(María de Villota sufrió accidente muy grave el 4 de julio. Ojalá se recupere pronto)
A que no sabéis, chicas, ¿cuál sería el peor golpe que podríamos asestar al sexo masculino?, uno que sería aún más doloroso que ese en el que todas estáis pensando. Imaginaos que una de nosotras ganase el gran premio de Fórmula 1. ¡Uahh!, eso sí que les dolería. Los hombres de medio planeta plantados delante del televisor viendo como una mujer, con su melena suelta al viento, su minifalda, sus taconazos y su escote, sube al pódium y desde allí arriba riega con champán a sus contrincantes, todos ellos hombres.
Ahí es donde les dolería de verdad. La lucha del feminista por la igualdad ganaría más en diez minutos que en veinte años de gobierno pajinista. En cualquier otra modalidad deportiva de masas, ellos salvan su honor porque hay división de categorías por sexo; pero en la Fórmula 1, no. Ahí sería ganarles de tú a tú, sin diferencias. ¡Qué gustazo!, derrotarles en su último feudo: el de los motores, los mecánicos, la velocidad, las ruedas, el rugido de los tubos de escape, el de los anuncios de maquinillas de afeitar. Además, luego podríamos restregárselo por la cara todos los días poniendo en nuestros coches una fotografía de la ganadora, para hacerles tragar sus palabras cada vez que al volante nos espetan eso de: “…tía tenías que ser”.
Lo tenemos difícil, lo sé, porque desde que se inició el campeonato de Fórmula 1, en 1950, sólo ha habido cinco mujeres que hayan participado, y todas ellas sin pena ni gloria. Ahora hay una sexta, y esta es española. La acaban de fichar de suplente en el equipo ruso Marussia F-1. Se llama María de Villota, hija del piloto español Emilio de Villota. Lo mejor de todo es que María es una mujer fashion, monísima de la muerte, rubia, con tipazo y muy femenina. Vamos, lo que necesitamos arriba del pódium para asestar el golpe definitivo en la sempiterna guerra de sexos.
María está esta semana en Valencia para estar con su equipo. Pero además, es la imagen femenina de la joyería Durán y el jueves estuvo presentando la nueva colección en la tienda de Poeta Querol. Allí, con un vestido negro de lo más estiloso y una espectacular gargantilla de diamantes, nos contó que la Fórmula 1 era un terreno de chicos y que a las pocas mujeres que habían intentado entrar se les había hecho el vacío, pero que nosotras teníamos parte de responsabilidad por no hacer piña como ellos.
María estuvo en el cóctel de la joyería de Durán rodeada por muchas más mujeres que hombres: Laura Fitera, con un vestido que solo puede llevar una mujer más segura de sus encantos que Fernando Alonso de su temple al volante; Blanca Fitera, con uno de sus collares homenaje a Miuccia Prada; Cuchita Lluch, que nos puso a todas verdes de envidia con las perlas que llevaba de Durán, el Doctor Murgui, y Gonzalo Durán ejerciendo de anfitrión.
La semana pasada también vino a Valencia Cari Lapique a presentar la pulsera solidaria de Suárez. El 20 por ciento de la pulsera One va destinado a la Fundación Aladina de Paco Arango, que ayuda a niños y adolescentes con cáncer. Hasta el córner de Suárez en el Corte Inglés, que pilota Mª Victoria Alcázar, se acercaron las presentadoras María Abradelo y Maribel Vilaplana, con un moño estilo Desayuno con diamantes, Emiliano Suárez y el jugador de la Selección Española de Baloncesto Rafa Martínez.
