Salvatore Ferragamo fue un tipo de lo más curioso: a los nueve años le hizo un par de zapatos a sus hermanas para que no tuviesen que ir a tomar la Comunión con zuecos, porque sus padres no tenían para comprar zapatos. A los catorce montó una zapatería en su pueblo, Bonito cerca de Florencia, y a los dieciséis se fue Hollywood y se convirtió en el zapatero de las estrellas.
Estudió Anatomía sólo para encontrar la forma de mejorar la comodidad de sus zapatos, descubrió que el peso de la mujer recae sobre la bóveda del pie y diseño un soporte metálico que ayudaba soportar el peso. Y en los años 50 diseñó el primer zapato de aguja de diez centímetros que volvió locas a las mujeres de la época: Greta Garbo, la Duquesa de Windsor, Audrey Hepburn, Lauren Bacall…
Al final el colega se hizo más rico que una docena de controladores aéreos y montó un empresón que sigue siendo familiar. Él murió en los sesenta, su viuda y sus hijos – otro dato curioso ese de que un diseñador de raza tenga mujer e hijos- son los propietarios actuales de una firma -2.600 empleados más de 570 puntos de venta- que por tener, tiene hasta un museo en Florencia dedicado al genial zapatero.
El martes pasado se inauguró la tienda de Ferragamo en la calle Poeta Querol, esquina con Salvá. La fiesta fue de lo mejor que se ha visto en Valencia en muchos años. Allí estuvo lo más granado de la ciudad: Mayrén Beneyto, Marga Martínez y José Moreno, de Armando Martínez, Amparo Lacomba, Cuchita Lluch, Pilar Pons, María José Albert, Ana Peris, Ana García Vernia, Totó Barberá, Carmen Topete, Blanca Fitera con su sobrina Blanca Crespi, Dulce Giménez, Esther Barrera, Roció Andrés, Marisa Martínez, Laura Gallego (la dueña de Belgravia, la cafería más estilosa de Valencia), Matilda y Nidita Guerrero (de Vuitton), Presen Rodríguez con sus hijos Maribel y José Cosme, José Gil de Gilgars, Encarna Roig, los diseñadores Valentín Herráiz –que esta semana presentó la nueva revista del Gremio de Sastres OXXO- y Javier Villajos, la directora de la agencia de modelos Carmina Durán, José Luís Avilés de Bulgari, Ragel Beltran y Magda Agrait,… uff, llenaría toda página con una lista de invitados que se resume en el “todo Valencia”. No es extraño, porque Mª Angeles Miguel, la directora de Ferragamo en Valencia, debe ser de las mujeres con más experiencia en comercios de lujo en Valencia. Empezó en Don Carlos, luego estuvo en Max Mara y abrió Hermès hace cinco años en Valencia, antes de ser fichada por los italianos. Mª Angeles llevaba un vestido negro palabra de honor y una capelina de Orylag de lo más elegante.
La actriz Paz Vega y su marido Orson Salazar fueron la sorpresa de la noche. Ella, tez pálida como una porcelana –parecía Nicole Kidman en sus mejores años- y delgadísima, iba vestida de Ferragamo de pies a cabeza: blusa de seda con lazo al cuello, pantalón príncipe de Gales en cashmere y unos taconazos de impresión.
Después de visitar la tienda, en la que esperaba el Consejero Delegado de la firma Michele Norsa, la fiesta siguió en el Claustro de la Universidad, cosa que debió agradecer el bueno de Lluis Vives que se alza allí en el centro del Claustro, y que lleva años el pobre hombre, más aburrido que un cangrejo en un garaje, asistiendo estoicamente a los centenares de acontecimientos peñazos que habitualmente le organiza la progresía cultureta y trasnochada de esta ciudad.
Allí, en el claustro, decorado por Juanjo Robi, se cerró la noche con un desfile de la colección otoño-invierno de Ferragamo, clásico e intemporal, vamos, fondo de armario del bueno. De regalito, nos llevamos un pin con una miniatura de la famosa plataforma hecha de cuña de corcho –otro de los inventos del zapatero- que lució Judy Garland y que además se puede comprar, porque se ha reeditado como otros modelos vintage de la firma.
