lunes, 25 de agosto de 2008

Una gran fiesta en la que sólo sobraron los famosos

En la fiesta oficial de la Fórmula 1, celebrada este sábado en Viveros, hubo mucho bueno y poco malo. Empiezo por lo malo, por eso de fastidiar un poco. Lo malo fue sin duda la presencia de un grupo de famosos que ni quitan ni ponen a la fiesta, que vinieron cobrando, que no se relacionaron con la gente y que, encima, tuvieron la desfachatez de irse en cuanto cayeron cuatro gotas. Mientras Rita Barberá, Ángel Acebes, Soraya Sáenz de Santamaría, Vicente Rambla , Ricardo Costa y empresarios como Rafael Ferrando, Alberto Catalá o Arturo Virosque aguantaban el chaparrón con sentido del humor y elegancia, tanto ellos como sus acompañantes, los que habían venido previo talonario se largaron de la fiesta antes del segundo plato. Es verdad que la cena era al aire libre, en un escenario idílico si no fuera por la inoportuna lluvia.

Arturo Valls fue de los pocos que tuvo un comportamiento decente y aguantó la lluvia con una sonrisa. También la novia de David Bisbal, Elena Tablada, con la que compartí confidencias en el baño: me contó que su chico tenía otitis y no había ido a la cena porque tenía que ponerse bueno para un concierto este jueves. Otros no tuvieron tiempo ni de ir al baño. La cantante Marta Sánchez, que llegó con cara de pocos amigos y apenas dirigió la palabra a sus compañeros de mesa, se largo en cuando empezó a llover, ni probó la cena. Y no fue la única. De entre los peores, un tal Asdrúbal, conocido por ser novio de Bibi Andersen, que llegó a la cena vestido por su enemigo, sin chaqueta, y miraba por encima del hombro como si la fiesta no fuera con él. Yo tuve la suerte de compartir mesa con otros llamados vips, como el actor Eloy Azorín, que no abrió la boca en toda la cena; María Pineda, más simpática, y la miss María Reyes, que habló algo más. Menos mal que también estaba el bailarín Rafael Amargo, que por lo menos contó un par de chistes y cotilleos y estuvo muy gracioso. Pero él también abandonó antes del postre. Me pregunto si hubiera hecho lo mismo si la fiesta se hubiera celebrado en su pueblo, Granada. A buenas horas se iba a largar a casa por cuatro gotas de agua. Conclusión, que esta gente famosa que viene para animar la fiesta bajo contrato, viene obligada, no muestra el mínimo interés ni por el motivo de la fiesta.

Y ahora, lo bueno, que fue mucho a pesar de los famosos. Por seguir con la gente conocida, hay que decir que los de aquí dieron la talla, se quedaron hasta el final a pesar de la lluvia y hasta el pianista Michel Camilo, que tiene varios premios Grammys detrás, fue capaz de actuar en condiciones que otros abrían rechazado, ya que por culpa de la lluvia el parque se quedó sin luz para la acústica y tuvieron que tocar y cantar sin amplificadores. El resultado fue espectacular, no se oía un murmullo, y mira que es difícil siendo una cena al aire libre y en Viveros. Pues aún así, emocionó escuchar el Himno a Valencia por el coro de Valencia y el grupo de Jazz de Ximo Tebar. Mayrén Beneyto, muy juvenil con un minivestido de seda negro y leggins, se levantó a aplaudir emocionada por la actuación. Y lo mejor llegó después, con el baile de Jacobo Espina Conde, hijo de Rosa Conde y bailarín del Circo del Sol. Nos contó que había estado trabajando muchos años en Las Vegas, con una carrera de éxito prometedora, pero se había cansado y prefería volver a Europa aunque su caché no fuera tan elevado. Había que verlo contorsionándose como si fuera una bailarina con la danza del vientre. Nunca había visto a un bailarín con la flexibilidad de este hombre.

