miércoles, 25 de enero de 2012

En Madrid ya no nos quieren

En Madrid ya no nos quieren, snif snif; el poder valenciano ha muerto, snif snif; Rajoy no mira a Valencia ni para buscar a los bedeles, snif snif. Nos ha pasado como a Iñaki Urdangarín, antes éramos la niña guapa de la clase y ahora somos aquella gamberra que ninguna madre quería de amiga para su hija.

Es más, te vas a Madrid, y en cuanto dices que eres de Valencia te miran con cara de pena y te dicen, “uff, qué mal están las cosas allí, ¿no?” Y entonces te hablan de la escultura de Carlos Fabra, de las farmacias que no cobran, de la Fórmula 1, de los colegios…

Pues mira, que le chinchen a Madrid, si ellos no nos quieren, nosotros ya nunca nunca más iremos de compras a Madrid, que para algo tenemos mejores tiendas que ellos. Prometido por Snnopy.

Vamos, que si nos ponemos a comparar, Chapeau no tiene nada que envidiar a la madrileña Ekseption; Gran Vía 20 no es menos chic que la famosa Yube del barrio de las Salesas. El Mundo al revés es perfectamente equivalente a la madrileña Mott; Y Alejandra Montaner tiene en su tienda unas firmas ibicencas como Anupassa o la inglesa Joseph que ya quisiera más de una niña bien del barrio de Salamanca. Por no hablar de la selección de firmas de lujo de Verónica Montijano, Patos, Hannover o Torresgastón.

Aquí ya no abrimos aeropuertos ni circuitos, pero en tiendas seguimos en la vanguardia nacional. Y además no paran de abrir nuevas. En Cirilo Amorós se acaba de instalar The Black Swan, una firma que revisa la tradición clásica inglesa con un toque moderno, como El Ganso. La decoración de la tienda es de lo más coqueta. En una de las paredes, está pintada la leyenda del Cisne Negro, una historia de un amor perdido en la que el cisne simboliza el recuerdo infinito entre los amantes.

También con un estilo british, pero clásico, acaba de abrir en Sorní la firma Vilagallo, fundada por dos españolas amantes de los clásicos ingleses: chaquetas de cuadros entalladas, estampados florales y vestidos con telas liberty.

La última gran incorporación a nuestra agenda de tiendas ha sido Coach, que ha abierto en el Corte Inglés de Pintor Sorolla. Coach es la firma de bolsos preferida por las neoyorkinas que llevan actrices como Gwyneth Paltrow, Jessica Alba, Charlize Theron, Eva Longoria o Sandra Bullock. Vamos, lo más de lo más en bolsos sin necesidad de vender la estatua de Carlos Fabra para pagarlos. Los bolsos se reconocen por su logo en forma de carruaje, por el cierre turnlock y las correas-mosquetón y tienen un montón de modelos todos de lo más estilosos.

El director creativo y diseñador de la firma se llama Reed Krakoff, y aunque no es muy conocido en España, en Estados Unidos es el amo del diseño de complementos. Ganó el prestigioso premio CFDA al mejor diseñador de complementos en los años 2001 y 2004.

Lo bueno de esta época del año es que todavía puedes aprovechar los últimos coletazos de las rebajas y hacerte con uno de los abrigos de paño reversibles de Marta de Diego o los clásicos de cashmere de Max Mara. Una inversión. Este año, Rosa Morera se ha traído la edición Max Mara Atelier, una colección de ropa que roza la alta costura, con paños de lujo, cuellos de visón y cortes inspirados en los clásicos trajes de cóctel. ¡Y lo mejor es que también están rebajados!

Ah, que no se me olvide, el domingo se celebró en el Teatro Principal la Pasarela Alma, un festival dirigido por Francis Montesinos que mezcla moda y actuaciones musicales a beneficio de la Fundación Aixec. Colaboran los diseñadores Carlos Haro, Dolores Cortés, Higinio Mateu, Valentín Herráiz, Jaime Piquer, Noelia Navarro, Zambrano, y un montón más, ¡todo sea por una buena causa! Que no se diga que también hemos perdido nuestra generosidad y corazón.

jueves, 19 de enero de 2012

Indignadas

Con la que está cayendo, hacer ostentación del lujo es un poco aberrante. Claro que hasta para eso hay clichés y prejuicios. A los hombres se les consiente más que a las mujeres. Ellos pueden gastarse sesenta mil euros en un coche, sin ser acusados de frívolos. Nosotras nos gastamos dos mil en un abrigo y en cuanto se corra la voz alguien nos acusará de mal gastadoras, caprichosas, pijas, frívolas, insensatas y vaya usted a saber qué más… Bibiana y Leyre se dejaron esto por arreglar.

