbrellas”. Total, total. En primera fila, Lidia Lozano, Jesús Mariñas, Charo Reina, María Eugenia Yague, Paola Dominguín, Carmen Lomana... Comentario en Twitter: no cabe ni un gramo de la arena de la Albufera.

Entre el desfile étnico de Montesinos, el mensaje pacifista de Lamb y la melena despeinada que luce la Duquesa de Alba en la entrevista de ayer en El Mundo, si fuera analista de tendencias diría que estamos ante un nuevo mayo del 68, la contracultura hippie, el verano de las flores y el “haz el amor y no la guerra”. Uff, no sé si me veo en una comuna hippie sin aire acondicionado ni tiendas de Prada…

Esta semana viene solidaria, y no sólo por el mensaje de paz y amor de Montesinos y Lamb. Ayer abrió en Valencia el rastrillo Nuevo Futuro, de ideología algo menos progre pero igual de buena gente. Este año el rastrillo está en la Avenida del Puerto 93, de 11 de la mañana a 9 de la noche. El Plan es ir con las amigas a cotillear en los puestos y hacer compras por las que no te vas a sentir culpable, y luego comer en alguno de los caterings de Barrachina, El Alto, Huerto de Santa María o Meliá Valencia Valencia.

Valencia se anima. La presentación de Carmen Lomana como fallera mayor con Boris Izaguirre de mantenedor fue el punto de inflexión. Desde entonces, surgen planes como tiendas de Zara. Por ejemplo, la semana que viene Loewe se trae a Valencia su “Made tu Order” –dígase MTO- de ropa y bolsos a la Galería Paz y Comedias. El MTO es el no va más del lujo. Pides una cita individual para uno de los tres días y allí enseñan toda la colección, te toman medidas y puedes encargar tu super chaquetón de piel o tu bolso Amazona en el modelo, talla, color o tipo de piel que quieras. ¿Es o no es lujo? Uff… que suerte tienen algunas.

El jueves, las mamás tenemos una cita super chic con nuestras niñas en My little Republic, esa cafetería pija de Cirilo Amorós donde puedes pasar la tarde con tus churumbeles entretenidos, mientras tú te dedicas a leer el último número de Telva. Allí, la tienda de niños Cristina, presentará su nueva colección de fiesta y comunión para primavera verano.

Ah, y el miércoles Hoss abrirá por fin su flamante tienda en el pedazo de local que dejó vacante Armani. Habrá que ir preparando modelito para la fiesta de inauguración en marzo.

sábado, 19 de febrero de 2011

Noche de San Valetín en el Casino

Propongo plan de San Valentín para cuarentañeras casadas y con hijos que ya no se ven cenando acarameladas con su Pepe en una pizzería, como cuando tenían quince años, ni en el restaurante de un hotel, como cuando tenían veintitantos.

Cena en el restaurante del Casino de Valencia, con platos de nombres tan sugerentes como “mimos de macadamia en témpura de coco”, “caricias de bacalao con crujiente de picardías de patata” o sopa caliente de chocolate, jóvenes nardos y melón cantalup”.

Allí que te vas con tu Pepe, que se pondrá contento con eso de ir a jugar a las cartas. Cenas sin necesidad de hacer manitas ni llamarle “cuchifrito” al pobre hombre, y liberada de la posibilidad de que él te retire el pelo de los ojos y te mire con ojos tiernos mientras te da un besito y te dice “mi cosita bonita”. Todo eso quedó atrás hace ya veinte años, así es que ahora lo suyo es un plan ocurrente en un entorno distinto al habitual; y para eso, el Casino es ideal.

Además, tu Pepe, que en estos años ha afinado el paladar, agradecerá la cocina de Rafa Morales, un chef que viene nada menos que de la Hacienda Benazuza, del Bulli; se relajará cuando vea el buen servicio del restaurante; porque hay que ver este hombre cómo se pone desde hace años cada vez que no le atienden como él cree que deben hacerlo.

La visita al Casino vale la pena aunque sólo sea para ver la decoración y el interiorismo de Nacho Moscardó, las sillas de Philippe Starck, las butacas Nube y las modernas mesas de póker. Todo muy lejos de la imagen que guardamos muchos en la imaginación de un sitio enmoquetado y con un ambiente tenso en el que un puñado de ricos elegantes pierden sus fortunas y luego lloran su culpa apoyados en las columnas.

