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lunes, 19 de enero de 2009

Se acabó el sueño

Esta puñetera crisis de los demonios aburre más que el culebrón de la Pantoja con Julian Muñoz. Con lo bien que funcionaban antes las cosas: ibas al banco, pedías tres, te daban cinco, y ¡ale! a comprar en París, en Madrid o en Cirilo Amorós. Luego pagabas poco a poco y cuando te quedabas sin un duro, volvías al banco pedías otros seis, te daban nueve, pagabas el crédito antiguo… y ¡ale! a las rebajas de Nueva York, no sin antes comprarte en Valencia un modelito para lucir en el avión. No acabo de entender qué es lo que ha cambiado. Mañana, en la Fnac, Leopoldo Abadía presentará su libro “la crisis de los Ninja”, será cuestión de ir a ver si alguien nos aclara por qué no volvemos a hacer lo mismo. Endeudarnos, comprar, volvernos a endeudar y volver a comprar…

Se acabó la fiesta. El caso es que se ha acabado el sueño, como se han acabado las largas noches de lujo, glamour y fiestas. No me extraña que Rita Barberá diga que, si por ella fuera, firmaba hoy mismo para que volviera la Copa América. Por lo menos le daría algo de vidilla a la ciudad, volverían los regatistas bronceados, los patrocinadores con pasta y las fiestas hasta las mil; la gente compraría modelitos para las fiestas, las tiendas volverían a vender, las peluquerías a hacer horas extras, ¡ale botox a tutiplén!, los catering a contratar gente, las agencias y publicistas a trabajar como locos y los ricos de medio mundo a gastarse la pasta en restaurantes, tiendas, hoteles, joyerías…

Directo Valencia-NY. ¡Ay, qué tiempos los de la Copa América! Y encima, precisamente ahora, va y abren el vuelo directo Valencia-NY. ¡Como si la economía estuviera para irse de rebajas a NY! Aunque igual es al revés, y son las pijas de Manhattan las que vienen de shopping a Valencia. No sé, tengo mis dudas. Si aterrizan en Valencia y se encuentran con las mismas tiendas Vuitton, Hermès y Bulgari que en la Quinta Avenida, pero más pequeñas y con menos bolsos, ¿porqué iban a pasar ocho horas en un avión? La respuesta me la dio Alberto Martínez, del estudio Cul de Sac, en la inauguración de la joyería de Trini Gracia: “La mejor forma de que vengan –dijo-, es que la ciudad tenga un carácter diferenciado, así es como vendes un valor añadido; Valencia bulle, crece y debería hacerse presente en el mundo, pero sin perder su identidad”. Los de Cul de Sac conocen bien lo que les gusta a los ricos. Su estudio está en Valencia, pero desde aquí han proyectado tiendas tan vip como las de Lladró en Manhattan y Tiffany en Milán. También es suyo el interiorismo de la joyería Trini Gracia (ahora hay dos joyerías Gracia, la de Trini y la de Vicente Gracia).

A vender trajes de fallera. La interpretación de andar por casa de la teoría de Cul de Sac es que en Valencia hay que vender trajes de fallera a las millonarias de NY. ¿Hay algo más diferenciado que un vestido de fallera con una tela de Rafael Catalá o un aderezo de valenciana? Me imagino a la pija neoyorquina presumiendo de pendientes de valenciana mientras toma el té con sus amigas para recaudar fondos benéficos. Además, con eso de que hasta Miuccia Prada ha sacado pendientes grandes en sus desfiles, los de fallera van a estar más de moda que nunca.

El bolso de Sofía. Hablando de objetos exclusivos y diferenciados, los bolsos que ha diseñado Sofía Coppola para Vuitton no llegarán a Valencia ni a ninguna ciudad española ¡qué desastre! Según Bolola Lana, la jefa de prensa de Vuitton, se trata de una colección cápsula limitadísima!!! He aquí un ejemplo del nuevo lujo del que hablan en Cul de Sac, ediciones super limitadas, sólo aptas para clientas megavip. Vamos, que no lo consigues, ni cogiendo el primer vuelo a NY. No deja de ser un consuelo, porque aunque el bolsito de marras estuviera en Valencia, la economía no está para vuittones…

domingo, 11 de enero de 2009

Funny sex

Quién nos ha visto y quién nos ve. Nosotras, las hijas de aquellas señoras que asistían a reuniones en casas de amigas para comprar ollas, sartenes o los famosos tuppers, que luego enseñaban a sus maridos, nuestros padres, como lo más de lo más en los avances tecnológicos. Ahora somos nosotras las que tomamos el café; pero la vendedora ya no tiene el pelo de color caoba, ni viste falda plisada a la altura de las rodillas, ni tampoco vende tuppers para guardar la paella que sobró el domingo. Ahora la señora lo que nos vende son consoladores en forma de lápiz de labios que se pueden camuflar en el bolso y que, según dicen, más de una ya ha utilizado para matar el aburrimiento en un atasco. ¡Toma castaña!; y los maridos en casa, viendo el fútbol –ellos siguen siendo como sus padres- y creyendo que estamos tomando el té con unas amigas, igual que hacían sus madres.

Sí chicas, sí, los juguetes eróticos ya no son cosa de hombres. Adiós a aquellos antros sórdidos, los sex-shop, a los que jamás se nos hubiese ocurrido entrar a una de nosotras, que al fin y al cabo, seguimos siendo hijas de los colegios de monjas. Ahora el sexo se vende en la Gran Vía Germanías (Play Sex) o en la de Fernando El Católico (Condoms and Co), dos tiendas “hiper-monas”, en las que el sexo se presenta como algo divertido, que nada tiene que ver con la pornografía, ni nada que se le asemeje.

Allí lo que nos venden son perfumes capaces de devolver a la lívido de nuestros hombres aquel esplendor perdido hace siglos o aceites afrodisíacos que hacen maravillas. También hay vibradores con diseño escandinavo que encajan a la perfección dentro de un bolso de Prada o en la guantera de un Cayanne. ¿Os acordáis de aquel capítulo de Sexo en Nueva York en el que la asistenta de Miranda le encontraba un consolador en la mesita de noche, y ella no se sonrojó en ningún momento? Aquella escena, según dicen los responsables de Lelo, que es la firma más chic de este negocio, resume bien lo que ha pasado en los últimos años.

Esas tiendas no tienen nada que ver con los antiguos antros. Play-sex tiene un logotipo chulísimo, está decorada toda en color rosa y antes parece una tienda de Hello Kitty que en una para mayores de 18 años. Una vez dentro, ni rastro de películas pornográficas, sino vibradores sofisticados, aceites de masaje de Shunga y aparatitos con miles de funciones de Fun Factory. Lo mismo pasa en la franquicia Condoms and Co, donde Isabel y Ana intentan normalizar la venta de estos productos eróticos. Todos los artículos están a la visa, no hay nada que esconder.

Aún así, las que tengan reparo en ir a estas tiendas, tienen la opción de las tupper sex que ofrecen en las mismas tiendas. Se necesita una anfitriona que preste su casa y se encargue del café y las pastas o los canapés. La anfitriona es la que llama a sus amigas y se pone en contacto con la asesora. Una vez concertada la cita, llega la asesora con una maleta cargada de productos a tutiplén. Primero empieza por la cosmética erótica, luego pasa a la juguetería, vamos, los vibradores, ¡que dicen que se prueban en la nariz! Finalmente la lencería. Terminada la presentación, se hacen los pedidos, que llegarán a casa de la anfitriona con bolsitas personalizadas.

El negocio promete, porque buena parte de las potenciales asistentes a las Tupper Sex o las tiendas, todavía somos fruto de un tiempo en el que disfrutar del sexo era cosa de fulandrangas, y por muy liberadas que estemos, ya se sabe que quien tuvo retuvo; y no quisiera yo verme en el papelón de Miranda. Pero las jovencitas de ahora, y aún más las que están por venir, no van a tener tanto reparo.

miércoles, 7 de enero de 2009

Ser pija no se lleva

Uff, uff, uff. Acabo de leer en mi blog Malvayrosa un comentario demoledor de uno de mis lectores. Dice lo siguiente:”El lujo y el glamour eran una tendencia en sí mismos y ya han pasado de moda. Todo eso es más del 2000 que del 2010. Ser pija no se lleva nada en absoluto y seguir las tendencias y llevar ropa cara es un símbolo de mal gusto y de falta de imaginación. Términos como trendsetter o coolhunter son totalmente de los noventa y los números de las revistas de moda "especial colecciones" son para perdedoras y gente vacía. Los ídolos del siglo XXI son elegantes por su forma de ser, su inteligencia y su educación y de su aspecto solo se tendrá en cuenta la elegancia de la discreción. La cirugía y los tratamientos estéticos caros no pueden competir contra una madurez digna y sabia. Todo lo demás solo es la pataleta de unos malcriados o el capricho de unos ignorantes. Feliz 2009.”

Si mi lector tiene razón, a esta sección le quedan dos telediarios, la hora del té tiene los días contados y a partir de ahora tendré que escribir sobre la baja Edad Media o el pensamiento kantiano. Tendré que frecuentar bibliotecas en lugar de quioscos de prensa y escucharé lecturas de tesis doctorales, en lugar de ver desfiles de Montesinos. Uff, qué negro veo mi futuro; claro que el de las tiendas pijas todavía lo veo peor. Después de la crisis, sólo faltaba que vestir de firma estuviera mal visto…

Si la profecía de mi lector se cumple, a mí me dejará fría un vestido de Prada o unos taconazos de Louboutin. En un futuro no tan lejano, pasaré por delante del escaparate de Hermès y pensaré, - uff, ese bolso es totalmente un símbolo de mal gusto y de falta de imaginación. Voy a casa a tejer uno de ganchillo que eso sí es personal y barato y discreto. Llegado el caso, sería un alivio para mis bolsillos, eso sí, pero por mucho que lo intento, tengo mis dudas. No soy capaz de imaginarme esa situación.