Viene esto a cuento de que Canal 9 emitió el lunes un reportaje de Societat Anònima del que todavía se está hablando. Se titula “no sé que es la cuesta de enero” y lo protagoniza gente que no está sufriendo la crisis, ricos que van a esquiar a Baqueira en temporada alta, mujeres pastosas estilo Carmen Lomana que presumen de gastar 10.000 euros en una pulsera “porque yo lo valgo y me lo merezco” y un grupo de amigas que compran bolsos de cocodrilo a 3.000 eurines de nada, ¡una ganga!

Salían mujeres manteniendo conversaciones de lo más frívolas; y entre risas y bromas se jactaban de no tener problemas para llegar a fin de mes. La verdad es que tú estabas en casa, con tu pijamita, después de haber dado de cenar a los niños y te quedabas un poco de piedra: ¡Dios mío, qué hacen esas ahí diciendo esas cosas, y yo sin saber cómo demonios voy a pagarle mañana al peluquero! La cosa era aún más grave si estabas viendo el reportaje con tu santo esposo, siempre cabreado por el estado de las cuentas familiares, que lanzaba gritos de indignación y pedía por favor que alguien cambiase la cadena.

Lo más sangrante fue una señora, de unos sesenta, que salía alardeando de comprar la de la pulsera de 10.000 euros. Me juego mis leotardos de Hello Kity a que era una actriz, porque nadie en su sano juicio, excepto la Lomana, puede hacer tanto el tonto en tampoco tiempo.

Lo malo del reportaje no es la visión frívola que transmite del sector del lujo, lo peor es la lectura tan simplona y fácil que se hace de las mujeres que lo consumen. La mayoría no buscan logotipos, ni hace ostentación de lo que ha costado, más bien al contrario, buscan la discreción y el anonimato, salvo cuatro tontas. Por eso la mayoría de las que salieron están indignadas y han puesto a Dios por testigo de que jamás volverán a dejarse grabar por Canal 9. Ni ellas ni las tiendas.

Un vestido de Prada o Celine es un lujo que nadie necesita para vivir. Pero la verdad es que si vas sobrada de pasta, te gusta tenerlo porque son piezas de calidad y diseño, con patrones muy trabajados, tejidos innovadores y confección impecable; ni las mujeres son estúpidas por gastar 1.000 euros en un vestido ni ellos lo son por gastar 40.000 en un coche.

Además, a cualquiera de nosotras nos pueden grabar hablando con las amigas mientras vamos de compras y podemos parecer las más frívolas del mundo mundial. Y si encima aparecemos bebiendo Möet, nos echan tomates como a Ramoncín. Si no que se lo digan a nuestro ex presidente y a Álvaro Pérez.

El mismo lunes que se emitió el reportaje, Laura Fitera celebraba en su casa una pequeña fiesta en su casa. “Nos pusimos guapas, reímos muchísimo, merendamos, brindamos con Champaña y dejamos fuera a esta maldita crisis y este año 2011 que tan duro ha sido para muchas. A la merienda fueron Pilar Vázquez, Emi García–Cueco, Mamen Rivas, Inmaculada Sobrino, Marisa Diez-Cisneros, Ángeles Fayos, Marta Conesa, Blanca Fitera, Dulce Jiménez, Matilde Conesa, Mª José Navarro, Elvira Cátala, Amparo Lacomba, Mª José Albert y Marisa Marín, “todas ellas mujeres inteligentes, cultas, valientes y luchadoras”, dice Laura.