A pesar del fallo eléctrico, la actuación de Gospel tampoco se fue al traste, el grupo inglés demostró profesionalidad y se lanzó a cantar a capella y sin más herramientas que sus potentes voces. Qué monstruos. La gente se puso a bailar a su alrededor y a dar palmas al compás del ritmo porque el grupo de voces negras eran capaces de poner en pie a un centro de la tercera edad enterito. Total, que la noche fue creciendo en diversión y buen rollito y los invitados estuvieron de lo más animados, poniendo al mal tiempo buena cara. Allí estaba lo más de lo más de la sociedad valenciana, empresarios, deportistas, actores, políticos… Entre ellos, la Presidenta de las Cortes Milagrosa Martínez; la Consellerera de Agricultura Maritina Hernández; el Presidente de Bancaja, José Luís Olivas; el de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus; Ángel Villanueva, de Bancaja; la concejala María José Alcón, Alicia de Miguel, Jorge Martínez “Aspar”, Fernando Roig con su señora; Pilar Puchades, de Chapeau, Cuchita Lluch… Vamos, media Valencia. Y los modelitos de las señoras, a la altura. Ví un Lanvin rojo fantástico, un Loewe estampado de seda precioso, un Matthew Williamson espléndido y un Montesinos espectacular.

La cena también fue un acierto, nada pesada ni escasa, con flan de foi y gelatina de ron, bogavante con ravioli de buey y una merluza deliciosa. Y después del concierto, las copas. Jaimote DJ tampoco pudo actuar porque la lluvia había empapado el suelo y los equipos peligraban. Los famosos se fueron –ellos se lo perdieron-, pero la gente de aquí estaba animada y bailo hasta las tantas, aunque no hubiera DJ estrella. Hasta la zona de copas se acercaron Rafa Pérez Higón, de Emporio Armani; José Cosme, el hijo de Presen Rodríguez; Maribel Vilaplana, la presentadora de Matí Matí, con un vestido de seda muy Pucci, y también los diseñadores Francis Montesinos y Alex Vidal. A estas alturas de la fiesta, poco importaba que no quedase ni un famoso en la fiesta: ni Nieves Álvarez, ni Paz Vega –delgadísimas las dos, por cierto- ni María Reyes ni Asdrúbal, desde luego. Menos mal que estaban los de aquí para dar la talla, gente como el actor valenciano que interpreta el papel de Don Víctor, el carismático marido de Asun en la serie “La Alquería Blanca” y que anunció que en septiembre se reanudaban los capítulos con la segunda temporada.

Nadie les echó de menos a los vips que se fueron a la primera de cambio. A ver si la próxima alguien se da cuenta de que los famosos, mejor en casa, sobre todo si no tienen nada que ver con el motivo de la fiesta, ni Valencia ni la Fórmula 1.

De perdidos al Hilton
Cuando la Fiesta de Viveros seguía vivita y coleando, ya sin lluvia, alguien dijo que tenía invitaciones para el Amber Lounge del Hilton. Vamos, el club mega privado con la fiesta más exclusiva y sofisticada de la Fórmula 1. Allá que fuimos esperando encontrarnos con Naomí Campbell o el Príncipe de Mónaco, por lo menos. Pues nada, aquello parecía una discoteca sin más, muy bien decorada, eso sí, y con una azafata que te llevaba hasta tu mesa, equipada con botella de Veuve Cliquot y varias bebidas para preparar cócteles. Me aseguraron que la mesa donde nos sentamos, para ocho personas, costaba más de 3000 euros. Yo no me termino de creer que toda la gente que había allí bailando hubiese pagado esa cantidad por acceder al Amber Lounge. Pero bueno, sí ellos lo dicen. De todos modos, se supone que la fiesta del sábado no era la vip, que lo fuerte sería ayer domingo y que hasta allí se acercaría más de un piloto. Eso sí, el DJ Jackie, una pasada, qué genio, pinchó muchos temas para cuarentones, desde Yazoo hasta Duran Duran y no dejó que la pista flojeara ni un solo minuto. Con razón dicen que se lo rifan en St Tropez, Rimini, Ibiza y Londres.

