Los periodistas sentimos una especie de atracción fatal hacia los políticos, aun cuando escribamos en secciones frívolas como esta. Nos ponemos mutuamente a caer de un burro pero no podemos vivir los unos sin los otros. Esa atracción es la que me lleva a seguir de cerca los pasos de Mónica Oltra y a fijarme en cosas tan banales como los zapatos que calza o los modelos que luce. Pero cuando pensé en buscar algún cicerone que nos recomendase sitios glamurosos para tomar un gintonic veraniego, no sé por qué, pero no pensé en Mónica, si no en Carolina Punset, espero que la vicepresidenta no me lo tenga en cuenta.
El caso es que aquí estoy, en la terraza del Goa Lounge, en Altea, sitio que me ha recomendado la lideresa de Ciudadanos. Con un inmenso y calmado mar al frente, el peñón de Ifach a la izquierda y el parque natural de Serra Gelada a la derecha, el lugar perfecto para tomarse un gintonic una tarde de verano.
Para romper el hielo con el camarero, le digo que el sitio me lo ha recomendado Carolina Punset, y él me mira con cara de póker y me dice, ¿quién?... ¡Glub!, resulta que Carolina es menos popular de lo esperado, no sé si debo entender eso como un cumplido hacia ella o todo lo contrario.
Altea rivaliza con Xàbia por su encanto costero pero tiene un punto más rebelde, más hippy. No olvidemos nunca que Xábia es feudo de familias valencianas de estricta moral católica, en las que no falta algún que otro rebotado que se pasa de frenada. Altea es más cosmopolita, sobrada de rincones bucólicos perfectos para dejar a los niños en Xàbia con la abuela y escaparte con tu chico.
Después del gintonic en el lounge de Carolina, os perdéis por el pueblo, seguís dándole al gintonic y os vais al El Jardín de los sentidos, un hotelito rural escondido en medio de un jardín exótico con puentes de bambú, plantas tropicales y peces de colores, ¡y que sea lo que Dios quiera!
Yo no llegué a tanto y del lounge me volví a Xàbia a la fiesta que Fernando Aliño montó en la discoteca La Hacienda. Estas fiestas remember, que empezaron siendo de cuarentones, ahora lo son de cincuentones. Actuaron los Tweeters. Lleno total, chicos y chicas de Xàbia de toda la vida, como Alberto Clérigues, que tiene una hermana que se llama Begoña pero no soy yo, con su mujer Isabel Aliño, Nacho Guerra y Paty de la Viña, Miguel de Vicente y su sobrina Fátima Alcalde, Mayte Gómez, Macarena Campos, Susana Lozano, Pablo Serratosa y Silvia Escolano, Antonio Soler y María Vázquez, Tana Manglano y Asier Larga, Pancho Sapena y Carmeta Maldonado, Javier Carpi y Betty Llixiona, Alejandro Corell y María Fernández de Córdoba, Gonzalo Pascual y Carolina Alemany y David Lladró y Marta Aliño.
Para perderse en Altea
Alejandro Bataller vive en Altea desde hace ocho años, cuando se trasladó con su familia para montar Sha Wellness Clinic, en el Albir. “Me encanta la luz tan especial, los 330 días de sol al año, la brisa mediterránea, la naturaleza…”.
Alejandro recomienda dar un paseo por el camino al faro, en el parque natural de Sierra Gelada, disfrutar del atardecer desde el Portet, dar un paseo por el casco antiguo y buscar los talleres de artistas y los puestecitos de artesanía.
Aparte de Shamadi, el restaurante de gastronomía saludable de SHA, sus favoritos son El Mercadito, en el casco antiguo, y La Bruschetta. Para tomar algo al atardecer, You chic, un chiringuito en la Olla de Altea. Y de compras la tienda de decoración La Cambra.
¿Y para conocer gente guapa? El Puerto de Campomanes. Fantástico para comer (Saltea), tomar el aperitivo (Bay Club) o hacer deportes náuticos (Maremoto)”.
1 comentario:
Volviendo de vacaciones, ya en el coche he leído tu articulo sobre Altea/Jávea , y quiero decirte que a mí, me encanta Altea, y su gente. Es un pueblo encantador, a la vez que cosmopolita, lo que le dá una gran riqueza cultural. Me encanta vivir en Altea (A.H.) Me encanta trabajar en la zona. Cuando bajo desde Valencia y paso el túnel de Mascarat, la imagen de la Olla de Altea me hace sonreír, es un regalo para la vista...
Un abrazo
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