La ya larga revolución feminista ha ido conquistando hitos
más o menos sonoros. De entre todos ellos, hay uno que ha ganado la batalla sin
hacer ruido. Se trata de las mujeres mayores, aquellas que a partir de los
cincuenta iban poco ennegreciendo su vestuario y vaciando su tocador de barras
de labios y coloretes. Cuando enviudaban se vestían de negro y se resistían a
hacer vida social.
Todo eso cambio de la noche a la mañana. No hubo
manifestaciones en las grandes ciudades coreando consignas del tipo: “nosotras
vestimos, nosotras decidimos”, o “¡El luto, ni un solo minuto! Tampoco se
crearon asociaciones de viudas alegres para reivindicar el derecho de estas
mujeres a seguir vistiendo minifalda, o a tomar el sol en la playa de Xabia.
Fue algo que simplemente pasó, las mujeres con más de medio siglo a cuestas,
viudas, casadas, solteras y separadas, siguieron luciendo las gracias que la
natura y su sufrida dieta les había dado.
Esta semana hemos sabido que la primera dama francesa tiene 24
años más que su marido. ¡Fantástico! Esto es a la lucha del feminismo cincuentón,
lo que la llegada de Obama a la Casa Blanca a la lucha racial. A partir de
ahora, nadie debería sorprenderse porque una mujer de sesenta años se eche un
novio de cuarenta. Gracias a Briguitte Trogneux, por fin, nosotras podremos
decir también aquello de “cambio uno de cincuenta por dos veinticinco”.
La diseñadora Marta de Diego es una de esas mujeres que ya
ha cumplido los cincuenta y defiende a muerte de su edad tienen una belleza
reposada y sexy que está por explotar. “Yo siempre digo a mis clientas que las
mujeres tenemos que recuperar la confianza: ¡Tenéis que atreveros y sacar lo
mejor de vosotras, despertad que es vuestro momento!
Marta presentó su nueva colección de ceremonia esta semana,
en un desfile a beneficio de la Fundación Dasyc, y eligió la capilla de la
Beneficencia como escenario. ¡Qué bonita, con las paredes y los techos pintadas
con figuras doradas de ángeles y santos! Con semejante atrezzo no hacía falta
mucho decorado, así que Marta puso una tarima enmoquetada y dejó que el entorno
hiciera el resto.
El desfile fue un lujo, tanto por los tejidos como por la costura.
Las modelos de Carmina Durán estaban guapísimas peinadas y maquilladas por Alex
Jordá.
Marta abrió con dos abrigos de seda cortos ideales de la muerte, uno de
damasco amarillo y otro color cereza bordado a mano en hilo de oro, de esos que
te pones sobre un vestido sencillo de cóctel y eres la reina de la fiesta.
En primera fila, no perdía detalle Hortensia Herrero con su hija
Amparo Roig y su hermana Carolina. Hortensia siempre se pone en manos de Marta
cuando tiene una ocasión especial, ya sea la inauguración del Museo de la
Seda o la restauración de la Iglesia de San Nicolás. Y tres de sus hijas,
Hortensia, Amparo y Juana, eligieron a Marta para diseñar su vestido de novia,
cada una con su estilo. De hecho la novia que cerró el desfile, con vestido de
tul y encaje de valencie, recordaba un poco al que Marta diseñó para Juana
Roig, con metros y metros de tul de seda.
En el desfile estuvo además Mayrén Beneyto, también clienta
habitual, y su nuera Eva Marcellán, Carmina García Petit y la científica Pilar
Mateo con su hija Jessica, que se casó hace una semana vestida de Marta de
Diego, María Sales y su hija María Cosín, Blanca Deya García del Moral, Paloma
Valero, Rosa Tort, Carmen Ordóñez y Carmen Domingo.
También el gestor de patrimonio cultural Álvaro Menéndez y
clientas y amigas como Francesca Parolaro, Marta Lurbe, María Angeles Perales,
Ana Aviñó, Clara Payá, Merche Ventura, Inma Villar, Luz Lleo, Mariel Vivar,
Macu Peremach, Nuria Monte, Amparo Boscá y Javier Monedero, que puso los vinos.
“He basado la colección en tejidos nobles y cortes muy
técnicos, no había encajes ni bordados, sino un trabajo muy depurado, con mucho
nivel y sin grandes opulencias. No es el momento de encajes barrocos. Esa
tendencia la está marcando Melania Trump, son trajes sexies pero con tejidos muy nobles y mucha sensualidad”. ¡El mundo
es de las que ya hemos cumplido los cincuenta o estamos a punto de hacerlo,
chicas!
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