domingo, 28 de enero de 2007

Empieza la Pasarela del Carmen

No es Cibeles, no es Milán, no es París, no es Nueva York, pero es la nuestra y vale la pena verla


Mañana empieza la Semana de la Moda Valenciana, cinco días de desfiles ininterrumpidos, tropecientos diseñadores, alta costura, sastres, modistas, fabricantes de piel, debates y mesas redondas… un follón de aquí te espero. Se impone una planificación estricta para no acabar como un pato mareado. Imposible ver todos los desfiles. Hay que seleccionar, como hacen las periodistas fashion cuando van a Milán, París o Nueva York. Eso quien esté invitado, claro… Conseguir un pase es relativamente fácil. Hay que ser cliente o amigo de algún diseñador. Si no, lo mejor es recurrir a algún cargo político, que siempre tienen invitaciones.

Para empezar, hay que distinguir entre Semana de la Moda Valenciana y Pasarela del Carmen. No es lo mismo y quien no lo sepa parecerá más perdido que Chabeli Iglesias en una fiesta de botellón (¡o sea, por favor!). Veamos: la Pasarela del Carmen (martes, miércoles y jueves) incluye sólo los desfiles de los diseñadores valencianos de prêt-à-porter, es decir, la confección industrial. La Semana de la Moda engloba la Pasarela del Carmen, más los desfiles de los jóvenes (el lunes) y los de sastres, modistas e industriales (el viernes). El viernes les ha quedado un poco bicho raro, porque eso de mezclar la alta costura con la industria, ni con calzador…

En la Pasarela del Carmen, pocas novedades. La principal, y que ha dado mucho que hablar, que Francis Montesinos no desfila. Una amiga me decía: “si Montesinos desfila, sólo se habla de Montesinos; y si no desfila, también”. Pues nada, vayamos a los que sí desfilan y que presentarán las colecciones del próximo invierno. Por orden de aparición: Dolores Cortés (ropa de baño), Matilda, Nona –Noelia Navarro, Porfin! –Alejandro Sáez de la Torre, Hannibal Laguna, Manuel Fernández, Jaime Piquer, Siglo Cero, Tonuca, Carlos Haro, Higinio Mateu, Martín Pérez Ripoll, Theo Garrido, Anamaría, Álex Vidal y Pilar Vidal.

¿Qué desfiles ver? Depende de lo que cada uno busque (y de la invitación que tenga). Para ver moda juvenil, diferente a la de las tiendas convencionales, no hay que perderse Matilda, Nona, Tonuca o Por fin!; quien se chifle por los vestidos de fiesta glamourosos y divinos, tiene cita con Hannibal Laguna, Alex Vidal y Carlos Haro. Espectáculo asegurado, sobre todo con Laguna, que ya enseñó su colección en Pasarela Barcelona y es impresionante.


Más cosas que todo recién llegado a esto de lo fashion debería saber: la primera fila de invitados en un desfile se llama front-row (son los sitios más cotizados y reservados a los vips) y la zona de maquillaje y vestuario de las modelos, backstage. A veces, tan espectáculo es ver los modelitos del desfile como los del front-row, al menos en las pasarelas internacionales. Por cierto, al desfile hay que acudir con tiempo, porque una vez se apagan las luces queda muy feo sentarse.

Lo mejor del viernes, la vuelta de Presen Rodríguez, tan esperada que ya casi no quedan invitaciones y más de uno se quedará de pie (como el desfile no dura más de 15 minutos, se puede aguantar). Serán más de 40 salidas de una colección muy joven, fresca y romántica, que la propia Presen califica como “demi-couture”, a medio camino entre la alta costura y el prêt-à-porter: “tiene el dominio del patrón y los tejidos de alta costura, pero sin tener que pasar por los tiempos y los precios de la alta costura; se crea en los talleres, pero se ofrece en la tienda, personalizada”. Presen desfila a las 19:30. Después, llegará la alta costura de Juan Andrés Mompó y Marta de Diego. Un día de lujo, que hubiera quedado redondo si, en lugar de la industria, hubieran desfilado Enrique Lodares y Valentín Herráiz. Todo llegará…

