Los últimos días de otoño siempre son una explosión de creatividad marketiniana. Las navidades se acercan y es la última oportunidad para que más de una firma destierre los números rojos de su cuenta de resultados. Y ahí los tienen a todos, partiéndose las neuronas para llamar la atención del cada vez más exprimido consumidor, que este año con lo de la subida de las hipotecas y la gasolina que no baja, las tarjetas empiezan a pitar antes del día cinco.
La locura de estos día afecta sobre todo a joyeros y peleteros, hombres y mujeres del mundo del lujo que viven en una permanente paranoia: por un lado necesitan mantener cierto elitismo, que se les siga relacionando con lo más selecto de la sociedad; por otro desean ver sus tiendas atiborradas de gente con billetes de quinientos euros en la mano, aunque sean los de un tal Pérez, de “Construcciones y Reformas Pérez”.
Montablanc y Bulgari, dos de las grandes firmas de lujo, han montado esta semana sendas presentaciones de sus colecciones. Lo han hecho en petit comité, sólo para los clientes vips y para tarjetas de visita con cargos rimbombantes. Montblanc lo hizo en su tienda de Poeta Querol; Bulgari en el recién inaugurado club del Hotel Westin.
Tomen nota de ese nombre, “El H-Club del Hotel Westin”, porque aspira a convertirse en referencia de lo selecto, lo exquisito, lo distinguido… lo “fisno”. Habrá que buscar una excusa para dejarse ver por allí y hacer lo imposible para que los camareros nos conozcan por nuestro nombre.
Mucho más mundana ha sido la estrategia de una de las grandes firmas de peletería de Valencia, Gabriel Seguí, que organizó un desfile en el Mercado de Colón, todo un éxito del marketing si lo que se pretende es vender a centenares un producto de lujo como el visón. El desfile venía con sorpresa: Gemma Ruiz, la ex de Álvarez Cascos, desfiló con un par de abrigos. Bueno, desfilar, desfilar, más bien poco, que la pobre daba penita con esas piernas de palillo, tan delgada... Según Maribel Cosme (la presidenta de la Asociación Dos Aguas, hija de Presen Rodríguez), es que la pasarela amplifica los defectos, como la tele, de ahí que una chica como Gemma, que por la calle te puede parecer mona, desfilando queda fatal.
Gabriel Seguí se diferenció así del resto de firmas de Llombai y demostró que él juega en otra liga. La semana anterior, cinco tiendas del citado pueblo montaron la “Feria de la Piel”. Una iniciativa a la que queda mucho para madurar, que no está bien invitar a la gente a que vaya hasta allí para presentarle como único atractivo cuatro casetas medievales vendiendo souvenirs de los hippies y cobrando las cervezas a precio de champagne francés; acompañándola, ¡pásmense!, con tapa de pulpo a la gallega, a precio de caviar libanés… Ni que Llombai estuviese al pie de la Ria de Arousa.
Vamos, que los marketinianos de Seguí estuvieron más acertados que sus paisanos. Y aunque Gemma Ruíz tiene poco futuro como modelo (tampoco Paloma Cuevas está para un Goya en el anuncio de Ferrero Rocher, que hasta se echa de menos a Isabel Preysler), allí vimos a modelos de verdad, como Mayte de la Iglesia, que esta semana también posó con la nueva colección del Valencia CF de Alex Vidal. (Cotilleo: Mayte sale con el hijo del diseñador Antonio Pernas, que ayer estuvo en Valencia en un seminario sobre moda organizado por la Fundación Coso). La modelo llevaba un anillo de su futuro suegro, de los que produce la firma de Burriana Le Cadó. Lo que está claro es que los desfiles dan mucha vidilla y el Mercado de Colón es un ideal para animar las tardes de invierno. Otro buen plan es acercarse al rastrillo benéfico que inauguró el viernes Amparo Corell en los antiguos cines Martí. ¡Que no decaiga el espíritu navideño!
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