“Las mujeres, cuando estamos solas, sacamos a la luz facetas ignotas de nuestra personalidad que no mostramos ante los hombres, esto sigue siendo así en pleno siglo XXI”, dice Laura. Vamos, lo mismo que ellos cuando se juntan más de cuatro en torno a unas cuantas cervezas y hablan de lo mismo que hablaban cuando tenían trece años: de mujeres, que nunca se fijarán en ellos, de coches, que nunca tendrán, y de fútbol, al que ya nunca volverán a jugar… ¡Que frivolidad!

jueves, 12 de enero de 2012

Pon un personal shopper en tu vida

Lo único que esta endemoniada crisis no recorta son los kilos de más que te metes en el cuerpo en cuanto bajas la guardia. Lo demás todo se ha desplomado y lo peor es que al parecer todo esto no ha hecho más que empezar. Así es que habrá que afinar en nuestras compras, si antaño te comprabas algo y luego sólo te lo ponías un par de veces porque no te acababa de convencer, lo arrinconabas en el armario y te olvidabas pronto de tu metedura de pata. Ahora si te equivocas, estás muerta: nuestros presupuestos van a estar más ajustados que las minifaldas de Terelu Campos.
Esta es la primera semana de rebajas y probablemente nuestra última oportunidad en mucho tiempo de hacer un par de compras. Porque, que nadie se equivoque, las rebajas ya no son lo que eran: a partir de ahora ya no vale lo de salir a buscar chollos, ahora hay que acertar, no sirve el chollo inútil, el abrigo de plumas de marabú al 70% que sólo vas a ponerte una noche. Hay que eliminar lo superfluo: el campismo ha muerto y con él las fiestas de lujo, despilfarro y esplendor. Estamos en la era rajoniana y hay que optimizar cada céntimo de euro para que no salga Soraya con su pelo cardado y su semblante serio, tipo Margaret Thatcher, a echarnos la bronca.
Chicas, hay que volver a la mentalidad de nuestras madres: dejemos a un lado los taconazos altos que sólo nos ponemos una vez al año, volvamos al mocasín de toda la vida y al twin-set que igual sirve para ir a trabajar que para ir deslumbrar a tu hombre la noche de los enamorados. Adiós a los tratamientos de peluquería de ciento cincuenta euros que se echan a perder en cuanto te lavas le pelo, volvamos al tradicional “corta sólo las puntas”.
La que ande un poco perdida, la que no sepa muy bien si a su color de pelo natural, le queda mejor el verde que el rojo, lo que puede hacer es ponerse en manos de un personal shopper, que aunque en principio pueda parecer un lujo, en realidad puede ser una buena inversión. Algo así como contratar a un asesor financiero para que saque seis pesetas de un duro.
Los personal shopper nacieron en Estados Unidos. Las ejecutivas con poco tiempo o las actrices de Hollywood utilizaban sus servicios para no tener que salir de tiendas. Pero ahora ya no hace falta ser una ricachona para darse ese capricho. El último en incorporar un personal shopper ha sido El Corte Inglés de Pintor Sorolla. Para utilizarlo, sólo hay que llamar y reservar cita.
La asesoría de imagen comienza con un análisis de color para saber qué tonos te favorecen según tu tipo de piel. Para descubrirlo, Vanessa Pesquera va probándote pañuelos de colores, en tonos fríos y cálidos, intensos y suaves, hasta dar con la paleta adecuada.
Una vez descubierta la gama cromática que mejor te sienta –los colores se agrupan por estaciones-, llega el turno del maquillaje. Una maquilladora de Mac te enseña a utilizar las brochas, te explica cómo aplicar el colorete y el antiojeras y selecciona para los mejores tonos para tu fisonomía y tipo de piel. Después, solo tienes que contestar un cuestionario sobre gustos y hábitos de vida –si viajas, si haces deporte…- y para acabar, te ponen frente a un espejo y te explican cuáles son tus puntos débiles y fuertes y cómo disimularlos o reforzarlos. Por ejemplo, si eres bajita es mejor no romper la línea mezclando muchos colores y si tienes los hombros caídos se pueden realzar con hombreras para equilibrar… en fin, esos truquitos que te ayudan a mejorar tu imagen. La sesión de personal shopper dura 90 minutos y cuesta 180 euros, pero a cambio te dan una tarjeta de El Corte Inglés por el mismo valor que puedes utilizar en compras.