sábado, 20 de enero de 2007

Rita no viste Prada

La alcaldesa de Valencia está muy enfadada con el dueño de la firma italiana

En esto de la moda no salimos de una para meternos en otra. Si la semana pasada la bronca era de Montesinos con el Carmen, esta semana el que ha montado un buen rifirrafe es Patrizio Bertelli, esposo de Miuccia Prada (dueños de Prada, Miu-Miu, Jil Sander, Church’s…). Todo empezó el jueves, cuando el matrimonio visitó Valencia para botar el segundo barco de Luna Rossa que participará en la Copa América. No me pregunten porqué necesita cada equipo dos barcos, con lo carísimos que son, porque no tengo ni idea. La foto de Miuccia en cubierta, rompiendo la botella de espumoso, es idéntica a la del año pasado, incluso lleva el mismo vestido granate (¡con el fondo de armario que tendrá!), aunque esta vez no invitaron al evento ni a famosos, ni a autoridades locales, ni a gente principal de la ciudad. Se lo guisaron y comieron solitos.

La bronca ha venido por las declaraciones que hizo Bertelli en la rueda de prensa posterior a la botadura. El italiano se despachó a gusto, casi tanto como el presidente del Real Madrid en la famosa conferencia, solo que Bertelli sí sabía que estaba ante periodistas y que lo que iba a decir molestaría a más de uno: que si Valencia ni conoce ni entiende de vela, que si su equipo gana se lleva la Copa América a Nápoles, que si aquí menos fiestas de glamour y más regatear (versión náutica del menos samba é mais traballar), que si los valencianos no tenemos tradición marítima, no como los de Nueva Zelanda, que en cuanto entras en el país ves un enorme cartel que dice “Bienvenido al país de la vela”. (Sugerencia: ¿Cuánto cuesta un cártel de esos?)

Bertelli tiene razón en algunas afirmaciones. La Copa América ha supuesto un tirón promocional para Valencia, pero los que han venido han hecho poco para que la vela nos guste. Han sido cuatro niños ricos encerrados en fiestas privadas y les hubiera dado lo mismo estar en Valencia que en Algeciras. No han mostrado el mínimo interés por caer bien ni por que les apreciemos. Ahora, de ahí a decir que a Valencia no le gusta la vela… Es una afirmación tan absurda como decir que a los ingleses no les gusta el vino. Hay valencianos a los que les gusta la vela y otros que prefieren coger rebollones. Y desde luego, lo que resulta muy feo (y descortés) es ir a cenar a una casa y criticar al anfitrión.

La respuesta de la Alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, no se hizo esperar (¡menuda es ella cuando le tocan Valencia!). Esa misma tarde, le dijo al italiano un par de cosas. Una: que para llevarse la Copa América a otra sede primero tendrá que ganarla. Y dos: “Poca afición puede crear un equipo como Luna Rossa entre los valencianos si no invita a nadie a la botadura de su barco, ni a ACM ni a mí como presidenta del Consorcio 2007”. ¡Ole por la Alcaldesa! Rita también advirtió de las consecuencias que tendrían esas declaraciones sobre la imagen de la firma Prada en nuestra ciudad: “Le animo a traer una tienda a Valencia, aunque no se cuál será la respuesta de los valencianos”.

A pesar del disgusto de la Alcaldesa (que nunca ha vestido de Prada y menos ahora), me temo que la respuesta de los valencianos no sería salir a la calle con pancartas de “Fuera Prada”. En primer lugar, porque lo de la Copa América interesa más bien poco a poca gente. Además, el noble gesto de los valencianos no sería nada traumático para el negocio del grupo italiano. Y, en cualquier caso, si tuviéramos que dejar de vestir una firma por las groserías o mal carácter de su diseñador, igual habría que empezar a estudiar corte y confección, ¡con lo divinos que son todos! Propongo una solución a la bronca: que Bertelli se disculpe y, en un gesto de reconciliación, nos traiga un desfile de Prada a la Pasarela del Carmen (¡sí, por favor!).

domingo, 14 de enero de 2007

Se armó la gorda

¿Sobrevivirá la Pasarela del Carmen con la ausencia de Francis Montesinos, su principal impulsor?

