miércoles, 20 de enero de 2010

Cualquier tiempo pasado fue mejor

Uff, qué mes de enero más aburrido. Ni una sola fiesta, ni una invitación, ni un estreno de cine con estrellas internacionales, ni tan siquiera un cóctel para venderte joyas, de esos que abundaban el mes pasado. Definitivamente, la crisis es un asco. Las únicas tiendas que inauguran son de zapatos a 3 euros -¡qué fuerte!- y hasta la Copa América, que en un tiempo nos hizo creer que Valencia estaba a la altura de Saint Tropez, se ha quedado en una regata ajena a la ciudad, que sólo entienden los participantes
Y para ahondar en ese sentimiento nostálgico de que cualquier tiempo pasado fue mejor, el Casino Monte Picayo ha editado un libro para celebrar que ha cumplido los 30. Uno de esos libros que sirven para adornar las estanterías de las casas donde no se lee, porque sólo se ojean las fotos, vamos como Hola pero en libro. Mirando y mirando llegas a un capítulo titulado “La montaña del encuentro de la jet set” que cuenta cómo durante los años 80, el Casino fue centro de la vida social valenciana; y es entonces cuando la nostalgia te abate.
Cuenta el periodista Miguel Angel Pastor que por el Casino desfilaron aristócratas como el duque de Aveiro, que no sé quién es pero seguro que es algún noble importante. También la Condesa de Montarco y la Princesa de Orleans, a ella sí la conozco por ser relaciones públicas de Dior. Y los hijos de la Duquesa de Alba, los Terry, los Domecq, los Garrigues y hasta Bertín Osborne, que se pasaba por allí para cantar o para divertirse. Uff, la lista de gente va desde lo más casposo hasta lo más glamouroso de la época: Pilar Franco, Lina Morgan, Paloma Segrelles, Carmen Sevilla y Vicente Patuel, Juanito Navarro, Toni Leblanc, Augusto Algueró, la marquesa de Villaverde, Bibi Andersen antes de ser chica Almodóvar, hasta Mila Giménez, recién separa de Manolo Santana.
Fue la época dorada no sólo del Casino, sino también de la vida social valenciana. Fíjate que hasta venían los famosos de Madrid atraídos por las fiestas que se montaban. El matrimonio Gómez Escardó, los dueños del hotel, contrató a José Luís Fradejas, presentador del programa musical Aplauso -¡qué fuerte!- y José Luís Uribarri, que como buenos relaciones públicas se trajeron a todos los que eran alguien: cantantes, escultores, políticos, futbolistas, escritores y hasta príncipes.
La culminación de todo aquello fueron las denominadas “Noches de Monte Picayo”, unas cenas a 7.000 pesetas el cubierto (un dineral para la época) con espectáculo incluido. Allí actuaron Pedro Ruiz, Rocío Jurado, María Jiménez, María Dolores Pradera, Tip y Coll, Martes y Trece, Mª Carmen y sus muñecos. Cuentan que las mesas situadas cerca del escenario eran para las familias vip de la época, como los Lladró, Sáez Merino o los Boluda-Fos.
Una de las asiduas de aquellas fiestas fue la glamurosa Mayrén Beneyto. Ella explica que lo que hizo el matrimonio Gómez Escardó no se ha vuelto a repetir en Valencia. “Eran unos anfitriones únicos. Consiguieron no sólo que Valencia saliera en la revista Hola, sino dar a conocer la ciudad. Fue una época dorada, la gente más importante pasaba por Monte Picayo. La vida social de aquella época nunca más volvió. Eran unas fiestas únicas, todos los artistas, toreros, familias con títulos, el mundo de la cultura, de la economía… todos recuerdan con muchísimo cariño aquella época, donde todos vestían una ropa estupenda y los famosos venían a las fiestas sin talón previo”.
Mayrén conoce bien aquellas fiestas porque en aquel entonces era directora general de turismo y con ese tipo de fiestas se promocionaba la ciudad en una época, en plena transición, en la que estaba todo por hacer. Después, como Presidenta de Unicef, le dio relumbrón a la famosa Gala de Unicef, que batía records de recaudación.
A más de uno, todo aquello le parece casposo, pero, hija, lo que daría yo por que ahora tuviésemos algo parecido al Casino de entonces, un lugar donde lucir el último modelito Prada, reírte con los amigos, cotillear y tomar una copa de champagne mientras juegas al Black jack; un plan sin duda más divertido y estimulante que las eternas cenas en uno u otro restaurante de las que ahora no hay quien nos saque.

2 comentarios:

CaféOlé dijo...

Ya se nota que estás muy mal acostumbrada: como que ni una sola fiesta, invitación, estreno de cine o cóctel? Por lo menos, fuiste alguna vez porque te invitaron! Yo las únicas invitaciones que recibo son las de la comunidad de vecinos, ji,ji. Un beso muy fuerte.

Anónimo dijo...

yo perteneci a ese mundo, y no creo se repita, aquellas fiestas en el casino, verbenas en la Hipica
y noches de gala en los paradores,
siempre los mismos, eramos una gran familia.Añoro aquellos tiempos