
Uff, uff, uff. Acabo de leer en mi blog Malvayrosa un comentario demoledor de uno de mis lectores. Dice lo siguiente:”El lujo y el glamour eran una tendencia en sí mismos y ya han pasado de moda. Todo eso es más del 2000 que del 2010. Ser pija no se lleva nada en absoluto y seguir las tendencias y llevar ropa cara es un símbolo de mal gusto y de falta de imaginación. Términos como trendsetter o coolhunter son totalmente de los noventa y los números de las revistas de moda "especial colecciones" son para perdedoras y gente vacía. Los ídolos del siglo XXI son elegantes por su forma de ser, su inteligencia y su educación y de su aspecto solo se tendrá en cuenta la elegancia de la discreción. La cirugía y los tratamientos estéticos caros no pueden competir contra una madurez digna y sabia. Todo lo demás solo es la pataleta de unos malcriados o el capricho de unos ignorantes. Feliz 2009.”
Si mi lector tiene razón, a esta sección le quedan dos telediarios, la hora del té tiene los días contados y a partir de ahora tendré que escribir sobre la baja Edad Media o el pensamiento kantiano. Tendré que frecuentar bibliotecas en lugar de quioscos de prensa y escucharé lecturas de tesis doctorales, en lugar de ver desfiles de Montesinos. Uff, qué negro veo mi futuro; claro que el de las tiendas pijas todavía lo veo peor. Después de la crisis, sólo faltaba que vestir de firma estuviera mal visto…
Si la profecía de mi lector se cumple, a mí me dejará fría un vestido de Prada o unos taconazos de Louboutin. En un futuro no tan lejano, pasaré por delante del escaparate de Hermès y pensaré, - uff, ese bolso es totalmente un símbolo de mal gusto y de falta de imaginación. Voy a casa a tejer uno de ganchillo que eso sí es personal y barato y discreto. Llegado el caso, sería un alivio para mis bolsillos, eso sí, pero por mucho que lo intento, tengo mis dudas. No soy capaz de imaginarme esa situación.
Fuera bromas, el comentario tiene muuuucha miga. Creo que en el fondo plantea si se puede comprar la elegancia. Y la respuesta es no. Ir vestida de ropa de marca de arriba abajo no te garantiza el estilo ni la elegancia ni la personalidad, ni siquiera el atractivo. Es más, vestir toda de Gucci o de Chloé puede ser síntoma de nueva rica, sobre todo si te plantas lo último de lo último, si pareces un anuncio andante o si te crees a pies juntillas la tontería de las tendencias. Pero en lo que no estoy de acuerdo es en que vestir ropa cara sea síntoma de mal gusto. Sé de muchas mujeres con muchísima personalidad que visten de Prada sin que se note, que interpretan lo que hace cada diseñador a su manera, que llevan vestidos de hace diez años y son elegantes hasta cuando hablan por el móvil, que ya es difícil. Sin ir más lejos, la misma Miuccia Prada encaja perfectamente en la definición de mujer inteligente, educada, discreta y con una personalidad que ya quisieran muchas, y además, no ha pasado por quirófano.
En cuanto a la cirugía estética, pues lo mismo. Hay señoras que se hacen arreglitos imperceptibles y están estupendas, no tratan de parecer quinceañeras, ni se ponen pómulos de manzana, como la Obregón. Tampoco se quedan con la frente congelada como la Preysler o con la mueca extraña de la Baronesa Tyssen. Sólo mejoran el tono la piel o buscan el corte de pelo adecuado y tratan de mantener su cuerpo en forma. Lo que tengo claro es que la elegancia está en la inteligencia. Puedes llevar 6.000 euros puestos en ropa y ser una petarda; y puedes llevar esa misma cantidad de dinero encima y ser la más interesante de la fiesta. No, no creo que el pijoterío haya muerto. ¡Más me vale!
Si mi lector tiene razón, a esta sección le quedan dos telediarios, la hora del té tiene los días contados y a partir de ahora tendré que escribir sobre la baja Edad Media o el pensamiento kantiano. Tendré que frecuentar bibliotecas en lugar de quioscos de prensa y escucharé lecturas de tesis doctorales, en lugar de ver desfiles de Montesinos. Uff, qué negro veo mi futuro; claro que el de las tiendas pijas todavía lo veo peor. Después de la crisis, sólo faltaba que vestir de firma estuviera mal visto…
Si la profecía de mi lector se cumple, a mí me dejará fría un vestido de Prada o unos taconazos de Louboutin. En un futuro no tan lejano, pasaré por delante del escaparate de Hermès y pensaré, - uff, ese bolso es totalmente un símbolo de mal gusto y de falta de imaginación. Voy a casa a tejer uno de ganchillo que eso sí es personal y barato y discreto. Llegado el caso, sería un alivio para mis bolsillos, eso sí, pero por mucho que lo intento, tengo mis dudas. No soy capaz de imaginarme esa situación.
Fuera bromas, el comentario tiene muuuucha miga. Creo que en el fondo plantea si se puede comprar la elegancia. Y la respuesta es no. Ir vestida de ropa de marca de arriba abajo no te garantiza el estilo ni la elegancia ni la personalidad, ni siquiera el atractivo. Es más, vestir toda de Gucci o de Chloé puede ser síntoma de nueva rica, sobre todo si te plantas lo último de lo último, si pareces un anuncio andante o si te crees a pies juntillas la tontería de las tendencias. Pero en lo que no estoy de acuerdo es en que vestir ropa cara sea síntoma de mal gusto. Sé de muchas mujeres con muchísima personalidad que visten de Prada sin que se note, que interpretan lo que hace cada diseñador a su manera, que llevan vestidos de hace diez años y son elegantes hasta cuando hablan por el móvil, que ya es difícil. Sin ir más lejos, la misma Miuccia Prada encaja perfectamente en la definición de mujer inteligente, educada, discreta y con una personalidad que ya quisieran muchas, y además, no ha pasado por quirófano.
En cuanto a la cirugía estética, pues lo mismo. Hay señoras que se hacen arreglitos imperceptibles y están estupendas, no tratan de parecer quinceañeras, ni se ponen pómulos de manzana, como la Obregón. Tampoco se quedan con la frente congelada como la Preysler o con la mueca extraña de la Baronesa Tyssen. Sólo mejoran el tono la piel o buscan el corte de pelo adecuado y tratan de mantener su cuerpo en forma. Lo que tengo claro es que la elegancia está en la inteligencia. Puedes llevar 6.000 euros puestos en ropa y ser una petarda; y puedes llevar esa misma cantidad de dinero encima y ser la más interesante de la fiesta. No, no creo que el pijoterío haya muerto. ¡Más me vale!