Francis Montesinos está muy enfadado. Abandona la dirección de la Pasarela del Carmen, dimite de la presidencia de PIV –Asociación del Pret-a-porter industrial de la CV- y no deja más cargos porque no los tiene. ¿Qué ha pasado? Para Montesinos, el espíritu con el que se creó la Pasarela del Carmen ha sido traicionado “por injerencias políticas”. Quien paga manda y la Conselleria de Empresa –dice Montesinos- ha querido que en la Pasarela participe, además del diseño joven, la industria de la moda. Vamos, lo que se conoce vulgarmente como mezclar churras con meninas, porque el Carmen ni ha sido negocio ni lo será nunca. Negocio es FIMI con sus desfiles de confección infantil, pero la Pasarela del Carmen no es una feria donde se encuentran compradores con vendedores. Es algo más idealista y, desde luego, nada cuantificable en términos de rentabilidad o, al menos, no económica.

Y mira que sobre la Pasarela del Carmen se escuchan barbaridades… Para empezar, ni Valencia es Milán (qué más quisieran los de Milán, con el frío que hace allí), ni nuestra Pasarela es la segunda de España, ni nuestros desfiles crean tendencia (¡con lo difícil que es crear una tendencia!), ni yo soy Corine Roitfeld, la estilosa editora de la edición francesa de Vogue. Fuera de Valencia, la Pasarela del Carmen es menos conocida que las rosquilletas. Y fuera de España, vamos, es que ni existimos en el calendario de pasarelas internacionales.

El Carmen es, o debería ser según Montesinos, lo que siempre ha sido: una apuesta por el diseño valenciano, un trampolín para que los jóvenes se den a conocer (que gracioso Montesinos cuando dice que cada año los que desfilan son más mayores), acumulen experiencia y puedan desfilar en pasarelas de mayor proyección como Cibeles (Luxoir empezó así y este año se estrenan en Madrid), y de allí, con muchísima suerte, que algún inversor apueste por ellos.

Por lo que respecta a la Conselleria de Empresa, que por algo se llama de Empresa, es lógico que quiera darle al Carmen una orientación empresarial. ¡Estamos como para invertir en caprichitos que no son rentables! Con ese planteamiento, apoyó una nueva Semana de la Moda donde participara la industria de la moda (piel, calzado, marroquinería…), además de los sastres y modistas de alta costura ¡ale, todos al mismo puchero! Al segundo intento en esta dirección, Montesinos dice que con el no cuenten, que abandona el Carmen. Ojo a las explicaciones de la organización: Josep Lozano asegura que Montesinos no desfila porque Cibeles le pide exclusividad y ese mismo día aclara Francis que de eso nada, que se va porque no está de acuerdo y que nunca ha sido incompatible desfilar en dos pasarelas, ¡yo de Lozano dimitía de portavoz!

Montesinos no está sólo en las críticas. Más de uno piensa que para poner en contacto al diseño y a la empresa no hacía falta una semana de la moda ni un escenario como la Ciudad de las Artes. Con un despachito, se cierra el acuerdo y todos tan contentos. Otros opinan que sería más rentable llevar a estas empresas a showrooms internacionales, para que expongan su producto ante compradores, que meterlos en una pasarela que apenas tiene repercusión. Por si fuera poco, este año algún diseñador se ha quedado sin la subvención para ir a ferias porque el dinero se lo han gastado con los uniformes deportivos, que, por otra parte, ya me dirán para qué han servido. Total, que los diseñadores valencianos, que son pocos, no andan muy bien avenidos, por mucho que diga Alex Vidal (que sí está de acuerdo con la nueva orientación) que “nos llevamos de coña”. Ahora sólo queda ver hacia dónde va la pasarela y si sobrevivirá sin uno de sus principales impulsores. ¡Mucha tela!

