Francis Montesinos vistió a Carmen Alborch, Rita nunca se lo perdonó. A ella, a Rita, la vestía Alex Vidal que gracias a esa clienta, convertida en amiga, alcanzó gloria dentro y fuera de su tienda. La llegada de Compromís al poder valenciano pueden ser una oportunidad para un diseñador avispado, incluso mejor dos: uno para ellos, otro para ellas.
Vicent Marzà podría ser el primer cliente de nuestra nueva promesa de la moda masculina. Mueren las corbatas, los trajes, las americanas y los zapatos ingleses, vamos la antítesis de los gentleman tipo Eduardo Zaplana, Manuel LLombart o el actual Ministro de Educación Íñigo Méndez de Vigo. Por cierto, ¡qué foto!; el Ministro tan puesto, tan aristócrata él, tan “todo en su sitio”, con chaqueta de botones dorados y ni un solo pelo descolocado, ni si quiera los de su elegante barba plateada. Junto a él nuestro flamante nuevo Conseller: camisa cuello Mao, chaqueta azulona arrugada, pelo y barba desaliñados, vaqueros negros y unos zapatos que el Ministro no se hubiese puesto ni para ir a las caballerizas de alguno de sus amigos aristócratas.
Marzà podría vestir de Miquel Suay, que acaba de desfilar en la pasarela de hombre de Barcelona. Probablemente el Conseller entienda que esto es una frivolidad, que el hábito no hace al monje y que él no tiene por qué cambiar su fondo de armario. Pero lo bien cierto es que vestir de un diseñador es apostar por la moda de un territorio. A Doña Letizia se le ha criticado más de una vez que haya acudido a actos oficiales con ropa de diseñadores extranjeros. De hecho ya no lo hace. Y cada vez que se calza uno de los zapatos Magrit de Elda, hace que suban las ventas.
Los cuatro días que el Conseller lleva en su cargo ya se empieza a notar que sin quererlo crea tendencia: las camisas con cuello Mao o Panadero empiezan a proliferar en los actos oficiales; las corbatas han desaparecido y los trajes almacenan polvo en los armarios. Por cierto, chicas, hay que ir aprendiendo la diferencia entre un cuello Mao, que tiene forma de collarín, de uno Panadero, que es como el anterior pero con solo tres botones que llegan unos centímetros más abajo del cuello.
El otro foco de atención sería Mónica Oltra, que puede llegar a tener tanta capacidad de crear tendencia en Valencia como Doña Letizia en España. Tendrá que buscarse un diseñador. Descartada la posibilidad de que fraternice con Alex Vidal, supongo que antes preferiría verse con harapos que con una chaqueta rojo Rita. Francis Montesinos tampoco es su estilo. Demasiado floreado y estampado para una mujer tan clásica como Mónica. Porque Mónica, aunque progresista y poco pepera, es clásica en su atuendo.
A Mónica Oltra le vendría como anillo al dedo el estilo de Juan Vidal: vestidos femeninos, poco estampados, con la dosis justa de coquetería, y de corte bastante limpio. En su ropero también encajaría algún vestido de Siemprevivas, perfectos para recepciones oficiales y reuniones de gobierno.
Por cierto, que Juan Vidal ha recibido esta semana dos premios gordos: el Premio Nacional de Moda del Ministerio de Industria y el Premio Telva Moda al Mejor diseñador nacional, ¡toma ya!
La redactora jefe de moda de Telva, Mayte Sebastiá, fue de las primeras en reconocer su talento y apoyar su trabajo. “Tiene la técnica de Cristóbal Balenciaga y la capacidad de sorprender de Miuccia Prada”, dice de él.
Mónica podría hacer mucho por la carrera del diseñador de Elda. Ella es la musa de las mujeres progres de toda España, que bien podrían imitarla impulsando así la moda valenciana de la mano de Juan Vidal. Ya me veo la próxima convención de mujeres podemitas, todas ellas vestidas con la ropa del alicantino. Nunca comentarían sus últimas colecciones, porque eso les sonaría a frivolidad pepera, pero sin citarlo competirían a ver cuál de todas lleva el vestido más oltriano y eso sería bueno para la moda valenciana
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