Fuera bromas, el comentario tiene muuuucha miga. Creo que en el fondo plantea si se puede comprar la elegancia. Y la respuesta es no. Ir vestida de ropa de marca de arriba abajo no te garantiza el estilo ni la elegancia ni la personalidad, ni siquiera el atractivo. Es más, vestir toda de Gucci o de Chloé puede ser síntoma de nueva rica, sobre todo si te plantas lo último de lo último, si pareces un anuncio andante o si te crees a pies juntillas la tontería de las tendencias. Pero en lo que no estoy de acuerdo es en que vestir ropa cara sea síntoma de mal gusto. Sé de muchas mujeres con muchísima personalidad que visten de Prada sin que se note, que interpretan lo que hace cada diseñador a su manera, que llevan vestidos de hace diez años y son elegantes hasta cuando hablan por el móvil, que ya es difícil. Sin ir más lejos, la misma Miuccia Prada encaja perfectamente en la definición de mujer inteligente, educada, discreta y con una personalidad que ya quisieran muchas, y además, no ha pasado por quirófano.

En cuanto a la cirugía estética, pues lo mismo. Hay señoras que se hacen arreglitos imperceptibles y están estupendas, no tratan de parecer quinceañeras, ni se ponen pómulos de manzana, como la Obregón. Tampoco se quedan con la frente congelada como la Preysler o con la mueca extraña de la Baronesa Tyssen. Sólo mejoran el tono la piel o buscan el corte de pelo adecuado y tratan de mantener su cuerpo en forma. Lo que tengo claro es que la elegancia está en la inteligencia. Puedes llevar 6.000 euros puestos en ropa y ser una petarda; y puedes llevar esa misma cantidad de dinero encima y ser la más interesante de la fiesta. No, no creo que el pijoterío haya muerto. ¡Más me vale!

lunes, 29 de diciembre de 2008

Lunas en el IVAM


Tengo un complejo de mujer frívola que no me lo acabo, y a ello contribuye más de un plasta que se mete en mi blog (malvayrosa) a recordarme que no tengo vergüenza por hablar de trapitos y de glamour cuando hay gente que no llega a fin de mes. Me niego a entrar en el viejo debate de hasta qué punto es éticamente reprochable gastarse seis mil euros en un bolso, allá cada cual, y si alguien quiere saber mi postura, que me regale seis mil eurines y me espere en la puerta de Hermès.

Pero la moda y el lujo, por mucho que le pese a más un cultureta trasnochado, también es cultura y expresión artística. Y si no, que se pasen por las tiendas de Prada de las principales capitales del mundo, de lo mejorcito de la arquitectura moderna; o que vean los impresionantes escaparates de los almacenes Barneys en Nueva York o los de Hermès y Vuitton en París; o simplemente, que se fijen en las colecciones de alta costura de Dior o Chanel o en el prét-à-porter de Lanvin y Miuccia Prada, los editoriales de moda de Vogue París, o las fotografías de Steven Meisel, Bruce Weber y Richard Avedon. O, sin ir más lejos, que busquen el calendario solidario que ha editado Dos Aguas Luxury Shopping, la asociación de comerciantes que preside Maribel Cosme. El calendario es una maravilla; cada mes del año representa una escena de cuento: Alicia en el País de las Maravillas, El Mago de Oz, La Cenicienta…y en cada foto, las modelos de Carmen Durán llevan vestidos de las tiendas asociadas con el estilismo de Rafaelangel. Las fotos son de José Luís Abad y están sacadas en la Universidad de La Nau, el Melià Inglés, The Guinness House, la Plaza del Patriarca, y las inmediaciones del Palacio de Marqués. En fin, que hace falta ser cegato para no ver en la moda arte con mayúsculas. ¡Ellos se lo pierden!

Si a alguien le queda alguna duda sobre la relación entre arte y moda, que vaya a ver la exposición del Vicente Peris en el IVAM. Al pintor valenciano le han cautivado los escaparates, o ha visto una oportunidad en ellos, eso nunca se sabe. Total, que se ha ido a Milán y París y ha sacado fotos de los escaparates de Dolce & Gabana, Chanel, YSL, Valentino, Prada y sobre cada fotografía ampliada ha pintado detalles de los vestidos, accesorios y decoración. En total son 48 cuadros, entre dibujos y pinturas, que ha titulado “las lunas”, en referencia a esas láminas de cristal que se emplean en los escaparates. Yo creo, puestos a ser cursis, que luna también sugiere lo inalcanzable, porque esos vestidos con telas lujosas sólo son aptos para ricas herederas o conejitas de playboy casadas con millonarios tejanos.

La serie de escaparates de Peris es para verla. Si hay que ponerle un pero, como me dijo Vicente Torres, (el valenciano que mejor lleva las bufandas de cashmere), es que no haya pintado ninguna tienda valenciana, con los escaparates tan chulos que tenemos aquí. Basta darse una vuelta por Vuitton, Chapeau, Hermès, Bulgari, Montblanc o Loewe para ver que aquí también hay escaparates fantásticos. Bueno, este año tengo mis dudas con Loewe. El escaparate es muy teatral, representa una habitación con mueble clásico y cortinajes, todo tapizado en satén fucsia. No es feo, pero a mí me da un poco yuyo porque me recuerda a la estética del Conde Drácula. En fin, cosas mías….

Lo que tengo claro es que si algo me gusta de la exposición de Peris, además de la propia obra –voy a pedir un boceto a los Reyes Magos, a ver si cuela-, es que considera la moda lo suficientemente interesante como para ser interpretada en un lienzo. Como me dijo una vez Laura Fitera, la moda es frívola pero no por ello tiene que ser superficial. ¡Di que sí!

lunes, 22 de diciembre de 2008

Nespresso abrió sin Clooney, pero con Bimba

Media Valencia daba por hecho que George Clooney vendría a la inauguración de la nueva tienda Nespresso en Poeta Querol. ¡A mí me llamaron por lo menos tres amigas preguntándome qué modelito se ponían para la ocasión! Entiendo la preocupación, que una no cruza las miradas con George Clooney todos los días. Y hasta corrió el rumor de que habían cortado la A-3. Para salir de dudas, llamé a Cuchita Lluch, que organizaba el sarao, y casi se parte de risa. Vamos, que no, que ni venía Clooney, ni nadie había cortado ninguna carretera. ¡Ay, qué desolación!

Ahora que lo pienso, casi mejor que no viniera, porque menuda se hubiera montado. Sin él, Poeta Querol ya parecía Hollywood. La tienda estaba toda iluminada con focos en la entrada, moqueta, photocall y hasta estufas en las aceras. Una vez dentro, la tienda es un lujo: está diseñada por el arquitecto suizo Christian Berutto, decorada en wengé y pantallas de plasma y tiene nada menos que 250 metros cuadrados en plena milla de oro, junto a Bulgari, Loewe y Hermès. Si me cuentan hace años que una tienda de café sería tan glamourosa como una de Vuitton, no daría crédito. Pues los listos de la multinacional Nestle lo han hecho. Han convertido un producto de supermercado mondo y lirondo en un objeto de deseo que se vende en escaparates de lujo con una atención exquisita, como si fuera un bolso de coco, ¡si hasta las bolsas parecen de Vuitton!

Cada inauguración de una tienda Nespresso suele ser un acontecimiento. Cuando abrieron la primera tienda de Valencia en Colón, lo celebraron con una gran fiesta en el IVAM, pero esta vez, como el local de Poeta Querol es grande, decidieron celebrarlo allí mismo. Quedó un pelín pequeño, pero compensó por lo acogedor. Además del catering de Torrijos, que sólo por eso ya vale la pena, cada rincón de la tienda tenía una sorpresa reservada: en una zona, Manolo Mínguez, pinchando música de la buena; más allá, el barman del Hilton te preparaba en un plis plas un cosmopolitan o un mojito; en otra barra, podías degustar quesos de la charcutería Manglano en cantidad; y en otra, los crujientes de arroz y curry, de flor de loto o de algas de Torrijos, hay que probarlos (se venden en el Huevo de Colón).

Bueno, y lo mejor llegó con Bimba Bosé, qué descubrimiento de mujer. Resulta que la sobrina de Miguel Bose, modelo y musa de David Delfín, es también cantante de un grupo que se llama The Cabriolets, y, vaya, esta tía es una pasada, en directo suena fenomenal, y tiene unas tablas… perdí la cuenta de cuántas corbatas quitó, qué fuerte, salía del pequeño escenario y se ponía a bailar con hombres y mujeres con unos movimientos sexy total, y eso que ella es de lo más andrógino. Vamos, la actuación fue divertidísima, la gente disfrutó de lo lindo y Bimba puso el toque descarado a la fiesta, ¡ya está bien de cócteles noños y aburridos!

El anfitrión de la fiesta era Victor Termote, director de Nespresso en España, que creo que es belga pero parece más italiano que el café expreso. Estuvo toda la noche acompañado por su novia, Inmaculada Lladró. También vi a Presen Rodríguez, que me contó lo bien que se lo habían pasado en el aniversario de su tienda de Sorni, y a su hija Maribel, que me dijo que la Asociación Dos Aguas había sacado un calendario precioso a beneficio de la Casa de la Caridad ¡es chulísimo! Y hablé con Tano López Llobet, que trabaja para Miuccia Prada, abriendo tiendas de Miu-Miu y Prada por medio mundo, ¡a ver cuándo abren en Valencia!, y estaba Maribel Vilaplana, David Lladró, Aspar, Carlos Bertomeu, Manu Broseta… Y bueno, no vino George Clooney, pero no creo que nadie le echara en falta.

domingo, 23 de noviembre de 2008

La jet llega a Godella

La gente bien de verdad, la de apellidos ilustres y rancias fortunas, practica la vela, el esquí y la hípica. El golf y el tenis es más para advenedizos a la jet, lo de los coches de carreras para nuevos ricos y lo de las motos para macarras con pasta.