Se vende glamour

Las fiestas de Fórmula 1 han roto los esquemas de lo que se entiende por glamuroso. El glamour que rodea a la Fórmula 1 es un poco desconcertante, al menos para una chica de pueblo como servidora. Porque vamos a ver, que yo sepa a una fiesta glamurosa o invitas o te invitan; o eres anfitrión o eres invitado. Cuando alguien llega al pueblo y quiere hacerse notar, lo suyo es que invite al cura, al médico, al alcalde, al cabo de la Guardia Civil y al resto de fuerzas vivas. Otra opción es que sea el pueblo quien tira la casa por la ventana. Lo que no se ha visto nunca -excepto en las fiestas de noche vieja que de glamurosas tienen lo que la Berrocal de recatada- es que alguien llegue al pueblo, organice una fiesta y cobre por asistir. Para más inri, el dinero recaudado no se destina a una buena causa, sino que se lo tira alguien a la saca el organizador… "cosas veredes Sancho".

Pues en esas estamos. El sábado, en los Viveros, se celebró la "Fiesta oficial" del Circuito Urbano de Valencia. Y allí fuimos una servidora, que se coló de rondón, y quienes se supone que son lo más granado de la sociedad valenciana, previo pago de seiscientos euros. Como justificación al precio de la tarifa se anunciaba la presencia de gente como Paz Vega y Marta Sánchez, que deben saber de motores lo mismo que de física cuántica. Los pilotos no estaban ni se les esperaba porque ellos están citados a otra fiesta, la de esta tarde en el Hilton: siete mil euros para ocho personas y la caja a la saca de una tal Sonia Irving, la espabiladísima hermana de un antiguo piloto que se está forrando vendiendo glamour como quien vende terapias de yoga. Claro que lo de la tal Sonia es de aupa, resulta que a los chicos de la prensa nos invita a "presenciar los preparativos de la fiesta", que no a la fiesta, no vaya a ser que un cámara o un fotógrafo roce el hombro de los elegidos a asistir al evento y le contagie una septicemia… "cosas veredes Sancho".

Claro que hay en el mundo de la Fórmula 1 hay opciones más baratas para comprar exclusividad. Durante todo el fin de semana, en LÙmbracle se puede asistir, por 20 euros, a las fiestas que está organizando el club de Billionaire de Flavio Briatore. Pues eso, la que quiera sentirse distinguida no tiene más que pagar veinte euros… "cosas veredes…". Y no hay que olvidar las fiestas que se organizaron entorno al evento sin estar vinculadas directamente a la Fórmula 1. A destacar la de la cadena de Televisión Fashion TV. Un barco grande pero decrépito, que recordaba más a una antigua casa de citas que a un yate, amarrado en la Conchinchina, sin indicación alguna para llegar, con no más de cincuenta invitados, todos ellos con cara de víctimas en aquel ambiente "tóxico" que fue como lo definió mi amiga Esther. Y amenizando la fiesta, el dueño de la cadena, un tal Michael, que lleva en la barriga la producción de Heineken de un par de meses, ennoviado con una jovencita asiática de diecinueve con ambiciones de bailarina de ballet.

Menos mal que los desfiles de Presen Rodríguez y Javier & Javier, lo mejorcito de la moda valenciana, dieron a la noche un toque de elegancia y buenas maneras. En fin, os dejo que es sábado por la tarde y tengo que ir a ponerme mona para la fiesta de Viveros. Ya os contaré como queda, si no cojo una pulmonía, porque voy a ir monísima de la muerte con un vestido de lentejuelas de Javier & Javier pero amenaza frío y lluvia, y creo que mi viejo Barbour desentonaría un poco. Con todo y con ello, qué demonios, la Fórmula 1 ha despertado a una ciudad a la que ya se le había pasado la resaca del Copa del América y necesitaba un revulsivo como este. Tenemos glamour y si no puede ser gratuito, lo tendremos que pagar. ¿Qué se le va a hacer?

martes, 19 de agosto de 2008

¡Que vienen los ricos!

