Los días de Navidad se prestan a reuniones largas en las que reinan la paz y el amor; pero cuando ya llevas tres días sonriéndole a tu cuñada y a tu suegra, te apetece sentarte a merendar con tus amigas en un sitio agradable, a ser posible fuera de casa para no tener que seguir disimulando tu hastío del turrón y de los polvorones. Y ahí es donde esta querida ciudad nuestra muestra una de sus más flagrantes deficiencias: ¿dónde puñetas puedes ir a merendar con un grupo de amigas? Descartados los bares de toda la vida, con olor a calamares y sillas especialmente diseñadas para que aguantes allí el menor tiempo posible, nos queda el Mercado de Colón y poco más. Eso sí, en el Mercado tienes que encomendarte al Niñito Jesús a ver si entre él y su querida Mamá consiguen que los camareros te atiendan hora y media después de haberte sentado.
Los americanos, que para esto de hacer caja son más listos que el hambre, nos trajeron el Starbucks, pero cuando ya has ido un par de veces, te das cuenta de que ese tampoco es tu sitio; los jovencitos del Erasmus están más cerca de ser tus hijos que de una posible aventura cuarentona. En el otro lado de la balanza, tienes Acuarium, Bimbi y demás, pero eso te recuerda a tus padres y a cuando a los catorce años ibas a pedirles la paga para salir con las amigas.
Menos mal que Laura Gallego ha abierto una cafetería-panadería que es perfecta para quedar a merendar con las amigas después de una tarde de compras. Se llama Belgravia, como el barrio pijo londinense -¡hija, qué ideal!- y allí puedes tomar bollería recién hecha, sándwiches y un café con leche o comer una ensaladita de lo más mona con tus amigas con una copa de vino blanco mientras cotilleas sobre antiguas compañeras de colegio o tomar el té a media tarde, con un camarero que sabe atenderte, sonreírte y servirte el café sin que se derrame una gota.
Laura vivió varios años en Londres en uno de los barrios más pijos de la ciudad, Belgravia. Allí solía desayunar en uno de las cafeterías típicas de la zona. Cuando regresó a Valencia, buscó el equivalente a aquella cafetería-panadería inglesa, pero aquí los bares seguían oliendo a fritanga, las panaderías tenían buena bollería pero no un espacio cómodo donde leer la prensa, y en las caferías monas, como las del Mercado de Colón, a menudo fallaba el servicio o la bollería era industrial.
La vida da muchas vueltas y un buen día Laura tuvo que dejar su puesto de alta dirección en una gran empresa valenciana. Total, que le echó lo que hay que echarle a la vida en las situaciones difíciles e hizo un máster de dirección de empresas. Por aquel entonces conciliaba el sueño dándole vueltas a la idea de montar su propio negocio y eso es lo que hizo. Así es que Belgravia es el fruto de los reveses de la vida y de los sueños de una mujer que no se acoquina cuando las cosas se ponen difíciles.
Su proyecto era montar en el centro de valencia una de esas cafeterías coquetonas y acogedoras que solía frecuentar en Londres. Buscó el local en la zona del ensanche, no podía ser otra, y al final dio con lo que buscaba en un bajo medio abandonado y viejo en la calle Sorní, ocupado por el casal de una falla. Contó con la ayuda del cocinero y anterior propietario del restaurante Sierra Aitana y buscó a la decoradora Verónica Montijano, para que le diese al local un aire inglés de lo más mono.
Otro de los puntazos de Belgravia es el porche, acogedor y resguardado del frío, pero que te permite cotillear la vidilla de la calle Sorní. En el interior, tras la panadería, accedes a la sala del restaurante con grandes ventanales a un patio interior.
Belgravia tenía que dar buen servicio pero sin lujos ostentosos. La mejor bollería bien presentada, tostadas con pan de molde gordito, mantequilla de la mejor, mermelada ecológica, servilletas monas y una carta sin pretensiones pero de muy buena calidad elaborada por Bárbara Amorós, una valenciana licenciada en Le Cordon Blue de París en gastronomía y repostería, chef en reconocidos restaurantes, pasando a Londres y Nueva York.