Godella, que siempre ha sido punto de ocio y encuentro para gente fisna, tiene desde ayer un club de hípica en el que ya han puesto sus lindas botas gente tan principal como Cayetano Martínez de Irujo -¿por qué nunca sonríe este hombre-, Luis Astolfi, el ex de la Infanta Elena. También estuvo José Bono Rodríguez, el hijo de “ejque” Bono también conocido por ser el Presidente del Congreso.

Entre los competidores, Sergio Álvarez que es el novio de Marta Ortega, la hija de Amancio y por tanto heredera del imperio Zara. A la chica, que además de riquísima es mona y estilosa, le gustan los caballos tanto como los bolsos de Hermés. Tanto que su padre le montó en Arteixo un pedazo de club de hípica que es el mejor de toda España… cosas de ricos. Dicen algunos que ayer ella también estuvo en Godella viendo saltar al dueño de su corazoncito, pero yo no la vi y eso que la busqué como si fuese último vestido de Prada sobre la faz de la tierra.

Y buscándola, buscándola di con mis tacones en una tienda de botas…: “Son las que lleva Cayetano y Marta Ortega y todos los campeones”, me dijo Ricardo Mora, el distribuidor en España. Las botas son italianas, se llaman Parlante y sólo se hacen por encargo. Cuestan 750 euros, pero son absolutamente artesanales: te toman las medidas, eliges modelo y piel y las encargan directamente en Roma. Ocho semanas después, te envían a casa tus flamantes botas y aseguran que te duran años ¡quiero unas ya! Además, yo no sé si será por las botas, los pantalones de montar o las chaquetas tan elegantes, pero el traje de equitación resulta de lo más favorecedor….

Ayer también corrió el rumor de que vendría la Infanta Elena, pero ella no vino, de eso sí estoy segura, que una Infanta no pasa por Godella sin que nadie se entere. Sí que estuviero los alcaldes de Godella y Bétera y la consellera de Cultura, Trini Miró, que además ofició de maestra de ceremonias y entregó un casco de amazona a Charo, una de las más jóvenes del Club valenciano. Charo dio por inaugurado el Club con el primer salto oficial del picadero. Junto a la Consellera, estuvo el presidente de la Federación de Hípica española, Javier Revuelta, casado con la modelo Mar Saura y que dijo hace poco en una entrevista que la hípica no es un deporte de lujo ni para señoritos: quizás tenga razón así es que voy a comprar un caballo para mis niños, total ¿qué son doce o quince mil eurines que es lo que cuesta un caballo del montón bajo?. Luego haremos un apartadito de mil o dos mil eurines más al mes para la manutención, las clases, el veterinario, las botas, los viajes para competir, el remolque, los equipos… En fin, lo normal; y si alguno de ellos despunta, sacaremos uno o dos millones de euros para comprar un caballo digno de relincharle al de Cayetano.

Después de las palabras de unos y de otros, el cóctel con jamoncito, foi y champagne y un poco más de jamoncito, vino otra competición de salto, que podías ver cómodamente sentada en una terracita tomando el sol, mientras veías saltar a Cayetano y al novio de la hija del dueño de Zara. Uff, desde luego, después de la Copa América y la Fórmula 1, a mí esto del concurso de salto de hípica me encanta. Es lo que le faltaba a Valencia para tener un toque aristócrata y pijo. Y todavía hay más, porque en junio habrá un campeonato internacional de nivel en la Ciudad de las Artes y las Ciencias ¡Ahí seguro que veo a Marta!

lunes, 27 de octubre de 2008

Elegí un mal día para dejar de comprar

No es justo. Ahora que hay crisis y me había propuesto no gastar, va Loewe y contrata a un nuevo diseñador y se saca de la manga una colección de invierno de quitar el hipo. No hay derecho, de verdad. Y por si la ropa no fuera bastante chula, encima organiza una exposición en una galería de arte super chic de Valencia, PazyComedias, y enseña los bolsos como si fueran piezas de museo, vamos, que por un momento te sientes como la baronesa Tyssen invirtiendo en tu propia colección de arte, sólo que en lugar de pintura, son bolsos. ¡A ver así quién ahorra!

A Loewe le hacía falta rejuvenecerse un poco. Bueno, bastante, para qué nos vamos a engañar. Desde la colección que diseñó Narciso Rodríguez hace casi diez años, hasta ahora, iba dando bandazos. No encontraba su sitio. Primero porque no renovaba clientas y segundo porque no conseguía echarle el lazo al público joven, con unos bolsos que no tenían el tirón de Prada ni Gucci, ni tampoco la high quality de Hermès. Y así estaba Loewe, un año con unos minivestidos de seda ideales pero unos bolsos regulín, y otro sin vestidos ideales y con pieles de muy buena calidad pero sin ese plus que te lleva a gastar sin pensar…

Pero… esta temporada me da que lo han conseguido. A mí, por lo menos, la nueva colección me ha cautivado por completo. Uff, para empezar los bolsos son ideales. En cuanto entras a la galería de arte, te topas de frente con una fila de Amazonas de tamaño perfecto, el XXI, nuevecitos, brillantes, tan bien hechos, que sobre unos pedestales parecen esculturas: el primero en frambuesa acharolado, más adelante uno chocolate, y todos trabajados en una fabulosa piel de cocodrilo. Lo siento por los cocodrilos, pero su piel es fantástica, no hay otra igual. Umm, y Loewe ha escogido el mejor coco, el de dibujo más pequeño, con unos puntitos al centro que dicen que son de lo más exquisito.

El recorrido en la galería de arte está muy bien planificado. Después del primer shock de los bolsos, te enseñan la colección de ropa que ha diseñado Stuart Vevers, el responsable de la pequeña revolución de Loewe. Vevers es inglés, roquero y ya diseñó unos bolsos fantásticos para Mulberry, la firma de bolsos más chic de la Gran Bretaña, nada que ver con el estilo de Camilla Parker Bowles, no vayan a pensar. Lo que ha hecho Vevers para Loewe es una pasada y lo mejor de ver la colección en una galería de arte, a las 5 de la tarde y con poca gente, es que puedes probártela entera sin que nadie te moleste. Y eso hice yo, que tuve en mis manos el chaquetón de zorro frambuesa con el que sueño por las noches, ¡madre mía!, o la falda de piel de avestruz mostaza que llevaba la modelo Mayte de la Iglesia, que chula, o la de astracán gris que daban ganas de salir corriendo con ella puesta… Los bolsos también han rejuvenecido, tanto por los colores -azul petróleo, verde, frambuesa- como por los diseños, juveniles, flexibles y muy prácticos, para llevar de bandolera o de mano. Y los zapatos, tan Belle de Jour con hebillas, flecos de mocasín y tacones de 11 centímetros con toques surrealistas, como uno en forma de bombilla. Uff, una locura.

Y por si Loewe fuera poco, va y el Centro de Artesanía organiza el viernes un desfile para celebrar su veinte cumpleaños y allí puedes ver la costura de un pedazo de diseñadores valencianos de lo mejorcito, desde Juan Andrés Mompó, que sacó un vestido negro que era una escultura; Javier Villajos, con un caftán de seda años veinte y un sombrerito de piel ideal de la muerte o Valentín Herráiz, con sus minivestidos bordados que son una pasada, y el lujo de La Boheme… Vamos, que nadie más me vuelva a hablar de austeridad. ¡Por favor!

lunes, 20 de octubre de 2008

El lujo ya no es democrático

La crisis es muy antidemocrática. Cuando todo va bien, los pobres llevamos los mismos bolsos que los ricos; pero ahora, con la economía hecha unos zorros, sólo pueden llevar vuittones los ricos de verdad. Hay que fastidiarse. Ya me lo avisó hace semanas un comerciante, me dijo: verás, a partir de ahora, sólo comprarán en tiendas de lujo los que tengan mucha pasta, la gente que antes compraba a crédito ya no podrá hacerlo. No, si ya sabía yo que la culpa era de los banqueros. Durante un tiempo, se dedicaron a regalar visas a diestro y siniestro, ¡qué generosos! Y claro, a poco que tuvieras un poco de sensibilidad te ibas corriendo a comprar a Prada, que tú de bancos no entiendes, pero de moda… Y salías de la tienda con tu bolsa blanca ideal de la muerte pensando que tú habías nacido para comprar en Prada y no en Zara. Los intelectuales lo llamaron la democratización del lujo. Pero esa época terminó y ahora, qué cosas, con Zapatero en el gobierno, va y tu banquero se vuelve antipático y te dice que se acabó el crédito, y dejas de vestir Prada y vuelves a Zara, de donde nunca deberías haber salido, dicen los aguafiestas de los economistas.

La crisis también tiene su lado bueno, todo hay que decirlo, y es que dejas de comportarte como una nueva rica y empiezas a comprar con más cabeza. Eliminas las compras impulsivas, como ese floripondio para la cabeza por si tienes boda, que luego nunca pega con el modelito; después te cargas las compras que sólo te ponías dos o tres veces, como esos tacones imposibles que te destrozaban los pies; y al final, empiezas a invertir en valores seguros, como en la bolsa: prendas fáciles de combinar, los famosos básicos. Al final, vuelves a la austeridad y la sensatez, al famoso “menos es más”. Si con un pitillo gris y una camisa blanca vas monísima, ¿por qué te vas a complicar la vida con tantos perifollos innecesarios? De seguir esta lógica, los organizadores de la famosa fiesta de la Fórmula 1 en Viveros, se hubieran podido ahorrar los 12.000 euros que le pagaron a Carmen Martínez Bordiú, y no fue la única que cobró, que desde luego no he visto gasto más inútil, porque a ver qué falta hacía que viniese a una fiesta en la que no pintaba absolutamente nada.