Es injusto, tremendamente injusto, que la Fórmula 1 llegue a Valencia cuando la economía del ciudadano medio está más negra que el futuro de la Baronesa Thyssen como decoradora (véase el último número de Hola… ¡qué horror!). Los yates de los megaricos de medio mundo atracando en la Malvarrosa y las pobres mundanas como yo estirando la tarjeta para comprar un cinturón de cien euros, si es de cincuenta mejor, que le dé un nuevo aire al modelito que estrené el año pasado en la Copa del América y que ya está más visto que las piernas de la Obregón.

Uff, y mientras tanto, las tiendas fashion de Valencia sacando novedades a tutiplén para ver si le venden algo a las ricachonas rusas, porque una vez admitida la crisis hasta por Zapatero, los de aquí no tenemos ni para tabaco; los restaurantes con reservas hechas desde hace meses; en los hoteles no cabe un alfiler, y hasta Casadecor, la feria de la decoración, abrirá justo antes del Gran Premio en el edificio Docks, al ladito del circuito urbano. ¿Se acercará Anita Aznar con su señor marido Alejandro Agag para redecorar su casa pija en el barrio londinense de Chelsea? ¿Elegirá Raquel del Rosario, señora de Fernando Alonso, interiorista para su nidito de amor en Asturias? ¿Veremos a Elisabett Gregoraci, casada con Flavio Briatore, eligiendo colcha con estampado de leopardo? ¿O al propio Flavio buscando ideas para la decoración de su club Billionaire en Porto Cervo? ¿Veré a Ana Botella intercambiando impresiones sobre azulejos de cocina con Nuria González, señora de Fefé?

Esto de que Valencia se parezca cada vez más a Mónaco me trae loca. No sé cómo organizar mi agenda para no perderme detalle, con tanto vip suelto por la ciudad. Lo mejor será establecer el centro de operaciones en la Plaza del Patriarca, si alguien sale de compras seguro que pasa por Hermès, Vuitton o Loewe. Y del shopping al Paddock Club, el sitio megavip para ver la F1. Allí da igual que caiga un sol de justicia, porque el espacio está acristalado y con aire acondicionado. Vamos, que no es lo mismo ver la carrera desde una tribuna 22, con 40 grados a la sombra a las 2 del mediodía un 24 de agosto, que fresquito en el paddock club, con servicio de catering y plaza de parking privado. Llegas como una señora, te sientas en tu asiento cómodo y pides que si un poquito de jamón o un vinito bueno para animarte, y ya pagará alguien, que eso del dinero es cosa de los que se han quedado afuera. Y cuando termina el Premio, te vuelves a tu hotel de cinco estrellas, llámese Hilton, Las Arenas o Westin, y te arreglas para salir de fiesta por la noche con un ejército de asistentes personales, desde peluqueras a maquilladores.

Y por la noche, ale, al desenfreno. Las fiestas de la Fórmula 1 son del estilo a las que organiza Flavio Briatore en su club Il Billionaire en Porto Cervo, Cerdeña, y donde se reúne gran parte de la jet set durante los veranos italianos: actores, jeques árabes, deportistas famosos, y por supuesto, modelos, muchas de ellas ex novias de Briatore: Naomi Campbell, Heidi Klum, Elle Macpherson, Eva Herzigova o la actual Elisabetta Gregoraci), diseñadores como Valentino, empresarios e industriales de éxito, herederas como Fiona Swarovski, músicos, y también millonarios rusos, como Tariko Roustam, propietario de Vodka Imperia. «Billionaire es más que un club, es un estilo de vida», decía Alessandra Cicogna, la jefa de prensa de esta discoteca. Bueno, pues nada, yo mañana me voy a trabajar duro, a ver si de aquí al sábado que viene me gano los seiscientos euros para entrar en la fiesta de Viveros o al Amber Lounge del Hilton, lo más parecido al Billonaire en Valencia.

