Un chico de Elda, crecido entre telas y modelitos de Moschino y
Versace, va camino de convertirse en uno de los grandes diseñadores de este
país. Juan Vidal, además de creativo y bueno, es un emprendedor como hay pocos
en los tiempos que corren.
¡Esta sí que es buena! por fin un diseñador valenciano va
camino de alcanzar la fama más allá del gran Montesinos. Se llama Juan Vidal…
no, no seáis mal pensadas, que no tiene nada que ver con Don Alex, padre,
madre, tío y abuelo de la Valencia Fashion Week. No, nuestro Juan Vidal es un
chico de Elda, que desfiló dos años consecutivos en la pasarela valenciana y
consiguió, eso sí, el premio a la mejor colección, y esta noche desfilará en la
Mercedes Benz Fashion Week de Madrid.
A Vidal el oficio le viene de familia. Su padre era sastre y
su madre tenía una tienda de ropa de primeras marcas. Se crio entre modelitos
de Moschino, Gaultier, Versace y Dolce Gabbana. Estudio bellas artes y luego
diseño de moda y se lanzó a diseñar su propia colección. Funcionó tan bien, que
en 2005 sus padres decidieron cerrar su anterior negocio y dedicar el taller y
la tienda a las colecciones de su hijo: esos son unos padres y no lo que hay
por ahí.
A finales del verano pasado, casi sin buscarlo, Vidal tuvo
un golpe de suerte. Estaba exponiendo en París en la feria Zip-Zone. Quiso el
destino que los diseñadores Dolce & Gabbana, que estaban allí en busca de
nuevos talentos para su tienda de Milán, pasaran por delante de su stand. Les
gustó su ropa y le dieron cita para dos semanas después. Y ahora viene lo
bueno. Juan y su equipo cargaron una furgoneta llena de ropa y se fueron para
Milán, cual vendedores de mercadillo, a venderles a los mismísimos Dolce & Gabbana,
que se quedaron prendados de la colección. Ese es el espíritu emprendedor que
reclama este país y no lo de llorar por no recibir subvenciones públicas de una
Generalitat que no puede con su alma.
Poco después, otra boutique hiper mega lujosa de Milán,
Luisa Via Roma, lo seleccionó como firma invitada. Vidal está vendiendo muy
bien en Italia; en Madrid también tiene dos puntos de venta, en Valencia no
termina de cuajar. Linda Vuela a Rio
(Gran Vía Marqués del Turia) compró la colección de verano -ahora la tiene de
saldo- pero no repetirá este invierno. Es verdad que son prendas caras, entre
800 los vestidos y 2000 los abrigos de seda con apliques de cristal, pero el
precio no puede ser menor, es un producto de lujo, confeccionado en su taller,
con bordados, remates y piezas puestas a mano. Por eso dice Juan no puede hacer
ropa de sport, “me encantaría, pero un camisero de algodón me saldría igual que
uno de fiesta”.
Juan Vidal presentó el domingo en Madrid la colección del
próximo verano. En primera fila, Marta Chavarri, Nieves Alvarez,
Mayte de la Iglesia, Tania Yasera, Sara Vega –la hermana de Paz Vega- Lola
Marceli, la mujer de Juanjo Puigcorve. Valencianas, ni una. A Maite Sebastiá,
la directora de moda de Telva y una de las primeras en darse cuenta del talento
de este chico, el desfile le pilló de vacaciones. Las hermanas Fitera, clientas
habituales, tampoco pudieron ir.
Laura Fitera lleva varias temporadas encargándole vestidos y
la semana pasada pudo cotillear en su taller de Elda la colección de invierno. “Es
de lo más bonito que ha hecho nunca, el tejido es un estampado de impresión
fotográfica de las lámparas Tiffany con bordados de crisantemos de rafia y
piedras de cristal y los cortes son de alta costura, con tejidos maravillosos;
Muchos diseñadores tienen buenas ideas, pero la factura es muy mala; no es el caso de Juan”.
La colección de invierno se llama Candela y Juan Vidal dice
que es la más latina de todas. “Es la sublimación de la figura femenina, una
mujer hedonista que necesita salir de una realidad aburrida y evadirse, como las
actrices Ava Gardner, Rita Hayworth o Bardot. Los colores de la colección son
temperamentales y violentos, muy fauvistas, rojos intensos, amarillos mostaza,
naranjas, negros…”
Pues eso chicas, que tenemos que ir haciendo un apartadito
en el armario y otro en la cartera, para hacernos con algo de este chico, no
vaya a ser que las italianas se lo queden todo.