La combinación de joyas, pieles y vestidos de fiesta funciona mejor por separado que todo junto
A juzgar por las revistas de moda y los escaparates navideños, estos días deberíamos salir a la calle con vestidos de noche, pieles de chinchilla y enjoyadas hasta el moño ¡divinas de la muerte! Por supuesto, con Chanel nº 5 o algún otro perfume contundente, de esos que deberían advertir del riesgo de desmayo, de lo fuerte que huelen. Según el tópico navideño más común habría que vestirse tal que Alexis Carrington en sus mejores capítulos de Dinastía: cuanto más alto el peinado y más escote, mejor que mejor. Pero la realidad no tiene mucho que ver el tópico y cada vez son menos las mujeres que se visten de fiesta la noche de fin de año.
Quien no se va a esquiar, se mete en una casa rural o cena en casa de algún amigo. Pero vestidas de largo, muy pocas, salvo las jovencitas que sí que van a fiestas. Vamos, que para pasar el fin de año en un parador o en casa de un amigo tampoco te vas a poner de largo. Con un vestidito de cóctel y unas perlas discretas, vas ideal. A no ser que te llames Tamara Falcó y vayas de fiesta en fiesta como mamá, lo normal es que estas fiestas vistas de lo más normalito. Aún suponiendo que te haya tocado la lotería y quieras fardar de pieles y brillantes, ¿dónde vas toda enjoyada??
Las tiendas de ropa saben mejor que nadie que la gente ya no se pone de tiros largos. Lo que se vende ahora es ropa de abrigo: suéters de cuello vuelto (mejor de cachemir), bufandas de lana, chaquetones, botas altas… Es decir, todo lo contrario a ir vestida de burbuja Freixenet, (por cierto, el vestido que luce Gwyneth Paltrow en el anuncio es del diseñador José Miró). Además, muchas tiendas ya ofrecen descuentos entre el 20 y el 30 por ciento para clientes, pero lo que menos se vende es lo de fiesta.
Y sin embargo, estas semanas se suceden las presentaciones de joyas y pieles y se derrochan adjetivos como lujo y sofisticación. El último desfile fue el del peletero Amado, donde presentó no sólo sus habituales pieles, sino también una colección de vestidos de fiesta, hasta el tobillo y con escotes pronunciados, combinados con estolas de pelo largo, como las de toda la vida. Ni visones rasados, ni cortes actuales para llevar con vaqueros. Claro que cada uno sabe que quiere su público y las señoras que asistieron al desfile estaban encantadas. Como complementos, las joyas de Sofía completaron una imagen muy sofisticada, más propia del lujo de los ochenta que de la época actual.
Así las cosas, la combinación de joyas, pieles y vestidos de fiesta, (no confundir con sexo, drogas y rock and roll), funciona mejor por separado que todo junto. Vamos, que si te pones las tres cosas a la vez corres el riesgo de parecer un árbol de Navidad o, peor aún, alguien que se quedó anclada en la época de Dinastía o con los nuevos ricos de la beautiful people. Ante la duda, siempre hay que recordar aquello de menos es más y la ley de la compensación: si llevas joyones, no te pases con los brillos en el vestido. Si te pones el pellejo, mejor combínalo con vaqueros o algún look casual. Y, sobre todo, cuidado pasarse con la laca en el pelo.
Y hablando de minimalismo. La Rosa de Jericó ha abierto un espacio gourmet muy cerca de su pastelería, en la misma calle Hernán Cortés. El concepto es parecido al de las pastelerías Mallorca en Madrid, aunque algo más moderno. También recuerda la estética del fast-food de lujo de Sergi Arola en la calle Velázquez, tan moderno que hasta las servilletas de papel son negras. Los snacks son originales, ligeros y vistosos y en las estanterías hay una selección de productos gourmet: aceite, sales exóticas, botellas de agua de diseño y otras exquisiteces gastronómicas. Éxito seguro.
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