lunes, 11 de agosto de 2008

De cena por 600 euros

Creo que el fin de semana de la Fórmula 1 me voy a quedar sin fiesta. Por lo pronto, no puedo pagar los 600 euros que cuesta el cubierto de la fiesta oficial. Ni siquiera los 250 de la barra libre. Tampoco me llega para los 195 euros la cena en el restaurante del Hilton, ni los 3.280 por cabeza que cuesta el acceso al Paddock Club. Lo de los 7.000 euros la mesa de ocho personas del Amber Lounge, ni me lo planteo. ¡Está la cosa como para invitar a los amigos!… Ay, cómo echo de menos la Copa America, allí las fiestas eran con invitación, algo más elegante que cobrarte 600 euros el cubierto. Si Prada o Vuitton organizaban una fiesta, sólo necesitabas el tarjetón. Aquí, la tarjeta sólo te sirve si es de crédito. A no ser que seas familia de Ecclestone, tendrás que pagar religiosamente por la mesa, el mantel y las copas. Yo creo que tiene que ver con la Fórmula 1, que digan lo que digan es mucho más macarrilla que la Copa América.

Total, que no podré ir a ninguna de las fiestas de la Fórmula 1 porque en todas es igual, olvídate de entrar sin pagar. La noche del sábado 23 habrá overbooking de fiestas y cualquiera de ellas será una pasada porque nadie se atreve a hacer algo mediocre con la Fórmula uno. Esa noche se celebra en Viveros la fiesta oficial de Valmor, la empresa que gestiona el circuito en Valencia. Para asistir, sólo necesitas los 600 eurines de la cena, preparada por Seina Cocotte, o los 250 de la barra libre. Actuarán el pianista Michel Camilo y los grupos Naturally 7 y uno de Gospel. La música les ha quedado un poco fallera, porque eso de mezclar el himno a Valencia y el de Europa en clave de jazz, gospel y clásica suena un tanto rocambolesco. Si a eso le sumas la actuación de DJ Jaimote, pues no se yo qué decir… Pero bueno, allí estarán todos los vip y será la fiesta con más gente de Valencia, por eso de que los que la organizan son de aquí.

Además de la de Viveros, se celebrarán otras organizadas por empresas - BMW o Volkswaguen-, otra en L'Umbracle y, ¡ay!, las que montarán ricos venidos de medio mundo en sus megayates atracados en el Puerto para presumir ante sus invitados. Esas serán de aquí te espero, uff, que guay, además en esos yates, fresquitos y con servicio a tutiplén, es donde mejor se ven las carreras, a menos de seis metros de distancia. ¿A qué fiesta irá Bernie? Dicen que él, y alguno más, irá yendo y viendo de una fiesta a otra con su chófer, algo habitual en la Formula uno.

Pero la fiesta más vip del finde será la que se celebre en el Hilton la noche del domingo, un fiestón que es ya tradicional en todas las ciudades con premios de Fórmula 1, como Barcelona o Mónaco. El Hilton se transformará en el Amber Lounge, un club vip que va allá donde hay Fórmula 1 y que tiene hasta su propia decoración, de manera que al Hilton no lo reconocerá ni su director. El nuevo local tendrá distintos ambientes y zonas, desde restaurantes a lugar de copas. Para acceder, habrá que pagar a tocateja los 7.000 euros que cuesta la cena buffete para ocho personas - irán por la jero los pilotos y algunos vips o famosos-. Y dicen que la fiesta tiene tanto tirón, que todo el mundo paga sin rechistar. El fiestón durará todo el fin de semana, pero el momento fuerte será la noche del domingo 24, después de la competición, y allí estarán todos los pilotos, patrocinadores, Ecclestone como no, y seguro que el Presidente Camps y Rita Barberá se acercarán a saludar. No faltarán tampoco los accionistas de Valmor, como Fernando Roig y mucha gente vip de la que está en los Paddocks Club, donde por unos 3.200 eurines de nada puedes codearte con el padre de Hamilton y otros super vip. Vaya, ¡tampoco me llega!