Hubo un tiempo, durante los años 80, que el casino fue el centro de la vida social Valenciana, ahí estaban las fiestas en Monte Picayo que atraían hasta la yet set madrileña. Pero tras los juegos olímpicos del 92, los clubs deportivos –golf, tenis, náuticos..- sustituyeron al casino como centro de ocio de la gente bien.

Ahora, los casinos, como todo, se han popularizado y este recuerda mucho a Las Vegas: mucha luz y gente divirtiéndose sin caras largas ni apesadumbradas. Y es que España ya no es lo que era y el tradicional rechazo social al juego se está diluyendo.

En fin, después de cenar, como ya no procede ir a hacerse mimitos al coche, como antaño, y aún menos pasar a mayores en la habitación del hotel, os vais los dos a jugaros cuatro perras en la ruleta o en el Blak Jack. Y como esto del juego sigue siendo más cosa de hombres, lo normal es que si perdéis algo, él pierda más que tú, lo cual te permite enjuagar tu sentimiento de culpa por el último chaquetón que acabas de estrenar sin que tu Pepe se haya dado ni cuenta.
Que ellos juegan más que nosotras es un dato, de hecho casi dos terceras partes del público del Casino son hombres. Dicen, entre otros Punset, que el hombre es el único animal sigue jugando cuando es adulto, y que eso se debe a que el juego “es un momento placentero donde no existe el riesgo, o por lo menos no debería existir. A todos nos gusta jugar, ponernos en situaciones atípicas que nos saquen de nuestra realidad y de nuestra rutina. Es algo innato, un instinto que nos permite desarrollar la imaginación, compartir experiencias y además adquirir una serie de habilidades sociales.”

Siguiendo con esa comida de tarro, la explicación de porqué los hombres juegan más que las mujeres, sería porque cuando vivíamos en cuevas, nosotras nos quedábamos cuidando a la prole y ellos salían a buscar comida y a relacionarse con los demás. Y claro está, como ellos, los pobrecitos son más lentos a la hora de evolucionar, pues ahí siguen, jugando todo el día al fútbol, al tenis, al póker…

El caso es que al final, tu Pepe y tú os lo habéis pasado genial y os volvéis los dos a casa con la ilusión renovada al ver que todavía hoy sois capaces de pasarlo bien los dos juntos. ¡Feliz San Valentín, cielito!

jueves, 10 de febrero de 2011

Cóctel de Loewe y Yo Dona

¡Que difícil es encontrar el justo equilibrio entre cantidad y calidad! Ahí está tu fondo de armario discutiendo continuamente contigo sobre qué es mejor si colgar sólo una pieza nueva este año, o irte a H&M y renovarlo todo de arriba abajo. Es una eterna comida de tarro, ¿que es mejor mi Antonio que lo escogí porque era el mejor y ya me dura veinte años, o esos plastas que va cambiando mi amiga soltera a razón de tres por año, y que cuando empiezas a soportar a uno, va y te lo cambia y te viene con otro más tonto aún que el anterior?

En fin, lo dicho una eterna comida de tarro. Fíjate tú que mientras la Valencia Fashion Week preparaba los fastos para albergar un evento al que han asistido tropocientos mil blogueros anónimos en busca de fama, los grandes la moda como Thom Browne y Tom Ford presentaban sus diseños encerrados a cal y canto para que los viesen sólo cuatro gatos y vetaban la entrada a periodistas.

Tom Ford, el actual rey de la moda femenina, desfiló en su tienda de Nueva York y allí sólo entraron cuatro actrices famosas y un puñado de invitados pastosos; y las fotos estaban prohibidas hasta con el móvil. Thom Browne, el no va más de la moda masculina, hizo lo propio en una sala del hotel Westin de París, aunque al menos los fotógrafos pudieron entrar 10 minutos antes del desfile. Entre los invitados, mucho oriental con mucha pasta, las directoras de las revistas más internacionales y los jefes de las grandes tiendas del mundo; y entre ellos un valenciano, José Tamarit, dueño de Chapeau.

Hija, yo qué quieres que te diga; sacar una colección y presentarla en una sala encerrados, sin fotógrafos ni na de na, pues no sé me daría un poco de pena. Debe de ser como comprarte una colección entera de invierno de los zapatos de Prada y quedarte incomunicada con tu marido en un refugio de la nieve. Pero presentarla en la VFW y que no te vea ningún crítico de renombre internacional ni ningún jefe de compras de las grandes cadenas, pues también me daría un poco de no sé qué.

