Era el día de San Vicente y los sastres y modistas valencianos celebraban su patrón con una procesión cívica, Misa y comida en el Astoria, vamos uno de esos planes en los que estás tres días buscando la excusa perfecta para escaquearte. Pero hete aquí que donde menos te lo esperas salta la liebre, y lo que prometía ser más aburrido que un desfile de Javier Larrainzar acabó convirtiéndose en uno de Prada.
Todo empezó en la comida. Tras la paella de verduras y el postre de chocolate, llegaba el turno de los discursos. Primero habló Valentín Herráiz, Maestro Mayor del Gremio, de lo más elegante con su chaqué gris; luego Silvia Ordiñaga, la Directora General de Comercio, que acudía en representación de su jefa, la Consellera Belén Juste, nombrada Clavariesa del Gremio. Total, que Ordiñaga estaba dando su discurso sobre el buen hacer de los sastres y modistas, el valor de la artesanía y la costura a medida… cuando de repente, en medio del discurso, se oye una voz alta y potente que dice: “Sí, y la Semana de la Moda ¿qué?” Silencio absoluto y caras de tierra trágame.
El osado caballero que alteraba la monótona paz de la sala no era otro que el conocido como “Sastrecillo valiente”, es decir Don Vicente Moret, sastre valenciano de los de toda la vida, que le recordaba a la directora general que ellos, los sastres y la costura, no pueden desfilar en la pasarela. Menos mal que Ordiñaga, mujer con muchas tablas y seductora sonrisa, respondió que claro, que la Consellería iba a trabajar para mejorar la Semana de la Moda de Valencia.
La protesta de Vicente Moret, el Jiménez Losantos de la sastrería valenciana, refleja el enfado de muchos diseñadores de aquí, que no pueden desfilar en la Semana de la Moda porque, según sus organizadores, lo que hacen no es pret-a-porter sino costura a medida. El problema es que más de uno no ve la diferencia entre lo que hace Alex Vidal y lo que hacen, por ejemplo, Presen Rodríguez, Marta de Diego, Juan Andrés Mompó, Enrique Lodares o el mismo Valentín Herráiz, quienes además, visten a lo más granado de la sociedad valenciana.
Y, claro, si Alex es el director de la pasarela, cargo remunerado, por cierto, y encima se reserva la mejor hora para desfilar y las modelos más cotizadas y encima su desfile se emite en directo en Canal 9 y para colmo –dicen los malpensados- se quita de encima a todo aquel que pueda hacerle sombra, Francis Montesinos incluido, pues se entiende que el resto se coja un cabreo de aupa y monte un pollo a la mínima de cambio.
Si ya lo dijo el torero: “lo no puede ser, no puede ser y además es imposible”, y lo que no puede ser es que un museo de Dallas haya expuesto un modelo de Marta de Diego para deleitar a lo más conspicuo de la moda del mundo mundial, y el día en que Valencia pretende mostrar al mundo su moda, ella se quede en casita viendo la telenovela, porque su sitio lo ocupa un joven diseñador ¡de 50 años! que no habrá vendido diez trajes en su vida.
Incidentes aparte, la celebración fue de lo más entrañable. Valentín Herráiz está intentando sacar adelante un gremio valenciano y antiguo donde los haya, ¡tiene 762 años! y su objetivo es recuperar tradiciones como la procesión con teja y mantilla el día del patrón ¡yo me apunto! y recuperar la figura del maestro sastre para que forme a jóvenes aprendices en algo tan nuestro como la sastrería.
Según Herráiz, eso de que todas las señoras, hasta las más humildes, tengan sus buenos pendientes y su buena pieza de seda sólo pasa en Valencia, donde antaño las mujeres compraban el retal y lo bordaban con sus propias manos. Durante la comida también supe que al Presidente Camps le sientan mal las chaquetas porque tiene los hombros caídos, ¡ay, ay, ay!, un defectillo que un sastre corregiría en un plis plas. Y así transcurrió la sobremesa, entre patrones, telas, con la conversación elegante de Juan Andrés Mompó, la retranca de Presen Rodríguez, el sentido del humor de Javier Villajos y la lengua tan afilada como sus tijeras de Vicente Moret, vamos, ¡que estoy esperando que llegue la próxima!