martes, 9 de enero de 2007

YANKIS COME HOME

En Valencia teníamos una buena representación de firmas francesas e italianas, pero poco diseño americano de primeras líneas. Afortunadamente, el hueco se acaba de cubrir

Ya se sabe que todo lo que nos llega de Estados Unidos genera fibias y fobias en esta vieja Europa nuestra; una paranoia que afecta, y mucho, a las tendencias de moda. Y así, mientras algunos sienten la gorra de béisbol y las Nike como algo intrínseco a su personalidad, a otros le provoca sarpullidos todo lo que huela a hamburguesa y chicle. El corazón de la progresía europea vive al borde del infarto conforme las nuevas generaciones arrasan con las tiendas de Tomy Hilfiger como antaño lo hicieron con las de Levi’s. Mientras tantos, los niños pijos y los que aspiran a serlo entienden que sus esbeltos cuerpos sólo deben enfundarse con ropa cuyo tallaje venga expresado en letras (S, M, XL…).

Mal que le pase a más de uno, lo cierto es que desde hace tiempo, la influencia de los americanos en las tendencias de moda es cada vez mayor. Empezando por los pantalones caídos que lucen todos los jovencitos y que tiene su origen en las cárceles americanas. Allí se prohibió el uso de cinturones entre los reclusos para evitar que se utilizasen como armas de ataque. Eso provocó que la cintura perdiese el ombligo y se aproximase peligrosamente a los que no debe ser visto, con lo cual el tiro del pantalón se cayó hasta las rodillas. Ese look acabó convirtiéndose en una seña de identidad entre los jóvenes de los barrios marginales y de allí saltó a los escaparates de ropa casual del resto del mundo. Y ahora medio mundo va enseñando la goma de las braguitas y los gallumbos, defenestrando así uno de los tradicionales iconos de la feminidad: la curva de la cintura.

Para muchos europeos que entienden que la moda siempre ha sido patrimonio francés, como mucho, italiano, la macdonalización de nuestra sociedad es un barbarismo. La verdadera elegancia –dicen- está en la vieja París, tan aristocrática ella, y Yves Saint Laurent es el gran maestro de la alta costura. Por eso más de uno se llevó las manos a la cabeza cuando un tejano de Tejas llamado Tom Ford, que acababa de reflotar a una moribunda Gucci, llegó a director creativo de YSL (el pobre Yves casi se muere de un infarto). Pero lo fuerte, fuerte, vino cuando otro yanqui, Marc Jacobs, fue contratado como diseñador estrella de Louis Vuitton. ¡Un americano en Vuitton! Por muy amiguito que sea de Sofía Coppola (por cierto, esta semana se estrena en Valencia su María Antonieta), un americano sólo podía entender de ropa para cazar bisontes y criar vacas. Pero para la recepción del embajador…Y sin embargo, lo hizo tan bien en Vuitton que todavía sigue ahí, con unas colecciones tan juveniles que han logrado modernizar el logo LV, que ya olía a naftalina.

El diseño americano no sólo ha conquistado a los adolescentes. Hace años que Calvin Klein o Donna Karan revolucionaron el armario femenino con ropa para una mujer trabajadora que quería vestir cómoda y elegante sin parecer un florero. Una imagen limpia y deportiva, un chic relajado y muy fácil de llevar, poco complicado aunque con patrones trabajados. Resumiendo, lo que los ingleses llaman “cool”. En Valencia teníamos una buena representación de firmas francesas e italianas, pero poco diseño americano de primeras líneas. Nada que ver con Hilfiger. Diseño del bueno, como las colecciones de Marc Jacobs, Michael kors o Proenza Schouler, lo más de lo más en Nueva York. Afortunadamente, el hueco se acaba de cubrir con la tienda que ha abierto en Jorge Juan. Se llama “Mala Malísima” y tiene una muy cuidada e inteligente selección de lo mejor del nuevo diseño norteamericano. Un gran descubrimiento. ¡Ah! Y cualquier vestido de Proenza Schoulder triunfaba seguro en la recepción del embajador. ¡Como Jackie Kennedy en la Casa Blanca!