Lo difícil es el punto justo, ni más ni menos ni menos ni más, lo que toca: una docenita de novios primero y luego tu Antonio; unas cuantos jeans de H&M, unos vestiditos de TCN y un par de complementos de Prada o Loewe.

Por cierto, una monada el último bolso de Loewe, el May bag. Lo presentó este jueves en Valencia en un cóctel ideal organizado por la firma y la revista Yo Dona. Entre los invitados, Mayrén Beneyto, Consuelo Ciscar, Francis Montesinos, súper elegante con un traje gris cruzado, junto a su amiga Paola Dominguín; Marta de Diego, impresionante con un vestido rojo escotado y pieles, con su socia Pepa Martí; el joyero Vicente Gracia; David Lladró y Marta Aliño; Patricia Bonilla y Alfonso Roig, Cuchita Lluch, estilizadísima con un vestido de napa negro de Loewe; Verónica Montijano con su marido José Luis Vilanova; María Chuliá, de Hello; Presen Rodríguez y Maribel Cosme, Héctor Alegre, Blanca Fitera con su sobrina Blanca, Ángela Pla, Solete Royo, Lorena Tello, Amparo Aguirre, Guadalupe Roa, Alvaro López y Rosa Sanchís, la mujer de Javier Monedero. Vamos, todo Valencia.

Pepa Bueno, la subdirectora de Yo Dona, ejerció de anfitriona junto a Raquel Sánchez, de Loewe y Samary Fernández-Feito, de Unidad Editorial. Aunque predominaba claramente el sector femenino, los chicos estuvieron a la altura. Ahora que las pashminas ya forman parte del fondo de armario masculino, gracias a Marichalar, da gusto ver como cada vez la llevan con más estilo. Daniel Aristondo, director de Marketing de Loewe, llevaba una de seda de lo más pija, mientras que Montesinos y Vicente Gracia escogieron el clásico pañuelo al cuello, de lo más aristocrático; Marcos de la Fuente, delegado de Publicidad de Unidad Editorial en Valencia, no llevaba ni pashmina ni pañuelo, ni falta que le hace, porque tiene un estilo este chico…

En fin, el cóctel de Loewe estuvo en ese punto de equilibrio tan difícil entre cantidad y calidad: un número de invitados suficiente para no ir dando codazos ni pisotones, la música del DJ Luís Royo ni machacona ni aburrida, y el catering de Seina, elegante pero discreto.

martes, 8 de febrero de 2011

Semana "de luxe"

Valencia Fashion Week está marcando una tendencia muy peculiar: está creando un nuevo concepto de pasarela. Cibeles, Milán, París o NY son pasarelas que reúnen a todo ese mundo de profesionales y gentes de empresa que forman parte de la industria de la moda. Son diseñadores, modelos, jefes de compras de grandes cadenas de ropa, periodistas especializados, críticos, artistas, etc. A ellos se les une, normalmente sentados en primera fila, los famosos, más bien famosas, que dan un toque de glamour y contribuyen de alguna manera a poner en marcha toda esa maquinaria que acabará llenando de ropa los armarios de medio mundo. En definitiva, las grandes pasarelas son un punto de encuentro de profesionales que van allí a trabajar.

Lo de Valencia es otra cosa con una filosofía mucho más fallera. Aquí trabajar, lo que se dice trabajar, trabajan los de la organización, que han conseguido un montaje espectacular, y los diseñadores, claro, que lo suyo les cuesta sacar la colección (si el martes decían que algunos desfiles parecían de final de carrera, ayer una profesora de diseño bajaba el nivel a tercero).

Pero los demás van a otra cosa, van a divertirse. Porque, eso sí, nuestra pasarela no creará tendencia más allá de El Saler, pero tiene más vida social que Lidia Lozano. Tanto, que Jordi González, el presentador de La Noria se vino hace dos días para ver el desfile de Zazo & Brull, unos diseñadores catalanes amigos suyos, y ayer todavía estaba de fiesta por Valencia. Vamos, que no ha venido por trabajo sino por pasárselo bien, como tantos otros.

Todo ese gran entretenimiento culmina en el kissing room, que sería a la pasarela lo que el casal a la falla: después del desfile los invitados se pasan por allí a tomar unas copas, hacer vida social y codearse con los diseñadores y los famosos…Todo un planazo para una tarde fría de febrero.

