Si María Antonieta no hubiese vivido la Corte dieciochesca
de Versalles, tendría que haberlo hecho en el Sedaví del siglo XX. Con algún
retraso, los valencianos supimos entender el gusto recargado de la Corte de
Luis XVI, sobre todo en lo que afecta a los muebles. Tanto es así, que María
Antonieta dio su nombre a un tipo de sillón.
Dos siglos después, la industria del mueble valenciana
relanzó ese tipo de muebles y lo exportó a medio mundo. Firmas como Mariner y
Mariano García decoraron los salones y dormitorios más elegantes del mundo y
nos llenaron a todos de orgullo cuando los pusieron en series como Falcon Crest,
Dallas o Dinastía.
Los muebles de usar y tirar llevaron a esa industria al
borde del abismo. Pero puede que no esté todo perdido. El jueves, Verónica
Montijano, nieta de Mariano García, presentó las dos primeras piezas de una
colección que intenta recuperar el trabajo de ebanistas, restauradores y
tapizadores: la Porter Chair y el Porter Love Seat Luis XV son dos réplicas de
muebles artesanos de estilo francés.
La presentación se hizo en Cirilo Amorós con un cóctel que
parecía sacado de la película Maria Antonieta, de Sofía Coppola. La mermelada fue
una recreación de Verónica inspirada en la que tomaba María Antonieta, las
bandejas de plata donde se sirvieron los dulces son de su madre Ana García y
hasta las velas estaban hechas ad hoc.
Verónica estuvo acompañada por su marido, José Luis
Vilanova, su madre y su tío, María José Lladró, que se ocupó del catering y
Regina Cot de las flores. También estuvieron Laura y Blanca Fitera, José Miguel
Martínez Medina y Antonio Almerich, la diseñadora Presen Rodríguez con su hijos
José y Maribel Cosme, Amparo Lacomba, Mayrén Beneyto, el sastre Antonio Puebla,
el doctor Murgui, Marta García con su marido Jorge García y su hermano
Fernando, Lola Narvaez, Esther Barrera, María Cosín, el joyero Vicente Gracia,
Toni Salinas, Pepe Picó, Chimo Escario y mucha gente del mundo del interiorismo
y la decoración.
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