Lo siguiente que haces en tu plan anticrisis es dejar de comprar marcas. Empiezas por las cremas, por eso de ir poquito a poco. No es broma, conozco a más de una que ha dejado de comprarse la cremita milagrosa de 80 euros que anuncian en las revistas y se ha pasado a la marca blanca de Mercadona o Consum, al final hidratan lo mismo y cuestan la décima parte. ¡Lástima que Miuccia Prada no fabrique marcas blancas!

Después de todas estas medidas anticrisis, lo mejor que puedes hacer es ir a relajarte a un spa, a ver si así se te pasa la depresión con un buen masajito. Eso mismo hice yo la semana pasada, me fui al spa del Hotel Las Arenas, un cinco estrellas, no vayan a pensar, y me dejé mimar durante un par de horas con el tratamiento Orange Experience, de naranja y vitamina C: exfoliación, hidratación, y música de la que deja frita. El spa es una pasada, está mirando al mar en un entorno de lujo. Llegas toda estresada, te dan las zapatillas y un albornoz de los que sientan bien, no de los que sobran tres tallas y te olvidas hasta de la ropa que llevabas. A partir de ahí, sólo tienes que dejarte llevar y cuando sales tienes la piel de lo más hidratada y perfumadita a naranja valenciana. Lo del spa está muy bien, pero vamos, para ser sincera, a mí me relaja más ir de shopping una tarde enterita por la ruta de las tiendas caras, pero eso, ¡ay que penita! habrá que dejarlo para mejor ocasión.

domingo, 12 de octubre de 2008

El pijo estiloso ya tiene tienda en Valencia

Jamás pensé que envidiaría el fondo de armario masculino: los hombres, póbrecitos, o van de traje o de sport y cuando innovan, lo estropean. Pues nada, desde que entré en la nueva tienda que ha abierto Chapeau para hombre estoy que me muero de envidia, es más, ¡quiero vestir con ropa de hombre! No sólo es por la colección de Prada, que es una pasada, esos cardigans básicos en colores chocolate y gris, esas chaquetas de piel tan masculinas o los bolsos de piel ideales. Prada sería suficiente argumento, pero es que además Chapeau ha traído una parte de la colección de Thom Browne. Y ustedes dirán, ¿quién es Thom Browne? Uff, pues un diseñador neoyorquino que es lo más de lo más de la sastrería masculina moderna. Admiradísimo por Scott Schuman, el famoso fotógrafo cazador de tendencias de The Sartorialist. Vamos, que en moda masculina, lo que dice el señor Scott sienta cátedra.

Que yo sepa, la única tienda en España que tiene Thom Browne es Chapeau, que está en Valencia, no en Madrid ni en Barcelona, ¡todo hay que decirlo! También es verdad que Jose Tamarit, de Chapeau, ha sido muy valiente, porque la ropa del neoyorkino no es nada fácil de vender: es carísima y además tiene un punto muy personal, las chaquetas son más pequeñas y ajustadas de lo habitual, los pantalones cortos, los trajes parecen de sastrería clásica, estilo college, pero con un toque algo esnob, sólo para los más dandys. Las hechuras son estrechas, pero la calidad de los tejidos es impresionante y está todo confeccionado a mano, como los antiguos sartorios. Vamos, que si yo fuera hombre, delgado y con una cartera llena de billetes, iba ahora mismo a comprarme un par de trajes y un cardigan de cashmere con los acabados de grosgrain de Thom Browne, ¡lástima que no reúna ninguno de los requisitos!

La nueva tienda de Chapeau hombre no tiene nada que envidiar a otras tiendas multimarca de París o Londres, sin exagerar. Primero por la selección de firmas, de lo mejorcito: Prada, Burberry Prosum, que es la línea italiana de la casa inglesa, los trajes de Tom Ford, que de tan clásicos son modernos, la colección de Neil Barret, el cashmere de Cruciani o los polos de Fred Perry. Pero además, han seleccionado lo mejor de cada casa. Tan importante es vender Prada, como saber elegir, de entre más de mil prendas que fabrica Prada cada temporada, aquellas que darán estilo y coherencia a tu tienda. En el caso de Chapeau, está claro que la ropa va dirigida a un hombre de mediana edad que quiere vestir moda sin ser un logo andante y que busca la mejor calidad en tejidos y cortes pero sin parecer clásico. Para un pijo estiloso, un gentlemen moderno o un gourmet de la moda.

Chapeau hombre tiene una decoración sobria, con piezas antiguas, techos de acero cromado y mucho espejo. Hay que verla. Está en Cirilo Amorós, en un local que Chapeau había alquilado para poder reformar la tienda de Hernán Cortés. A las pocas semanas, Jose Tamarit recibió una llamada desde el cuartel general de Prada en Milán: “Tienes que venir enseguida”, le dijo la directora. Temiéndose lo peor, Jose tomó el primer vuelo y allí recibió la noticia: “Quiero que tengas Prada hombre”. Cuando él respondió que le diera unos de meses para verlo, que él no vendía hombre, que tendría que abrir una nueva tienda, la ejecutiva de Prada le respondió que de pensarlo ni hablar, que Valencia no podía estar ni una temporada sin Prada. ¡A ver quién es el guapo que le dice no a Prada! Total, que al día siguiente, Jose estaba seleccionando en un enorme hangar de Milán las prendas que traería a Valencia este invierno, las que están ahora en la tienda. ¡Ay, quién fuera hombre!

domingo, 5 de octubre de 2008

Antes fuseau que vaquero desgarbado

Esta semana he recibido el informe “Clotilde la tendenciera”, un dossier que prepara cada temporada Nancy Tarrasó, de Engloba, sobre las tendencias de moda, hacia dónde va el mercado y lo que se venderá la próxima temporada. El nombre del dossier no puede ser más apropiado, porque esto de las tendencias es de lo más pendenciero, por no decir tirano. Y las mujeres caemos como tontas. Ahí estamos, cada seis meses, pendientes de lo que nos pondremos los seis siguientes. Y no lo decidimos nosotras, no, sino que nos lo imponen desde no se sabe dónde. La moda tiene que cambiar dos veces al año - ¡incluso más!- para que tengas que renovar el armario y pasar por caja cada temporada. De ahí el éxito de Zara y H&M y la ropa de usar y tirar, porque a ver quién es la que puede cambiar de vestuario dos veces al año con Guccis y Pradas ¡buff!.

Alguna mente perversa nos tortura con las tendencias con algún oculto propósito. Si hace meses se llevaban los pitillos grises estilo Kate Moss, ahora se llevan anchos y deshilachados porque alguien ha decidido que está de moda el grunge y el aspecto desaliñado, rollo Nirvana, porque los lleva la tonta de la señora Cruise o porque se los ponen las modelos antes de los desfiles, que fíjate qué monas están. Y al final, los únicos que ganan con todo esto son las empresas de moda y las grandes cadenas textiles, que nos traen de cabeza con el único objetivo de vender más. Si una temporada los pantalones son de cintura baja, seguro que la siguiente será alta. Al final, siempre tendrás que volver a comprarte unos porque los que tienes habrán pasado de moda.

La diseñadora Marta de Diego me dijo en una ocasión que no entendía porqué nos dejábamos llevar tanto por la moda. Marta tiene una personalidad muy fuerte y por eso no se deja influenciar así como así. Pero tienes que ser muy tuya y muy segura de ti misma para llevar el vaquero ancho cuando todos lo llevan estrecho. O para ponerte un abrigo largo hasta los tobillos con la cantidad de abriguitos sesenteros a la rodilla que hay en las tiendas. A ver quién es la guapa que lleva mocasines cuando todas van con bailarinas...

Por mucha personalidad que se tenga, todas acabamos sucumbiendo al bombardeo de revistas, catálogos, pasarelas y a las novedades de las tiendas. Además, que porras, nos gusta cambiar de ropa cada temporada y renovar el look o rejuvenecerlo. Por ejemplo, según “Clotilde la tendenciera” este invierno se lleva la estética Folk: Bob Dylan, los estudiantes de la Sorbonne de París en mayo del 68, haz el amor y no la guerra, Joan Baez y los universitarios progresistas o el look Cayetana de Alba, que ella sí es hippie de verdad. No hay más que ver la colección de DKNY –que por cierto, está en El Corte Inglés de Pintor Sorolla- o la de Gucci. O pasarse por Zara. Y claro, con tanto vestidito bohemio, sacas del armario tu falda huevo del año pasado y te parece más antiguo que los pantalones de chandal con tira elástica bajo el pie que llevaba Isabel Pantoja, los famosos fuseau que vestíamos en los ochenta ¡uff!.

Lo normal es que la mayoría se adapte a las tendencias dentro de su estilo. Por ejemplo, no me veo yo con unas orejas de Minnie en el pelo, siguiendo otra de las tendencias del informe Clotilde, la de los dibujos animados y la fantasía. Tampoco me veo con cadenas punk y tachuelas y calaveras, copiando la tendencia gótico. Puestos a elegir, me quedo con la naturalidad, tendencia según la cual vestimos prendas simples, colores neutros, cortes sencillos y algodón de la mejor calidad. O con la tendencia “maduritas”, que me va que ni pintada. Todo menos el vaquero deshilachado y desgarbado…

domingo, 28 de septiembre de 2008

Solbes, ¡arregla esto por favor!