domingo, 3 de agosto de 2008

Veranito de mis amores

El verano tiene un lado feo: antes o después acabas encontrando un rato para cuestionarte tu existencia. Primero valoras si tu vida es lo que querías y, si no pasas ese examen, apaga y vámonos; mejor llamar al trabajo y exigir la inmediata suspensión de las vacaciones. Si superas la prueba, si crees que pese a todo tu vida no está del todo mal, llega la segunda parte: durante las largas horas de tedio y ocio acabas yendo al espejo más de lo normal; y ahí si que no se escapa ninguna: el tiempo pasa, te guste o no, y este año tienes uno más que el pasado. El pilates, la dieta y el fondo de armario apuntalan mal que bien lo que el tiempo se empeña en destruir, y ahí estás tú, una y otra vez mirándote al espejo y preguntándote para qué demonios te has gastado la paga extra en ropa si llevas un mes con bañadores y vestiditos de andar por casa. Las pocas veces que sales a cenar acabas poniéndote cualquier cosa, “total con el calor que hace, ¿qué más da?”

Además, es que en la playa no puedes salir arreglada y con tacones, queda de pueblo total. Lo que mola es el desaliño estudiado, el rollo ibicenco con vestidos sueltos, sandalias de dedo y melenas al viento. Vamos, si hasta para ir de boda hay que vestir hippie. Véase si no la boda de Caritina Goyanes en Ibiza, el look triunfador fue el maxivestido estampado, sin más complementos que unos enormes pendientes. Así iban Nieves Alvarez, Vicky Martín Berrocal, Nuria González, señora de Fefé; Mónica Silva, idem de Pepe Barroso. ¿Se habrían llamado antes por teléfono para ponerse de acuerdo? De todos modos, lo suyo no vale, porque sus vestidos están firmados por Gucci, Missoni, Blumarine y Fendi. Menudo morro. ¡Así cualquiera!

Conseguir el look desarreglado y natural sin tirar de visa… ahí te quiero ver. Eso de que con un kaftan de mercadillo y unas pulseritas puedes ir mona funcionará a los 18, pero a los cuarenta ni de casualidad. Además, estoy harta de los puestos callejeros, donde supuestamente encuentras vestiditos ideales por diez euros. Mentira cochina. Raquel, una de mis blogueras preferidas, contaba en su blog (raquel-gratistotal.blogspot.com) que en una playa valenciana se encontró el típico puesto de pareos, caftanes y pendientes presuntamente étnicos y se quedó alucinada cuando vio que todo era Made in China. Vamos, que de artesanal tenían lo que la Pantoja de moderna…

Y así, entre mercadillos y pulseritas hippies, van pasando los días y una tarde descubres que tu problema no sólo es el fondo de armario, sino el pelo, ese maldito pelo con el que estás condenada a convivir: primero lo querías liso, luego lo querías corto, luego pensaste que mejor largo y entre tanto aparecieron las primeras canas y con ellas llegó el desastre. Primero las tapaste, fatal, se notaba a la legua; luego decidiste ponerte mechas; peor, acabaste con un pelo que ni era rubio ni moreno; luego pensaste que lo mejor sería recobrar el color original pero ya era tarde, las raíces y las puntas se pegaban de patadas como unos zapatos de tacón y unos calcetines blancos. Y ahí estás visitando peluquerías: Pascual, Llongueras, Toni & Guy, y al final, la de debajo de tu casa, que cobra 12 euros, acaba siendo la mejor, sólo comparable a Jacques Dessange en Claudio Coello de Madrid, sólo que allí te sacan 35 pavos por lavarlo y otros 35 por un champú que no atreves a rechazar por si piensan que eres pobre. Y te vas de allí con la misma cara de idiota que se te quedó el día en el que un pequinés asqueroso decidió hacer pipí sobre tu bolso de Vuitton mientras su estúpida dueña te pedía perdón con una sonrisa. Vaya, que sí, que me encanta el verano, veranito de mis amores…

