lunes, 4 de mayo de 2015

Jueves sosos

Imaginemos que cualquiera de vosotras dirige una tienda de artículos de lujo. Las ventas no han dejado de caer en los últimos cinco años. Desde hace meses escucha hablar de la recuperación, pero a su tienda sólo entra gente a pedir cambio para la máquina de la Ora. Día tras día ojea la base de datos de sus clientas de antaño, aquellas que venían temporada tras temporada y le alegraban la vida. Llama a una, a otra y a otra más. Todas le prometen que pasarán la semana que viene, pero nanai de China. Allí el único que hace caja es el gorrilla que organiza el aparcamiento de la calle.
Entonces, nuestra intrépida directora de tienda decide pasar a la acción: “Si no vienen por las buenas, vendrán por las malas. Organizaré una fiesta como las de antes. Un jueves por la tarde, con champán, canapés y algún que otro famoso que actúe de gancho. ¡Je!, a ver quién es la guapa que no viene, el resto la echará en falta y se notará que se esconde”.
Dicho y hecho: las confirmaciones de asistencia colapsan el mail de nuestra directora.: “¡Que buena soy!, -piensa ella-, la que no vende es porque no se mueve, pero yo no soy de esas.” Llega el jueves, siete de la tarde, la tienda a rebosar, las gente en la calle, el ambiente evoca a los años de bonanza. Todo fenomenal de la muerte. Ahora sólo falta sacar el datáfono y quemarlo. Pero la fiesta se acaba, la gente se va, el datafono no ha pegado un palo al agua y la caja sigue vacía. Nuestra directora piensa: “no pasa nada, el objetivo está cumplido. Han visto la colección, mañana vendrán. Ya verás, ya, el gorrilla no va a dar abasto, me va a hacer un monumento.”
Pasa un día, otro, una semana, se acaba la temporada y el datáfono sigue trabajando menos que la máquina de la Ora un domingo. Al año siguiente, nuestra directora dirá que la que quiera champán, se vaya de boda. Y esa es, un poco caricaturizada, la razón del porqué las tiendas de lujo de Valencia se están estirando menos que un portero de futbolín con sus clientas: no hay retorno, la gente no gasta ni aunque la atiborres de champán.
No pasa lo mismo en todas partes, en Madrid, por ejemplo, las agencias de eventos desaconsejas montar saraos en jueves, porque hay tantos que la gente se dispersa demasiado. Ese es al menos el consejo que le dieron a la joyería valenciana Sie7te que ha decidido inaugurar una tienda en pleno barrio de Salamanca. Habrá que ver si el problema es que en Valencia faltan ricos, o es que los que lo son, no están en las listas de las tiendas de lujo. Ya se ha dicho que los adinerados valencianos de toda la vida, ahora están caninos y que la pasta está ahora en otros sitios. No sé, quizás lo que tenga que hacer nuestra hipotética directora es pasearse por lo polígonos industriales y repartir allí tarjetas a destajo.

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