Ay, pero qué harta estoy de oír a los políticos hablar de la crisis, qué aburrido es todo esto del dinero; yo lo único que sé es que nunca hay suficiente y encima Solbes, con esa cara que tiene de tendero antipático, no hace más que decirnos que ya no podremos gastar como antes, que por culpa de los bonos basura o de la falta de liquidez crediticia, se acabó el comprar en Prada.

Vamos, que no sólo ya no puedes comprar en Prada y Hermès, sino que hasta Zara va camino de convertirse en un lujo y que al paso que vamos, pagar 60 euros por un vestido será un despilfarro al alcance de pocos bolsillos. ¿Y si Zara es caro, dónde renovaremos el fondo armario? Ay, me temo que habrá que olvidarse por un tiempo de la Plaza del Patriarca y coger el coche rumbo a Alfafar: allí está Carrefour, Kiabi, y Oportunidades de El Corte Inglés… Y cerquita está el centro comercial MN4 con la salvación llegada directamente desde Suecia H&M. Comprar en estos sitios sólo tiene un inconveniente: tienes que acostumbrarse a los probadores pequeños, a las colas kilométricas para pagar -¡uff, qué horror!-, a tener que buscarte tú misma la talla del pantalón porque las dependientas parece que se esconden detrás de los percheros y a que nadie te haga la pelota diciéndote lo bien que te queda el vestido, ¡ay, qué triste es esto de la crisis!

Esta semana me he recorrido este nuevo circuito de shopping y he encontrado algunas cosas interesantes. Por ejemplo, en Kiabi tienes vestiditos de flores rollo hippie por 24 eurines, si lo combinas con tu rebeca de lana de cachemir que conservas de los tiempos en los que ibas a tiendas caras, igual da el pego. Pero, ¿por qué siguen utilizando el viejo truco de marcar precios con 99 céntimos? Está claro que 19.99 son 20, ¿no? Además, el céntimo que te devuelven no sirve ni para comprar un chicle. Hablar de dinero es vulgar, pero hablar de céntimos, es muy grave…. En mi primera aproximación a Kiabi vi vestiditos monos: uno estampado a cuadros que podría pasar por uno de esos franceses tan chic que tienen en las tiendas del centro de Valencia, ¡echándole un poco de imaginación!.

Segunda parada en mi nueva ruta de compras: la sección de moda de Carrefour. ¡Oh sorpresa! Si hasta tienen una colección de ropa diseñada por el francés afincado en NY Max Azria. No está nada mal. Hay un traje de satén con pantalón pitillo y chaqueta entallada que tiene pinta de sentar fenomenal y unos vaqueros stretch por 19,99 ¡otra vez!; incluso las camisetas de punto son monas. El catálogo de ropa de Carrefour no es el de Hermès, pero bueno, tampoco esta mal. Y de Carrefour a H&M. Uff, ¡esto es otra cosa!, aquí el catálogo de invierno tiene tan buena pinta, que hasta parece que es ropa de marca. Bueno, bueno, ¡si hasta tienen una falda de cuero marrón abotonada de la cintura hasta el bajo de lo más estilosa! El catálogo parece Vogue, te dan ganas de quedarte con todo H&M: los pantalones de pernera ancha, un abriguito corte años 60, una maxi rebeca de punto grueso de lo más estilosa. Sí, sí, en el catálogo se ve ideal, pero luego tienes que localizar el modelito entre toneladas de ropa, encontrar tu talla y aguantar colas en probadores y cajas. Acabas a codazo limpio, eso sí.

El Centro de Oportunidades de El Corte Inglés es mi última parada. Es un lugar extraño, medio mercadillo, medio rastrillo, pero si buscas bien, puedes encontrar restos de Burberry, Tommy Hilfiger, y hasta Ralph Lauren, ¡por fin algo familiar! Como experiencia, no está mal, pero Solbes, por favor, arregla esto del dinero porque la colección de Prada del verano que viene es to die for, que dicen las inglesas…

lunes, 1 de septiembre de 2008

Mucho que comentar

A mí lo que más me gusta de las fiestas es el cotilleo de después, me decía una amiga. Pues claro, ¿qué íbamos a hacer sin comentar el vestido de fulanita y el peinado de menganita? Sin ir más lejos, una semana después de la fiesta de la F1 en Viveros, todavía sigue el cotilleo: que si Rita Barberá cenó con paraguas, que si Nieves Alvarez está pasadísima, que cómo baila el hijo de Rosa Conde, que si Marta Sánchez lloraba desesperada -¡como la canción!- la tarde del sábado porque le habían perdido las maletas en el avión y no tenía ni braguitas que ponerse. Dicen que su marido intentaba consolarla, pero ni aún así. Yo la entiendo, porque a mí me pierden una maleta con el vestido de Prada de tanto sudor y lágrimas me ha costado y… ¡uff!, no quiero ni pensarlo. Por no hablar de la bolsa de cosméticos milagrosa, donde tienes ese rojo de labios que ya no se vende o el fondo de maquillaje que compraste en NY; ¿Cómo vas a reponer todo ese tesoro en unas horas? Imposible, es misión imposible.

Pobre Marta Sánchez, pues claro que tenía motivos para echarse a llorar. A pocas horas de una fiesta y sin nada que ponerse, como si fuera tan fácil encontrar modelito. Y menos mal que en Valencia tenemos de todo: la cantante se fue de shopping, entró en Alex Vidal, no vio nada, luego cruzó a Chapeau y ¡oh, salvación!, se probó un vestido de la belga Ann Demeulemeester que le sentaba de miedo. Un minivestido negro con un toque algo gótico, como todo lo de esta diseñadora. Claro que depende de cómo lo lleves, puede quedar siniestro o chic. Ella lo combinó con unas sandalias de serpiente dorada de Roberto Cavalli, que compró después en la tienda de Alex Vidal. Vamos, que al verla por la noche nadie diría que horas antes estaba sumida en la más profunda desesperación.

Bueno, bueno, y no sólo se habla de la cena de Viveros. A falta de unos días para que empiece la Semana de la Moda de Valencia, me llama otra amiga cotilla para preguntarme si he leído lo que ha escrito Carlos García Calvo sobre la pasarela valenciana, copio y pego: “es triste pensar que Valencia, que siempre ha estado en la vanguardia del arte o la artesanía, vaya rezagada en moda. Su pasarela siempre ha sido excesivamente local y sus ecos de prensa no suelen llegar más allá de Utiel o Requena”.

Le contesto a mi amiga que si llego a escribir yo algo parecido me acusan de querer acabar con la moda valenciana, me prohíben la entrada en Feria Valencia y me dejan sin acreditación para ver los desfiles. Castigada, por mala. Pero seguro que a García Calvo se lo perdonan. Más les vale, porque si a pocos periodistas que vienen de Madrid los dejan afuera, apaga y vámonos. Uff, y mi amiga, que es una pesada, insiste: es que dice que nuestra semana de la moda debería estar a la altura internacional de la Copa América o la Fórmula 1 y que deberían desfilar grandes ausentes, como el genial Juan Andrés Mompó. Por una vez y sin que sirva de precedente, le digo a mi amiga que estoy totalmente de acuerdo con García Calvo. Vamos, que no sólo debería desfilar Mompó, sino también Presen Rodríguez, Javier y Javier, Marta de Diego, Francis Montesinos y Enrique Lodares y alguno más que se me olvida. Yo no sé que pasa en Valencia -le digo- para que los pocos valencianos buenos se queden fuera de la pasarela valenciana. Es de juzgado de guardia.

Total, que ya llevamos una semanita comentando lo mejor y lo peor de las fiestas de la Fórmula 1, y lo que te rondaré morena, porque como la Semana de la Moda de Valencia siga tan aburrida y tan pueblerina como dice García Calvo, habrá que seguir estirando el cotilleo de la Formula 1 un par de semanas más.

lunes, 11 de agosto de 2008

De cena por 600 euros

Creo que el fin de semana de la Fórmula 1 me voy a quedar sin fiesta. Por lo pronto, no puedo pagar los 600 euros que cuesta el cubierto de la fiesta oficial. Ni siquiera los 250 de la barra libre. Tampoco me llega para los 195 euros la cena en el restaurante del Hilton, ni los 3.280 por cabeza que cuesta el acceso al Paddock Club. Lo de los 7.000 euros la mesa de ocho personas del Amber Lounge, ni me lo planteo. ¡Está la cosa como para invitar a los amigos!… Ay, cómo echo de menos la Copa America, allí las fiestas eran con invitación, algo más elegante que cobrarte 600 euros el cubierto. Si Prada o Vuitton organizaban una fiesta, sólo necesitabas el tarjetón. Aquí, la tarjeta sólo te sirve si es de crédito. A no ser que seas familia de Ecclestone, tendrás que pagar religiosamente por la mesa, el mantel y las copas. Yo creo que tiene que ver con la Fórmula 1, que digan lo que digan es mucho más macarrilla que la Copa América.

Total, que no podré ir a ninguna de las fiestas de la Fórmula 1 porque en todas es igual, olvídate de entrar sin pagar. La noche del sábado 23 habrá overbooking de fiestas y cualquiera de ellas será una pasada porque nadie se atreve a hacer algo mediocre con la Fórmula uno. Esa noche se celebra en Viveros la fiesta oficial de Valmor, la empresa que gestiona el circuito en Valencia. Para asistir, sólo necesitas los 600 eurines de la cena, preparada por Seina Cocotte, o los 250 de la barra libre. Actuarán el pianista Michel Camilo y los grupos Naturally 7 y uno de Gospel. La música les ha quedado un poco fallera, porque eso de mezclar el himno a Valencia y el de Europa en clave de jazz, gospel y clásica suena un tanto rocambolesco. Si a eso le sumas la actuación de DJ Jaimote, pues no se yo qué decir… Pero bueno, allí estarán todos los vip y será la fiesta con más gente de Valencia, por eso de que los que la organizan son de aquí.