La verdad es que la Fórmula 1 nos cuesta un dineral pero le da a la ciudad un fin de semana de gloria, que falta nos hace. El viernes se celebró en L’Umbracle la fiesta oficial de la F1. No vinieron grandes estrellas como antaño, pero actuó Juan Magán, el DJ que vuelve locas a las quinceañeras. Y hablando de DJ’s, os dejo que me voy al concierto de Pitbull, el DJ que va de chulito machito y machito chulo pero que me encanta.
jueves, 28 de junio de 2012
viernes, 22 de junio de 2012
Europa nos necesita
Nuestros problemas con la prima de riesgo se solucionarían antes si nuestros políticos cambiasen de estrategia. No puede ser que se sigan reuniendo con los líderes europeos en esos despachos enmoquetados, llenos de ordenanzas encorbatados y camareros con pajarita que sólo sirven agua y café. Lo que tienen que hacer es invitar a Merkel, Lagarde, Draghi y compañía a tomar unos gin-tonics en una terraza de verano, por ejemplo a la del Hotel Westin. Les citas al caer la tarde y de entrada te ocupas de alguien les sirva unos mojitos y de que suene música chil out, de que en una esquina haya un coctelero preparando gintonics, un par de chicas monas por aquí, unos cachas guapetones por allá, tumbonas a tutiplén. Vamos, lo típico de una auténtica terraza española; que a hacer lavadoras puede que nos ganen, pero montando terrazas les damos sopas con ondas.
Al cabo de un rato, es posible que Merkel suelte sus caderas, y así como quien no quiere, les dé un par de meneos como para demostrar que ella también tiene un lado desinhibido. Puede que Christine Lagarde, que es bastante más fashion, vaya más allá y se atreva a seguirle el ritmo a un De Guindos crecido en la pista de baile; mientras Mario Draghí se apalanca en la barra del coctelero de gintonics largándole algún rollo sobre su Italia natal.
Y ahí, en ese ambiente, es cuando Rajoy tiene que apretar: “Oye, Ángela, qué tal si dejas de tocar las narices y le dices a Mario que nos compre unos cuantos miles de millones de deuda”. Mientras tanto, Soralla se lleva a Lagarde a tomar unos sándwiches y le recomienda a su peluquero diciéndole que en España tenemos a los mejores estilistas de Europa. En esas, Monotoro, disimuladamente, se acerca a la barra del coctelero y le comenta a Draghi lo bien que se llevan Merkel y Rajoy.
A media noche podrían cambiar de terraza, se van a Mar de Bamboo y allí mirando la mar se lían ya abiertamente a tomar copas y a bailar música de los ochenta. Es entonces cuando Rajoy toma la palabra y hace una loa a España: “Estaréis de acuerdo conmigo, queridos colegas, en que España es una gran nación y que Europa no sería la misma sin estas terrazas”. Yes, of course, another gintonic, please, dirá Draghi. Ja, ja, dirá Merkel mientras le sigue el ritmo bailongo a Montoro.
Al día siguiente sólo faltará sellar el acuerdo. La terraza de la piscina del Hotel Las Arenas, que sirve comidas, puede ser el sitio idóneo. Allí, el chef Rafa Morales, les recibe con un plato de jamón de bellota, un queso curado a la trufa y un buen vino. Sigue discutiendo los términos del acuerdo mientras se toman unos langostinos con mango y unos cubos melosos de verdura. Seguro que para cuando sirvan el postre, han llegado a un acuerdo y luego para celebrarlo se toman todos unos cuantos gintonics.
El jueves pasado se inauguraron las tres terrazas más fashion de Valencia: la del Westin, la de Mar de Bamboo en el Veles e Vents y la de la piscina del Hotel Las Arenas.
El cóctel del Westin reunió a la crema y nata de la sociedad valenciana: Nidita Guerrero con su marido José Antonio Prat, Conde de Berbedel, María José Navarro, la directora de Montblanc, Miriam Agulló, María Dolores Enguix, el diseñador Valentín Herráiz, la periodista Susana Remohí, Iván Martínez Colomer y Ana García... y para picotear una espectacular tabla de quesos, jamoncito del bueno, sushi, zumos fresquito, gintonics a tutiplén y hasta una fuente de chocolate de postre.