¡A comprar!, ¡a gastar!

Esta semana es la del consumismo por excelencia. La semana en la que el abuso de la tarjeta pesa menos en la conciencia.



Uff, uff… las navidades ya pesan en la parte más alta de las piernas y en el trozo que les sigue y lo peor es que hasta parece que empiezan a afectar también a la cara. ¿Será el estrés por la compra de los regalos?, ¿será el exceso de cava? Menos mal que esta noche ya acaba con los “cenorrios”, los brindis y las alegrías obligadas. Después de las uvas, sólo quedará una cena o comida de Reyes. Por lo pronto, mañana lunes, descanso y dieta espartana de fruta y verdura; y el martes: pistoletazo de salida…. ¡A comprar que vienen los Reyes!

Esta semana que viene es de locos. La mayoría dejamos las compras para el final y como en España el 80 por ciento de los regalos los siguen trayendo los Reyes Magos frente a un pobre 30 por ciento del gordinflón de rojo, mal que le pese a algún progre laicista, pues estos días que vienen son un caos de tráfico y de gente por las calles. Lo mejor es pedir un día libre y dedicarlo entero a las compras. Hay que disfrutar de la única semana del año en la que puedes gastar el dinero a destajo sin sentirte culpable. Llegas a casa con un montón de bolsas y no tienes que escondérselas a tu marido. ¡Sí, he salido de compras! –contestas reafirmándote en tu convicción de que has hecho lo que debías. Compras regalos para niños, papás, hermanos, ¡hasta para el perro! Y, de paso, regalos para ti misma, que no hay nadie que conozca mejor tus gustos y acierte siempre. Ya que sales de shopping, pues te das una alegría y te compras algo para ti, porque encima muchas tiendas ya han empezado con los descuentos previos a las rebajas.

Las rebajas son estupendas, son el paraíso para las fashion-victims. Entras en Siete Mares, por ejemplo, y ves el mismo vestidito sin mangas de Chloé, que llevas todo el invierno pensando si te lo quedas o no, 300 euros más barato ¡Imposible resistirse esta vez! Y luego te pasas por Chapeu y te pruebas el suéter de Prada de cachemir y seda ideal de la muerte, en color chocolate o gris o cámel, que lo mismo te sirve para vaqueros que para falda y encima no pasa de moda, por 150 euros menos (¡qué vulgar es esto de hablar de precios!). Y luego cruzas la calle y entras en Alex Vidal y encuentras otro básico para tu fondo de armario: el conjunto gris de YSL, de blusón y pantalón pirata con maxi cinturón de charol y mocasines con taconazo, diseñados por Estefano Pilati (no confudir con Pilates, Pilati es el nuevo diseñador de la firma francesa) o el vestidito de flores de gasa de D&G, que llevarás hasta en verano… Y luego te pasas por Hannover y fichas un chaquetón de piel vuelta que será perfecto para las noches de Fallas. Y si optas por los productos de la tierra, pues lo mismo, que Francis Montesinos ya lleva unas semanas con el rótulo de descuentos en el escaparate.

Y así, con la tarjeta de crédito echando humo, te vas a casa tan contenta con tus regalos de Reyes y, de paso, con un pedazo de conjuntos que deberían situarte entre las primeras en la lista de las valencianas más elegantes. Este invierno, además, hay mucha ropa colgada en los percheros porque el frío ha llegado tarde, así que hay que aprovechar. Muchas tiendas ya han empezado con descuentos, pero después de Reyes empezará la campaña fuerte con las rebajas de los grandes almacenes.

Desde luego, estamos en la semana del consumismo por excelencia. Por un lado, las compras de Reyes y regalos a tutiplén; por el otro, los primeros descuentos y rebajas. Y por si esto no fuera poco, el avance de colecciones de pretemporada y los adelantos de la primavera-verano (en Siete Mares ya tienen una percha completa con ropa de verano y en Alex Vidal sacará colecciones en quince días). ¡Quedamos para ir de compras!