Además de la de Viveros, se celebrarán otras organizadas por empresas - BMW o Volkswaguen-, otra en L'Umbracle y, ¡ay!, las que montarán ricos venidos de medio mundo en sus megayates atracados en el Puerto para presumir ante sus invitados. Esas serán de aquí te espero, uff, que guay, además en esos yates, fresquitos y con servicio a tutiplén, es donde mejor se ven las carreras, a menos de seis metros de distancia. ¿A qué fiesta irá Bernie? Dicen que él, y alguno más, irá yendo y viendo de una fiesta a otra con su chófer, algo habitual en la Formula uno.

Pero la fiesta más vip del finde será la que se celebre en el Hilton la noche del domingo, un fiestón que es ya tradicional en todas las ciudades con premios de Fórmula 1, como Barcelona o Mónaco. El Hilton se transformará en el Amber Lounge, un club vip que va allá donde hay Fórmula 1 y que tiene hasta su propia decoración, de manera que al Hilton no lo reconocerá ni su director. El nuevo local tendrá distintos ambientes y zonas, desde restaurantes a lugar de copas. Para acceder, habrá que pagar a tocateja los 7.000 euros que cuesta la cena buffete para ocho personas - irán por la jero los pilotos y algunos vips o famosos-. Y dicen que la fiesta tiene tanto tirón, que todo el mundo paga sin rechistar. El fiestón durará todo el fin de semana, pero el momento fuerte será la noche del domingo 24, después de la competición, y allí estarán todos los pilotos, patrocinadores, Ecclestone como no, y seguro que el Presidente Camps y Rita Barberá se acercarán a saludar. No faltarán tampoco los accionistas de Valmor, como Fernando Roig y mucha gente vip de la que está en los Paddocks Club, donde por unos 3.200 eurines de nada puedes codearte con el padre de Hamilton y otros super vip. Vaya, ¡tampoco me llega!

sábado, 2 de agosto de 2008

Xabia, Denia, Cullera y Gandia

Que la operación de Villalonga en el Valencia haya salido mal tiene un efecto colateral muy grave: no vendrá su mujer, Adriana Abascal, la actual diva del glamour hispano y digna sucesora de la Presley. Hubiese estado bien saber donde hubiese puesto su palmito en verano, porque mira que es estilosa esta mujer, no hay más que ver los modelitos que luce en la exclusiva que dio en Hola la semana pasada. Y dicen que en vivo y en directo todavía impresiona más. Y menudo tipazo que tiene después de dar a luz tres niños. Total, que ahora que Villalonga no se queda en Valencia, nos quedamos sin saber qué lugar de vacaciones hubiera elegido su señora. ¿Xabia, Denia, Cullera?

El glamour valenciano no acaba de encontrar su sitio en agosto. Aquí hace mucho calor y el sudor es al glamour lo que una riñonera al buen gusto. Xabia, Denia y Moraira apuntan maneras de sitios glamurosos, pero les falta algún famoso que las llene de paparazzis. Por lo demás, son pequeñas, están masificadas, hay soportar colas para comprar el pan, no hay comercio pijo, la gente suda, el sudor abrillanta la cara de las mujeres y corre a goterones por las sienes de los hombres; hay atascos para entrar y salir, terrazas mal atendidas, pero eso es algo común a la mayoría de sitios pijos –y no pijos- de playa un mes de agosto. Sí, están las familias valencianas de toda la vida, los hijos de la burguesía que están que trinan porque ellos “que van allí de toda la vida” se sienten acorralados por advenedizos con ínfulas de grandeza y políticos de quinto orden que necesitan estar donde hay que estar incluso en el mes de agosto. Como si el hecho de que tu bisabuelo se comprase una casa a los pies del Montgó te diese algún plus para pasear este verano por la playa del Arenal. A ellos les hubiese gustado que Denia y Xabia fuesen el St. Tropez español. Todo llegará….

La alternativa es saltar en barco a las islas, allí con el rey y su gente, pero tampoco, porque no hay amarres y los que van acaban durmiendo en el barco y llegando a tierra a bordo de una mini zodiac, uff, que poco glamour eso de arribar al puerto en patera remangándote la falda y sacando los zapatos de una bolsa de Mercadona. Además, a mí lo de dormir en el barco, por muy pijo que sea el barco, siempre me ha parecido como dormir en una caravana…

Queda el campo, pero ¿qué campo?... Fontanares sería a Valencia lo que Puigcerdá a Barcelona. Pero no es lo mismo, al fin y al cabo en Fontanares están los Serratosa y cuatro amigos de la familia que se prodigan más bien poco por las calles del pueblo. Habrá que ver si esa urbanización fisna que están montando en Siete Aguas cubre las expectativas del glamour valenciano, pero a priori parece más bien difícil que la hija de la duquesa de la alta cuna deje de ir a Mallorca o Sotogrande y se pase el verano en los montes de Siete Aguas.

Así es que ya puestos habrá que ir pensando en solidarizarse con el alcalde de Benidorm; ¡qué demonios!, al menos por allí se deja ver Belén Esteban y Manolo Escobar, algo es algo. Cullera, El Perelló, Gandía, Benicasim, Burriana o la Pobla de Farnals tampoco parecen malos destinos, al menos ya vas mentalizada a que el bolso de Prada, el vestido Lanvin y los zapatos de Louboutin van a tomarse unas vacaciones y de paso te ahorras una pasta en ropa y en peluquería, que con la que está cayendo es sin duda un valor añadido a tener en cuenta. Y encima, como no tienes tiendas pijas, no caes en la tentación de comprarte un abrigo de piel de cabra en pleno mes de agosto. Claro que no veo yo a Adriana Abascal haciendo cola en el ascensor de uno de los complejos de Florazar.

domingo, 20 de julio de 2008

...Y el pijoterío volvió al Puerto

Le había prometido mil veces a Snoopy no volver a pasear por el puerto, con la pena que me da ver todo el recinto de la Copa America desmantelado, los edificios vacíos y las tiendas cerradas a cal y canto. La última vez que me acerqué, fue a la terraza del Docks. Hace un año, estaba decorada con coquetos sillones de piel blanca y regada con Moët a tutiplén; ahora es una discoteca de ligoteo fácil y cero glamour. Ni rastro de los sillones blancos de diseño. Ni un solo modelito de Prada o Gucci para cotillear. Hasta el edificio Veles e Vents, hace un año epicentro de todo el pijerío mundial, está habitado ahora por un solo guardia de seguridad y con los ascensores inutilizados por desuso. ¡Qué desolación!

Pues eso, que cuando ya tenía pensado no volver más por allí, va y me invitan a dos fiestas que parecen revivir las famosas noches de la Copa America: al aire libre, junto al mar y con mucho champagne francés. La primera fue de la revista Hello Valencia, que tuvo la idea de organizar la presentación de la nueva revista Urba Circuit en la terraza de la planta baja del Veles e Vents. Después de dos días de lluvia, el jueves salio el sol y la gente acudió en tropel a la fiesta. Y eso que se pusieron duros con la entrada y sólo te dejaban pasar si habías confirmado antes. Pues nada, la gente llamó y confirmó, tantos que hasta tuvieron que poner a dos azafatas que iban tachando nombres a medida que entraban. Menos mal que el catering, que venía directamente del restaurante Mar de Bambú, situado justo al lado, se adaptó a la demanda y las bandejas salían a un ritmo aceptable con jamoncito, foie, brocheta de tomate y queso, croquetas….No cenamos, pero al menos el picoteo sirvió para que el champagne no se subiera a la cabeza. De los invitados, había tanta gente en la terraza, que apenas se podía cotillear. Entre los conocidos: el presentador de Canal 9, Eduard Forés; el diseñador Alejandro Sáez de la Torre; Ulises Menezo, del restaurante Tastem, con un atuendo muy personal; el fotógrafo José Luís Abad, un par de modelos valencianas, además del equipo de la revista al completo, encabezado por su directora María G. Chulia. Mucha gente, la verdad. Acertar con el número de invitados siempre es lo más difícil: o te pasas o te quedas corto.

La segunda fiesta fue el viernes. Justo frente al Veles e Vents, en el Damm Lounge, un local de copas no tan glamuroso, pero con estilo, y además, al ladito del mar, que eso si es un lujo que hemos desaprovechado hasta que llegó la Copa America. Esta vez, la fiesta estaba organizada por la revista Homme para presentar un perfume de Guerlain, o más bien una versión del perfume Angel o Demonio en formato agua de colonia, más suave para el verano. Allí estaba Jorge Mestre, el director de la revista de moda que empezó siendo para hombre y ahora también tiene editoriales de moda de mujer. Muy bien cuidada, la verdad. Lo que no me explico es cómo sobrevive tanta revista gratuita, con mucho diseño y una calidad que no desmerece en nada a las de pago, en una ciudad como Valencia, que es verdad que está de moda, pero vamos, que no sé yo si da para tanto. En cualquier caso, bienvenidas sean sus fiestas en el Puerto, aunque sólo sea para recordar viejos tiempos y para saludar a amigos que siempre resulta agradable encontrarte, como Maria Angeles Miguel, la directora de la tienda Hermès de Valencia; o las diseñadoras Noelia Navarro –de la firma Nona- o Tonuca, con su melenita teñida de un azul inconfundible, las dos muy atareadas preparando las colecciones que presentarán en la Semana de la Moda de Valencia. Será la primera semana de septiembre. Algo es algo.

domingo, 8 de junio de 2008

Desayuno en Bulgari

¡Estoy que no duermo de la emoción! ¡Qué nervios, madre mía! Ayer recibí una invitación de Bulgari para un desayuno en su tienda de Poeta Querol. Recibir invitaciones para fiestas nocturnas es algo que, a estas alturas, ni fu ni fa. Pero que te invite Bulgari a tomar café en su joyería, a las 10.30 de la mañana, es demasiado. Casi me imagino en la escena de la película “Desayuno con diamantes”, vestida como Audrey Hepburn, con un Givenchy negro, perlas y gafas de sol oscuras, tomando café y croissant frente al escaparate de Tiffany’s. ¡Anda, Begoñita, bájate del guindo!