No estuvieron Draghi, Lagarde y Merkel. Tampoco en el del Hotel Las Arenas, que a cambio reunió a un grupo de invitados lo más estiloso de Valencia: Ángeles Casanova, Andrés Llobell, Amparo Lopez y German Ros, Esperanza Vila y Rafa Peris, Chelo Cotanda y Héctor Garcia, Nanda botella y Alfredo Montoro, Trini Gracia, Mamen Jofre, Silvia Escolá y Pablo Serratosa, Eugenia Olmos y Antonio Frigols, Luis Lluch, Beatriz Pechuán y Caco Gomez-Lechon, Nicola Seyda, Maritina Hernández, Rafael Alcón, Sally Corell y Ramón Forcos.
Foto: Vicent Bosch
Al cabo de un rato, es posible que Merkel suelte sus caderas, y así como quien no quiere, les dé un par de meneos como para demostrar que ella también tiene un lado desinhibido. Puede que Christine Lagarde, que es bastante más fashion, vaya más allá y se atreva a seguirle el ritmo a un De Guindos crecido en la pista de baile; mientras Mario Draghí se apalanca en la barra del coctelero de gintonics largándole algún rollo sobre su Italia natal.
Y ahí, en ese ambiente, es cuando Rajoy tiene que apretar: “Oye, Ángela, qué tal si dejas de tocar las narices y le dices a Mario que nos compre unos cuantos miles de millones de deuda”. Mientras tanto, Soralla se lleva a Lagarde a tomar unos sándwiches y le recomienda a su peluquero diciéndole que en España tenemos a los mejores estilistas de Europa. En esas, Monotoro, disimuladamente, se acerca a la barra del coctelero y le comenta a Draghi lo bien que se llevan Merkel y Rajoy.
A media noche podrían cambiar de terraza, se van a Mar de Bamboo y allí mirando la mar se lían ya abiertamente a tomar copas y a bailar música de los ochenta. Es entonces cuando Rajoy toma la palabra y hace una loa a España: “Estaréis de acuerdo conmigo, queridos colegas, en que España es una gran nación y que Europa no sería la misma sin estas terrazas”. Yes, of course, another gintonic, please, dirá Draghi. Ja, ja, dirá Merkel mientras le sigue el ritmo bailongo a Montoro.
Al día siguiente sólo faltará sellar el acuerdo. La terraza de la piscina del Hotel Las Arenas, que sirve comidas, puede ser el sitio idóneo. Allí, el chef Rafa Morales, les recibe con un plato de jamón de bellota, un queso curado a la trufa y un buen vino. Sigue discutiendo los términos del acuerdo mientras se toman unos langostinos con mango y unos cubos melosos de verdura. Seguro que para cuando sirvan el postre, han llegado a un acuerdo y luego para celebrarlo se toman todos unos cuantos gintonics.
El jueves pasado se inauguraron las tres terrazas más fashion de Valencia: la del Westin, la de Mar de Bamboo en el Veles e Vents y la de la piscina del Hotel Las Arenas.
El cóctel del Westin reunió a la crema y nata de la sociedad valenciana: Nidita Guerrero con su marido José Antonio Prat, Conde de Berbedel, María José Navarro, la directora de Montblanc, Miriam Agulló, María Dolores Enguix, el diseñador Valentín Herráiz, la periodista Susana Remohí, Iván Martínez Colomer y Ana García... y para picotear una espectacular tabla de quesos, jamoncito del bueno, sushi, zumos fresquito, gintonics a tutiplén y hasta una fuente de chocolate de postre.
No estuvieron Draghi, Lagarde y Merkel. Tampoco en el del Hotel Las Arenas, que a cambio reunió a un grupo de invitados lo más estiloso de Valencia: Ángeles Casanova, Andrés Llobell, Amparo Lopez y German Ros, Esperanza Vila y Rafa Peris, Chelo Cotanda y Héctor Garcia, Nanda botella y Alfredo Montoro, Trini Gracia, Mamen Jofre, Silvia Escolá y Pablo Serratosa, Eugenia Olmos y Antonio Frigols, Luis Lluch, Beatriz Pechuán y Caco Gomez-Lechon, Nicola Seyda, Maritina Hernández, Rafael Alcón, Sally Corell y Ramón Forcos.
