sábado, 22 de mayo de 2010

Quien canta, su mal espanta

Si yo fuera un líder sindical, en vez de manifestaciones con megáfonos y pancartas, convocaría fiestas con música y cócteles. Las invitadas, es decir las compañeras, irían hiper-mega-monas con trajes de noche, y los compañeros con americana y sin corbata, que tampoco hay que pasarse. Cierto es que en teoría la situación no está para juergas, pero la verdad es que las pocas fiestas que se organizan se llenan hasta la bandera. Allí la gente habla tanto o más de sus problemas laborales que una de esas aburridas manifestaciones; y no es lo mismo quejarte de la rebaja de tu sueldo vestida con chandal que hacerlo acto seguido de haber cotilleado el modelito que lleva tu compañera de oficina. Y como al final, lo único que cuenta en esas manifestaciones es el número de asistentes, pues ¿qué más da?..., con mi idea seguro que se superaban los pírricos datos del último uno de mayo.

El caso es que por mal que estén las cosas, fiesta que se monta, fiesta que se llena hasta la bandera. El viernes por la noche se inauguró Café Capuccino, en la Plaza de la Reina. Super fiestón de lo más divertido, y entre los asistentes más de un antiguo ejecutivo que ahora engrosa las listas del paro. Desesperados, sí; cabreados, también, pero con ganas de desinhibirse un rato y pasarlo bien.

El café es una monada, está en la Plaza de la Reina esquina calle la Paz y ha sido decorado por Michael Smith, el mismo que elegió Obama para redecorar la White House. Hubo sushi, champagne a tutiplén, música en directo y más de 300 invitados de la política, la sociedad, el deporte..

La noche anterior, el jueves, otra fiesta, la que organizó la revista Tendencias en la que se entregaron 20 premios a la moda y el diseño valencianos, otro exitazo con más de cuatrocientos invitados vestidos con sus mejores galas. Angel Villanueva, presidente de la Asociación de Impositores de Cajas de Ahorros de la Comunidad Valenciana, que era uno de los patrocinadores, dijo que una de las formas de hacer frente a esta endemoniada crisis es apoyar a la pequeña y mediana empresa, y que eso pasa por hacer reconocimientos públicos a quienes crean valor añadido con el diseño, la moda y el buen hacer artesanal e industrial. Visto desde ese punto de vista, la fiesta del jueves contribuyó más a remontar el vuelo, que las manifestaciones del uno de mayo.

Vicente Gracia, uno de los premiados, también dijo que lo fundamental para crear una empresa que funcione es tener fe en uno mismo y en su proyecto. Se lo dijo a los jóvenes diseñadores y creadores a quienes animó a desprenderse de absurdos complejos para lograr el éxito.

Además del joyero Gracia, recibieron premio empresas de éxito como Culdesac, Pedro García (¡qué pasada de zapatos!) y la línea Deliplus de Tono Sanmartín para Mercadona, además de talentos incuestionables como el de Juan Andrés Mompó y Juan Vidal (premio a la trayectoria de moda y mejor diseñador), Valentín Herráiz (premio al diseñador de novia) y Hortensia Maeso (al diseño infantil). El premio a la trayectoria periodística fue para Mara Calabuig. Otros premiados fueron Armando Martínez, el Herbolario J. Navarro y a Loewe, que recogió Alejandra de Borbón, igual de mona que su mamá, Marisa de Borbón. Los Premios al Diseño fueron, además, para Marisa Gallén, Ramón Esteve, Vicente Navarro y Progetti.

En el capítulo de los modelitos –más frívolo pero no por ello menos interesante- el nivel fue alto. Anfitriones e invitados sacaron su mejor fondo de armario. La directora de la revista, Ángela Pla, llevó un vestido rosa de corte sesentero de Amparo Chordá que le favorecía un montón, y eso que está preñadísima. Para contrastar, el de Maite Sebastiá, de Juan Vidal, era ochentero, negro y muy mini, un look nada inocente que Tono Sanmartín se ocupó de acentuar maquillándola con unos ojos fumè… por un momento me recordó a la directora de Vogue París. Más. La estilista María Cosín y Mairen Beneyto coincidieron al elegir diseños de Marta de Diego, a cual de los dos más elegantes.

Entre las invitadas, triunfó el vestido cóctel con abriguito de seda. Así iba Alicia de Miguel –de Paul Smith para Patos-, Cayetana Moret y Laura y Blanca Fitera, fieles a Prada y Miu Miu.

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