sábado, 2 de agosto de 2008

Xabia, Denia, Cullera y Gandia

Que la operación de Villalonga en el Valencia haya salido mal tiene un efecto colateral muy grave: no vendrá su mujer, Adriana Abascal, la actual diva del glamour hispano y digna sucesora de la Presley. Hubiese estado bien saber donde hubiese puesto su palmito en verano, porque mira que es estilosa esta mujer, no hay más que ver los modelitos que luce en la exclusiva que dio en Hola la semana pasada. Y dicen que en vivo y en directo todavía impresiona más. Y menudo tipazo que tiene después de dar a luz tres niños. Total, que ahora que Villalonga no se queda en Valencia, nos quedamos sin saber qué lugar de vacaciones hubiera elegido su señora. ¿Xabia, Denia, Cullera?

El glamour valenciano no acaba de encontrar su sitio en agosto. Aquí hace mucho calor y el sudor es al glamour lo que una riñonera al buen gusto. Xabia, Denia y Moraira apuntan maneras de sitios glamurosos, pero les falta algún famoso que las llene de paparazzis. Por lo demás, son pequeñas, están masificadas, hay soportar colas para comprar el pan, no hay comercio pijo, la gente suda, el sudor abrillanta la cara de las mujeres y corre a goterones por las sienes de los hombres; hay atascos para entrar y salir, terrazas mal atendidas, pero eso es algo común a la mayoría de sitios pijos –y no pijos- de playa un mes de agosto. Sí, están las familias valencianas de toda la vida, los hijos de la burguesía que están que trinan porque ellos “que van allí de toda la vida” se sienten acorralados por advenedizos con ínfulas de grandeza y políticos de quinto orden que necesitan estar donde hay que estar incluso en el mes de agosto. Como si el hecho de que tu bisabuelo se comprase una casa a los pies del Montgó te diese algún plus para pasear este verano por la playa del Arenal. A ellos les hubiese gustado que Denia y Xabia fuesen el St. Tropez español. Todo llegará….

La alternativa es saltar en barco a las islas, allí con el rey y su gente, pero tampoco, porque no hay amarres y los que van acaban durmiendo en el barco y llegando a tierra a bordo de una mini zodiac, uff, que poco glamour eso de arribar al puerto en patera remangándote la falda y sacando los zapatos de una bolsa de Mercadona. Además, a mí lo de dormir en el barco, por muy pijo que sea el barco, siempre me ha parecido como dormir en una caravana…

Queda el campo, pero ¿qué campo?... Fontanares sería a Valencia lo que Puigcerdá a Barcelona. Pero no es lo mismo, al fin y al cabo en Fontanares están los Serratosa y cuatro amigos de la familia que se prodigan más bien poco por las calles del pueblo. Habrá que ver si esa urbanización fisna que están montando en Siete Aguas cubre las expectativas del glamour valenciano, pero a priori parece más bien difícil que la hija de la duquesa de la alta cuna deje de ir a Mallorca o Sotogrande y se pase el verano en los montes de Siete Aguas.

Así es que ya puestos habrá que ir pensando en solidarizarse con el alcalde de Benidorm; ¡qué demonios!, al menos por allí se deja ver Belén Esteban y Manolo Escobar, algo es algo. Cullera, El Perelló, Gandía, Benicasim, Burriana o la Pobla de Farnals tampoco parecen malos destinos, al menos ya vas mentalizada a que el bolso de Prada, el vestido Lanvin y los zapatos de Louboutin van a tomarse unas vacaciones y de paso te ahorras una pasta en ropa y en peluquería, que con la que está cayendo es sin duda un valor añadido a tener en cuenta. Y encima, como no tienes tiendas pijas, no caes en la tentación de comprarte un abrigo de piel de cabra en pleno mes de agosto. Claro que no veo yo a Adriana Abascal haciendo cola en el ascensor de uno de los complejos de Florazar.