Edith Head, una de las mejores
diseñadoras de vestuario que ha tenido Hollywood, solía decir que en la vida puedes
conseguir cualquier cosa, si te vistes para ello. Escribió, how to dress for success (cómo vestir
para el éxito), y una de sus máximas era que los vestidos: “deben ser suficientemente ceñidos para mostrar que eres una mujer y
suficientemente sueltos para mostrar que eres una dama”. Además, daba
consejos sobre cómo vestir para cada situación, desde encontrar trabajo hasta
camelarte al jefe o conquistar al hombre de tu vida. Aquello lo escribió en
1967, cuando el estereotipo de mujer era bien distinto al nuestro.
Las tesis de Edith dan para un
café más que para un doctorado, porque por mucho que te vistas de bióloga, no
vas a descifrar el genoma. Pero algo de verdad hay en todo esto, sobre todo en
lo que afecta a las mujeres. Los hombres para estas cosas del agradar son mucho
más básicos. Tienen tres looks: elegante, sport y bañador. Con eso pasan toda
la vida, sin otra innovación que decidir si lucen el traje con o sin corbata, o
si sustituyen la camisa por un polo. Lo de las mujeres es mucho más complicado,
las opciones y combinaciones son infinitas; y lo que es peor, el mensaje que
transmite nuestro atuendo tiene muchos más matices.
Sirva como muestra un botón. Ahí
tenéis al conseller Marzà, que llegó al poder con camisas de cuello Mao (sin
cuello, como las de Mao Zedong) y ahí sigue, con las mismas camisas. Sin
embargo su jefa, Mónica Oltra, ha ido evolucionando desde las samarretas reivindicativas, hasta el
estilo actual, que parece sacado del manual de Edith Head. Su fondo de armario
ha sufrido una evolución estilística digna de Cámbiame. Poco a poco, ha ido incorporando piezas más femeninas y
clásicas: zapatos de salón, vestidos que marcan el talle, rebequitas y toda una
paleta de colores que van del rosa empolvado y coral al verde y azul.
El culmen de esta transformación
se vio esta semana en el Club de Encuentro Manuel Broseta. Allí estaba la
lideresa de Compromís, vestida como si fuese una de las amigas de Doña Letizia
en la Comunión de la Infanta Leonor: un vestido negro sin mangas, cuerpo
entallado y falda de tablas y como adorno una cadenita con colgante de cruz.
Sencilla, coqueta, discreta, vamos lo que nuestras madres siempre han dicho:
muy mona, que es su forma de decir que vas vestida conforme mandan los cánones
y no, “donant que pensar”, que es lo que nuestras abuelas decían de las que
enseñaban más de la cuenta; o “feta una consevol”, que era el calificativo para
las que iban poco femeninas.
A la vicepresidenta todavía le
falta dar un paso: llenar su armario de firmas de lujo, pero no sabemos si
llegará a tanto, eso supondría entregarse al capitalismo más conspicuo y podría
enfriar la relación con Pablo Iglesias.
Mónica Oltra no ha sido la única
mujer protagonista de la vida social valenciana esta semana. El jueves, Sara
Joudí volvió a llenar su galería Shiras en la inauguración de la
exposición de Javier Chapa. Allí estuvo lo más granado de la sociedad y cultura
valencianas: los artistas Miquel Navarro, Horacio Silva, Saborit, Nuria
Rodríguez, Sebastián Nicolau, Claudio Zirotti, Javier Calvo y Helga Grollo, el
mecenas Jose Pedro Martinez (Martínez Guerricabeitia), Vicente Simó, Vicente
Navarro, María Romeu, José Martí Cunquero, Carlos Castellanos, Miguel Chordá,
Rafael Armengol, la siempre estilosa Laura Gallego y Angel Villanueva, María
José Albert, Borja Suárez de Lezo, el arquitecto José Marti y su mujer Mª
Ángeles, el doctor Isamel Zaharawi y las empresarias Paz y Teresa Navarro.
También estuvo el presidente de
la Real Academia de bellas artes Manuel Muñoz, el decano de Bellas Artes José
Luis Cueto y el diseñador de interiores Ricardo Alcaide, que hace unos días
inauguró exposición en la Galería Pepita Lumier. Alcaide está especializado
montar proyectos que son difíciles de ejecutar, como el globo gigante que
diseñó Jorge Lawerta para el escaparate de Hannover o las letras enormes de la
Valencia Disseny Week.
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