lunes, 26 de noviembre de 2007

Cambio minifalda por sortija


Últimamente se me van los ojos detrás de unos pendientes o un anillo. Será que me estoy haciendo mayor, porque me parece que todo lo que necesitas para ir bien vestida es una buena joya (¿tomarán nota los Reyes Magos?). Vamos, que te pones tus vaqueros de toda la vida con una camisa blanca de lo más normalita y entonces ¡tachán! rematas la faena con una pieza de joyería de esas importantes, y ale, ya tienes el toque de glamour que faltaba. Da igual que sea un anillo con mucho color, unos pendientes que den luz a tu cara, un colgante estiloso o una pulsera de eslabones (todo a la vez, no, ¡por favor!). Llegas a una edad en la que de repente sientes que necesitas desesperadamente una buena joya para completar tu look.

Hace poco, en la presentación del nuevo stand de cosmética de Giorgio Armani, me llamó la atención una foto de uno de los maquilladores de la firma. El chico (guapísimo) llevaba un polo Lacoste, vaqueros y en la muñeca una pulsera rivière divina (la clásica de diamantes) junto a otra de los hippies (esas que le gustan tanto a Marichalar, que por cierto el miércoles estuvo en Valencia). Jamás pensé que una pulsera rivière, que yo asociaba al lujo brillantoso y de nuevo rico de los ochenta, pudiera quedar tan fresca, moderna y chic en el brazo de un hombre. ¡Quiero una igualita ya mismo!

Total, que con el gusanillo de las joyas rondando durante hace meses, lo peor que me podía pasar es que se acercasen las Navidades y con ellas las ya tradicionales presentaciones de joyas. Esta semana, sin ir más lejos, MontBlanc, Sofía Joyeros, ¡Bulgari! y hasta el joyero Antonio W. Rodríguez, que andaba unos años perdido con otros proyectos, han coincidido al presentar sus últimas colecciones. Cada uno con su estilo: MontBlanc eligió el hotel Westin en una presentación en petit comité, todo muy cuidadito y selecto; Sofía Joyeros prefirió recibir en su casa y allí presentó la alta joyería de Picchiotti, con el anillo Marily como estrella de la colección, un pedazo de anillo con diamante ámbar de 15 quilates ¡uff, cuánto poderío!

La casa Bulgari, a punto de inaugurar su nueva megatienda en la calle Poeta Querol, eligió el Palau de les Arts para un cóctel por todo lo alto. Un lujazo de noche con un único pero: demasiado champagne francés para tan poca comida, y claro, luego pasa lo que pasa, que te pilla un control de alcoholemia y ¡desastre total! Además, no sé porqué se empeñan en sacar la mayoría de bandejas de comida cuando la gente ya lleva un par de horas bebiendo; ¿será una estrategia para que cojas el puntito y lo veas todo bonito? Por lo demás, un cóctel muy elegante, mucha joya de morirte de envidia, mucho visón, mucho apellido conocido y música en directo para dar ambiente. La colección Elisia de Bulgari, una joyería muy sofisticada con muchas piedras preciosas de colores, como marca la tendencia de ahora. Como detalle curioso, en unas pantallas de video se podían ver imágenes de una película de Visconti donde las protagonistas lucían joyas de la casa italiana. ¡Todo detalle!

Por si no fuera bastante, el joyero Antonio W. Rodríguez reapareció en escena con unas piezas increíbles (to die for, que dicen las cursis de las norteamericanas). Una colección que el mismo define como audaz, pero muy equilibrada a la vez. “He buscado las hechuras clásicas pero con monturas y piezas diferentes”. Cualquiera de las joyas de su colección serviría para dar glamour a unos simples vaqueros con camiseta blanca: los pendientes de oro blanco con cristal y diamantes; las sortijas de dimantes con piedras de color como la aguamarina, la amatista o las de cuarzo limón y rosa. ¡Ay, que bonitas

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Voy a apelar a tus conocimientos locales...
Tengo la urgente necesidad, tras revisar The Sartolarist, de comprar un pañuelo estilo el que lució Vicente Torres.
¿Alguna sugerencia?

Begoña Clérigues dijo...

Las tienen en todos los colores en Torres Gastón (torresgaston.com), en la calle Lauria. Son de seda por un lado y cashmere por otro, ideales, te van a encantar.
Besos,
Begoña

viviana dijo...

Hola Bego, hemos coincidido en el tema joyas.
A mi tambien me parecen que son el complemento ideal, la pena, como siempre, es el precio, yo como de momento ando corta de fondos, solo me queda ir detrás de mi tia la rica a ver si me da la herencia en vida.. ya te contaré si he tenido suerte.
Besos.

Anónimo dijo...

Nunca me habían llamado la atención... hasta ahora. Tienes razón: es la edad. Pero no es mal, al fin y al cabo es una inversión segura.

En Amsterdam me quedé enamorada de una pulsera, toda de diamantes, engarzada en oro de manera muy sencilla, por "sólo" 12.000.000 euros. Menos mal que soy pobre.

Begoña Clérigues dijo...

Ya te he leído Viviana, tus joyas son una pasada (a ver si heredas...)
Loca, yo también sueño con una riviere sencillita, de esas discretas pero carísimas. ¡Algún día!

Anónimo dijo...

Buenas tardes. Comparto absolutamente tu modo de ver las joyas a cierta edad, creo que con ellas alcanzamos un grado de intimidad que sólo tiene que ver con la confianza en nosotras mismas, de ahí que tengamos que estar cerca de los 30 o superándolos para ser capaces de apreciar esos matices.

Te acabo de conocer y ya me encantas. Te felicito por tu blog.

Begoña Clérigues dijo...

Gracias Divinísima, me recuerdas a una Divina igual de ingeniosa pero algo engreida. Diviníssima parece más elegante y comedida.
Seguiré tu blog.
Besos