A la espera del desayuno en Tiffany’s, perdón, en Bulgari, hay otras novedades que contar. Por ejemplo, esta semana se inauguró la tienda de Maje en Valencia, en la calle Comedias. Atención a esta zona porque ahí están aterrizando las tiendas más chic: Oh Lulú, Ábito, la óptica Fabra Campos, que tiene unas gafas de locura, entre otras la colección de Marni y Chloé, tan setentera. Y Maje, que abrió este jueves en medio de un chaparrón de aquí te espero. No quiero ni acordarme de cómo quedaron los pantalones de pernera ancha, esos tan largos que cubren el zapato. ¡Desastre total!

Maje es una de esas firmas que se sitúan en el segmento del lujo asequible. Ni Zara ni Prada. Ropa juvenil, parisina, sexy y con mucho, mucho, estilo. De hecho, Maje fue de las primeras que lanzó los vestidos saco y los baby doll de aire romántico. Ahora ya cansan, pero en su momento eran lo más. En las últimas colecciones, Maje ha derivado hacia un estilo más hippie y bohemio, con vestidos de flores y patchwork, chalecos y estampados setenteros. ¿Y quién viste así? Pues las treintañeras, que buscan prendas de diseño a precios accesibles. De ahí que la inauguración de la tienda estuviera llena de treintañeras. El look predominante: vestido o blusón con leggins, largas melenas rubias y cuñas o bailarinas. Muy monas todas, la verdad, aunque nada original. Si te fijas en el look de Alejandra Rojas –novia de Luís Medina e hija de Nati Abascal- la verás así vestida, día sí, día también. Claro que Alejandra es socia de otra tienda Maje en Madrid, pero eso ya lo conté en mi blog y no es plan de repetir.

Y hablando de treintañeras, Sofía Coppola protagonizará la próxima campaña publicitaria de Vuitton. La foto (clic para ampliar), tomada por la mismísima Annie Leibovitz, me ha hecho reconciliarme con mi Neverfull, que últimamente le estaba cogiendo manía. Si lo lleva Sofía, no hay más que hablar. Sofía es lo más. Primero por tener un padre como Francis Ford Coppola, que además de director de cine cultiva viñedos; segundo, por rodearse de la gente más cool de Nueva York, Marc Jacobs incluido; tercero, por lo mona que va siempre esta chica, y por supuesto, por las películas que ha dirigido, desde Lost in Translation a Maria Antonieta. ¡Es mi ídolo!

En la foto, sacada en Buenos Aires, donde papá Francis está filmando su última película, se ve al director sentado, con un guión en sus manos, conversando con Sofia, tumbada en la hierba. La escena tiene una calidad luminosa casi impresionista y sugiere un sereno intercambio de ideas entre padre e hija. El copy del anuncio dice: “Dentro de cada historia hay un precioso viaje”. Según Pietro Beccari, uno de los capos del marketing de Vuitton: "La imagen no sólo captura la relación entre un padre y su hija, en la que ambos se enriquecen de la experiencia compartida, sino que evoca también la herencia de Vuitton al sugerir un savoir-faire que pasa de una generación a la siguiente.” Me encantan las firmas de lujo: venden con ese aire tan culto y chic que es imposible resistirse… ¡y hasta te invitan a desayunar!

domingo, 1 de junio de 2008

Parece que fue un sueño

El glamour valenciano no está atravesando sus mejores momentos; ¿quién nos ha visto hace apenas un año y quién nos ve ahora?... Aquellas fiestas de Prada, de Vuitton, de la Copa América; aquellas noches en el puerto con la terrazas a tutiplén rebosantes de mujeres ideales de la muerte y de caballeros que parecían sacados de un rodaje de James Bond. ¿Dónde están ahora?, ¿acaso estaban de paso y se han ido para no volver?; ¿será Valencia como aquellas blazer con hombreras que tuvieron su momento de gloria y nunca más se supo?, ¿o será como un pañuelo de Hermès que nunca pierde su elegancia aunque a veces pase temporadas olvidado en un cajón?.. “¿qui lo sá?”

En fin…, siempre nos quedará la Ópera. Servidora ha desistido de frecuentarla y no por falta de ganas, sino porque no estoy por la labor de dejarme la piel en el intento de conseguir entrada; que una no tiene cartera ni contactos para llegar a tan altas cumbres. Pero hete aquí que tengo un blog que es la repera, “malva y rosa” (www.elmundo.es/elmundo/blogs/malvayrosa/), y que no me sirve para ver y escuchar la Ópera, pero sí para enterarme de quién va y quién viene, y de cómo van y cómo vienen quienes supuestamente son lo más conspicuo de la sociedad valenciana. Con todo lujo de detalles me cuenta una lectora del blog que en el estreno de Turandot, y en presencia de la mismísima Reina de España, un caballero se presentó vestido con americana de lentejuelas doradas. ¡Uff!

Mi bloguera, a quien no conozco pero que parece enteradísima, dice que la más elegante de la noche fue la mujer de Agustín Morera, el presidente del Valencia, y destaca también a Paloma O´Shea:falda negra tubo a media pierna y una impecable chaqueta blanca entalladísima, con un volante rematando a cintura.” También cuenta que más de una iba ideal vestida de Zara. Y acaba su genial crónica contando una maldad, una catetada del público: resulta que cuando cambiaron las luces, el respetable, poco acostumbrado a codearse con la realeza, se puso en pie creyendo que entraba su Majestad, mientras que quien entraba era el maestro Zubin Mehta para tomar posesión de la batuta…. Uff, uff ¡qué bochorno!

¡Ay! Valencia, Valencia, no me mates, no me digas que ya no somos quienes éramos, que se acabó lo que se daba, que ya no habrá más glamour que el de las presentaciones falleras! Dime que es sólo una mala racha, fruto de la crisis económica; que no hemos sido flor de un día. Dime que es sólo una nefasta casualidad la noticia de que un grupo de ricachones, dispuestos a comprar a destajo firmas españolas de moda para comercializarlas por medio mundo, no hayan metido en la cesta a ninguna valenciana. Hablaron con Montesinos, el único que de entrada daba la talla para el ambicioso proyecto (¡uy! qué cosas, no hablaron con ninguno de los que participan en la Semana de la Moda Valenciana), pero a última hora también él se quedó fuera.

Así están las cosas, el público de la ópera poniéndose en evidencia delante de la reina y los grandes del diseño de la moda valenciana quedándose a la luna de Valencia. Vendrán tiempos mejores, volverán las terrazas del Puerto con señoras estupendas y caballeros impecables; volverán las fiestas glamurosas; sí, seguro que volverán, que ya está cerca la carrera de Fórmula 1; y volverá, como no, la Semana de la Moda Valenciana a servir de escaparate para que se lo pasen en grande cuatro amigos.

Nota: Dice mi bloquera que en el estreno de Turandot estaban, además, los políticos y habituales este tipo de saraos. Y la pregunta es, ¿por qué hay un grupo de gente que siempre tiene un sitio en los grandes eventos?, ¿será que pasan los días haciendo colas para conseguir abonos?

domingo, 25 de mayo de 2008

Entre snob y cateto

¡Ay, pero qué pesados se están poniendo con los dress code! Hasta hace poco, los códigos de etiqueta en el vestir eran A, B y C (largo, cóctel e informal) y se supone que el anfitrión los recomendaba para ayudarte a elegir vestuario. Pero ahora, con tanto evento y tanta fiesta, el dress code se ha convertido en una competición para ver quien es más creativo. Vamos, que en lugar de ayudar, te complica la vida. Ejemplos recientes: relaxed, glamorous, elegant, urban-chic … ¡Encima en inglés! Como si elegir ropa no fuera ya bastante difícil.

En la fiesta de inauguración de la terraza Brassa de Mar este jueves, en la Patacona, el dress-code era glamorous-fantasy. Lo de glamorous ya lo conocíamos de la fiesta de Prada. Pero el fantasy es nuevo y te deja descolocadísima, además de que se presta a muchas interpretaciones. Así pasó el jueves, que se vio de todo, gente muy bien y gente fatal. Además, con tantos invitados era difícil cotillear. De la comida y la bebida, mejor no hablar. Una, que ya está acostumbrada a estos saraos, tiene por costumbre llegar media hora después de la oficial, que es cuando empieza lo bueno. Así lo hice el jueves, pero me equivoqué. A las 9:30 de la noche, media hora después de la prevista, aquello era un campo de batalla lleno de bandejas y copas vacías. Para mí que la gente tenía ganas de fiesta y desbordaron las previsiones. Habrá que volver un día normal, porque el sitio promete: decoración de Nacho Moscardó, masajes a la luz de la luna y junto al mar, cócteles, comida mediterránea…

Justo antes de la inauguración de Brassa de Mar, la joyería Sofía invitó a una presentación de perlas australianas Kailis, las que anuncia Inés Sastre. Allí, los camareros también tuvieron dificultad en pasar las bandejas, porque la joyería es pequeña. Eso sí, las invitadas iban todas muy elegantes, se nota que son señoras con muchas horas de cóctel que ya saben cómo ir vestidas en cada ocasión. De eso precisamente estuve hablando con las hermanas Fitera. Me encanta hablar con ellas porque siempre tienen puntos de vista muy personales sobre la moda. Por ejemplo, ante la duda de si vestir o no de negro en una comunión, Blanca me respondió que la catetada era vestir siempre de color pastel. Vamos, que según ella, no hay motivo para no llevar un vestidito negro en esta ceremonia. Fue un alivio escucharla, la verdad, porque ya tenía mis dudas…

Total, que entre el lío de los dress-code y la conversación con las hermanas Fitera, me puse a pensar sobre cuándo se puede romper el protocolo, reflexión profunda digna de Carrie Bradshow, todo hay que decirlo. Llegué a la conclusión de que los dress code, como otras normas de protocolo, pueden saltarse cuando ya se tiene cierta experiencia o soltura en la vida social. Romper con lo establecido, vamos, con lo convencional, tiene su riesgo: puedes hacer el ridículo o ser el blanco de las críticas. Pero también seguir la norma a rajatabla, ir de encorsetado por la vida, puede resultar de lo más cateto.