Foto: Vicent Bosch
jueves, 14 de junio de 2012
De Poeta Querol a Cirilo Amorós
De entre las muchas desgracias que pueden pasarte en la vida, una de ellas es presentarte en una fiesta vestida como no toca. Por ejemplo, un día sales de casa con tus mejores vaqueros y una blusa coquetona pensando que llevas el look perfecto para ir a la shopening night, una noche de compras, especial eso sí, pero de compras al fin y al cabo. Y cuando llegas a Poeta Querol descubres horrorizada que todo el mundo va vestido de cóctel, ellas con taconazos y vestidos estilosos y ellos con traje chaqueta oscuro y pañuelo en el bolsillo de la solapa. Entonces cuando te hundes en la más profunda de las miserias y piensas: “pero que de pueblo eres, guapa.”
Pues esa era yo, el jueves por la noche. No sabía dónde esconderme: aquello parecía una plaza de París o Milán la tarde de un desfile de Prada o de Vuitton. Loewe estaba más bonita que nunca, llena de amazonas de colores; En Salvatore Ferragamo, su directora María Angeles Miguel, organizó un mini desfile con su precolección de invierno y dio un cóctel con sushi y champagne. Por todas partes sonaba música en directo y hasta actuó el grupo infantil los Breakers en la tienda de niños Cristina.
Allí estaba lo más granado de la sociedad valenciana: las hermanas Fitera, Mayrén Beneyto, Tatiana Monzonís y su cuñada Alicia De Miguel con su chico, Ángel Villanueva, Marcos de Lafuente que iba hecho un dandy, Marisa Martínez, Amparo Ortuño, Carmen Martínez Colomer, María Jesús Puchalt, Iris Lezcano (Anitín en la Alquería Blanca)..., todas arregladísimas de la muerte y yo con mis vaqueros. Hubiese dado media vida porque de pronto un aguacero obligase a todo el mundo a irse a su casa, pero la lluvia no llegaba y yo seguía buscando a alguna hippy despistada que me hiciese compañía. Para colmo de males, me crucé con la Lomana, la reina del glamour, y no se me ocurrió otra cosa que preguntarle de quien era el impresionante modelito que llevaba, a lo que ella, levantando su mirada hacia el horizonte, me respondió: “Que poco fashion eres si no sabes que esto de Dolce Gabbana, el mismo que llevó Scarlett Johansson.”
¡Ale Begoñita!, pensé, di que te duele muchísimo la cabeza y lárgate de aquí con tus odiosos vaqueros. Con mi triste depresión, me fui a la zona del Mercado de Colón, pensando que si allí mis vaqueros también desentonaban, mi futuro era el destierro. Pero allí no había sushi ni champagne, sino mojitos, palomitas, perritos calientes y vaqueros, muchos vaqueros.
Dentro de la Galería la gente comía papas, montones de papas, que Jorge Abadía, de Spantajáparos, había comprado a granel; todo un acierto entre tanto mojito. Un ambiente bien distinto al de Poeta Querol, pero no menos divertido. Afuera, Francis Montesinos no daba abasto para saludar a tanta gente y hasta tuvieron que restringir el acceso a la tienda. Womensecret, Alejandra Montaner, TCN y October eran un trasiego de gente entrando y saliendo, por no hablar de la tienda de Presen Rodríguez, epicentro de la noche, o la de Verónica Montijano, que arrasó con los descuentos.
Un par de calles arriba, en Hernán Cortés, Hannover reunía a los hombres más elegantes de valencia, mientras el coctelero de Belgravia preparaba unos mojitos espectaculares en la tienda de Marta de Diego. Marta acaba de traer en exclusiva la colección de sombreros y tocados de Philip Treacy, el mismo que viste las cabezas de Kate Middleton o Sarah Jessica Parker, y los dejó por toda la tienda para que los probásemos. Hasta Mayrén Beneyto sucumbió al encanto de unos tocados que además de sofisticados, son comodísimos, vamos, que te sientes como si hubieras nacido en la familia Real británica. Eva Marcellán y Esther Barrera se probaron media colección, aunque el de más éxito fue el que llevó Victoria Beckham en la boda de Kate y Guillermo.