Los americanos, que para esto de hacer caja son más listos que el hambre, nos trajeron el Starbucks, pero cuando ya has ido un par de veces, te das cuenta de que ese tampoco es tu sitio; los jovencitos del Erasmus están más cerca de ser tus hijos que de una posible aventura cuarentona. En el otro lado de la balanza, tienes Acuarium, Bimbi y demás, pero eso te recuerda a tus padres y a cuando a los catorce años ibas a pedirles la paga para salir con las amigas.
Menos mal que Laura Gallego ha abierto una cafetería-panadería que es perfecta para quedar a merendar con las amigas después de una tarde de compras. Se llama Belgravia, como el barrio pijo londinense -¡hija, qué ideal!- y allí puedes tomar bollería recién hecha, sándwiches y un café con leche o comer una ensaladita de lo más mona con tus amigas con una copa de vino blanco mientras cotilleas sobre antiguas compañeras de colegio o tomar el té a media tarde, con un camarero que sabe atenderte, sonreírte y servirte el café sin que se derrame una gota.
Laura vivió varios años en Londres en uno de los barrios más pijos de la ciudad, Belgravia. Allí solía desayunar en uno de las cafeterías típicas de la zona. Cuando regresó a Valencia, buscó el equivalente a aquella cafetería-panadería inglesa, pero aquí los bares seguían oliendo a fritanga, las panaderías tenían buena bollería pero no un espacio cómodo donde leer la prensa, y en las caferías monas, como las del Mercado de Colón, a menudo fallaba el servicio o la bollería era industrial.
La vida da muchas vueltas y un buen día Laura tuvo que dejar su puesto de alta dirección en una gran empresa valenciana. Total, que le echó lo que hay que echarle a la vida en las situaciones difíciles e hizo un máster de dirección de empresas. Por aquel entonces conciliaba el sueño dándole vueltas a la idea de montar su propio negocio y eso es lo que hizo. Así es que Belgravia es el fruto de los reveses de la vida y de los sueños de una mujer que no se acoquina cuando las cosas se ponen difíciles.
Su proyecto era montar en el centro de valencia una de esas cafeterías coquetonas y acogedoras que solía frecuentar en Londres. Buscó el local en la zona del ensanche, no podía ser otra, y al final dio con lo que buscaba en un bajo medio abandonado y viejo en la calle Sorní, ocupado por el casal de una falla. Contó con la ayuda del cocinero y anterior propietario del restaurante Sierra Aitana y buscó a la decoradora Verónica Montijano, para que le diese al local un aire inglés de lo más mono.
Otro de los puntazos de Belgravia es el porche, acogedor y resguardado del frío, pero que te permite cotillear la vidilla de la calle Sorní. En el interior, tras la panadería, accedes a la sala del restaurante con grandes ventanales a un patio interior.
Belgravia tenía que dar buen servicio pero sin lujos ostentosos. La mejor bollería bien presentada, tostadas con pan de molde gordito, mantequilla de la mejor, mermelada ecológica, servilletas monas y una carta sin pretensiones pero de muy buena calidad elaborada por Bárbara Amorós, una valenciana licenciada en Le Cordon Blue de París en gastronomía y repostería, chef en reconocidos restaurantes, pasando a Londres y Nueva York.
7 comentarios:
BONITO BLOG. Un saludo y Feliz año
He estado esperando un sitio como este muuucho tiempo! tendré que pasarme a descubrirlo. Un abrazo
These resources really are a large assist in my regular animation. it is awesome that you simply are producing this offered to everyone. Thank You!
Yes, I admit, I love good coffee, goog pastries in a cozy cafe and the best compañy. Come Belgravia.
Que lindo diseño!
Qué bien! me encantan estos sitios y es verdad que en Valencia carecemos de ellos. Y si encima dices que Bárbara cocina allí, ya estoy tardando en ir!!
Dios! cómo me alegro de haber encontrado este blog! Yo también he estado varios años viviendo en Londres y hace poco volví a Valencia; Lugares así te hacen adaptarte a la ciudad, pero necesitamos muchos más. Y restaurantes "chic" y lugares de copas con glamour como The Roof Gardens o Boujis! ¡Qué alguien haga algo!! El lunes me paso a descubrir Belgravia. Muchos besos. Amelia
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