Con razón la pasarela está desbordada de público, sobre todo los últimos desfiles de la tarde, los más espectaculares. El martes, más de 400 personas se quedaron fuera sin poder ver el de Juan Andrés Mompó. Y ayer, en el de Alex Vidal, su secretaria, Beatriz, confesaba desesperada horas antes que no sabía si colgar a los invitados de la lámpara, porque era imposible sentarlos a todos.

Eso sí, la primera fila del desfile de Vidal congregó a toda Valencia: Cuchita Lluch, el futbolista holandés Maduro, Jacinta Carboni, Elvira Selva, Carmen Martínez Colomer con su hija Romina, Consuelo Rubio, Mayrén Beneyto, Menchu Trénor, Hortensia Roig, Rosa Lladró, Esperanza Barrachina, Patricia Bonilla, Piluca de la Fuente, Victoria Cercós, los joyeros Antonio Romero y Vicente Gracia y, como no, la Alcaldesa Rita Barberá. La sorpresa llegó con Carmen Lomana, la flamante fallera mayor de la Falla Alameda-Avenida de Francia que preside Julio Tormo, y que como no podía ser otra forma ocupó una de las filas vip.

Estaba previsto que Jorge Javier Vázquez estuviera el viernes en el desfile de Jaime Piquer, aunque a última hora canceló el viaje. El año que viene, igual se monta un plató móvil de Sálvame en los aledaños de la pasarela. ¡Eso sería lo más!

viernes, 4 de febrero de 2011

Valencia Fashion Week en el Agora: Nirvana para políticos

¿Quién ha dicho alguna vez que El Agóra de la Ciudad de las Artes tiene una utilidad más o menos dudosa?, ¡eh!, ¿quién ha sido?; que se pase por aquí estos días y verá el super-mega montaje que han hecho los organizadores de la Valencia Fashion Week. En la pasarela desfilará lo que desfilará, “proyectos de fin de carrera” decía ayer un malicioso espectador, pero la verdad es que el montaje es para quitarse el sombrero.
Lleno a rebosar en las gradas y cola en la puerta para entrar. Vamos, el nirvana de cualquier político que apoya un evento como este, y que a punto quedan de entrar en trance cuando se pone en marcha el juego de luces, suena la música y arrancan por la pasarela las primera modelos entre un estallido de fogonazos y el vaivén enloquecido de los fotógrafos.
Por si todo eso fuese poco, entre público una de las estrellas más relumbrantes de panorama televisivo español, Jordi González, el presentador de La Noria, sentado junto al bloguero Victor Blanco que se ha hecho famoso, entre otras cosas, por sus envidiables andares con tacón, que más de una jovencita presumida los quisiera para sí.
Y allí, en medio de ese paraíso de popularidad, dos de nuestro más conspícuos políticos: Rita Barberá y Vicente Rambla. También Consuelo Císcar, Mayren Beneyto, Maribel Vilaplana y Jesús Mariñas. A última hora, en el desfile de Juan Andrés Mompo, se dejo ver Ricardo Costa, con su look de siempre que anda entre el dandy valenciano y la copia juvenil de a Rodrigo Rato. También anduvo por allí Valetín Herráiz y Antonio Puebla, el sastre escogido por Zaplana cuando era rey de reyes.
Por lo demás, entre el público dos tendencias bien definidas. Por un lado gente joven, auténticos clones de Jon Kortajarena con ese peculiar look moderno, a saber: tupé y pantalones de pitillo con unos camales tan estrechos que una no se explica cómo demonios meten por ahí los pies. Por otra parte señoras elegantes para quienes lo moderno ya quedó atrás y ahora apuestan sobre seguro: abrigo de pieles, peinado de Tono Sanmartín y zapatos de tacón tipo Michael Obama.
Pero lo que llama la atención por encima de todo es la marabunda de blogueros, los niños mimados del evento, que con cámara y libreta en ristre inundan el pabellón en busca de la foto o el comentario que les haga saltar a la fama, como le pasó a Victor Blanco y sus tacones. Este año se les ha abierto el acceso a la sala de prensa, tienen acreditaciones especiales y un brunch mega pijo, que no desluciría en la gala de los Oscar.
La verdad es que el cambio de escenario ha sido todo un acierto; la Feria era amplia pero oscura y daba la sensación de estar en una discoteca. Esto es otra cosa; la luz del día que se filtra en El Agora dificulta los juegos de luces, un trastorno del que se libran los que desfilan por la noche. Por lo demás todo ha ido a mejor. En fin, mañana más.

martes, 1 de febrero de 2011

Enero ha muerto, viva febrero

Vaya mes de enero más triste: frío, lluvia, tiendas que parecen mercadillos de saldo y lo peor de todo, las agendas más vacías que la temporada taurina de Canales Ribera. Y algunos, para colmo de males, les han dejado sin poder fumar mientras toman café. La verdad es que verlos ahí, al aire libre, muertos de frío da un poco de no sé qué; yo si fuese Leire Pajín tendría un poco de cargo de conciencia cada vez que pasase por la puerta de un bar.