Lo de saltarse las normas, también tiene que ver con la edad, cuando tienes tu propio criterio y puedes atreverte a ir contracorriente, sin perder la educación, claro. Por ejemplo, Rania de Jordania, que se puso de largo en la boda de Doña Leti y el Príncipe y fue un éxito. O aquí, en Valencia, el anfitrión de la fiesta de la Copa América, Ernesto Bertarelli, se vistió de traje cuando en la invitación exigía esmoquin. ¿Esnobismo, ganas de llamar la atención? Yo creo que cuando tienes una personalidad fuerte y estás muy seguro de ti mismo, te puedes saltar la norma. Vamos, que diga lo que diga el tarjetón, tú te vistes como te de la gana.

domingo, 27 de abril de 2008

Alex & Dior

¡Menuda fiesta organizó Alex Vidal en su tienda de Hernán Cortes! El motivo: presentar la nueva colección de ropa y complementos de Dior, que Alex tiene en exclusiva en Valencia desde esta temporada. Lo de Dior con Alex Vidal era una alianza previsible y natural. La ropa de Dior, diseñada por Galliano, es perfecta para la mujer que viste en Alex Vidal, que no es la misma, por poner un ejemplo, que la que viste en Chapeau. Si a la de Alex Vidal le gustan los trajes chaqueta sexys, marcando talle, con tacones y bolso lady, la que viste en Chapeau prefiere las bailarinas, los vestiditos sueltos y el bolso grande y práctico. Nada que ver la una con la otra. Vamos, que Dior pega bien con el resto de las firmas de Alex Vidal, como Valentino, Blumarine, Cavalli, Ralph Lauren. Y, al revés, desentona bastante con Marni o Miu-Miu, por seguir con el ejemplo. A las ricas rusas les chifla Dior. A las pijas neoyorquinas, Prada. La mujer Dior es clásica y aristocrática; la otra, moderna y chic. Llevado al extremo, una pecaría de cursi y la otra de fashion victim. Pero vamos, no es el caso.

Fíjate como son las cosas, que Chapeau ya se trajo la colección de Dior hace varias temporadas, pero no convenció a su público, que busca ropa más juvenil y con otro rollo. Tanto es así, que se la dejaron. Después, Alex Vidal empezó con los complementos de Dior, y ahora ha conseguido también la colección completa de prêt-à-porter. En la tienda de Alex, Dior estará como en su propia casa. A sus clientas les gustará el estilo Dior, que recuerda un poco al de Lady Di de sus últimos años, -¡pobrecita, qué final tan trágico!-, con vestidos que se ajustan al talle, muy femeninos y sastres sofisticados.

Total, que Alex Vidal estaba tan contento con tener Dior en su tienda, que quiso celebrarlo por todo lo alto. Los de Dior también estaban por la labor, por eso se vino un equipo desde París para poner la tienda a punto y vestirla de arriba a abajo con la imagen de Dior. En la fachada, una pantalla proyectaba desfiles de la firma francesa; la planta baja estaba casi toda panelada con imágenes de la colección y en el primer piso, donde Alex tiene la zona de alta costura, además de los paneles dispusieron tres o cuatro mesas coquetas con las clásicas sillas Luis XVI que tanto admiraba Christian Dior. Resultado: parecía que estabas en la mismísima tienda de Dior en la Avenue Montaigne. Hasta las cerillas con las que encendieron las velas decorativas eran de Dior (ni que decir tiene que acabaron en el bolso de alguna respetable invitada, pero no digo más).
Lo de las sillas con mesita camilla era tan tentador que más de una se sentó a cotillear de esto y de lo otro. Mientras, los camareros llenaban las copas de champagne francés e iban pasando bandejas del catering de El Alto de Colón. Buenísimo todo, la verdad: sushi, espuma de huevas de salmón y patata, bolitas doradas de foie, jamoncito del bueno (¡¡¡¡sí, sí, sí!!!!) y algunas exquisiteces más, como las bolitas de queso con remolacha o los crujientes de morcillita. Umm. Por la tienda fueron pasando amigos y conocidos: Josep Lozano, contando novedades de la Pasarela Cibeles; Mara Calabuig, que se fue del grupo en cuanto empezamos a hablar del Comité de selección de la Semana de la Moda de Valencia (hizo bien, porque menudo temita); Javier Calvo, saludando a Blanca Fitera, (¡ay que monos sus tacones art decó de Prada!), Cuchita Lluch con sus pendientes de Vicente Gracia y hasta la Alcaldesa Rita Barberá y Mayrén Beneyto (en la foto con Vidal), que no se dejan ver en cualquier evento así porque sí, posaron para la foto. Mayrén, tan puesta en moda, llevaba un sastre. De Dior, claro.

domingo, 20 de abril de 2008

Yo diseño, tú vendes

Me encantan las parejas formadas por un diseñador y un empresario. Son como el agua y el aceite, pero no pueden vivir el uno sin el otro. Los diseñadores –por lo general- poco saben de cuadrar un balance, redactar un plan de marketing o negociar con el banquero. ¡Qué palabras tan feas, marketing, balance y banquero! Ellos, tan creativos, prefieren hablar de cosas más livianas y estéticas, como los linos, volúmenes, sedas…. Un amigo diseñador me decía: pues claro, el dinero para gastar, pero hablar de dinero es un horror. Por eso, lo normal es que un diseñador acabe asociándose con un empresario.

En ocasiones, la unión es tal que llegan a ser pareja. Es el caso de Miuccia Prada y Patricio Bertelli. Ella creativa y él una bestia para los negocios (feo pero listo). O Yves Saint Laurent con su socio Pierre Bergè, que también era su pareja sentimental. O el de Totón Comella y Josep Mª Donat, la diseñadora y el presidente de TCN, casados y socios desde hace más de veinte años. El matrimonio estuvo en Valencia la semana pasada para inaugurar su nueva tienda de Cirilo Amorós 49. Invitaron a un grupo de periodistas a comer en El Alto de Colón y allí pudimos charlar un buen rato con los dos, cada uno con su tema.

Totón es creativa total. Lo primero en lo que se fijó fue en el tamaño de las servilletas de lino del restaurante. Ella creció entre telas y máquinas de hilar porque su padre se dedicaba al negocio textil. Nos contó que empezó a estudiar bellas artes y por circunstancias familiares tuvo que dejarlo y hacerse cargo de las empresas. Fue un desastre, claro. Al final, vendieron el negocio y ella decidió empezar de cero, con 22 añitos, diseñando una colección de baño en un pequeño local. Ella sabía diseñar pero de empresa no tenía ni idea. En esa época conoció a Donat, que venía del negocio de la joyería y algo sabía de números. Y, ¡tachán! Así nació TCN, una firma en plena expansión, que ahora tiene colecciones de prêt-à-porter, baño, lencería, niños y una red de once tiendas en España.

El alma de TCN es Totón, que si la ves en persona es la viva imagen de su ropa. Vestida con una camisola blanca de popelín, mini rebequita de algodón, unos vaqueros desgastados y, en lugar de collares, el móvil y las gafas de ver, transmite toda las claves de la ropa de TCN: comodidad, sencillez, frescura, calidad, y sobre todo, naturalidad. Ni maquillaje, ni mechas, ni operaciones de estética (tan antiestéticas) ni perfumes agresivos, ¡me encanta! Tanto la tienda como su ropa es así, te apetece entrar y probarte, te imaginas con uno de sus vestiditos en un fin de semana de playa, o en el barco tomando el sol o simplemente relajada en la mecedora de una casa de campo. ¡Qué bien!

Claro que detrás de Totón está Donat. Listo, catalán, empresario y un poco chulo. Me dice: “fíjate, un diseñador cambia cada temporada su colección, pero yo digo que hay que fabricar de nuevo las prendas que han funcionado bien, el fondo de armario, eso se seguirá vendiendo, seguro”. Donat también me habló de la Pasarela Gaudí, de la que sabe bastante porque la estuvo dirigiendo durante tres años, antes de que el tripartito la liquidara definitivamente. “Se han cargado la moda catalana” afirma rotundo y cabreado. Donat me dio un punto de vista muy distinto al que yo tenía de las pasarelas: a él le da igual que una colección sea creativa o innovadora; si la pasarela sirve para vender y promocionar la colección, es suficiente, siempre que haya una empresa detrás. En su opinión, una pasarela que subvencione diseño sin empresa, no sirve para nada. Si le preguntan lo mismo al diseñador, ¿Qué apostamos a que opina lo contrario?