Vestidas para matar

La combinación de joyas, pieles y vestidos de fiesta funciona mejor por separado que todo junto

A juzgar por las revistas de moda y los escaparates navideños, estos días deberíamos salir a la calle con vestidos de noche, pieles de chinchilla y enjoyadas hasta el moño ¡divinas de la muerte! Por supuesto, con Chanel nº 5 o algún otro perfume contundente, de esos que deberían advertir del riesgo de desmayo, de lo fuerte que huelen. Según el tópico navideño más común habría que vestirse tal que Alexis Carrington en sus mejores capítulos de Dinastía: cuanto más alto el peinado y más escote, mejor que mejor. Pero la realidad no tiene mucho que ver el tópico y cada vez son menos las mujeres que se visten de fiesta la noche de fin de año.

Quien no se va a esquiar, se mete en una casa rural o cena en casa de algún amigo. Pero vestidas de largo, muy pocas, salvo las jovencitas que sí que van a fiestas. Vamos, que para pasar el fin de año en un parador o en casa de un amigo tampoco te vas a poner de largo. Con un vestidito de cóctel y unas perlas discretas, vas ideal. A no ser que te llames Tamara Falcó y vayas de fiesta en fiesta como mamá, lo normal es que estas fiestas vistas de lo más normalito. Aún suponiendo que te haya tocado la lotería y quieras fardar de pieles y brillantes, ¿dónde vas toda enjoyada??

Las tiendas de ropa saben mejor que nadie que la gente ya no se pone de tiros largos. Lo que se vende ahora es ropa de abrigo: suéters de cuello vuelto (mejor de cachemir), bufandas de lana, chaquetones, botas altas… Es decir, todo lo contrario a ir vestida de burbuja Freixenet, (por cierto, el vestido que luce Gwyneth Paltrow en el anuncio es del diseñador José Miró). Además, muchas tiendas ya ofrecen descuentos entre el 20 y el 30 por ciento para clientes, pero lo que menos se vende es lo de fiesta.

Y sin embargo, estas semanas se suceden las presentaciones de joyas y pieles y se derrochan adjetivos como lujo y sofisticación. El último desfile fue el del peletero Amado, donde presentó no sólo sus habituales pieles, sino también una colección de vestidos de fiesta, hasta el tobillo y con escotes pronunciados, combinados con estolas de pelo largo, como las de toda la vida. Ni visones rasados, ni cortes actuales para llevar con vaqueros. Claro que cada uno sabe que quiere su público y las señoras que asistieron al desfile estaban encantadas. Como complementos, las joyas de Sofía completaron una imagen muy sofisticada, más propia del lujo de los ochenta que de la época actual.

Así las cosas, la combinación de joyas, pieles y vestidos de fiesta, (no confundir con sexo, drogas y rock and roll), funciona mejor por separado que todo junto. Vamos, que si te pones las tres cosas a la vez corres el riesgo de parecer un árbol de Navidad o, peor aún, alguien que se quedó anclada en la época de Dinastía o con los nuevos ricos de la beautiful people. Ante la duda, siempre hay que recordar aquello de menos es más y la ley de la compensación: si llevas joyones, no te pases con los brillos en el vestido. Si te pones el pellejo, mejor combínalo con vaqueros o algún look casual. Y, sobre todo, cuidado pasarse con la laca en el pelo.

Y hablando de minimalismo. La Rosa de Jericó ha abierto un espacio gourmet muy cerca de su pastelería, en la misma calle Hernán Cortés. El concepto es parecido al de las pastelerías Mallorca en Madrid, aunque algo más moderno. También recuerda la estética del fast-food de lujo de Sergi Arola en la calle Velázquez, tan moderno que hasta las servilletas de papel son negras. Los snacks son originales, ligeros y vistosos y en las estanterías hay una selección de productos gourmet: aceite, sales exóticas, botellas de agua de diseño y otras exquisiteces gastronómicas. Éxito seguro.