Bueno, el caso es que la idea de Maribel Cosme y Yo Dona, de montar noches de compras en el centro de Valencia es un plan genial. Eso sí, el año que viene salgo de casa con tacones y me meto en el bolso unas zapatillas, para dar el cambiazo cuando vaya por el Parterre.
Pues esa era yo, el jueves por la noche. No sabía dónde esconderme: aquello parecía una plaza de París o Milán la tarde de un desfile de Prada o de Vuitton. Loewe estaba más bonita que nunca, llena de amazonas de colores; En Salvatore Ferragamo, su directora María Angeles Miguel, organizó un mini desfile con su precolección de invierno y dio un cóctel con sushi y champagne. Por todas partes sonaba música en directo y hasta actuó el grupo infantil los Breakers en la tienda de niños Cristina.
Allí estaba lo más granado de la sociedad valenciana: las hermanas Fitera, Mayrén Beneyto, Tatiana Monzonís y su cuñada Alicia De Miguel con su chico, Ángel Villanueva, Marcos de Lafuente que iba hecho un dandy, Marisa Martínez, Amparo Ortuño, Carmen Martínez Colomer, María Jesús Puchalt, Iris Lezcano (Anitín en la Alquería Blanca)..., todas arregladísimas de la muerte y yo con mis vaqueros. Hubiese dado media vida porque de pronto un aguacero obligase a todo el mundo a irse a su casa, pero la lluvia no llegaba y yo seguía buscando a alguna hippy despistada que me hiciese compañía. Para colmo de males, me crucé con la Lomana, la reina del glamour, y no se me ocurrió otra cosa que preguntarle de quien era el impresionante modelito que llevaba, a lo que ella, levantando su mirada hacia el horizonte, me respondió: “Que poco fashion eres si no sabes que esto de Dolce Gabbana, el mismo que llevó Scarlett Johansson.”
¡Ale Begoñita!, pensé, di que te duele muchísimo la cabeza y lárgate de aquí con tus odiosos vaqueros. Con mi triste depresión, me fui a la zona del Mercado de Colón, pensando que si allí mis vaqueros también desentonaban, mi futuro era el destierro. Pero allí no había sushi ni champagne, sino mojitos, palomitas, perritos calientes y vaqueros, muchos vaqueros.
Dentro de la Galería la gente comía papas, montones de papas, que Jorge Abadía, de Spantajáparos, había comprado a granel; todo un acierto entre tanto mojito. Un ambiente bien distinto al de Poeta Querol, pero no menos divertido. Afuera, Francis Montesinos no daba abasto para saludar a tanta gente y hasta tuvieron que restringir el acceso a la tienda. Womensecret, Alejandra Montaner, TCN y October eran un trasiego de gente entrando y saliendo, por no hablar de la tienda de Presen Rodríguez, epicentro de la noche, o la de Verónica Montijano, que arrasó con los descuentos.
Un par de calles arriba, en Hernán Cortés, Hannover reunía a los hombres más elegantes de valencia, mientras el coctelero de Belgravia preparaba unos mojitos espectaculares en la tienda de Marta de Diego. Marta acaba de traer en exclusiva la colección de sombreros y tocados de Philip Treacy, el mismo que viste las cabezas de Kate Middleton o Sarah Jessica Parker, y los dejó por toda la tienda para que los probásemos. Hasta Mayrén Beneyto sucumbió al encanto de unos tocados que además de sofisticados, son comodísimos, vamos, que te sientes como si hubieras nacido en la familia Real británica. Eva Marcellán y Esther Barrera se probaron media colección, aunque el de más éxito fue el que llevó Victoria Beckham en la boda de Kate y Guillermo.
Bueno, el caso es que la idea de Maribel Cosme y Yo Dona, de montar noches de compras en el centro de Valencia es un plan genial. Eso sí, el año que viene salgo de casa con tacones y me meto en el bolso unas zapatillas, para dar el cambiazo cuando vaya por el Parterre.
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