Todo empezó en la comida. Tras la paella de verduras y el postre de chocolate, llegaba el turno de los discursos. Primero habló Valentín Herráiz, Maestro Mayor del Gremio, de lo más elegante con su chaqué gris; luego Silvia Ordiñaga, la Directora General de Comercio, que acudía en representación de su jefa, la Consellera Belén Juste, nombrada Clavariesa del Gremio. Total, que Ordiñaga estaba dando su discurso sobre el buen hacer de los sastres y modistas, el valor de la artesanía y la costura a medida… cuando de repente, en medio del discurso, se oye una voz alta y potente que dice: “Sí, y la Semana de la Moda ¿qué?” Silencio absoluto y caras de tierra trágame.
El osado caballero que alteraba la monótona paz de la sala no era otro que el conocido como “Sastrecillo valiente”, es decir Don Vicente Moret, sastre valenciano de los de toda la vida, que le recordaba a la directora general que ellos, los sastres y la costura, no pueden desfilar en la pasarela. Menos mal que Ordiñaga, mujer con muchas tablas y seductora sonrisa, respondió que claro, que la Consellería iba a trabajar para mejorar la Semana de la Moda de Valencia.
La protesta de Vicente Moret, el Jiménez Losantos de la sastrería valenciana, refleja el enfado de muchos diseñadores de aquí, que no pueden desfilar en la Semana de la Moda porque, según sus organizadores, lo que hacen no es pret-a-porter sino costura a medida. El problema es que más de uno no ve la diferencia entre lo que hace Alex Vidal y lo que hacen, por ejemplo, Presen Rodríguez, Marta de Diego, Juan Andrés Mompó, Enrique Lodares o el mismo Valentín Herráiz, quienes además, visten a lo más granado de la sociedad valenciana.
Y, claro, si Alex es el director de la pasarela, cargo remunerado, por cierto, y encima se reserva la mejor hora para desfilar y las modelos más cotizadas y encima su desfile se emite en directo en Canal 9 y para colmo –dicen los malpensados- se quita de encima a todo aquel que pueda hacerle sombra, Francis Montesinos incluido, pues se entiende que el resto se coja un cabreo de aupa y monte un pollo a la mínima de cambio.
Si ya lo dijo el torero: “lo no puede ser, no puede ser y además es imposible”, y lo que no puede ser es que un museo de Dallas haya expuesto un modelo de Marta de Diego para deleitar a lo más conspicuo de la moda del mundo mundial, y el día en que Valencia pretende mostrar al mundo su moda, ella se quede en casita viendo la telenovela, porque su sitio lo ocupa un joven diseñador ¡de 50 años! que no habrá vendido diez trajes en su vida.
Incidentes aparte, la celebración fue de lo más entrañable. Valentín Herráiz está intentando sacar adelante un gremio valenciano y antiguo donde los haya, ¡tiene 762 años! y su objetivo es recuperar tradiciones como la procesión con teja y mantilla el día del patrón ¡yo me apunto! y recuperar la figura del maestro sastre para que forme a jóvenes aprendices en algo tan nuestro como la sastrería.
Según Herráiz, eso de que todas las señoras, hasta las más humildes, tengan sus buenos pendientes y su buena pieza de seda sólo pasa en Valencia, donde antaño las mujeres compraban el retal y lo bordaban con sus propias manos. Durante la comida también supe que al Presidente Camps le sientan mal las chaquetas porque tiene los hombros caídos, ¡ay, ay, ay!, un defectillo que un sastre corregiría en un plis plas. Y así transcurrió la sobremesa, entre patrones, telas, con la conversación elegante de Juan Andrés Mompó, la retranca de Presen Rodríguez, el sentido del humor de Javier Villajos y la lengua tan afilada como sus tijeras de Vicente Moret, vamos, ¡que estoy esperando que llegue la próxima!