miércoles, 11 de marzo de 2009

Jackie Kennedy no tenía que conciliar

Las mujeres de cuarenta y tantos nos lo hemos montado fatal. Queríamos trabajar y ser buenas profesionales… pues, ale, ya lo tenemos, trabajo en cantidad y mal pagado. Queríamos tener una familia como la de nuestras madres, y venga niños y marido y casa, todo para nosotras solitas. Y como encima hemos empezado tarde porque había que terminar la carrera y encontrar trabajo, pues aquí estamos, cambiando pañales a los cuarenta, cuando los niños deberían estar en la edad del pavo. Me río de la liberación de la mujer, ¡pero si no tenemos tiempo ni para ir a la pelos a tapar las canas!

Las diferencias entre la vida que llevamos ahora y la de otras épocas se notan mucho en la ropa. Ahora, el vestuario tiene que ser funcional, cómodo y práctico -¡qué aburrimiento!- para poder aguantar desde la reunión de la mañana hasta las papillas del bebé.

Me di cuenta de esas diferencias al ver el desfile del modisto Enrique Lodares. ¡Ay, qué ropa tan bonita! ¡Qué vestidos de cóctel tan ideales y qué poco aptos para la vida que llevamos! La ropa de Lodares no está hecha para mujeres estresadas o que tienen que conciliar. Tampoco está hecha para una mujer que sólo se arregla en las bodas bautizos y comuniones.

Lodares se imagina a una mujer de película. Una mujer que domina su cuerpo, que sabe andar con el tacón, que no se empeña en llevar ropa cómoda. “Cuanto más cómoda es la ropa –me decía Blanca Fitera, que estuvo en el desfile- más te destroza la figura, la ropa te debe impedir el relax, hay que saber llevar un cuello sin que se encorve la espalda ni escondas la cabeza; no se puede llevar un vestido al bies como unos vaqueros. Vestir bien exige una cierta disciplina, que hoy se ha perdido, da pena ver a la gente cómo va vestida por la calle”.

La colección de Lodares no es funcional. Al revés, te hace soñar y te lleva a las películas de los años sesenta con Grace Kelly como protagonista, “Atrapa a un ladrón”, por ejemplo. Es ropa para una vida lujosa y muy burguesa, con un punto decadente, como la Costa Azul, sin más ocupación que tomar el aperitivo a las doce o prepararte para el cóctel de la noche; son vestidos para una mujer extremadamente femenina, seductora y sofisticada, una mujer que sabe lo qué le sienta bien, que entiende la moda y adora el lujo. Una Jacqueline Kennedy, por lo menos.

Lodares diseña para ella un vestuario a medida: trajes de cóctel, de fiesta, para ir de compras, para viajar con un cargamento de maletas y sombrereras, de noche, para una recepción oficial… Un poncho de seda color butano, vestidos bordados con largo a la rodilla y coquetas manguitas media luna; camiseros de gazar; trajes de cóctel color verde esmeralda y rojo, un impresionante abrigo blanco con lunares negro y forro amarillo... ¡Uff, qué pasada! Y como complementos, los guantes con lazo y sombreros de paja de Marie Mercié, que Lodares se trae de la tienda parisina de St Germain.

El desfile del diseñador valenciano fue un homenaje a la costura de los años cincuenta y sesenta y a esas mujeres de película, de las que ya no quedan. La puesta en escena también recordó a los ateliers de los años cincuenta. En lugar de un desfile multitudinario, invitó a sus clientas a dos pases dentro de su tienda convertida en salón. “Quise hacerlo como en la costura en los años cincuenta, cuando los desfiles se hacían dentro de los propios salones, en un espacio íntimo; Vacié toda la tienda, puse dos filas de sillas blancas tapizadas y dibujé un círculo en el centro. Las chicas salían por el trampantojo de la tienda y daban la vuelta. Ambienté el desfile con una música de jazz tranquila y hice desfilar a las modelos como en los desfiles de antes, cuando eran maniquies. Las jovencitas nunca habían visto nada igual. Tuve que explicarles cómo desfilar así. Cuidé mucho la imagen, no es lo mismo ver a una chica en el teatro que a cincuenta centímetros, donde se aprecian hasta los detalles más pequeños. Como en la tienda sólo cabían 40 personas en cada pase, llegué a utilizar los escaparates de pasarela, la calle se llenó de gente mirando. Era la única forma de sacar partido al trabajo.”

10 comentarios:

Doublecloth dijo...

Ser mujer, digan lo que digan algunos, sigue siendo una mierda. Es dificil elegir y parece como ellos no tuvieran que hacerlo... en fin.

Un beso

Desideria Madrid dijo...

Nunca antes tanta razón había cabido en un post.
Nos han engañado con eso de quererlo todo, yo también quiero ropa poco funcional y no tener que conciliar.

Di dijo...

Si es que el mundo está fatal repartido.

Y no llegan las horas. Ni siquiera para el té.

Unknown dijo...

Qué talento el de lodares no? Y no desfila en vuestra semana de la moda? (lo siento, sé que es una maldad).

Me ha gustado mucho el concepto de desfile y de ropa.

Un saludo!

Mai dijo...

no queríamos trabajo, niños, estudios..? ale, todo junto! arreglatelas como puedas!
y pensar que aun estoy en bachiller.. lo que me queda!
un besito

Anónimo dijo...

Lodares... uno de los genios valencianos, como Herraiz, Amparo Chordá... y tantos otros que no veremos desfilar en la semana de la moda de Valencia, pero esperemos una alternativa...

Por lo demas.. cuanta razón Begoña, pero lo de solo ropa funcional... menos mal que tenemos eventos donde os arreglais sin funcionalidad alguna. Un saludo. Alejandro

Begoña Clérigues dijo...

Chema, no seas malo...
Pues sí, Di, no hay tiempo ni para el té
Gracias por la visita!
Begoña

Anónimo dijo...

Yo no he visto la colección, pero el concepto de desfile me parece curioso.
Sobre lo de la mujer... ¿qué decir que no sepamos ya todas?
¡Un saludo!

Mayte de la Iglesia dijo...

Ademas cuando no te ves con jeans ni muerta y decides vestirte con otra clase de prendas la gente siempre hace comentarios a cerca de lo que llevas...y eso es incomodisimo!! Me imagino que la coleccion ponible al 100% no debió ser para ir ni al mercado de Colon, y eso que alli no se comercia con puerros y longanizas...jejej...pero creo que al final somos nosotras mismas quienes ponemos los limites. Un si al vestido y los taconcillos!!

Begoña Clérigues dijo...

Totalmente, Mayte, estoy harta de vestir cómoda y zaparrastrosa!