La de Ferragamo no fue la única fiesta de la semana. El miércoles, la joyería Rafael Torres presentó la fabulosa colección de joyas y relojes de Chaumet y Guess inauguró su flamante tienda frente a la estación del Norte, en una fiesta que Tano López Llobet llenó de gente joven, modernos estilosos y bloguers.
Estudió Anatomía sólo para encontrar la forma de mejorar la comodidad de sus zapatos, descubrió que el peso de la mujer recae sobre la bóveda del pie y diseño un soporte metálico que ayudaba soportar el peso. Y en los años 50 diseñó el primer zapato de aguja de diez centímetros que volvió locas a las mujeres de la época: Greta Garbo, la Duquesa de Windsor, Audrey Hepburn, Lauren Bacall…
Al final el colega se hizo más rico que una docena de controladores aéreos y montó un empresón que sigue siendo familiar. Él murió en los sesenta, su viuda y sus hijos – otro dato curioso ese de que un diseñador de raza tenga mujer e hijos- son los propietarios actuales de una firma -2.600 empleados más de 570 puntos de venta- que por tener, tiene hasta un museo en Florencia dedicado al genial zapatero.
El martes pasado se inauguró la tienda de Ferragamo en la calle Poeta Querol, esquina con Salvá. La fiesta fue de lo mejor que se ha visto en Valencia en muchos años. Allí estuvo lo más granado de la ciudad: Mayrén Beneyto, Marga Martínez y José Moreno, de Armando Martínez, Amparo Lacomba, Cuchita Lluch, Pilar Pons, María José Albert, Ana Peris, Ana García Vernia, Totó Barberá, Carmen Topete, Blanca Fitera con su sobrina Blanca Crespi, Dulce Giménez, Esther Barrera, Roció Andrés, Marisa Martínez, Laura Gallego (la dueña de Belgravia, la cafería más estilosa de Valencia), Matilda y Nidita Guerrero (de Vuitton), Presen Rodríguez con sus hijos Maribel y José Cosme, José Gil de Gilgars, Encarna Roig, los diseñadores Valentín Herráiz –que esta semana presentó la nueva revista del Gremio de Sastres OXXO- y Javier Villajos, la directora de la agencia de modelos Carmina Durán, José Luís Avilés de Bulgari, Ragel Beltran y Magda Agrait,… uff, llenaría toda página con una lista de invitados que se resume en el “todo Valencia”. No es extraño, porque Mª Angeles Miguel, la directora de Ferragamo en Valencia, debe ser de las mujeres con más experiencia en comercios de lujo en Valencia. Empezó en Don Carlos, luego estuvo en Max Mara y abrió Hermès hace cinco años en Valencia, antes de ser fichada por los italianos. Mª Angeles llevaba un vestido negro palabra de honor y una capelina de Orylag de lo más elegante.
La actriz Paz Vega y su marido Orson Salazar fueron la sorpresa de la noche. Ella, tez pálida como una porcelana –parecía Nicole Kidman en sus mejores años- y delgadísima, iba vestida de Ferragamo de pies a cabeza: blusa de seda con lazo al cuello, pantalón príncipe de Gales en cashmere y unos taconazos de impresión.
Después de visitar la tienda, en la que esperaba el Consejero Delegado de la firma Michele Norsa, la fiesta siguió en el Claustro de la Universidad, cosa que debió agradecer el bueno de Lluis Vives que se alza allí en el centro del Claustro, y que lleva años el pobre hombre, más aburrido que un cangrejo en un garaje, asistiendo estoicamente a los centenares de acontecimientos peñazos que habitualmente le organiza la progresía cultureta y trasnochada de esta ciudad.
Allí, en el claustro, decorado por Juanjo Robi, se cerró la noche con un desfile de la colección otoño-invierno de Ferragamo, clásico e intemporal, vamos, fondo de armario del bueno. De regalito, nos llevamos un pin con una miniatura de la famosa plataforma hecha de cuña de corcho –otro de los inventos del zapatero- que lució Judy Garland y que además se puede comprar, porque se ha reeditado como otros modelos vintage de la firma.
La de Ferragamo no fue la única fiesta de la semana. El miércoles, la joyería Rafael Torres presentó la fabulosa colección de joyas y relojes de Chaumet y Guess inauguró su flamante tienda frente a la estación del Norte, en una fiesta que Tano López Llobet llenó de gente joven, modernos estilosos y bloguers.
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