domingo, 17 de diciembre de 2006

Adiós, corbata, adiós

“La gente en Valencia es moderna, abierta, le gusta vestir joven”, lo dice Mauricio, un italiano, nacido en Sicilia y criado en Nápoles, que ha echado raíces en Valencia después de recorrer medio mundo. Si tiene razón, ¿que puñetas hacen todos nuestros hombres encorsetados debajo de esas corbatas rígidas y entristecidos detrás de esos trajes oscuros? Y nosotras, ¿adónde vamos con nuestras blazer de cuadro escocés? ¿a la campiña inglesa o a la huerta valenciana?, ¿qué ha pasado con la alegría y el colorido de los traje de torrentina?, ¿en qué se parece un traje de saragüells al que lleva todos los días mi banquero?

Mauricio Tabbita, que vende moda italiana en el Pasaje Rex, está convencido de que la ropa influye en tu carácter: “los vaqueros con sudadera rejuvenecen el aspecto y te animan a caminar con otro aire, más ligero, menos encorsetado y abierto…”. Su ropa tiene éxito entre los jovencitos, pero también entre cuarentonas deprimidas porque los jovencitos les llaman de usted y entre los cincuentones pitopáusicos que quieren alegrar su look. Vamos, todo un descubrimiento este Maurizio.

Desde luego, la tienda de este italiano no es la única opción para quienes estén dispuestos a abandonar la dictadura gris y poco imaginativa de la corbata y la blazer para abrazar un mundo más alegre, más mediterráneo. Al final, de lo que se trata es de estar a gusto en tu pellejo, claro que a ver quien es el guapo que se presenta en una reunión de negocios, a pedirle dinero a un posible inversor, vestido con unos pantalones caídos más propios del Bronx que de la calle Las Barcas. Y a ver quién es la atrevida que presenta sus objetivos anuales con hotpants (traducido: mini-shorts; traducido: un pantalón corto en su expresión mínima) ante su equipo de trabajo.

Y sin embargo, el hábito sí que hace al monje. No te sientes igual con un traje chaqueta austero, sin ninguna concesión a la feminidad, que con un vestidito de esos de gasa que tanto les gusta a las francesas, tan coquetas ellas. Sin duda, lo que llevas puesto te puede alegrar el carácter, tanto como te lo puede agriar un aspecto demasiado serio y tristón. En cuanto a los hombres, lo de la corbata no deja de ser un convencionalismo. Que si hace unos años llevaban corbata los de profesiones bien valoradas, hoy el privilegiado es el profesional que puede vestir entre semana sin la dichosa corbata.

Desde luego, lo mejor es vestir como a uno le de la gana. Si no, que se lo digan a un tal Scott, un gachó que se ha montado una web (www.thesartorialist.blogspot.com) donde cuelga fotos de neoyorquinos de paseo por la calle: jóvenes, viejos, señoras ejecutivos…todos elegidos por su estilo personal, por la forma peculiar que cada uno tiene de vestir la ropa. En la web de este fotógrafo te das cuenta de que hay gente para todo, y que lo mejor es que cada uno exteriorice lo que lleva dentro de la forma más individual. También te das cuenta de que el estilo tiene mucho más que ver con la creatividad que con el dinero, que con un par de chales de mercadillo entrelazados puedes tener uno nuevo, único e irrepetible, y de lo más estiloso.

Y es que con la ropa lo mejor que se puede hacer es jugar: combinar una chaqueta con otra falda, mezclar corto y largo, estampado con estampado, ponerse la corbata como bufanda, subirse a unos buenos tacones o bajarse a las zapatillas de cordones… como en la cocina, lo mejor es saltarse de vez en cuando las normas de la receta y buscar la creatividad y el toque personal. Cuando empiezas –no es broma- la vida empieza a cambiar y lo ves todo más divertido. Al final, Mauricio tendrá razón con eso de que la ropa te cambia el carácter…

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