La verdad es que en eso las cuarentonas hemos tenido suerte. Fumábamos y disfrutábamos haciéndolo cuando estaba bien visto. Luego casi todas lo dejamos, unas con más esfuerzo que otras, y a estas alturas nuestros pulmones están como si no hubiera pasado nada. Pero aquello de fumar tenía su punto, sobre todo en determinadas situaciones. Porque, digo yo, ¿cómo demonios vas a pelar la pava en el coche de tu novio si ninguno de los dos fumas? El cigarro servía para darse un descanso en el dale que te pego: parabas, encendías el cigarro y charlabas un rato, luego ale, otra vez a la marcha. Pero claro, si no puedes fumar, ¿qué haces?, pues nada seguir dándole.

Lo mejor de todo es que ahora sabemos que la mayoría de nuestros hijos no fumarán, y nos ahorraremos los quemazos en sus camisas. Ja, es genial, ¿a que sí?. Es como lo de salir por la noche hasta las siete de la madrugada, nosotros lo hicimos, nos lo pasamos fenomenal, y ahora que nos tocaría sufrir porque los niños no llegan, va y cierran las discotecas a las tres… ¡Me encanta!

Pero en fin, a lo que íbamos. Enero es fatal de los fatales, nadie se gasta un céntimo en una fiesta ni en una puñetera merienda. Menos mal que por lo menos tenido la presentación de los vestidos de comunión anticrisis. Una iniciativa de Edbe, vamos de los Betoret que de esto de vender ropa saben un rato. La idea es buena porque las familias en paro podrán comprar trajes de comunión a precios de coste, entre 500 y 800 euros, incluso los de firma, pero vamos, que ese sea el evento del mes no deja de ser un poco triste. Me alegro por las niñas, eso sí, que no haya nadie que aplace la celebración de la Comunión con la excusa de ahorrarse el vestido.

Marta Villar y Paula Borja, las chicas megafashion de lamarquesa.es, también ayudaron a sobrellevar el fin de mes. La semana pasada invitaron a un grupo de amigas al taller de belleza que organiza Kiehl’s en su tienda de Conde Salvatierra. Allí te dan consejos sobre los productos que mejor te van según el tipo de piel y los problemillas que tienes, bolsas de los ojos, líneas de expresión, arruguitas, ¡ay qué malo es envejecer!Acudieron Merche Medina, Maria Senent y Natalia Segrelles, y Cristina Castellanos. Otro grupo -Patricia Puchol y Carmen Valero (Tous), Ana Garcia-Rivera, Andrea Villafañe o Mamen Palanca- quedó en lista de espera para la próxima (¡que me apunten que yo voy seguro!).

En fin, menos mal que enero tiene los días contados y el mes que viene se animará la ciudad. Llegarán las colecciones de verano, un poco de alegría para el fondo de armario, que falta le hace: rojos, verdes, amarillos, naranjas y mucho, mucho rosa palo, para ir de lo más coqueta y romántica.

Febrero también será el mes en que Montesinos desfilará en Cibeles –¡tiembla Madrid!- y AVE se llenará de fans dispuestas a aplaudir al diseñador valenciano más famoso; y por si fuera poco, volverán las inauguraciones y cócteles a nuestra esmirriada agenda.

La que más y la que menos ya ha recibido invitación para el hipermegachupi evento que organizan Yo Dona y Loewe. El miércoles 2 de febrero, en la tienda de Loewe de Marqués de Dos Aguas, la revista Yo Dona presentará una exposición de fotos dedicada al nuevo bolso de Loewe, el My Bag. El bolso es monísimo y muy versátil: lo puedes llevar como bolso de mano, más elegante, o al hombro con la bandolera, ideal para ir estilosa todos los días. Vendrán las chicas del equipo de la revista con Charo Izquierdo a la cabeza. Uff, habrá que ir preparando modelito, a ver si deja de llover y podemos estrenar unos buenos taconazos.